El fracaso de la colección España Peregrina de la editorial Molinos de Agua

En 1980 se estrenaba una colección de nombre muy elocuente, España Peregrina ‒en referencia a la mítica cabecera de José Bergamín (1895-1982) en México‒, con un libro que constituía toda una declaración de intenciones: Voces de mi copla, de Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Este título había aparecido originalmente en 1945 como segunda entrega de la colección Nueva Floresta, fundada en México por Francisco Giner de los Ríos Morales (1917-1995) y Joaquín Díez Canedo (1917-1999) en el seno de la editorial Stylo del filósofo y poeta Antonio Caso (1883-1946). En esta edición de 1980, más bien modesta pero con una acertada ilustración de cubierta de Mariví Nebreda (autora también del logo de la colección), se le añadió un prólogo de Giner de los Ríos Morales.

Ese mismo año aparecía un segundo número de España Peregrina, el libro de sonetos del exiliado republicano José María Quiroga Pla (1902-1955) Morir al día. Este libro se había publicado originalmente en 1946 como primer número de la colección Cervantes de la parisina editorial Ragasol, que el abogado Eduard Ragasol i Sarrà (1901-1962) había creado con el propósito de publicar libros en catalán, antes de su partida con destino a México.

Los 149 poemas que componen el libro, escritos entre 1938 y 1945, se acompañan de un prólogo de José María Semprún Gurrea (1893-1966) y de un retrato del autor en el frontis obra de Joan Rebull (1899-1981). De la edición de 1946 se había hecho una tirada de un centenar de ejemplares sobre papel de hilo Auvernia fabricado a mano. Según explica Pascual Gálvez, en los últimos años de la década de 1970 el de José María Quiroga Pla era un nombre que se estaba barajando con interés en diversas iniciativas editoriales:

A finales del año 1979, Francisco Ynduráin, amigo personal de Quiroga Pla, iba a publicar en la editorial Ayuso una amplia selección de su poesía: poemas aparecidos en Revista de Occidente, Morir al día, La realidad reflejada, Baladas para acordeón y una antología de versos aparecidos en otras revistas (Hora de España, El Mono Azul…). En el contrato se anunciaba también la posibilidad de publicar sus novelas cortas bajo el cuidado de Miguel Ángel González Muñiz. Nunca llegó a ser realidad. A principios de los ochenta fue Gonzalo Santonja quien pensó publicar las «Obras completas» de Quiroga Pla. De todos esos proyectos, sólo la edición de Morir al día en la colección «La España Peregrina» dirigida por Aurora de Albornoz para Molinos de Agua de Madrid, en 1980, llegó a los lectores españoles.

En la edición de 1980 se añade al prólogo de Semprún Gurrea otro de Miguel Ángel González Muñiz (1925-2008). El destino final de esta edición la contó con cierta amargura también Pascual Gálvez: «triste por sus problemas de distribución: la mayoría de ejemplares hubiesen muerto en la librería Zabaleta de Logroño, si Miguel Quiroga no los hubiese comprado ¡a peso!».

El tercer título de España Peregrina también aparece en 1980, El pulso ardiendo, escrito entre Málaga y Madrid a lo largo de 1935 y los primeros meses 1936 por un entonces joven Adolfo Sánchez Vázquez (1915-2011) y cuya historia editorial es quizá la más interesante de esta colección, porque cuando al término de la guerra el entonces joven soldado republicano cruzó la frontera con Francia dio ese original por definitivamente perdido.

Sánchez Vázquez había hecho sus pinitos como escritor en los años previos a la guerra y publicó por ejemplo un romance en la revista Octubre bajo el seudónimo Darin («Romance de la ley de fugas», en el tercer número, de agosto-septiembre de 1933). Pero además, con el pintor Enrique Sanin (Emilio Rebolledo), había fundado y dirigido una revista literaria, Sur (dos números, en 1935 y 1936), que le permitió estrechar lazos con Rafael Alberti (1902-1999), Manuel Altolaguirre (1905-1959), Ángel Augier (1910-2010), José Luis Cano (1911-1999) ‒con quien también codirigió una revista efímera, Línea (1935)‒, Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), María Teresa León (1903-1988), Emilio Prados (1899-1962) y Miguel Prieto (1907-1956), entre muchos otros, además de publicar otro poema («Número», en la primera entrega).

Sánchez Vázquez e el frente de Teruel (diciembre 1938).

Poco antes del levantamiento fascista de 1936, Sánchez Vázquez había reunido un conjunto de diecinueve poemas que tituló El pulso ardiendo en el que predominaba el soneto, el verso libre y una influencia evidente de las vanguardias que se pone de manifiesto por ejemplo en una imaginería próxima al surrealismo; Manuel Altolaguirre tenía intención de publicarlo en el verano de ese año, en palabras del propio autor, «en aquellas ediciones que él hacía de poesía, con aquella enorme belleza tipográfica».

El inicio de la guerra truncó ese proyecto, y los siguientes textos de Sánchez Vázquez quedaron más o menos enterrados en páginas de cabeceras como El Mono Azul, Hora de España, Octubre (donde aparecieron los poemas «Proclama» y «Romance de la muerte del camarada Metralla») y Acero («Al héroe caído» en julio de 1938) o bien fueron recogidos en el Romancero general de la guerra de España que prepararon Emilio Prados y Antonio Rodríguez Moñino (1910-1970) y publicó 1937 la Alianza de Intelectuales Antifascistas con financiación de Ediciones Españolas. Cuando al término de la guerra el autor tuvo que abandonar el país, lo hizo con el convencimiento de que El pulso ardiendo se había perdido sin remisión.

Manuel Altolaguirre en Cuba.

Estando Sánchez Vázquez ya en México, Manuel Altolaguirre, que residía en La Habana y hasta marzo de 1943 no se establecería en México, le hizo saber que durante todo ese tiempo había conservado los originales de El pulso ardiendo, y se los hizo llegar. Sánchez Vázquez publicó en México fragmentos de la «Elegía a una tarde de julio» en la revista España Peregrina (en el sexto número, de julio de 1940); por otra parte, en esos mismos meses da a conocer alguna de esas piezas poéticas de preguerra, como es el caso de los tres sonetos («Oh, tronco adolescente sin sabores», «Tu soledad empieza a estremecerme» y «Oh, corazón rodando sin esquinas») que Octavio Paz incluyó en el número 12 de la revista Taller (enero-febrero de 1941), lo cual permite acotar el momento en que los textos de El pulso ardiendo llegaron a manos de Sánchez Vázquez, pero que en ningún caso pudo ser ‒como se ha escrito en alguna ocasión‒ cuando Altolaguirre llegó para establecerse en México. En cualquier caso, esa publicación parcial en una revista, que por esos años acogía generosamente los textos de los exiliados republicanos, quedaba lejos de lo proyectado originalmente.

Ese mismo año 1941 Sánchez Vázquez se trasladó a Morelia para impartir clases en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo de la Universidad Michoacana y en la Escuela Normal de Morelia. Fue en esta ciudad, y gracias al apoyo del poeta y codirector de la revista Voces Ramón Martínez Ocaranza (1915-1982) y del tío de éste, Alfredo Gálvez Bravo (que en los años cincuenta sería rector de la universidad), que el autor logró finalmente publicar El pulso ardiendo, con pie editorial de Voces y fechado en 1942.

La edición en 1980 en la colección España Peregrina fue la primera desde 1942, pero nueve años después se publicó íntegra en el número de octubre-noviembre de 1989 de la revista de Morelia El Centavo, en noviembre de 2002 lo publicó la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo con un texto de presentación de Alfonso Espitia Huerta y en 2004 el Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga lo publicó con prólogo de María Dolores Gutiérrez Nava y epílogo de Aurora de Albornoz (1926-1990), lo cual pone de manifiesto el interés que tenían esos poemas de quien entonces ya era un reputadísimo filósofo.

La colección España Peregrina se cerró dos años después con un cuarto número, Rojo farol amante, de Rafael Dieste (1881-1954), cuya primera edición era previa a la guerra civil (1933), pero la segunda y definitiva se había publicado en la argentina colección Dorna de Emecé con una viñeta de Luis Seoane (1910-1979) y un retrato del autor obra de Manuel Colmeiro.

Tras ese libro se dio carpetazo a la serie, que dirigía Aurora de Albornoz en el seno de la madrileña editorial Molinos de Agua. Sin embargo, hay algún título de esta editorial que bien pudiera haberse añadido a España Peregrina (y quizás así estuviera previsto) y sin embargo apareció en otras colecciones de la misma. Es el caso, por ejemplo, de De mar a mar (1982), de María Enciso (María Dolores Pérez Enciso, 1908-1949), que fue el octavo número de la colección de poesía Eros y Tánatos y lo acompañó un prólogo de Manuel Andújar (1913-1994). La primera edición, con prólogo de Concha Méndez (1898-1986), la había publicado en 1946 en México Manuel Altolaguirre en La Isla.

En cualquier caso, la presencia de los libros de Molinos de Agua en general y de España Peregrina en particular en librerías fue muy escasa y mala desde el principio, así que si la intención era poner a disposición de los lectores a poetas cuya lectura les había sido negada debido el triunfo del fascismo en España y reintegrarlos a su tradición, quizá debido a la misma precariedad financiera del proyecto, ese intento tuvo un resultado muy modesto.

Fuentes:

Manuel Aznar Soler, «Adolfo Sánchez Vázquez, poeta y crítico literario», en Adolfo Sánchez Vázquez, Recuerdos y reflexiones del exilio, Barcelona, GEXEL, 1997, pp. 5-28.

Ángela Caballero Cortés, «Adolfo Sánchez Vázquez: sus primeros años de formación en Málaga y su exilio en México», Isla de Arriarán, núm. 37 (2011), pp. 217-233.

Pascual Gálvez, «La poesía en el destierro de José María Quiroga Pla: los matices amargos de la esperanza», en Alicia Alted Vigil y Manuel Aznar Soler, eds., Literatura y cultura del exilio español de 1939 en Francia, Sant Cugat del Vallès, GEXEL, 1998, pp. 95-118.

María Dolores Gutiérrez Navas, «Prólogo» a Adolfo Sánchez Vázquez, Poesía, México, Centro Cultural de la Generación del 27-Fondo de Cultura Económica, 2015, pp. 8-24.

Adolfo Sánchez Vázquez, «Mi trato con la poesía en el exilio», en Rose Corral, Arturo Souto y James Valender, coords., Poesía y exilio. Los poetas del exilio español en México, México, El Colegio de México, 1995, pp. 407-414.

Adolfo Sánchez Vázquez, «Palabras en la presentación de edición facsimilar de la revista Sur», en Incursiones literarias, edición de Manuel Aznar Soler, Sevilla, Renacimiento, 2008, pp.467-472.

Adolfo Sánchez Vázquez, «Primera conferencia. Poesía», en Una trayectoria intelectual comprometida, México, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2012, pp. 13-40. Versión en vídeo, aquí.

Rafael Dieste en español

Cuando en 1930 la diminuta librería Niké de Xohán Xesús González (1895-1936) publicó en Vilagarcía de Arousa la primera edición de Viaje y fin de Don Frontán como «farsa trágica» (con cubierta de Carlos Maside, 1897-1958), la obra de Rafael Dieste (1899-1981) publicada en forma de libro se reducía a los ocho cuentos «do monte e do mar» Dos arquivos do trasno (en los Talleres Gráficos El Pueblo Gallego en 1926) y a la pieza teatral A fiesta valdeira (en la Tipografia del Eco de Santiago al año siguiente), que no se estrenaría hasta 1935 (en Rianxo y dirigida por el escritor y dramaturgo Alfonso Castelao) y de la que se conserva el manuscrito de la traducción al español, del dramaturgo Ángel Lázaro (1900-1985), fechado en 1932; en este volumen se incluían además cuatro cuentos que en ediciones sucesivas se incorporarían a Dos arquivos do trasno.

Sin embargo, ya en 1922 Dieste había publicado por lo menos un par de relatos en español en el primer número de la revista Cuentos Nuevos (marzo de 1922), «El poeta sacrílego» y «El mago encorvado», lo que pone de manifiesto el carácter bilingüe de la creación literaria de Dieste desde muy temprano. En una entrevista de Moncho Pernas y Carlos Estévez en la revista Triunfo de febrero de 1974 explicó el autor que durante toda su etapa en Vigo escribió diariamente un artículo en gallego y otro en español, primero en Galicia y luego también en El Pueblo Gallego.

En 1933, de regreso de Londres y establecido en Madrid, Dieste ve como Juan Pueyo le publica la primera edición del poemario en español Rojo farol amante (al que el autor añadiría seis poemas en 1940) y el mismo editor-impresor se ocupa de Buscón poeta y su teatro. Recorrido espiritual y novelesco del mundo, de su hermano Eduardo Dieste (1881-1954), que incluye dibujos de Arturo Souto (1902-1964) y dos poemas-prólogo, uno de Rafael Dieste y el otro de Mariano Gómez.

Al año siguiente aparece Quebranto de doña Luparia y otras farsas, que además de la obra que da título al volumen reúne farsas que el autor había puesto a prueba en el Teatro de Guiñol de las Misiones Pedagógicas: «Duelo de máscaras», «Curiosa muerte burlada» y «La amazona y los excéntricos». Este volumen se incluye en las Publicaciones de Teseo de la Agrupación de Artistas y Escritores de España y América, si bien el pie editorial es de José M. Yagües y se indica como imprenta la de José Pueyo.  El mismo caso se da en el libro de ese mismo año 1934 de Eduardo Dieste Teseo: introducción a la lógica del arte. Clasicismo, impresionismo, cubismo, futurismo, expresionismo, que lleva un epílogo de Rafael Dieste. Al año siguiente aparecería el primer número de la revista P.A.N. [Poetas Andantes y Navegantes] Revista Epistolar y de Ensayo (enero-junio de 1935), dirigida por José Otero Espasandín (1900-1987), impresa por Pueyo y distribuida por SGEL. En ella, entre cuyos colaboradores estaban Eduardo Dieste, Eugenio Fernández Granell (1912-2001), Antonio Sánchez Barbudo (1910-1995), Antonio Espina (1891-1972) y Jules Supervielle (1884-1960), entre otros, Rafael Dieste publica una reseña del mencionado Buscón poeta firmándola como Gerineldos Delamar, además de dos poemas de Rojo farol amante («Montaña» y «Reconocimiento»), mientras que Eduardo comentaba ese mismo libro con el seudónimo Dr. Sintax.

Hasta 1936 no aparece, gracias a la recomendación de Pedro Salinas (1891-1951), el ensayo La vieja piel del mundo. Sobre el origen de la tragedia y la figura de la historia, con pie editorial de la madrileña Signo e impreso en Gráficas Reunidas, con un dibujo en la cubierta de Ramon Gaya (1910-2005). Al parecer, buena parte de la primera tirada de esa edición fue víctima de los primeros bombardeos sobre Madrid, que afectaron muy sensiblemente los depósitos de Signo.

Durante la guerra, Dieste despliega una actividad creativa y organizativa muy notable, en El Mono Azul, como director del Teatro Nacional y de la compañía Nueva Escena, codirigiendo El Combatiente del Este y sobre todo la revista Hora de España, en la que confluyeron muchos de los artífices de P.A.N., etc., pero lógicamente (teniendo en cuenta el resultado de la guerra), pasarían varias décadas hasta que pudieran volver a publicarse en España libros suyos. Un libro políticamente tan inocuo como el Diálogo de Manuel y David se imprimió en los Talleres de Artes Gráficas de El Faro de Vigo en mayo de 1965, y ¿Qué es un axioma? Movilidad y semejanza en el mismo sitio en septiembre de 1967, pero el deseo de continuidad se expresó en el hecho de que ambos libros se presentaban como producto de unas nuevas Ediciones Teseo, domiciliadas en la calle Reconquista 1 de Vigo y distribuidas por Galaxia.

Siempre de izquierda a derecha: de pie, el científico y escritor Xosé Otero Espasandín (1900-1987), Rafael Dieste, el doctor Antonio Baltar y Luis Seoane; sentadas, Mireya Dieste, Carmen Muñoz y Maruxa Fernández. Buenos Aires, 1943. Fotografía procedente de la publicación galleguista A Nosa Terra.

Así pues, la primera edición del mejor y más traducido libro de cuentos ‒¿novela?‒ de Dieste, Historias e invenciones de Félix Muriel (1943), salió en Buenos Aires, en la colección Nova de Emecé y de los talleres de la imprenta de Manuel López de esa ciudad. Previamente la entonces aun incipiente Editorial Sudamericana le había publicado su traducción al español de Tierra de los hombres, de Saint Éxupéry (que la editorial cordobesa Berenice recuperó en 2003) y de la imprenta de Iglesias Madera había salido la ya aludida segunda edición de Rojo farol amante, que incorporaba una viñeta de Luis Seoane (1910-1979) y un retrato del autor obra de Manuel Colmeiro y con la que se iniciaba en Emecé la colección Dorna (además, también la López había impreso los 478 ejemplares del librito de Dieste Colmeiro. Breve discurso acerca de la pintura. Con el ejemplo de un pintor para).

En las colecciones que Arturo Cuadrado Moure (1904-1998) y Luis Seoane dirigían para la editorial Emecé encontró amistosa acogida Dieste, que traduce para Dorna la edición bilingüe de De catro a catro (1940), de Manuel Antonio. Además, para las efímeras Ediciones Resol de Cuadrado escribe el prólogo al libro de litografías de Seoane Muñeira (1941) y colabora en iniciativas periodísticas del exilio gallego en Argentina como Correo Literario o De Mar a Mar. Sus relaciones amistoso-profesionales tendrán continuidad cuando Cuadrado y Seoane creen con la Imprenta López y Lorenzo Varela (1917-1978) la editorial Nova, donde Dieste publica un prólogo al libro de dibujos a tinta de Seoane Homenaje a la Torre de Hércules (1944), del que se hace una tirada de cuatrocientos ejemplares numerados.

Su actividad editorial se había ampliado además a finales de 1941 con su participación en la gestación de Nuevo Romance con Rafael Alberti, Francisco Ayala y Lorenzo Varela, y de cuya contabilidad debía ocuparse (en sus memorias Ayala le atribuye el grueso de la responsabilidad en el fracaso de este proyecto editorial). Pero más importante fue que Dieste y su esposa, Carmen Muñoz, fueran contratados para hacerse cargo de la dirección de Atlántida, la editorial fundada por Constancio C. Vigil en 1918 y especializada en libro infantil y educativo, y desde donde pudieron contribuir, según explica Fernando Larraz, a la supervivencia económica de muchos otros exiliados republicanos. En la Biblioteca Biliken de Atlántida publicaría además Dieste adaptaciones del Tartarín en Tarascón, de Daudet (con ilustraciones de Lisa) y El conde Lucanor de Don Juan Manuel (ilustrado por Castelao) ‒y otros con el seudónimo J. Plasencia‒, así como libros didácticos exitosos, como la muy reeditada Pequeña clave ortográfica (1956), que la madrileña Escuela Española aún reeditó en la colección Práctica Educativa en 1982, o el Nuevo tratado del paralelismo (1956).

Aun así, sin duda el libro en español más importante que publicó Dieste en Atlántida fue Viaje, duelo y perdición (1945), que incluye versiones revisadas de Viaje y fin de Don Frontán (como «tragedia»), Duelo de máscaras y La perdición de Doña Luparia, al que poco después se sumaría en la colección de Ensayos Breves de Sudamericana Luchas con el desconfiado (1948), que reunía «Sobre la Libertad Contemplativa» y «El Alma y el Espejo».

De esos mismos años es su colaboración en Imágenes de España (1946), un libro de fotografías seleccionadas por Manuel Colmeiro y Luis Seoane el que acompañaban poemas de Alberti y Varela y textos en prosa de Alejandro Casona (1903-1965) y Dieste, y que publicó en Buenos Aires la Unión Internacional de Socorro a los Niños.

Cuando a mediados de los años sesenta regresó a Rianxo, empezó un goteo de ediciones de Dieste en español, que cobró vigor con la edición en Alianza de Historia e invenciones de Félix Muriel (1973), que en 1985 se incluiría en Letras Hispánicas de Cátedra editado por Estelle Irizarry (1937-2017), y prosiguió con el Testamento geométrico (1975) en Del Castro, al que Roberto Bolaño (1953-2003) haría un guiño en la novela 2666, la versión definitiva del Viaje, duelo y perdición (1979) en los Libros Hiperion de Jesús Munárriz, la edición en dos volúmenes del Teatro (breve) a cargo de Manuel Aznar Soler para Laia en 1981, el Rojo farol amante como cuarto número de la colección España Peregrina de la fallida Molinos de Agua en 1982 (con prólogo de Javier Alfaya), La isla. Tablas de un naufragio como estreno en 1985 de la colección Memoria Rota de la editorial Anthropos y De los archivos del Trasno (1987) traducido y prologado por César Antonio Molina para la colección Austral de Espasa Calpe.

Sin embargo, a partir de entonces la presencia de la obra en español de Dieste en las librerías, sin que sea fácil encontrarle explicación, fue diluyénsoe, pese a excepciones notables como el excelente Fragua íntima. Aforismos 1926-1975 (1991) preparado por Arturo Casas para la colección Esquío de Poesía de la Sociedad de Cultura Valle-Inclán, que con buen tino las modestas editoriales Thémata y Apeadero de Aforistas recuperaron en 2021. En cambio, y aunque la edición de sus obras completas quedaron paralizadas, Rafael Dieste es un clásico muy presente de las letras gallegas.

Fuentes:

Manuel Aznar Soler, «Rafael Dieste en el teatro de las maravillas» y «El teatro de Rafael Dieste durante la guerra civil», en Rafael Dieste, Teatro, Barcelona, Editorial Laia (colección Laia B núm. 1), vol. I, pp. 7-58 y vol II, pp. 7-37, respectivamente.

Arturo Casas, «Rafael Dieste: reescritura dramática y teorización teatral», en Manuel Aznar Soler, ed., El exilio teatral republicano de 1939, Barcelona, Gexel-Cop d’Idees (Sinaia 4), 1999, pp. 233-246.

Estelle Irizarry, «Introducción» a Rafael Dieste, Historias e invenciones de Félix Muriel, Madrid, Cátedra (Letras Hispánicas 233), 1985, pp. 9-80.

Fernando Larraz, Editores y editoriales del exilio republicano de 1939, Sevilla, Renacimiento (Biblioteca del Exilio-HLER 12), 2018.

José Ramón López García, «Amistad a lo largo: el epistolario entre Arturo Serrano Plaja-Claude Bloch y Rafael Dieste-Carmen Muñoz (1940-1951)», en Manuel Aznar Soler, ed., Escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, Sevilla, Renacimiento (Biblioteca del Exilio, Anejos IX), 2006, pp. 627-646.

Moncho Pernas y  Carlos Estévez «Rescate de Rafael Dieste», Triunfo, núm-612 22 de junio de 1974, pp. 50-52.

Las precoces y fugaces Ediciones Nuevo Romance

Según ha documentado José Ramón López García en su excelente y probablemente definitiva obra sobre Arturo Serano Plaja (1909-1979), éste concluyó los cuentos que conformarían el volumen Del cielo y del escombro en Chile, donde intentaba sobrevivir alternando su ocupación como delineante en una sección ministerial del Gobierno chileno con colaboraciones en la prensa de ese país (Atenea, ¿Qué hubo?), pero también con colaboraciones en la prensa del exilio español en Argentina (Pensamiento español) y con trabajos de traducción para la editorial argentina Atlántida del escritor uruguayo Constancio G. Vigil, en la que colaboraban ya por entonces Rafael Dieste Carmen Muñoz Manzano, José Otero Espasandín, Lorenzo Varela o Clemente Cimorra, entre otros exiliados republicanos. Más adelante, Serrano Plaja adaptaría para el lector infantil los Viajes de Simbad el Marino para Atlántida y dirigiría para la misma editorial la colección Los Místicos.

Arturo Serrano Plaja.

Sin embargo, mientras que Fernando Larraz ya describe Del cielo y del escombro como un «libro de cuentos de notable calidad injustamente olvidado sobre la guerra y sobre la infancia», José Ramón López García caracteriza el volumen como una colección de cuentos «la mayoría ambientados en la guerra civil española y en los que ficcionaliza diversos hechos autobiográficos, como la muerte de su padre en pleno asedio de Madrid».

No puede decirse que la narrativa breve de Serrano Plaja —aunque tampoco la extensa obra ensayística— haya tenido mucha suerte editorial, y si bien alguno de sus cuentos fue reeditado e incluso traducido en los años cincuenta, caso en particular de «Don Manuel de León» incluido en Caza de la perdiz (1951) o «El capitán Javier», reproducido en la revista argelina Soleil bimestrelle en traducción de Emmanuel Roblès al año siguiente, el hecho de que Del cielo y del escombro se publicara en una editorial de vida fugaz no contribuyó precisamente a asentar la obra de Serrano Plaja.

Las Ediciones Nuevo Romance, donde apareció este volumen, se habían empezado a engendrar con el nombre ALDIA, en el que confluían los apellidos de sus principales promotores: Rafael Alberti (1909-1992), Rafael Dieste (1899-1991) y  Francisco Ayala (1906-2009), a los que enseguida se añadió Lorenzo Varela (1916-1978) —que tuvo la excelente idea de rebautizar el proyecto— y, quizás más importante, el industrial papelero de origen vasco José Iturrat, que actuó como poco menos que mecenas.

Acabado en la Imprenta López en diciembre de 1941, el primer libro que puso en circulación, presumiblemente ya en 1942, Nuevo Romance fue una obra cuya publicación en Espasa Calpe se había visto truncada por el golpe franquista y el posterior inicio de la guerra civil española, Teresa, de Rosa Chacel (1898-1994), un volumen de poco más de 250 páginas encuadernado en rústica y con una ilustración del también exiliado Luis Seoane (1910-1979) además de una imagen del icónico bisonte de las cuevas de Altamira que funcionaba como logo editorial.

En febrero de 1942 se publicaba el libro de Serrano Plaja, de características muy similares (243 páginas), y también de edición y aspecto muy similar es el tercer libro aparecido en Nuevo Romance: La luna nona y otros cuentos, del narrador cubano nacido en Galicia Lino Novás Calvo (1903-1983), un título que Cabrera Infante recuperó al escribir en la revista Vuelta la necrológica del escritor y traductor, al que cíclicamente la crítica académica dedica una atención entusiasta pero hasta la fecha quizás insuficiente para asentar su obra narrativa.

A partir de ese momento, puede intuirse que se produjeron ciertas discrepancias entre los promotores en cuanto a la línea editorial que debía tomar el proyecto, y que en los primeros volúmenes se describía en las solapas del siguiente modo:

…Por otra parte, las Ediciones Nuevo Romance nacen con un carácter definiro en cuanto se proponen, ante todo, difundir principalmente los valores actuales de nuestra cultura, que es la cultura de España y América.

Esta difusión de valores actuales, que se canalizaba a través de la distribución de la editorial Losada, se ve puesta en entredicho con los tres libros siguientes (y últimos) de los que aparecieron bajo este sello, y que además se imprimieron, a diferencia de los anteriores, en la Imprenta Patagonia. Recurriendo al epistolario de Dieste, Federico Gerhardt ha subrayado que esta nueva orientación, diseñada por Rafael Alberti con el apoyo de Francisco Ayala, no contaba con la aprobación de Dieste, y quizás algo tenga que ver con ello el hecho los cambios en el formato y la calidad del papel que entonces se produjeron, que en ambos aspectos es menor. El hecho de que el libro de Novás Calvo se acabara de imprimir en mayo de 1942 y que los siguientes lleven fecha de impresión de entre noviembre de ese año (seis meses después) y enero de 1943 no hace sino reforzar esa hipótesis.

Encuadrados en una colección llamada Libros Raros y Curiosos, que se proponía publicar «obras clásicas más famosas y citadas que conocidas y leídas, que, por una u otra causa, han sido poco editadas y resultan de difícil acceso», aparecieron tres obras y quedó una cuarta en el tintero: Una edición de La lozana andaluza, de Francisco Delicado (c. 1474- c. 1535), preparada por el exiliado republicano y prolífico traductor Javier Farias; las Guerras civiles de Granada, de Ginés Pérez de Hita (1544-1619), preparadas por Francisco Ayala, y, ya en 1943, las Obras en español de Gil Vicente (1465- ¿1536?) en edición del poeta argentino Ricardo Molinari y quedó en proyecto El viaje entretenido, de Agustín de Rojas (1572-1635).

En las solapas de los primeros libros quedó constancia de otros proyectos que no llegaron a ver la luz en las Ediciones Nuevo Romance, como es el caso de obras indeterminadas de Rafael Alberti, Francisco Ayala, Rafael Dieste, Vicente Salas Viu o Antonio Sánchez Barbudo, y el caso es que, según Ayala debido a problemas de gestión contable (atribuibles a Dieste) y de distribución (responsabilidad de Losada), el proyecto acabó por hundirse rápidamente.

Fuentes:

Federico Gerhardt, «Semblanza de Ediciones Nuevo Romance (Buenos Aires, 1941-1943)», Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes – Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) – EDI-RED, 2019.

Fernando Larraz, «Nuevo Romance, Ediciones», en Manuel Aznar Soler y José Ramón López García, eds., Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, Sevilla, Renacimiento Biblioteca del Exilio, 2016, vol. 3, p. 432.

Fernando Larraz, Editores y editoriales del exilio republicano de 1939, Sevilla, Renacimiento Biblioteca del Exilio, 2018.

José Ramón López García, Vanguardia y revolución y exilio: La poesía de Arturo Serrano Plaja, Valencia, Pre-Textos-Fundación Gerardo Diego, 2008.

El editor Joan Merli y el exilio republicano gallego en Buenos Aires

Joan Merli

Joan Merli

Casi desde su misma llegada a Buenos Aires, como consecuencia del resultado de la guerra civil, Joan Merli (1901-1995), que había desarrollado una interesante labor como editor de revistas de arte Barcelona, entró en contacto con destacados miembros del exilio cultural gallego con los que impulsó diversas iniciativas.

Quizá el primero cronológicamente sea una revista muy atractiva y poco conocida –salvo para los expertos en Ramón Gómez de la Serna–, Saber Vivir, de la que existe una colección completa (116 números) en la Fundación Espigas de Buenos Aires.

En 1939, el diplomático y gourmet chileno José Eyzaguirre Herzl, casado con Juana del Carril, había ideado una lujosa revista de tema gastronómico en colaboración con el escultor Alberto Lagos. Pronto reclutaron para tal proyecto a una joven periodista y editora, Carmen Valdés, quien no veía del todo clara la idea. Con la entrada de Joan Merli en tal iniciativa, la idea derivó hacia una revista con un abanico más amplio de temas, y si el editor catalán se convirtió en director artístico, se reclutó a Celestino Rosas para que se ocupara de la publicidad y un personaje tan enigmático y fascinante como el gallego Álvaro de las Casas (1901-1950) en calidad de director literario.

Álvaro de las Casas/Alvaro das Casas.

Del dramaturgo y escritor bilingüe Álvaro de las Casas resulta particularmente curiosa su ambigua trayectoria política, que le llevó de militar en el Partido Galeguista y fundar los primeros grupos de Ultreya (organización similar a los boy scouts que tomaba como modelo la catalana Palestra de Josep Maria Batista i Roca), a crear en 1933 una efímera Vangarda Nazionalista (independentista de derechas) que tuvo como medio de expresión el único número de la revista Mais. Tanto el cierto sesgo paramilitar de Utreya como la elección del nombre asignado a la nueva formación dan ya idea de una cierta tendencia ideológica.

Sin embargo, Saber Vivir, que  no estaba marcado por una línea ideológica muy marcada, se ha considerado a veces como un equivalente de la revista Sur pero  más decantada a las artes plásticas que por la literatura. Quizá la tradición política diversa a la que pertenecían sus colaboradores ha creado cierta confusión. Patricia Antundo ha descrito ideológicamente esta vistosa y profusamente ilustrada publicación de 35 x 17 cm y 64 páginas en los siguientes términos:

Revista de cultura e interesse geral, de apresentaçao cuidadosa e elegante, buscaba pôr ao alcance de un publico educado notas que o mantivessen actualizado en diversas áreas –arte, literatura, arquitetura, história, estética, fotografia, moda, eventos sociais e receitas da boa cozina– mas sem realizar maiores esforços em leituras mais comprometidas ideológicamente, embora a maioria dos colaboradores atuasse proficcionalmente de forma mnais engajada em outros meios.

 

María Amalia García ha dividio la procedencia de los principales colaboradores de Saber Vivir en dos grandes categorías: los procedentes de la revista Sur y el periódico La Nación (Jorge Luis Borges, Nora Borges, Manuel Mújica Laínez, Amado Alonso) y los llegados a Buenos Aires como consecuencia de la guerra civil española, entre los que a su vez pueden distinguirse un relativamente nutrido grupo de catalanes (Xavier Benguerel, Joan Oliver, Domènec Guansé, Manuel Valldeperas, Cèsar August Jordana y Jaume Pahissa entre los escritores, y Andreu Dameson y Francesc Fábregas Pujadas entre los ilustradores) y otro de intelectuales gallegos muy notables (Luis Seoane, Arturo Cuadrado, Lorenzo Varela, Otero Espasandín, Rafael Dieste).

Página interior de Saber Vivir.

No duró mucho tiempo Merli al frente del departamento artístico de Saber Vivir, y a partir del número 29 (enero de 1942), coincidiendo con la fundación de su propia editorial (Poseidón), deja esa tarea en manos de otro catalán singular y poco conocido, el caricaturista Andreu (o Andrés) Dameson (1897-1968), que venía colaborando en la revista desde su primer número.

Dameson se había estrenado como dibujante profesional en la revista satírica comarcal El Xàfec. En 1923, embarcado como polizonte y dejando atrás una novia con expectativas de boda  y el servicio militar por cumplir, había hecho una primera estancia de un año en Buenos Aires, donde colaboró en La Acción, La Unión y el Diario del Plata. Sin embargo, fue a su regreso a Barcelona, y través de las revistas de López-Lausàs L´Esquella de la Torratxa y La campana de Gracia. como en los años veinte se haría un nombre en la profesión. En 1927 hizo un segundo viaje a la capital argentina, durante el cual publicó sus dibujos en La República, La Nación y El Hogar, además de ejercer de director artístico de la revista Atlántida, pero regresó a Barcelona poco después de proclamarse la República.

Una de las caricaturas más famosas de Dameson.

A su regreso a Buenos Aires al término de la guerra civil, se convirtió en uno de los pilares del Centre Català de Buenos Aires, así como en uno de los más notables colaboradores de las revistas del exilio catalán Ressorgiment y Catalunya (que en 1947 pasaría a dirigir Joan Merli), además de reemprender sus colaboraciones periodísticas y codirgir con Borges Los Anales de Buenos Aires, hasta que en 1951 se convirtió en jefe del Departamento de Publicaciones Técnicas del Ministerio de Educación.

Respecto al contingente de escritores y artistas plásticos gallegos que durante los primeros años de la segunda guerra mundial colaboraron en Saber Vivir, se trataba más o menos del mismo que por esas mismas fechas pondría en pie las excepcionales revistas De mar a mar (1942-1943), Correo Literario (noviembre de 1943- septiembre de 1945) y, en colaboración con Joan Merli, para quien muchos de ellos habían trabajado en Poseidón, Cabalgata (1946-1948). Y también de los que se ocupaban de la Editorial Nova, nacida precisamente en 1942.

Luis Seoane (1910-1979).

De Cabalgata (50 x 32 cm; 24 pp.), cuya sección “Mundo editorial” resulta muy útil, se ocupaban Varela como director, Luis Seoane como director artístico y Merli como editor (tarea que compagina con la de director de Poseidón), y en sus páginas se encuentran firmas del calibre de Guillermo de Torre, Francisco Ayala, Arturo Serrano-Plaja, Eduardo Mallea, Ernesto Sabato, José Herrera Petere o Rafael Alberti, junto a la del editor del Fondo de Cultura económica Arnaldo Orfila Reynal.

Del 1 de junio de 1946 es el número 0 de Cabalgata (no venal) con el subtítulo  “Quincenario popular, espectáculos, literatura, noticias, ciencias, artes”, y su trayectoria corre paralela a las colaboraciones de algunos de estos artistas gallegos en Poseidón. Seoane, por ejemplo, hizo los 35 dibujos del Renacimiento (1945)  de Arturo de Gobineau que Merli publicó la colección Laberinto e ilustró también una edición de Los sueños de Quevedo aparecida ese mismo 1945.

Enorme interés también tiene la presencia en Cabalgata de los diseñadores Adolfo Pastor y, sobre todo, de Atilio Rossi, estrechamente vinculado también a las iniciativas editoriales de los exiliados gallegos con los que había coincidido ya en De mar a mar como maquetista (o diagramador) y en Saber Vivir. Rossi debía su fama a la creación de la vanguardista Revista di estetica e tenica grafica (1933-1939), aunque en Argentina era más conocido como crítico de la sección de arte en la revista Sur y como excelente tipógrafo y diseñador gráfico, lo que le llevaría a convertirse, con Gonzalo Losada y Guillermo de Torre, en uno de los puntales de Losada.

Interior del célebre libro de Rossi (1909-1994) «Buenos Aires en tinta china», con prólogo de Borges y poemas de Alberti (Losada, 1951).

Joan Merli creó Poseidón con un amplio bagaje en el ámbito de las publicaciones periódicas de temas artísticos y culturales que arrancaba ya en su Barcelona natal, pero no hay duda de que los contactos que estableció en esos primeros años en Buenos Aires, y en particular con los artistas gallegos, contribuyeron de un modo decisivo a que Poseidón se convirtiera en una de las editoriales argentinas que más influencia ejerció en el panorama artístico argentino en la segunda mitad del siglo XX.

Catálogo de Poseidón ilustrado por Fábregas Pujadas.

Catálogo de Poseidón ilustrado por Fábregas Pujadas.

 Fuentes

Xose Luis Axeitos, “Cabalgata, outra publicación do exilio galego”, en Rosario Álvarez y Dolores Vilavedra Fernández, eds., Cinguidos por unha arela común: homenaxe ó profesor Xesús Alonso Montero, Universidad de Santiago de Compostela, 1999, vol. 2, pp. 153-159.

Patricia Antundo, Mario de Andrade e a Argentina: um país e sua produçâo cultural como espaço de reflexâo, Editora da Universidade de Sào Paulo, 2004.

Teresa Férriz, «De mar a mar. La cultura española en la Argentina de los años cuarenta», Scriptura (Lleida), núm. 8/9 (1992), pp. 341-357.

María Amalia García,   “El señor de las imágenes. Joan Merli y las publicaciones de artes plásticas en Argentina en los 40”, en Patricia Atundo, ed., Arte en Revista. Publicaciones Culturales en la Argentina, 1900-1950, Rosario, Beatriz Viterbo, 2008, pp. 167-195.

María Amalia García, «Poseidón y Nueva Visión o cómo leer las artes plásticas en la Argentina a través de los proyectos editoriales«, en XXVI Congreso del Comité Brasileiro de História del Arte, 206.

Jerónimo Ledesma, «Política en la sombra«, reelaboración de una ponencia leída el 19 de agosto de 2004 en el IV Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad de Rosario.

José Ramón López García, “Amistad a largo plazo: el epistolario entre Arturo Serrano Plaka-Claude Broch y Rafael Dieste-Carmen Muñoz Manzano (1940-1951)”, en Manuel Aznar Soler. Ed., Escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, Sevilla, Gexel-Renacimiento (Bibllioteca del Exilio Anejos IX), 2006, pp. 627-646.

Ana Martínez García, «El final de la impronta editorial española en Argentina a través de la revista Cabalgata (1946-1948)», en Manuel Aznar Soler y José Ramón López García, El exilio republicano de 1939 y la segunda generación, Sevilla, Gexel-Renacimiento (Biblioteca del Exilio Anejos XV), 2011, p.. 967-974.

Lluis Solà i Dachs i Jaume Capdevila, Andreu Dameson. Geni de la caricatura, Barcelona, Fundació Josep Irla, 2011.

Emilia de Zulueta, Españoles en la Argentina: el exilio de 1936, Buenos Aires, Atril, 1999.

Nova, ejemplo de edición gallega en Buenos Aires

La Editorial Nova nace en Buenos Aires en 1942 por iniciativa de Arturo Cuadrado Moure (1904-1998) y Luis Seoane (1910-1979), dos amigos gallegos con una larga experiencia en el mundo del libro. Surge asociada a la Imprenta López (de la calle Perú, 666), que por aquellos años se ocupaba también del grueso de las ediciones de la editorial Emecé, de donde procedían ambos.

Arturo Cuadrado había entrado en el mundo de la letra impresa asociado con Xohán Xesús González (1895-1936) mediante la fundación en 1927 de la barraca-librería Niké (en la compostelana rúa Calderería), especializada en literatura marxista y caracterizada por el hecho de que los clientes pagaban por cada libro lo que considerasen que éste valía. Punto de reunión de escritores y artistas que con el tiempo cobrarían importancia en la cultura gallega (Feliciano Rolán, Anxel Fole, Eugenio Granell, etc.), allí se inició Cuadrado en la edición de libros, así como, con Anxel Fole (1903-1986) y Luis Seoane (1910-1979), en la  revista de poesía Resol. Hojilla volandera del Pueblo (primera etapa: mayo de 1932-1936), que se distribuía gratuitamente por Santiago de Compostela. Durante la guerra amplió su experiencia en el mundo de la letra impresa con colaboraciones en diversas cabeceras (la barcelonesa Nova Galizia, El combatiente del Este) y con la publicación de su poemario Aviones (Valencia, Edicones Resol, 1937; muy raro).

Arturo Cuadrado

Por su parte, Seoane se había iniciado como ilustrador de revistas y libros en compañía de Cuadrado y se había dado a conocer en la galería Amigos del Arte de Santiago de Compostela, antes de exiliarse, vía Francia, a su natal Buenos Aires.

Desde el momento del reencuentro de Cuadrado y Seoane en Buenos Aires, se suceden las empresas conjuntas de estos dos activistas culturales. Cuando Mariano Medina del Río y Carlos Menéndez Braun fundan Emecé (1939), cuentan con Seoane y Cuadrado como directores de algunas colecciones (Dorna y Hórreo), además de diseñar Seoane muchísimas cubiertas e interiores de libros. En las páginas de la revista fundada por de Artruro Serrano Plaja y Lorenzo Varela De mar a mar (diciembre de 1942-junio de 1943) aparecen tanto ilustraciones de Seoane como textos de crítica literaria y artística de Arturo Cuadrado, aunque esta revista es recordada sobre todo por haber publicado en su numero inicial “De cómo vino al mundo Félix Muriel”, germen de la obra maestra que escribiría Rafael Dieste (1899-1981) a instancias precisamente de Luis Seoane. Con Lorenzo Varela (1916-1978) forman el trío fundador y director de Correo Literario (15 de noviembre de 1943- 1 de septiembre de 1945), donde coinciden las firmas de Picasso, Rafael Alberti, León Felipe, Arturo Souto y Rafael Dieste con las de Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges o Pablo Neruda, entre otros muchos, y en cuyo número del 15 de agosto de 1944 publicará Julio Cortázar uno de sus primeros relatos (“Bruja”). Posteriormente aún crearían otros interesantes proyectos, como la prestigiosísima revista Cabalgata (1946-1948), para la que cuentan con el apoyo del editor catalán Joan Merli (1901-1995) y en la que publican por ejemplo a Gómez de la Serna, Alfonso Reyes, Corpus Barga y Américo Castro, o las exquisitas Ediciones Botella al Mar (creada en 1946 y donde en 1948 apareció la primera obra literaria de Seoane, Tres hojas de ruda y un ajo verde o las narraciones de un vagabundo, con prólogo de Varela; aún hoy sigue en activo con Alejandrina Devéscovi al mando) y Ediciones Hombre al Agua.

La editorial Nova nace cuando Seoane y Cuadrado abandonan al unísomo la editorial Emecé, y se inscribe en un proyecto amplio y compartido de divulgación de la cultura gallega que ya había tenido su primera expresión importante en las colecciones creadas en el seno de Emecé, y que progresivamente va abriéndose a un amplio espectro de la literatura hispánica, y particularmente argentina. Sin embargo, lo que caracteriza esta empresa, como casi todo lo que toca Seoane, y lo que al mismo tiempo le da un valor añadido que la distingue, es el cuidado puesto en el libro como objeto, la búsqueda de la belleza más allá del texto (sobrecubiertas ilustradas, maquetas esmeradas, viñetas decorativas, grabados, láminas…), y tratándose de un artista como Seoane suele encontrarla. De hecho, Nova constituye en cierto modo un cruce de caminos entre españoles e hispanoamericamos, pero también entre escritores y todo tipo de valiosos artistas gráficos (pintores, diseñadores, grabadores, etc.).

De izquierda a derecha, Isaac Díaz Pardo, Luis Seoane y Eduardo Blanco Amor en Buenos Aires.

Por otra parte, Nova sale a la luz con una estructura de colecciones muy meditada, que poco a poco va ampliándose para abarcar desde la poesía hasta el ensayo (Vida del Espíritu, con Keirkegaard, Heidegger y Husserl entre otros autores insignes; El Árbol de la Ciencia, La Marcha del Progreso, Imaginación, Biblioteca Histórica, Grandes Vidas, donde en 1947 apareció el volumen que el periodista y escritor español Clemente Cimorra dedicó a Galdós…).

La primera de las colecciones en aparecer es Pomba (que luego españolizó su nombre, Paloma), dirigida por Cuadrado, que tenía unas características formales que la hacían clara heredera de Dorna (dedicada a la poesía y a la narrativa y con una maqueta muy sobria y elegante). Como su predecesora, solía incluir ilustraciones de Seoane. Allí aparecen Aprendizaje de la soledad  (1943), del escritor y cineasta argentino Ulyses Petit de Murat (1907-1983), Versos de guerra y paz, (1945), del exiliado español Arturo Serrano Plaja (quien en 1943 había traducido a Balzac para Nova), Los peces turbados (1945), que Arturo Cuadrado firma como Venancio Viera, La cabellera oscura (1945), de la escritora uruguaya Clara Silva (1902-1976), precedido de un prólogo del crítico y editor Guillermo de Torre,  Maretazos (1945), del poeta santanderino Jesús Cancio, por entonces en cárceles franquistas, prologado por Cipriano de Rivas Cherif y reproducciones de cuadros originales de José Gutiérrez Solana, El viento en la bandera (1945), del escritor y crítico de arte argentino Cayetano Córova Iturburu, Anillo de sal (1946), del poeta argentino Vicente Barbieri (1903-1956), Playa sola 1946), el primer poemario del argentino Alberto Girri (1919-1991), precedido de un estudio introductorio de Lorenzo Varela…

 

En la colección Mar Dulce, dedicada muy principalmente a temas americanos, destaca la edición de Luis M. Beudizzone de El libro de los Mayas. Popol Vuh o el libro del consejo (1944), y se publican en ella, por ejemplo, Las Calaveras y Otros grabados (1943), del artista mexicano José Guadaluope Posada (1852-1913), creador de la muy célebre Catrina, Amazonia. Leyendas Nángatú (1943), Leyendas de Tucumán (1944), profusamente ilustradas por Seoane, Juan Moreira (1886) (1944), de Gutiérrez Podestá, Los caudillos del años veinte (1944), compendio de biografías seleccionadas por Emma Felce y León Benarós, El alejaidinho Antonio Francisco Lisboa (1944), del escritor brasileño Newton Freitas, Mates burilados. Arte vernacular peruano (1945), de José Sabogal, Pancho Fierro. Estampas del pintor peruano (1945), también de Sabogal, Garibaldi en América (1946), de Newton Freitas (1909-1996) o Fausto. Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta ópera (1946), de Estanislao del Campo (1834-1888) y prologado por Jorge Luis Borges… Pese a tratarse de libros de ilustradores o profusamente ilustrados, la colección (en un formato de 20 x 12) mantenía una identidad muy firme gracias a la encuadernación y al diseño de las sobrecubiertas obra de Seoane, que se cuentan entre sus mejores y más eficaces diseños para Nova y que dotaba a la colección de una imagen muy reconocible.

Otra colección muy destacable es Camino de Santiago, dirigida al alimón por Cuadrado y Seoane, que estaba destinada a los grandes temas y autores de la cultura gallega, y en ella aparecieron obras de Concepción Arenal (Cuadros de la guerra, 1943), Rodríguez del Padrón (una antología con ilustraciones de Manuel Colmeiro en 1943), Martín Sarmiento (Estudio sobre el origen y la formación de la lengua gallega, 1943), Jesús Rodríguez López (Supresticiones de Galicia y preocupaciones vulgares, 1943),  Manuel Murguía (Don Diego Gelmírez, 1943)…

Sin embargo, la primera edición de Historias e invenciones de Félix Muriel bastaría para reservar un lugar de honor a la colección Camino de Santiago y a Nova en la historia editorial. En el mítico café Tortoni se reunía en tertulia una amalgama de escritores y artistas gallegos y argentinos, entre ellos Seoane, Varela, Colmeiro, Julio Cortázar, Ernesto Sábato,  y también los médicos Xosé Núñez Búa, Gumersindo Sánchez Guisande, así como Rafael Dieste, que por aquel entonces era director editorial de la Editorial Atlántida. Luis Soane, que como se ha mencionado ya acababa de publicar a Dieste en De mar a mar en diciembre de 1942 “De cómo vino al mundo Félix Muriel”, y que en el seno de Emecé le había publicado la reedición del poemario Rojo farol amante (1940) para la colección Dorna, le solicitó algún libro de relatos que pudiera entregar en el plazo de tan sólo dos meses. Así lo contó la esposa de Dieste, Carmen Muñoz: “Necesitamos un libro tuyo para una colección de narraciones que vamos a iniciar. El plazo de entrega es de dos meses”. Pese a las risas que despertó entre los contertulios esta disparatada premura, de ello saldría, aquel mismo mes de junio, uno de los mejores libros de cuentos de la literatura española como quinto número de la colección, con once dibujos a toda página de Luis Seoane.

 

El proceso de creación fue bastante singular, además, pues al término de su jornada laboral en Atlántida Dieste dictaba a su esposa el relato que leería el sábado en el Tortoni, y progresivamente el libro fue completándose. Acaso por la cercanía de la publicación en la revista, esta primera edición no incorporó el relato germinal (“De cómo vino al mundo Félix Muriel”), como tampoco lo hizo la de Alianza de 1974, sino que lo incorporó al libro por primera vez Estelle Irizarry en su edición para Cátedra.

Siempre de izquierda a derecha: de pie, el científico y escritor Xosé Otero Espasandín (1900-1987), Rafael Dieste, el doctor Antonio Baltar y Luis Seoane; sentadas, Mireya Dieste, Carmen Muñoz y Maruxa Fernández. Buenos Aires, 1943. Fotografía procedente de la publicación galleguista A Nosa Terra.

El profesor Juan Rodríguez escribió acerca de la rocambolesca historia de esa primera edición del libro:

Ilustrado por el propio Seoane, fue

Rafael Dieste.

generosamente reseñado por los compañeros de exilio republicano y prácticamente ignorado por la crítica argentina; tan solo a partir de su publicación en España fue ampliamente reconocido como una de las obras maestras de la literatura en lengua española del siglo XX.

 

Fuentes:

Daniel Domínguez, «Un maravillado mirar», Escuela de los domingos, 18 de septiembre de 2011.

Daniel Domínguez, «Cuando fuimos Félix Muriel», Escuela de los domingos, 15 de octubre de 2011.

Noemí de Haro García, Grabadores contra el franquismo, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2010.

Estelle Irizarry

Estelle Irizarry, Introducción a Rafael Dieste, Historias e invenciones de Félix Muriel, Madrid, Cátedra (Letras Hispánicas 233), 1985.

Antonio Lago Carvallo y Nicanor Gómez Villegas, eds., Un viaje de ida y vuelta. La edición española e iberoamericana. (1936-1975), Madrid, Siruela (El Ojo del Tiempo 9), 2006.

César Antonio Molina, Medio siglo de prensa literaria española (1900-1950), Madrid, Ediciones Endymion (Textos Universitarios), 1990.

Juan Rodríguez, “Historias e invenciones de Félix Muriel, de Rafael Dieste”, Quimera, 252 (enero de 2005), pp. 35-37.

Salvador Rodríguez, «Los gallegos del boom. Artistas e intelectuales de Galicia tuvieron un papel decisivo en la eclosión literaria latinoamericana«, Grupo Li Po, 21 de marzo de 2013.

Graciana Vázquez Villanueva, “Política de Lectura y política editorial como programa político de los republicanos españoles en Buenos Aires (1936-1950). El caso de Luis Seoane”.