En el número 51 de la revista Texturas (2013), se publicó un interesante artículo titulado «Estampas sobre las librerías. Papel, Libro, Revista (1942-1945)» en el que el profesor Matías Maggio-Ramírez ‒quien previamente fuera director de colección en Norma/Kapelusz, scout literario y librero‒ reconstruye y comenta la historia de una influyente revista de principios de la década de 1942 centrada en la actividad librera en Argentina.
Uno de los personajes fundamentales en esa revista fue Jesús Menéndez, un gallego que tuvo una etapa de gran predicamento en el sector del libro en Argentina pero acerca de cuya trayectoria los datos disponibles están muy dispersos y son poco conocidos.
Nacido en Oviedo en 1856, y compañero de estudios del jurista y escritor también asturiano ‒y también emigrado luego a Argentina‒ Rafael Calzada Fernández (1854-1929), Jesús Menéndez se formó desde los doce años como librero en el comercio de otro conocido asturiano establecido en la capital de España, Victoriano Suárez, editor asimismo de las obras completas de Menéndez Pelayo (1856-1912), José M. Pereda (1833-1906) y Armando Palacio Valdés (1853-1918), entre otros, y a quien Gabriel Molina Navarro caracteriza como «laborioso e inteligente, especialmente en Derecho y Filosofía». En la extensa nómina de libreros que aprendieron el oficio en esa librería famosa de la calle Preciados hay algunos nombres interesantes, como es el caso de quien acabaría por convertirse en yerno del librero y por ponerse al frente del negocio, Antonio Graíño Martínez (1870-1945), autor luego de Documentos referentes a los indios llamados xicaques en la América Central (1910), La industria del libro y la codicia del libro español en los mercados extranjeros (1916), Tres joyas de la bibliografía lingüística filipina (1942) y Las imprentas menores en Ultramar y el libro durante la tutela de España (1942), así como editor de numerosos facsímiles de rarezas bibliográficas. Pero también se formó en la Librería General Victoriano Suárez Ángel Dafauce, por ejemplo, que más tarde regentaría un negocio propio en el número 1 de la calle Alcalá y posteriormente compraría la Librería de Amalio Fernández (en la calle de la Paz).
En una entrevista en el primer número de Papel, libro, revista (marzo de 1942), Jesús Menéndez evocó el rigor con que Victoriano Suárez trataba a sus empleados, a los que multaba cuando éstos cometían errores o eran poco escrupulosos en el trato con los libros o con los clientes, pero reconoce también la efectividad del método y el éxito posterior que obtuvieron la mayoría de los jóvenes que empezaron trabajando con él y perseveraron en el empeño.
Menéndez había llegado a Buenos Aires en 1874 e inicialmente se empleó en la librería Real y Prada, que unos años después desapareció. De allí pasó a la librería que el migrante francés Félix Lajouane había abierto en la calle Perú y, con el nombre de Librería Nacional, convirtió en sede de importantes tertulias, además de dedicarse a la edición de libros sobre todo de tema jurídico. Sin embargo, mayor importancia histórica tiene el hecho de que Lajouane se ocupara de la que probablemente sea la primera edición bilingüe de poesía en Argentina: El infierno, de Dante, traducido en verso por Bartolomé Mitre en 1891 y de la que se hizo una edición de lujo y numerada con aguafuertes de Abbot, que el propio Mitre describió del siguiente modo en la edición de su traducción de La Divina Comedia:
Magnifica edición, impresa en París, en papel especial, marcas de filigrana con ilustraciones compuestas y grabadas por los mejores artistas franceses. Fue puesta en circulación en Buenos Aires el mismo año [1891]. No habiendo tenido tiempo el traductor, durante su permanencia en París, para dar la última mano a su trabajo, ella adolece de notables errores tipográficos, así como de forma y concepto.
Retomando el hilo, finalmente, en 1900 Jesús Menéndez fundó la Librería y Casa Editora Jesús Menéndez, pero para entonces ya había creado la librería de la calle Bernardo de Irigoyen y actuado como editor en una buena cantidad de libros.
De 1898 es por ejemplo un Repertorio de jurisprudencia comercial de José A. Frías (1866-1933) salido de la Imprenta Adolfo Grau (que a su vez se convertiría también en editorial) en la que figura como editor la Librería de Jesús Menéndez. A principios del siglo XX se convirtió en el principal editor del viajero y escritor a quien se tiene por precursor del cuento policíaco argentino («La pesquisa», de 1884), Paul Groussac (1848-1929), a quien Menéndez publicó El viaje intelectual. Impresiones de naturaleza y arte (1904 y 1920), Estudios de historia argentina (1918), Los que pasaban (1919), La divisa punzó (ya como Jesús Menéndez e hijos Libreros Editores, 1923), Crítica literaria (1924), Del Plata al Niágara (1925), etc.
No obstante, acaso en lo que se refiere al ámbito literario su obra más citada sea la primera edición en 1919 de una obra casi póstuma del poeta mexicano Amado Nervo (1870-1919), El estanque se los lotos, de la que se hizo una tirada modesta cuya ilustración de portada es obra del entonces joven pintor, escenógrafo e ilustrador argentino Gregorio López Naguil (1894-1953).
El año siguiente le publica a Jorge Cabral Texo su influyente Historia del Código Civil Argentino y al prestigioso profesor Rodolfo Bullirich (1885-1945) La responsabilidad del Estado.
En 1926 le publicó al ya mencionado compañero de estudios Rafael Calzada Fernández el cuarto de los veinte tomos que componen sus obras completas Cincuenta años de América. Notas autobiográficas. Por entonces quedaban ya lejos los primeros escarceos de Calzada Fernández en el género teatral (su «juguete cómico en un acto» Escapando de un inglés se estrenó en Barcelona en 1870 y de esas mismas fechas son las comedias Empleados y cesantes, El médico de mi mujer y ¡Ladrones, ladrones!) y se había establecido como uno de los empresarios más sólidamente asentados y en uno de los que más ayudó a la integración de los migrantes españoles en Argentina.
En el ámbito de la literatura, son también los años en que la de Menéndez se convierte en la editorial del historiador, periodista y polifacético escritor Bernardo González Arrili (1892-1987), a quien publica las novelas La invasión de los herejes (1926), El pobre afán de vivir (1928) y La virgen de Luján (1930) y aún aparecería con pie de Menéndez la biografía de Sarmiento (1939). También por aquel entonces, Jesús Menéndez se había convertido ya en poco menos que el decano de los libreros bonaerenses y en uno de los comentaristas más activos sobre el sector, reivindicando siempre que tenía ocasión nuevos modos y estrategias para ampliar los índices de lectura en Argentina. En El más caro de los lujos (2008), por ejemplo, Guillermo Gasió recoge unas declaraciones de Menéndez publicadas en septiembre de 1928 en La Nación en las que, además de señalar la importante responsabilidad de los críticos literarios, atribuye los insuficientes niveles de lectura a algo que puede resultarnos tan familiar en el siglo XXI como son «las distracciones fáciles, que no exigen colaboración mental ni preocupación superior [y] quitan mucho público a las manifestaciones de la inteligencia». No es de extrañar que la breve trayectoria de la revista Papel, Libro, Revista se abriera con una entrevista a este auténtico hombre del libro; más sorprende que su figura haya sido tan poco estudiada y sea tan poco conocida.
Principales fuentes:
Matías Maggio-Ramírez, «Estampas sobre las librerías: Papel, Libro Revista (1942-1945)», Texturas, núm 51 (2023), pp. 143-160.
Gabriel Molina Navarro, Libreros y editores de Madrid durante cincuenta años, 1874-1924, Madrid, edición del autor, 1924.