Bardagí, el corrector que cantaba

No abundan los correctores famosos, ni siquiera lo son aquellos que han trabajado para escritores de mucho renombre o éxito aun cuando haya evidencia de que mejoraron sustancialmente sus textos. Es más, algunos pocos son conocidos por su vertiente como escritores ellos mismos, o como traductores literarios, pero en ambos casos sus labores como correctores de estilo u ortotipográficos raramente aparecen en sus «biografías oficiales» o en las solapas de sus libros.

Anuncio del estreno de Canigó, ópera de Antoni Massana a partir de texto de Verdaguer adaptado por Josep Carner, en la que intervino Bardagí como tenor en el papel de Gentil.

Por ello es singular el caso de Bartomeu Bardagí i Moras (1915-2003), quizá con Eduard Artells i Bover (1903-1971), uno de los correctores más célebres de la edición en lengua catalana del siglo XX, quien participó además como tenor en el debut de la soprano Montserrat Caballé en Valencia con la Novena sinfonía de Beethoven y compartió escenario con Ingrid Bergman en una Juana de Arco, de Honegger, dirigida por Roberto Roselini.

Bartomeu Bardagí.

Como tantos otros profesionales del sector editorial catalán (Cèsar August Jordana, Jaume Aymà, Joan Sales, etc.), Bardagí se formó como profesor de lengua, y ya en 1932 entró en la Oficina de Correcció d´Estil de la Diputació de Barcelona que dirigía C.A. Jordana (1893-1958), y al año siguiente se estrenaba como profesor en la Extensió d´Ensenyament Tècnic de la Generalitat de Catalunya (donde se formaba a maestros). Ya por entonces empezó a hacer colaboraciones con el sector editorial, pero debe sin duda su fama a las labores desarrolladas al concluir la guerra civil española de 1936-1939.

Desde por lo menos los años cincuenta, el nombre de Bardagí aparece asociado a las más importantes editoriales en lengua catalana dedicadas a la literatura, empezando por la combativa Aymà, con cuyo fundador y director había coincidido en la Oficina de Correcció y donde se reparte el trabajo con Ramon Aramon i Serra (1907-2000), que en los años treinta había sido colaborador de Pompeu Fabra (1868-1948) en la Universitat Autònoma de Barcelona.

Antoni López Llausàs.

Participa también en esos años, junto con lingüista y editor Josep Miracle (1904-1998), en la preparación de la segunda edición del Diccionari General de la Llengua Catalana de Pompeu Fabra (1868-1948), que se publica en 1954 por iniciativa de Antoni López Llausàs (1888-1979) e incluye un prefacio del poeta Carles Riba (1893-1959). La relación y la confianza profesional entre Miracle y Bardagí es evidente: El primero, que siendo corredor de Salvat había empezado a colaborar con la editorial Selecta de Josep Mª Cruzet (1903-1962) en 1942, pasó en 1947 a ocuparse también de la dirección literaria de esa casa y empezó a delegar en Bardagí la corrección de pruebas. Y cuando Miracle tuvo que ocuparse de la cuarta edición de este mismo diccionario, que apareció en 1961, reunió un equipo en el que, junto a Osvald Cardona (1914-1987), Jaume Ros i Artigues (1907-1998) o Jaume Aymà (1882-1964), figuraba de nuevo Bardagí.

Mayor interés incluso tiene su trabajo al lado de un editor con criterios lingüísticos y estilísticos tan marcados como fue el caso de Joan Sales (1912-1983) –discípulo confeso del eminente lingüísta Joan Corominas (1905-1997)– para cuyas ediciones en Club Editor recurrió preferentemente a Bardagí, pues si bien ambos primaban la corrección, el primero andaba siempre a la búsqueda de la naturalidad y la vivacidad en el lenguaje de las novelas contemporáneas y el segundo era un adalid de un lenguaje espontáneo y a pie de calle, por lo que se complementaban casi perfectamente.

La década de los sesenta fue bastante intensa para Bardagí. En 1966 empezó a  traducir al catalán la sección de Josep Pla (1897-1981) en la revista Destino «Calendario sin fecha», y ese mismo año empezaba la titánica corrección de los volúmenes que compondrían las Obras Completas del autor ampurdanés, que culminarían en 1984 con resultados discutidos (discutidos en particular, pruebas en mano, por otro de los correctores de Pla, Jordi Pujol i Cofan, quien detectó unos quinientos errores en la primera edición). Aun así, acerca de Bardagí y su labor dejó escrito Pla:

Cuando empecé a escribir para la Editorial Selecta del señor Cruzet –le entregué veintinueve volúmenes–, había muy pocos correctores de pruebas para el catalán. Tengo que hacer una excepción con el señor Bardagí, a quien debo agradecer tantas horas pasadas revisando mis originales.

También en los sesenta traduce para la editorial Argos la imponente trilogía del librero gerundense Josep Maria Gironella (1917-2003) compuesta por Els xiprers creuen en Déu (1967), Un milió de morts (1967) y Ha esclatat la pau (1968); en 1967 aparece su traducción L’arxiduc Carles d’Àustria, rei dels catalans, del historiador Pere Voltes (1926-2009) para la editorial Aedos, mientras que en 1968 aparece su primera traducción del inglés, en Selecta, Si el mort podía parlar i altres històries de misteri, de Cornell Woolrich (1903-1968), más conocido como William Irish.

Otra colaboración singular es la que establece con las clandestinas Edicions Catalanes de París, una iniciativa del historiador y editor Josep Benet (1920-2008), que contó con la colaboración de Jordi Pujol i Soley y Albert Manent (1930-2014), en Barcelona, y Romà Planas (1932-1995) y Àngel Castanyer, en París, y que publicó obras de Gaziel (Agustí Calvet, 1887-1964), Maria Aurèlia Capmany (1918-1991), Andreu Nin (1892-1937), Josep Carner-Ribalta (1898-1988) y los Records d’un sindicalista llibertari català (1916-1943), de Joan Manent (1902-1984), entre otros. Sus procesos de producción, bastante asombrosos, los reconstruyó Jordi Amat:

Acaso la logística era la parte más complicada. Después de la corrección de Bartomeu Bardagí, los originales proporcionados por el equipo de Barcelona se enviaban a París, donde se maquetaban; las galeradas volvían a Barcelona para que Bardagí las revisara y, una vez hecho esto, se enviaban de nuevo a París para iniciar el proceso de impresión de unos libros que fueron diseñados por Castanyer.

Y a eso aún hay que añadir su participación en otra obra monumental, la corrección de la Gran Enciclopèdia Catalana, en la que se ocupaba en particular de la sección de Humanidades, y trabajos muy diversos para sellos como Polígrafa, Vergara, Vicens Vives, Toray (para la que tradujo adaptaciones de cuentos infantiles de Eugenio Sotillos), Hymsa, un paso por la sección de correctores del periódico Avui o la traducción del inglés al catalán, para Dasa, de la Vida secreta de Salvador Dalí (1981).

En los años ochenta aún vio aparecer varias traducciones suyas (de Ricardo Alcántara, de Benjamin Kindle), y en 1991 publicó en la editorial La Campana sus divertidas memorias con el título Humor amb lletra i música. Con tales antecedentes, no es de extrañar que se le concediera en 1983 el Premio d’Actuació Cívica Catalana Jaume I; pero sí que se le recuerde más como cantante de ópera que como hombre de letras.

Fuentes:

Jordi Amart, «Edicions Catalanes de París. Aproximació a la història d’una editorial atípica», Franquisme & Transició, núm. 2 (2014), pp. 63–81.

Montserrat Bacardí i Pilar Godayol (dirs.), Diccionari de la traducció catalana, Vic, Eumo Editorial, 2011.

Jordi Badia i Pujol, « Els correctors de Fabra fins avui: les baules d’una cadena que resisteix», Llengua Nacional, núm. 97 (IV trimestre del 2016), pp. 6-7.

Albert Jané, «En la mort de Bartoumeu Bardagí», Llengua Nacional, , núm. 45, IV trimestre del 2003 p. 39.

Albert Manent, Bartomeu Bardagí, un corrector excepcional, Serra d´Or, núm. 528 (diciembre de 2003), pp. 22-23.

Marta Pasqual, Joan Sales, la ploma contra el silenci, Barcelona, A Contra Vent  (Abans d’Ara, 24), 2012.

Josep Pla, Un petit món del Pirineu, Barcelona: Destino, 2004.

Adrià Pujol, «El fill del corrector», El Procés. Revista Contracultural, núm. 4 (2013), pp. 4-7.

Agnès Toda, «D’Humor amb lletra i música, de Bartomeu Bardagí», Llengua Nacional, núm. 97 (IV trimestre del 2016), pp.8-9.

Vista parcial de las Obras Completas de Josep Pla en Destino.

 

Las dos primeras etapas de la revista D’Ací i d’Allà y el mundo del libro

El número 179, publicado en diciembre de 1934, ha bastado para que la revista D’Ací i D’allà haya pasado a la historia de las artes gráficas como uno de los principales ejemplos y más logrados de publicación periódica vanguardista. Patricia Córdoba ha subrayado acerca de ese número la «extraordinaria calidad en la reproducción de las obras de arte, [que] tenía su complemento idóneo en los artículos de J.V. Foix, Carles Sindreu, Sebastià Gasch y Magí A. Cassanyes, entre otros» y acerca de las reproducciones fotográficas, tanto en blanco y negro como en color, destaca también la «óptima calidad que aún resaltaba más las obras de arte originales».

Portada del famosísimo número extraordinario de invierno de 1934, con la encuadernación original mediante espiral metálica.

Vale la pena echar un vistazo a este extraordinario número de D’Ací i D’allà, dirigido por Josep Lluís Sert (1902-1983) y Joan Prats (1881-1970) para evaluar la justicia de esta valoración, pero, en cualquier caso, basta un repaso al índice de sus colaboradores para hacerse una idea de la ambición que alentaba este proyecto, que se proponía hacer un balance de la historia del arte en las tres primeras décadas del siglo XX: Tras una portada de Joan Miró (1893-1983), una pléyade de textos encabezados por uno del director de la revista, Carles Soldevila (1892-1967), a quien siguen el pintor de origen asturiano Luis Fernández (1900-1973), el crítico y editor, además de fundador de Cahiers d’art, Christian Zervos (1889-1970) , el mencionado arquitecto e impulsor del GATEPAC Josep Lluís Sert, el poeta y ensayista J.V. Foix (1893-1987), el publicista vinculado tanto al GATEPAC como al grupo ADLAN Carles Sindreu (1900-1974), el crítico Magí Albert Cassanyes (1893-1956), el crítico colaborador de Cahiers d’art Anatole Jakovski (1907-1983) y el también crítico Sebastià Gasch (1897-1980). Y en cuanto al arte, un compendio de lo que hoy son algunos de los nombres más representativos de las artes visuales del primer tercio del siglo XX: Tricomias de obras de Picasso, Braque, Gris, Léger, Kandinsky y Dalí, un pochoir original de Miró, y reproducciones en blanco y negro de obras de Ernst, Duchamp, Arp, Picasso, Matisse, Derain, Brancusi, Le Corbusier, Gris, Rousseau, Modrian, Léger, Giacometti…

Páginas interiores, dedicadas a Miró, en el mismo número.

Con este número, la revista que entonces dirigía Soldevila, con el apoyo de Antoni López Llausàs (1888-1979), se ganaba un puesto de honor en la historia de la prensa artística, pero para entonces D’Ací i D’allà ya tenía una notable trayectoria a sus espaldas y, de hecho, estaba afianzando una brillante tercera época que, como no podía ser de otra manera, quedaría truncada por la guerra civil española.

Cubierta del primer número, de Labarta, con el título original, D´Ací D´Allà.

El primer número, con el título ligeramente distinto (D’Ací D’allà, magazine mensual) se remontaba al 10 de enero de 1918, en el ámbito de Editorial Catalana, bajo la dirección del poeta Josep Carner (1884-1970) y con una estética claramente vinculada al art déco muy consecuente con el noucentisme que destila esta primera y breve etapa. El primer volumen, con portada de Francesc Labarta (1883-1963), un formato de 245 x 170 y 98 páginas, ya da un tono de lo que serán sus colaboradores y, por lo que atañe a los grafistas, muchos de ellos tendrán una implicación importante en el diseño e ilustración de libros, como es el caso de Joan d’Ivori (Joan Vila i Pujol, 1890-1947), Valentí Castanys (1898-1965), Pere Pruna (1904-197) o el nieto del impresor que inventó el submarino, Emili Pascual Monturriol (que firmaba Pal), quien llevaría a cabo una profunda renovación de la editorial Apolo.

Cabecera e índice del primer número.

A finales de 1919 asume la dirección el también escritor y «pluma para todo» Ignasi M. Folch i Torres (1884-1927), y durante su dirección se produce un cambio de formato, que pasa a ser de 330 x 245 (en julio de 1924) y de maquetación (en enero de 1931), pero quizá lo más notable sea el progresivo cambio en las portadas y el cada vez mayor protagonismo de la fotografía, aspectos en los que probablemente tenga que ver la influencia de quien llegaría a figurar explícitamente como director de arte, Josep Sala Tarragó (1896-1962). De nuevo aparecen entre los diseñadores de portadas gente muy vinculada al mundo del libro, como los mencionados Junceda, Castanys o Pruna, a los que se añaden Lola Anglada (a quien Soldevila hizo una interesante entrevista en el número de agosto de 1924 y de quien es la portada Radiotelefonia, de enero de 1925), Apa (Feliu Elias), Dalí (de quien se reproduce Figura en una finestra, como portada del número 97, de enero de 1926), Quelus (Miquel Cardona i Martí, 1908-1964), Ramon Martí Alsina (1826-1894), el excelente grabador Enric C. Ricard (1893-1960), Feliu Elias (1878-1948), el pintor Joaquim Mir (1873-1940)…

En relación al mundo de la edición de libros, resulta notable el caso de la traducción del libro de Okakura Kakuzo El llibre del tè, que empieza a publicarse entre los números 104 y 108, con la firma de Carles Soldevila como traductor. Y es curioso porque existe una edición de este mismo libro en rústica como número 19 de la colección Bibiloteca Univers, publicada por la Llibreria Catalonia de López Llausàs, en la que el traductor se esconde bajo el seudónimo Marçal Pineda, y otra edición probablemente posterior ilustrada por quien sería uno de los colaboradores fundamentales de la tercera etapa de D’Ací i D’allà, Will Faber (1901-1987), numerada y encuadernada mediante un cordel de seda.

Página interior del número de junio de 1920.

En un sentido similar, en su afán por conseguir textos que poder publicar durante los duros tiempos de la guerra civil en sus benemérita Biblioteca de la Rosa dels Vents, Josep Janés se sirvió de algunas traducciones extraídas de números de la revista D’Ací i D’allà, llevadas a cabo por su amigo Josep Miracle (1904-1998), quien, antes de partir al frente, le entregó los volúmenes de dos años de esa publicación «para que pudiera seguir manteniendo la Biblioteca de la Rosa dels Vents a base de aprovechar las mejores o más extensas traducciones que allí había publicado», y de Miracle son las traducciones de Quasi blanca, de Claude McKay, y El pescador d´esponges de Istrati, El somni de Makar, de Vladímir Korolenko, números 209, 210 y 221 respectivamente de los Quaderns Literaris de Janés (correspondientes a los 62, 63 y 74 de Rosa dels Vents). Miracle, que había entrado en D´Ací i D´Allà inicialmente como corrector, se convirtió en poco menos que un chico para todo en la revista, sin redactores (que más que dirigir, Soldevila se limitaba a coordinar), y a él corresponden muchos de los seudónimos empleados en esos números, como es el caso por ejemplo de Josep Píus i Lluís, que firma una traducción de Joyce («Un nuvolet»). Por aquella época, Miracle trabajaba en el sótano de la calle Diputació donde la Catalònia tenía también la imprenta.

Ilustración de Apa para el número de agosto de 1924.

Una última curiosidad es que, cuando el prestigioso diseñador Ricard Giralt-Miracle, tras su paso por los campos de refugiados franceses y unos inicios difíciles en el destrozado panorama de las artes gráficas en la posguerra, se estableció por su cuenta, recuperó una maquina plana en la que se habían impreso los últimos números de D’Ací i d’Allà.

Portada de Ernest Santassussagna para el número de junio de 1930.

En el número de enero de 1931 se produce un nuevo cambio de maquetación, y en el de diciembre de ese mismo año se anuncia el final de la revista, que será más bien la apertura de una extensa pausa, pues en la primavera de 1932 reanuda su andadura con una estética que, si bien en algunos aspectos puede considerarse una evolución a partir de las dos anteriores, merecería una atención más detallada que fuera más allà del espectacular número 179 (diciembre de 1934) y un repaso a las portadas de Josep Obiols, Grau Sala, Lola Anglada, Xavier Nogués  y sobre todo a las de Will Faber, de quien Camilo José Cela dejó escrito que «la historia hubiera sido diferente de no haber llevado la revista D’Ací i d’Allà ilustraciones de cubierta suyas».

Portada del número aparecido en septiembre de 1932.

Fuentes:

Camilo José Cela, «Glosa a unas viejas palabras propias y ajenas sobre Will de Faber», en Los vasos comunicantes, Barcelona, Plaza & Janés, 1989, pp. 423-427.

Patricia Córdoba, La modernidad tipográfica truncada, València, Campgràfic, 2008.

Galderic, «L’extraordinària revista D’Ací i D’Allà i el seu extraordinari número d’hivern (1934)», Piscolabis & Librorum, 13 de abril de 2010.

Jacqueline Hurtley, Josep Janés. El combat per la cultura, Barcelona, Curial (Biblioteca de Cultura Catala 60), 1986.

Josep Miracle, “Sinopsi autobiográfica”, en AA.VV., Josep Miracle i la seva obra, Tàrrega-Andorra, F. Camps Calmet-Erosa, 1973.

Joan Manuel Treserras, «D’Ací i d’Allà». Aparador de la modernitat (1918- 1936), Barcelona, Llibres de l’Índex, 1993.

Interior del número de septiembre de 1930, que contiene el artículo «Un nou gran retaule català del Quatre-cents» firmado por Joan Sacs (Feliu Elias).