La primera década del Libro Amigo de Bruguera

Para toda una generación por lo menos, lo que define a una colección tan longeva y famosa como El Libro Amigo de Bruguera son unos libritos con un formato de 18, con el lomo y la contracubierta gris, y en la que se publicaron por ejemplo obras de mérito literario perdurable como el Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes (1886-1927), El siglo de las luces de Alejandro Carpentier (1904-1980), Las máscaras de Jorge Edwards (n. 1931), Dejemos hablar al viento de Juan Carlos Onetti (1909-1994), Cien años de soledad de Gabriel García Márquez (1927-2014), Los jefes de Mario Vargas Llosa (n. 1936),  los cuatro volúmenes de Los pasos contados (1985-1986) de Corpus Barga (Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna, 1887-1985), La aventura equinoccial de Lope de Aguirre de Ramón J. Sender (1901-1982), la compilación de prosa narrativa La uña de Max Aub (1903-1972), y un larguísimo etcétera, así como una extensísima retahíla de clásicos sobre todo decimonónicos, de muchísimos narradores traducidos de casi todas las lenguas (la de Jorge Rodolfo Wilcock de El americano impasible de Graham Greene entre ellas) y de una serie específica de novela negra en la que se publicó a escritores tan prestigiosos y variopintos como Dashiell Hanmett, Raymond Chandler, Boris Vian, Giorgio Scerbanenco, James Ellroy, Chester Himes, Patricia Highsmith, Juan Madrid, Jaume Fuster…

Sin embargo, llegados a este punto (que coincide con el momento de mayor expansión y crecimiento de la editorial) la colección ya tenía una historia bastante larga, y se había iniciado con obras y autores de los que hoy queda un recuerdo mucho más difuso. Aunque ya se habían publicado unos primeros títulos en 1965, Libro Amigo Bruguera se lanzó coincidiendo con la inminente celebración del Día del Libro de 1966, con un diseño muy diferente al que se haría célebre décadas después y con autores cuyo vínculo era sobre todo la magnitud de sus ventas. Entre los primeros títulos alternaban además una veta más o menos periodística y/o ensayística y en todo caso no ficcional, con novelas a menudo muy extensas. Ejemplo de lo primero son El proceso de Nuremberg (1965), de Joe J. Heydecker y Johannes Leeb, La Gestapo (1965), de Jacques DeLarue, o un curioso libro preparado por el historiador y periodista Allan Nevins (1890-1971) en el que se recogían textos del célebre presidente estadounidense asesinado precedidos de un prólogo de quien fue su sucesor en el cargo, Lyndon B. Johnson (1908-1973), y que se tituló en español El deber y la gloria. Testamento político de John F. Kennedy (1966).

Como suele suceder, las novelas han tenido mejor posteridad editorial, y la primera publicada en el Libro Amigo fue Éxodo, de Leon Uris (1924-2003), que tras su primera edición, en 1958, se había mantenido casi veinte semanas encabezando la lista de más vendidos el New York Times y no tardó en convertirse en un fenómeno editorial de dimensiones colosales, con cinco millones de ejemplares vendidos en siete años, hasta el punto de ser su éxito solo comparable entonces al de Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell (1900-1949) (publicada en 1936 gracias al buen ojo del mítico editor Harold Macmillan Latham). Bruguera había publicado de Éxodo la primera edición en español en 1960, en la colección Joyas Literarias y traducida por Baldomero Porta Gou, y en 1966, cuando se incorporó a Libro Amigo, llevaba ya veintiuna ediciones. Como se verá, Libro Amigo era en muy buena medida un contendedor, en ediciones económicas, de títulos que ya habían sido explotados con éxito. Entre la primera docena de títulos aparece otra obra de Uris, Mila 18, de la que también en Joyas Literarias se había publicado en 1965 la séptima reimpresión. El traductor era de nuevo Baldomero Porta Gou, luego conocido sobre todo por la primera y polémica traducción al español de Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. En los primeros años del presente siglo, de Leon Uris recuperó buena parte de sus extensísimas novelas, en traducciones revisadas, Roca Libros, si bien lo hizo solo en formato digital (en el sello Ciudad de Libros).

Entre la primera docena de títulos publicados en Libro Amigo, todos ellos en 1966, se cuenta también clásicos del calibre de la traducción del famoso marino y lexicógrafo Fernando Corripio (1928-1993) de Las aventuras amorosas de Moll Flanders, de Daniel Defoe (1660-1731); no es muy ampliamente sabido que también a Corripio se deben muchas de las novelas de la serie de Conan, de Robert E. Howard (1906-1936), que publicó Bruguera entre finales de los años sesenta y principios de los setenta, y también fue esta empresa la que publicó la primera edición de sus inmortales y tremendamente populares Diccionario de sinónimos y antónimos de la lengua española (1971) y Diccionario de ideas afines (1983).

Al mencionado de Defoe pueden añadirse, aún en esa primera docena, Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski (1821-1881) como séptimo volumen, que se publica sin indicación del traductor y que procedía también de Joyas Literarias, y Tom Jones, de Henry Fielding (1707-1754), que aparece en la traducción de Carlos González Castresana y cierra esa primera docena, entre la que también se encuentra la novela del periodista y guionista estadounidense Morton Thompson (1907-1953) No serás un extraño (1966), de la que en 1955 se había estrenado una versión cinematográfica dirigida por Stanley Kramer con un reparto espectacular (Olivia de Havilland, Frank Sinatra, Robert Mitchum, Lee Marvin…).

Tras estos primeros doce títulos, se mantiene durante un buen tiempo ese relativo equilibrio entre grandes clásicos universales y libros de extraordinario éxito comercial pero muy a menudo hoy apenas recordados. Así, y siempre en 1966, el megaéxito incombustible de Lewis Wallace (1827-1905) Ben Hur alterna con la traducción de Crimen y castigo, de Dostoyevski, firmada por Julián Alemany Zaragoza (que es la única de este traductor que recoge la base de datos de la Biblioteca Nacional de España), así como con la de Baldomero Porta de El hombre del traje gris, de Sloan Wilson (1920-2003). Esa misma traducción de la novela de Wilson había aparecido ya en 1959 en Joyas Literarias, poco después del estreno de la versión cinematográfica (dirigida por Nunnaly Johnson y protagonizada por Gregory Peck), y es también la misma que en 2009 reeditó Libros del Asteroide con un prólogo de Jonathan Franzen (y de la que en 2016 aparecía una tercera edición). Son numerosas las traducciones de Baldomero Porta, además de las ya mencionadas, que se publican en los primeros años de la colección, y de hecho su primera traducción para Bruguera se remonta por lo menos a 1953 (Un hombre llega del Este, de William McLeod Rainer): La nave del mal (1966), de Katherine Anne Porter (1890-1980); Hija de Judá (1966), de Dan Levin; El mundo del delito (1966), de Alan Hynd; Armageddon (1967), de Leon Uris; Parrish (1967), de Mildred Savage; Habitación por alquilar (1967), de Hèlene Miserly…

Bruguera disponía desde 1967 de una colección (Libro Clásico), con una presentación casi idéntica a la de Libro Amigo y en la que había empezado publicando a autores de la tradición española (Lope de Rueda, Fernando de Rojas, Armando Palacio Valdés, Emilia Pardo Bazán), pero también clásicos universales (Homero, Laurence Sterne, Charles Darwin, Tolstoi…), lo que dificulta dilucidar cuál era el criterio para incluir a determinados autores y títulos en una u otra colección.

Sin embargo, incluso antes de que se produzca el cambio de diseño de la colección, el mencionado equilibrio empieza a trastocarse un poco a medida que la el Libro Amigo avanza, y los superventas, más allá de las reimpresiones, empiezan a ser más escasos en comparación con los clásicos y con los títulos contemporáneos más prestigiados por la crítica. Ejemplo un poco sorprendente de ello podría ser la publicación en cuanto la colección había superado ya los diez años, en 1977, de Años difíciles como número 492 de la colección: un volumen que, tras un prólogo de Ricard Salvat (1934-2009), compila los textos dramáticos de Madrugada, de Antonio Buero Vallejo (1916-2000), La pechuga de la sardina, de Lauro Olmo (1921-1994) y Los buenos días perdidos, de Antonio Gala (n. 1930). Por el camino, series con identidad propia, como la dedicada a la fantasía y la ciencia ficción, la policíaca o la destinada a reunir diez prosistas de diferentes países, habían experimentado ya un cambio en la presentación, que prefiguraba la más popular en los ochenta. Pero progresivamente los superventas efímeros van siendo cada vez más residuales en Libro Amigo.

Ese mismo año 1977 se publicó también por ejemplo El lugar sin límites, de José Donoso (1924-1996), coincidiendo con el estreno de la versión cinematográfica de Arturo Ripstein, y acaso sean de ese mismo año las primeras ediciones que empiezan a adquirir el perfil estético que triunfará en años posteriores (con una encuadernación en una cartulina menos rígida, entre otras cosas). Pero, más allá de reimpresiones, apenas quedan ya rastro de los bestsélers de tema bélico, aventurero o de pasiones desatadas (salvo si son también textos avalados por la crítica).

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