La trayectoria biográfica de Francisco Carvajal Narváez (1913-2019) es un caso de éxito empresarial del exilio republicano de 1939, además de serlo también de extraordinaria longevidad. Nacido en Albolote (Granada) y desde 1932 militante de la CNT, durante la guerra fue detenido por las fuerzas golpistas, que le tuvieron preso hasta que en 1937 consigue pasarse a la zona republicana (donde inicialmente fue asimismo detenido por el SIM, bajo sospecha de espionaje). Sin embargo, no tardó en ser liberado y, tras su paso por la escuela popular de guerra de Paterna (Valencia), llegó a ser teniente de caballería y entró en combate en la batalla de Teruel y en la del Ebro. Una vez consumada la derrota republicana, pasó por el campo de refugiados de Le Bacarès hasta que pudo embarcarse con rumbo a la República Dominicana (donde ya había residido durante un par de años en su adolescencia), que pasado un tiempo abandonó para instalarse definitivamente en Puerto Rico en los primeros meses de 1942.
En Puerto Rico se relaciona Carvajal con Fernando de los Ríos cuando este viaja a la isla, y a través de este entra en contacto también con insignes representantes del exilio republicano español, como Juan Ramón Jiménez, Pau Casals y Francisco Ayala, entre otros. De estos vínculos nace su participación en la Asociación Pro Democracia Española, de la que llegaría a ser tesorero. No es fácil rastrear las publicaciones de esta asociación, pero en los años setenta aparecieron con su sello el folleto La abolición de esclavitud (1974), de los historiadores Lidio Cruz Montova (1899-1983) y Arturo Morales Carrión (1913-1989).
También en Puerto Rico crea Francisco Carvajal en 1949 la exitosa empresa textil Olympic Mills Corp., en Guaynabo, que se caracteriza por asumir todo el proceso de producción ‒en lugar de limitarse a manufacturar con materia prima importada, como era usual hasta entonces en Puerto Rico‒, pero lo que más singulariza la empresa de Carvajal es el trato con los empleados. A partir de 1969, después de apartar un 5% de los beneficios obtenidos para obras filantrópicas, el resto se repartía entre los accionistas y los empleados. Fiel a esa misma filosofía, en 1973 implanta un plan de horario flexible, para facilitar la conciliación entre trabajo y familia, y en 1978 crearía la Fundación Pública de Puerto Rico (luego Fundación Francisco Carvajal).
Para unirse a la empresa viajó en 1963 a Puerto Rico, desde su Granada natal, José Carvajal, sobrino del fundador, que mientras ocupaba puestos ejecutivos en Olympic Mills se graduó con honores en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico. Fruto de su interés por la historia y por las humanidades en general, José Carvajal creó a finales de la década la Librería Internacional, que después se ampliará a Ediciones de Librería Internacional, con la traductora Clara Cuevas como asistente editorial y sede en el primer piso de la calle Saldaña número 3 de Río Piedras, que sería a su vez germen de las Ediciones Puerto.
Con pie de las Ediciones de Librería Internacional en 1971 se publicaron como segundo número de una colección Diálogos unas Consideraciones antropológicas y políticas entorno a la enseñanza del spanglish en Nueva York, que el doctor nacido en España a pocos meses de iniciarse la guerra civil Carlos Varo (1936- 2011) había presentado previamente en Madrid en el II Congreso Internacional de la Enseñanza del Español. El diseño de la cubierta lo firma Manuel García, y en una de las páginas iniciales de este libro aparece la nómina de asesores de la colección, formada por Juan Hernández Cruz, Manuel Maldonado Denis, Félix Mejías, Antulio Parrilla, Carlos Quesada, Víctor Quiñones, Carlos Manuel Rama, Pedro Juan Soto, Marta Traba y el propio Carlos Varo.
Esa colección se había iniciado ese mismo año con el libro de otro de los miembros del mencionado comité asesor, el escritor uruguayo Carlos M. Rama, titulado La idea de la Federación Antillana en los independentistas puertorriqueños del siglo XIX, y prosiguió con la obra de otro miembro, el sacerdote jesuita e impulsor del cooperativismo en Puerto Rico Antulio Parrilla (1919-1994), que publicó ese mismo año, con prólogo de Margot Arce de Vázquez y cubierta de Antonio Maldonado, Puerto Rico. Supervivencia y liberación, que en parte se había publicado ya en Cuernavaca (México)por el Centro Intercultural de Comunicación (CIDOC). La intención de distribuir este libro en España quedó cercenada por la negativa del Ministerio de Información y Turismo, que cuando recibió la petición la prohibió. En palabras del historiador José Antonio González Torres, este texto «contenía un mensaje liberador de carácter universal, por el cual no fue aprobada su circulación en el país ibérico». A estos libros hay que añadir aún, por lo menos, Puerto Rico: grito y mordaza, de Luis Nieves Falcón, Pablo García Rodríguez y Félix Ojeda Reyes, todos ellos de difícil difusión fuera de la isla.
Al año siguiente aparecieron con este mismo sello Clima ideológico de un grupo de jurados, de Luis Nieves Falcón (1929-2014),Gandhi: evocación del centenario, de José Ferrer Canales (1913-2005), Lo que cuesta morirse en Puerto Rico, de Manuel Méndez Saavedra y Puerto Rico y la minería, del sociólogo puertorriqueño Neftalí García Martínez, en este segundo caso en coedición del Grupo de Evaluación Borinquen, y el libro editado por los profesores de la Universidad de Puerto Rico Rafael Luis Ramírez, Barry B. Levine y Carlos Buitrago-Ortiz Problemas de desigualdad social en Puerto Rico. Los títulos bastan para hacerse una idea de por qué caminos discurría la línea editorial de esta iniciativa, aunque también hay sorpresas como el libro a color el volumen La rebelión de los santos, de Marta Traba, con fotografías de Gabriel Suau y apéndice de Irene Curbelo.
Sin embargo, más sorprende la edición en 1972 de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, con profusión de láminas e ilustraciones a todo color de Resti, inspiradas en los grabados de Gustavo Doré, cuya impresión se llevó a cabo en Madrid. Se trata de dos tomos de 427 y 466 páginas impresas en papel couché y encuadernadas en gualflex, que se apartan mucho tanto del contenido como de las características físicas de los libros publicados hasta entonces por la editorial.
De 1973 es la novela El 27, del más famoso escritor del movimiento Guajana, Ramón Felipe Medina, pero ya desde el año anterior, bajo la batuta también de José Carvajal habían empezado a aparecer libros bajo el sello de Ediciones Puerto.
Destaca en Ediciones Puerto la colección Aguja Para Mareantes, que dirige el pontevedrés Carlos Varo, quien previamente había dirigido (y financiado con 80.000 franmcos) la colección Buen Amor, Loco Amor para la editorial Ruedo Ibérico de José Martínez Guerricabeitia y la estrenó con La filosofía en el «boidoir», del Marqués de Sade. Aguja Para Mareantes sale a la palesytra en 1972 con la novela del escritor afroaviequense Carmelo Rodríguez Torres (n. 1941) Veinte siglos después del homicidio, publicada originalmente el año anterior en la Editorial Mester y con sucesivas ediciones y traducciones en los años inmediatamente posteriores.
A esta siguen sucesivamente en la misma colección la tercera edición de la novela El francotirador, de Pedro Juan Soto; las obras teatrales La ventana, de Juan Torres Alonso, y El huésped, la máscara y otros disfraces, de Soto, y la cuarta edición, ampliada y revisada, de la novela A mis amigos de la locura, de Ernesto Ruiz Ortiz, y aún en 1973 aparecerán en ella el ensayo de Helmy F. Giacoman, Pedro Yanes y José de la Torre Perspectivas de nueva narrativa hispanoamericana, la recuperación de El hombre que trabajo lunes, de Emilio Díaz Valcárcel; las novelas La otra voz, de Josefina Guevara Castaneira, Luis Palés Matos y su trasmundo poético, de José Isaac de Diego Padró (1896-1974) y Leche de la virgen azul, de Anagilda Garrastegui, el poemario Wydondequiera, de Etnairis Rivera, etc.
La otra gran colección en los primeros años de Ediciones Puerto fue la mencionada Diálogos, en la que destaca ya en 1974 el polémico ensayo de José Enamorado Cuesta (1892-1976) El imperialismo yanqui y la revolución en el Caribe, pero donde se publicó también Anatomía de una isla (1973), de Enrique T. Blanco Lázaro, Los encadenados, novela (1973), de Josefina Guevara Castaneira, y Puerto Rico: Radiografía de un pueblo asediado, del propio Carlos Varo, entre otros muchos.
La impronta de José Carvajal en el panorama editorial puertorriqueño se profundizó en 1997 con la celebración de la primera edición de la Feria Internacional del Libro de Puerto Rico, que emprendió en colaboración de su esposa la poeta y artista visual Dalia Nieves Albert, y de Edwin Rodríguez, y que probablemente sea una de las organizaciones sin ánimo de lucro más exitosas del país, y que además desde entonces no ha dejado de crecer y diversificar sus actividades, hasta el punto de liderar en Puerto Rico la labor de difusión, promoción y fomento de la lectura, tanto entre jóvenes como entre adultos. Como colofón, fue además el artífice del Museo de la Imprenta de Puerto Rico.
Fuentes:
Web de Ediciones Puerto.
María Colón Cruz, «El secreto de las máquinas de don Domingo», Diálogo Universidad de Puerto Rico, 19 de marzo de 2016.
José Antonio González Torres, «A cincuenta años de la publicación del libro Puerto Rico: Supervivencia y liberación del obispo puertorriqueño Antulio Parrilla Bonilla, S. J. (1919-1994)», Claridad, núm. 3559 (11-17 de noviembre de 2021), pp. 21-23.
Consuelo Naranjo Orovio, María Dolores Luque, Matilde Albert Robatto, coords., El eterno retorno: Exiliados republicanos españoles en Puerto Rico, Madrid, Ediciones Doce Calles, 2011.
Juan Ortiz, «5 editoriales en Puerto Rico», Writing Tips Oasis.
Alfonso Rodríguez, «El empresario anarquista que repartió beneficios entre sus trabajadores», Público, 2 de mayo de 2014.