En los inicios de la década de 1970, el sector editorial empezaba a no ser rara la presencia de algunas mujeres importantes. Isabel Monteagudo estaba ya al frente de International Editors; Carmen Balcells (1930-2015) iba todavía al galope capitaneando el boom latinoamericano; Esther Tusquets (1936-2012), que aún no se había dado a conocer como novelista, había asentado ya el prestigio literario de la editorial Lumen; Beatriz de Moura, que en 1973 estaba a punto de publicar su única novela (Suma, Lumen, 1974), había hecho del catálogo de Tusquets uno de los puntos de referencia…
Fue precisamente en 1973 cuando se incorporó a esta pléyade de profesionales la joven Gemma Romanyà (1945-2018), cuando sólo su ascendencia familiar lo hacía mínimamente previsible. Su padre había sido cajista en las imprentas locales de Fèlix Bertran y Miquel Isart, hasta que en 1955 creó Gràfiques Iris y compró una minerva Kale de segunda mano, una guillotina, una grapadora y una perforadora. Aun así, el hecho de contar con dos hermanos mayores hacía poco probable Gemma que se hiciera cargo de la empresa, si bien para entonces llegó con una formación adecuada.
Gemma Romanyà nació en Capellades, una pequeña localidad de la comarca de l’Anoia (Barcelona) estrechamente vinculada a la industria del papel. Durante el siglo XVIII llegó a contar con hasta dieciséis molinos dedicados a la fabricación de papel (los Molins de la Costa), especializados en papel de fumar y papel de barba que se exportaban a toda España, América y Filipinas, y se han documentado hasta cuarenta molinos. Fue precisamente muy cerca de Capellades, en Orpí, donde Manuel Altolaguirre empleó unos viejos molinos de papel para llevar a cabo algunas de las ediciones más míticas realizadas durante la guerra civil española, y en la actualidad el pueblo alberga uno de los museos más importantes del mundo en su género, el Museu Molí Paperer de Capellades, situado en lo que en el siglo XVIII era el Molí de la Vila.
Gemma Romanyà entró siendo niña en la Escuela de las Monjas de la Divina Pastora de su pueblo natal, y a continuación pasó a estudiar contabilidad en la Academia Cots, pero en cuanto acabó estos estudios, con apenas diecisiete años, inició una serie de viajes en los que trabajó como au pair y aprendió con cierta profundidad diversas lenguas: Ginebra, Londres, Madrid (donde cursó estudios hispánicos) y París (donde aprendió estenotipia mientras estudiaba en la Sorbona y vivió el mayo del 68). Durante todo este tiempo, sin embargo, su hermano la mantuvo al corriente de los avatares y dificultades de la imprenta, y durante un veraneo en Capellades tuvo ocasión de ver como a su padre y hermano se los llevaban detenidos a Barcelona por haber impreso diez mil adhesivos reivindicando la enseñanza del catalán en las escuelas (un encargo por el que el historiador Joaquim Ferrer i Roca pasó un año en prisión).
Su hermano Joan se había incorporado enseguida a la empresa familiar, y después de imprimir carteles, programas y otras obras menores, la editorial Nova Terra (1957-1978) había sido una de las primeras, ya en los años sesenta, en encargarles la impresión de libros. En 1962 adquirieron una maquina plana Osiris para imprimir libros en tipografía; dos años después una minerva Heidelberg automática, y progresivamente incorporan a las editoriales Fontanella, Llibres de Sinera, Estela y Edicions 62 como clientes.
De regreso a Barcelona, y una vez casada, la profesión de su marido (ingeniero agrónomo) la llevó a establecerse durante tres años en Huesca. Por entonces estaba al frente de la empresa su hermano Joan, que había pilotado el paso de la tipografía a la impresión offset en hoja tras comprar una Nebiolo y una guillotina automática Altea, y que en 1972 la rebautizó como Romanyà/Valls. Él había planificado el crecimiento de una imprenta incipiente e incluso estaba a punto de instalarse en unas naves nuevas en Torre de Claramunt; sin embargo, la enfermedad y posterior muerte de este hizo que, un poco repentinamente, Gemma tomara las riendas de la empresa.
Uno de los puntales de Romanyà Valls ya iniciado por Joan fue impulsar la modernización y actualización constante de la maquinaria, incorporando aquella tecnología que les permitiera mejorar tanto la calidad de los servicios de preimpresión, impresión y encuadernación, como la competitividad de la misma empresa, y correspondió a Gemma mantener siempre vigente ese compromiso, cosa que la llevó a convertirse en una imprenta de referencia que contó entre sus clientes a casi todas las editoriales importantes del país, y sobre todo a las centradas en el libro en catalán (Acantilado, Anagrama, Círculo de Lectores, Club Editor, Cuadernos para el Diálogo, Dopesa, Edhasa, Edicions de 1984, La Campana, Laia, Península, Proa, Quaderns Crema, Salamandra, Seix Barral, Tusquets, Urano…, casi cualquiera que pueda ocurrírsele). En esta línea cabe situar, por ejemplo, la compra en 1976 de la primera rotativa, que les permitió abaratar notablemente los costes, y por consiguiente también el de los libros y desplazó definitivamente el offset plano. Y la necesidad de pagar las nuevas adquisiciones les llevaba ampliar progresivamente el volumen de trabajo, lo que se tradujo en un crecimiento constante.
Sin embargo, el indeleble recuerdo que dejó Gemma Romanyà en quienes la trataron no siquiera principalmente el de la solvencia y calidad de los trabajos que dirigía, que también, sino su implicación en iniciativas culturales muy diversas.
Es notable en este aspecto las facilidades que siempre ofreció a los grupos de estudiantes tanto escolares como universitarios (de la Facultad de Informació i Mitjans Audiovicuals de la Universitat de Barcelona, de diversos másters en edición…) para dar a conocer el trabajo que llevaban a cabo y la historia de los oficios relacionados con el mismo.
Aun así, mayor trascendencia y repercusión tuvo su compromiso como mecenas en el campo de la música, que se materiaizó en la Fundació Paper de Música, que abrió una sala destinada a la interpretación (luego se ampliaría al teatro y el cine) y en un prestigioso concurso internacional destinado a descubrir y promocionar a jóvenes intérpretes.
Su hija Elisenda ha recogido el testigo.
Fuentes:
Web de Romanyà Valls.
Josep Maria Espinàs, «Gemma Romanyà», entrevista emitida en el programa de TV3 Identitats el 26 de octubre de 1986.
Àngels Font, «Sra. Gemma Romanyà Valls», Testimonios para la historia editora, 2002.
Joan Pinyol Colom, «Gemma Romanyà Valls. Una vida teixint complicitats». Revista d’Igualada, núm. 58, pp. 47-49.
Miquel Pujol Palol, Gemma: imprès a Romanyà / Valls: la carrera d’una dona lluitadora, generosa i valenta, Capellades, Romanyà Valls, edición no venal pero descargable, 2021.
Redacció, «Mor als 72 anys la impresora capelladina Gemma Romanyà», Anoia Diari, 5 de marzo de 2018.