Sender y el insoportable peso de la censura franquista

La obra literaria de Ramón J. Sender (1901-1982) ha tenido la inmensa suerte de ser analizada, estudiada y evaluada por una pléyade de grandes filólogos, historiadores de la literatura y críticos: Francisco Carrasquer (1915-2012), Jesús Vived Mayral (1932-2018), Donatella Pini, José Carlos Mainer, Marcelino C. Peñuelas, etc., lo que podría llevar a pensar que ya poco nuevo queda por decir acerca de las vicisitudes de sus libros. Con El triángulo editorial de «Crónica del alba», Olga Pueyo Dolader no sólo desmiente esa arriesgada suposición sino que, situándolo con precisión en su contexto político y editorial, convierte al autor aragonés en ejemplo para explicar la evolución de la censura de libros en España durante la dictadura franquista, sus métodos y objetivos y el efecto, dispar, que tuvo ‒y sigue teniendo‒ en la recepción de la literatura de los exiliados republicanos y en el canon de la literatura española del siglo XX.

Ya en 2020 Pueyo Dolader había llamado la atención sobre el valor y la importancia del rico epistolario del editor barcelonés Jaume Aymà i Mayol (1911-1989) conservado en el Arxiu Nacional de Catalunya en un artículo en la revista Sansueña, y de nuevo aquí constituye una de las principales fuentes de información para reconstruir el proceso de contratación y edición de Crónica del alba y algunas novelas posteriores, así como las delirantes gestiones que el intrépido y benemérito editor se vio en la necesidad de establecer con la censura. Gracias a este epistolario ‒que sería muy útil que algún editor valiente se atreviera a publicar‒ conocemos, por ejemplo, el proceso mediante el cual, con el texto ya compuesto, el editor se ocupó de introducir las enmiendas y correcciones y hacer las supresiones que le pedía el Ministerio de Información de modo tal que no se produjeran recorridos en el texto que obligaran a componerlo de nuevo (con el consiguiente costo y retraso), o que en la siguiente edición, gestionada también por el propio Aymà en la editorial Andorra, esas enmiendas se debieron ya a la mano del propio Sender. ¿Minucias filológicas de variantes textuales para solaz y entretenimiento de especialistas? Depende de cómo se mire, porque en muchos casos se trataba de párrafos enteros y porque, por acumulación ‒como puede comprobarse en el apéndice que incluye este libro‒ llegan a alterar en cierta medida el impacto del conjunto.

Joaquín Maurín

Otro de los puntales sobre los que se sustenta este apasionante recorrido es el archivo personal de Joaquín Maurín (1896-1973) y el magnífico epistolario que mantuvo con Sender y que en su día preparó y editó Francisco Caudet. A través de este material se traza una imagen precisa de las circunstancias en las que debían desenvolverse los escritores del exilio republicano de 1939, con acceso difícil a las editoriales asentadas en sus países de acogida, que además estaban inmersas en sus propios procesos evolutivos, con la alternativa de publicar en empresas a las que se impedía distribuir sus libros en España o de autopublicarse sin ninguna esperanza de una difusión mínimamente decente. En otras palabras, sirve a la autora para cartografiar el mapa del campo editorial anómalo en el que durante muchos años se vieron obligados a jugar este amplio conjunto de escritores valiosos.

Victor Alba

Además de redondear y precisar la imagen que hasta ahora teníamos de Maurín como agente literario oficioso de Sender, por fin queda más precisamente establecidas las circunstancias y los canales mediante los que, ya en septiembre de 1953 y gracias a la iniciativa de Víctor Alba (Pere Pagès i Elies, 1916-2003), Maurín propició que Sender intentara que la editorial de José Janés (1913-1959) le publicara algún libro en España y cómo este se topó con un tipo de censura insalvable pese a informes favorables de los lectores censores: Sender era impublicable no porque su obra defendiera unas determinadas ideas o mostrara una determinada imagen de España, sino simplemente por ser quién era; y la decisión la tomaba la Dirección General de Información. Aun así, es pertinente constatar que, como bien podría hacer cualquier defensor del franquismo, que en 1946 el editor Javier Morata había obtenido autorización para importar ejemplares de un libro suyo, pero conviene no olvidar que se trataba de tan solo diez ejemplares, lo que es tanto como decir apenas nada. También del Archivo General de la Administración, lógicamente, se ha servido con profusión la autora para dilucidar los procesos a los que fueron sometidas las peticiones de diversos editores para dar a conocer la obra de Sender a sus lectores naturales. Asimismo, le permiten establecer y documentar cómo la evolución política del franquismo fue evolucionando no en una estrategia de apertura hacia la obra del exilio republicano, sino más bien como un modo de instrumentalizar determinados textos para limpiar un poco sus manos manchadas de sangre inocente.

Los Aymà, padre e hijo.

También son del máximo interés las páginas dedicadas a la recepción que tuvo a lo largo del franquismo y la posición que ocupó en el canon forjado por los estudiosos de la literatura española, algunos de los cuales demostraron ser incapaces de separar la antipatía personal o la discrepancia política del juicio estético, mientras que otros se enfrentaban a enormes dificultades, cuando no a la imposibilidad, de acceder a la obra completa de los autores a los que pretendían evaluar ( y eso vale para Sender, pero también para Manuel Andújar, Francisco Ayala, Max Aub y una extensísima nómina de escritores de primer orden). Sirva como mínimo de ejemplo de cómo y hasta qué punto varias generaciones de españoles recibieron y en muchos casos asumieron una escala de valores literarios maleados en origen, y sobre todo de advertencia del enorme trabajo que aún queda pendiente de hacer para revertir y actualizar esa situación, pese a la labor ya llevada a cabo, entre otros, por los insignes filólogos mencionados en el párrafo inicial.

Ramón J. Sender.

Como escribe con irrebatible acierto Fernando Larraz en el prólogo, este libro es «una aportación fundamental a la reconstrucción de nuestra historia cultural del siglo pasado que trasciende el mero estudio de caso», porque, si bien sitúa la historia editorial de Crónica del alba en primer plano, el fondo sobre el que se desarrolla esa historia queda perfectamente perfilado y delineado, y saca a la luz toda una serie de aspectos que pueden servirnos para comprender mejor otros muchos casos de «recuperación» de la obra literaria ‒pero también pictórica o cinematográfica, por ejemplo‒ de los exiliados republicanos de 1939 durante el franquismo. En este sentido, quizás el título elegido podría llevar a engaño, porque el texto de Pueyo Dolader va mucho más allá de lo anunciado. Decir que El triángulo editorial de «Crónica del alba» es una pequeña joya sólo es cierto si nos limitamos a contar el número de páginas del volumen; no tiene nada de pequeña pero sí es una joya.

El anarquista José Nieto Ruiz y su vinculación con el libro en Nueva York

A finales de 1969, cuando estaba a punto de aparecer la novela con la que había obtenido el Premio Planeta (En la vida de Ignacio Morel), Ramón J. Sender (1901-1982) publicó en Nueva York la primera edición de Nocturno de los 14, un texto fechado en Manhattan Beach (California) en octubre de ese mismo año. En octubre del año siguiente se incluiría en la colección Ancora y Delfín de Destino, y a menudo se ha mencionado esta última edición como la primera.

Ramón J. Sender.

La de 1969 corrió a cargo de una pequeña empresa creada en el seno de las Sociedades Hispanas Confederadas, Iberama Publishing Company, en la que tuvo un papel destacado ‒y donde dirigió una colección de ensayo histórico y social‒ el que se tiene por el último luchador antifranquista al que una Administración estadounidense reconoció el estatuto de refugiado político, José Nieto Ruiz (1937-2023).

Hijo de un modesto tendero afiliado a Izquierda Republicana, José Nieto nació en Orihuela durante la guerra civil y perdió a su madre durante un bombardeo de la aviación italiana. Al término de la segunda guerra mundial, con apenas nueve años, se ocupaba de entrar en la embajada estadounidense en Madrid y sacar ocultos entre la ropa alguno de los boletines de noticias, a través de los cuales podía conseguirse en España información no censurada por las instituciones franquistas.

A los veinte años, después de haber participado en los enfrentamientos entre estudiantes de izquierdas y falangistas conocidos como «sucesos de 1956», Nieto hizo el servicio militar obligatorio en la Marina y se vio arrastrado a participar en la abyecta guerra no declarada de Sáhara-Ifni (1958-1959). Al parecer, fue en ese período cuando se afilió a la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), y como consecuencia de su activismo sindical en 1959 fue detenido y torturado durante tres días en las infames dependencias de la brigada de investigación social de la barcelonesa Vía Laietana.

Así lo contó él mismo, entrevistado por Montse Feu y Carlos García Santa Cecilia:

…el policía que me acompañaba me preguntó de dónde era. Me dijo que podía contactar anónimamente con mi familia y les avisaría que estaba ahí detenido. Le dije que mi tío, Jacobo Rufete, era el director de la clínica Madrazo de Barcelona. Mi tío conocía al gobernador civil y éste le dijo que si el parte de mi detención no había llegado a Madrid podría sacarme de la Jefatura, pero que me tendría que ir de España. Tuve suerte y aún no se había mandado. Me vino a buscar una ambulancia y estuve treinta días de curas en un cuarto privado en la clínica. Me curaron un médico y una enfermera. Una vez curado, otros cenetistas me conectaron con Francisco Sabaté [1915-1960], alias el Quico. Me entrevisté clandestinamente con él en Barcelona y me citó un día para cruzar a Francia. Fuimos en camioneta hasta Portbou.

De Portobou pasó a Marsella y se embarcó como marino en el mercante holandés Coolsingel, y en cuanto este arribó a Canadá se quedó clandestinamente en este país durante veinte meses. Allí, en contacto con los grupos antifranquistas, participó en la creación del modesto periódico Umbral, portavoz de la Liga Democrática Española de Montreal, pero finalmente fue expulsado de Canadà por carecer de visado.

Recaló a finales de 1960 en Cuba, donde trabajó en el garaje de un español hasta que, a pocos días de la invasión de bahía de Cochinos (15 de abril), fue detenido y nuevamente pasó una temporada preso. A su salida se unió al Movimiento de Recuperación Revolucionaria, y gracias a las gestiones de cenetistas cubanos pudo entrar en Estados Unidos por Miami, y de ahí, gracias a la intervención del Comité Internacional de Rescate, llegó a Nueva York.

En Nueva York se puso en contacto enseguida con las Sociedades Hispanas Confederadas y pronto empezó a ocuparse de su biblioteca. De la mano de su secretario de redacción, el poumista Jesús González Malo (1913-1965), inició su colaboración en el órgano de expresión de las Confederadas, España Libre, que fue dirigido por José Castillo Morales (1961-1966), González Malo (1961-1965), Miguel R. Ortiz (1961-1966) y Marcos C. Mari (1967-1972). Por entonces la nómina de sponsors de esta institución era brillante, encabezada por Víctor Alba, Álvaro de Albornoz y Carmen Aldecoa, cerrada por Ramón J. Sender, Fernando Valera, Nilita Vientós Gascón y Georges Woodcock y con Pau Casals, Joaquín Maurín, Cipriano Mera y Tomás Navarro Tomás entre sus muchos integrantes. En esta revista, donde estableció contacto, entre otros, con el pintor y escritor Eugenio Fernández Granell (1912-2001), se ocupó sobre todo de las secciones de arte y publicidad, pero también investigó con Manuel de Dios Unanue (1943-1992) la desaparición del representante del gobierno vasco en el exilio Jesús Galíndez (1915-1956) y el más que sospechoso «suicidio» del escritor Manuel Moreno Barranco (1932-1963) mientras permanecía detenido por la policía franquista.

José Nieto Ruiz

Su petición a principios de la década de 1960 de asilo en Estados Unidos generó una enorme controversia, entre otras cosas porque ponía al Gobierno de Estados Unidos ante una posición incómoda ante las autoridades franquistas, pero la publicidad que se dio a su caso, la presión social e internacional y el excelente trabajo voluntarioso del prestigioso abogado Ernest Fleischman (1920-1996) hicieron que la Administración Nixon acabara por ceder a su petición, después de que recibiera ofertas de asilo político de México y de varios países europeos.

En cuanto al trabajo de Nieto en la modesta y efímera editorial de las Confederadas, destaca que asumiera la dirección de un proyecto de colección Historia Social de España, que en 1971 le publicó a la historiadora Clara E. Lida una edición anotada y comentada de Miguel Bakunin: La Internacional y la Alianza en España (1868-1873), de Max Nettlau. Además del ya mencionado libro de Sender, Iberama sólo publicó luego ‒salvo error‒ Rómulo Gallegos y Agustín Yáñez: dos ensayos sobre literatura hispanoamericana (1972), de Magalí Fernández, y Tiempo como Jano. Siete ensayos sobre literatura española (1972), de Raimundo Fernández Bonilla (coeditor por entonces de la revista Exilio).

Ese mismo año desaparecía España Libre, y un encuentro casual de Nieto con Abel Plenn (conocido sobre todo por Viento en los olivares. La España de Franco vista por dentro, publicado en México por Ediapsa) le llevó a iniciarse en la distribución de libros españoles en centros educativos estadounidenses. Ejerciendo esta labor conoció al maestro puertorriqueño José Luis Rodríguez, a quien apoyó en la fundación de la empresa televisiva Hispanic Information and Telecommunications Network, Inc (HITN), y allí desarrolló una amplia labor como productor de acontecimientos culturales, como director de producción y conduciendo programas culturales, sin abandonar nunca el contacto con las Confederadas hasta su muerte.

Fuentes:

Lucía Cotarelo Esteban, «Hispanismo exiliado: el mundo literario y editorial de los intelectuales españoles llegados a Nueva York», Castilla. Estudios de Literatura, núm. 9 (2018), pp. 352-371.

Montse Feu, «La labor “a manos llenas” de Jesús González Malo en la resistencia antifranquista desde Estados Unidos», FronteraD, 3 de diciembre de 2015.

Montse Feu, Fighting Fascist Spain. Worker Protest from the Printing Press, Illinois University Press, 2020.

Carlos García Santa Cecilia, «José Nieto, el último exiliado del franquismo, ha muerto en Nueva York», FronteraD, 22 de noviembre de 2023.

Carlos García Santa Cecilia y Montse Feu, «José Nieto, último exiliado del franquismo,militante de la CNT, hizo de Nueva York su refugio», FronteraD, 19 de febrero de 2015.

Ana Martínez García, «La revista España Libre (1939-1976) y Francisco Ayala: Cartas y textos olvidados de su exilio en Estados Unidos», Ámbitos. Revista de Estudios de Ciencias Sociales y Humanidades, núm. 32 (2014), pp. 65-76.

Mª Ángeles Ordaz Romay, «Las Sociedades Hispanas Confederadas en archivos del FBI (Emigración y exilio español de 1936 a 1975 en EE.UU.)», Revista Complutense de Historia de América, núm. 32 (2006), pp. 227-247.

Alfred Monrós y Ramón J. Sender, «Reflejos de España»

«[Alfred] Monrós es bien conocido y no necesita presentación», escribió a principios de la década de 1960 Ramon J. Sender (1901-1982) en uno de sus textos menos conocidos. Sin embargo, es evidente que hoy, al contrario, toda presentación se queda necesariamente corta; incluso la fecha de su nacimiento es dudosa. Se ha ofrecido a menudo como la más fiable el 12 de abril de 1910, aunque también hay quien la retrotrae a 1900, si bien en ambos casos en Barcelona.

Alfred Monrós en su estudio en Montreal.

De los años previos a la guerra civil, poco o nada parece saberse de su formación como dibujante, más allá de que, según contó a Pierre Saucier, esta se inició cuando contaba veinticuatro años. Santi Barjau reproduce en su blog un cartel creado durante la guerra que lleva la firma A. Monrós: se trata de un cartel (traduzco) de «Ajut Català, una sectorial de mujeres de Esquerra Republicana de Catalunya encargada de acoger en la retaguardia a la población más afectada por la acción de los ejércitos franquistas» y sugiere como fecha probable 1937. Sin embargo, aunque es indudable que existieron, tampoco parecen haberse conservado otras obras de esa misma época de Monrós, o cuanto menos no se le han atribuido correctamente.

Dibujo de Monrós en Reflejos de España.

Se menciona también en las breves biografías accesibles que participó en la Exposició de Dibuix i Gravat organizada por la Junta d’Exposicions d’Art de Catalunya en la Sala de Exposiciones del Casal de la Cultura de Barcelona y celebrada entre el 10 y el 26 de noviembre de 1938, cuando ‒si nació efectivamente en 1910‒ Monrós tendría unos veintiocho años. En este certamen, un jurado formado por Josep Dunyac, Francesc Domingo, Emili Bosch i Roger, Enric Ricart y Sebastià Gasch otorgó el Premi Tomàs Padró a Joan Junyer (1904-1994), el Premi Marià Fortuny a Xavier Nogués (1873-1941), el Premi Planas i Dòria a Josep Granyer (1899-1983) en la categoría de dibujo y a Josep Narro (1902-1904) en la de grabado y dos premios de la Junta a Joan Commeleran (1902-1992) y Enric Cluselles (1914-2014), el más joven de los galardonados.

Finalizada la guerra, Monrós pasó la mayor parte de su vida en la zona francófona del Canadá adonde, después de haber pasado un tiempo (difícil de precisar) en París y Toulouse, llegó hacia 1952. En Montreal se integró en la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la Solidaridad Internacional Antifascista, y compaginó su trabajo como profesor de artes plásticas con la ilustración de panfletos, folletos y publicaciones periódicas anarquistas, al margen de exponer su obra en salas canadienses (hizo retratos de Pablo Picasso y Pau Casals, entre otros).

En 1963 se publica el libro en el que Monrós cuenta con la colaboración de Ramón J. Sender como prologuista, Reflejos de España, editado en Montreal por la Federación local de la CNT-AIT y que consta de doce láminas sueltas en carpeta, precedidas del breve texto senderiano en español, francés e inglés (también las breves descripciones de las obras aparecen en versión trilingüe).

El tema, como puede suponerse fácilmente por el título, son los desastres de la guerra y sus secuelas, la persistencia de la represión política en España, y sobre los dibujos que lo componen ha escrito Inés Escudero Gruber, acaso quien más y mejor las analizado:

se declaran realistas y se acentúan con ciertas tildes expresionistas visibles en los rasgos alargados y oscuros que se complementan con contadas metáforas y alegorías. El artista dio prioridad a la línea sobre el color trabajando a partir de figuras bien definidas en su contorno, que obtienen volumen y detalles gracias al sombreado al carboncillo. En algunos casos, sin embargo, quiso jugar con los contrastes de luces y sombras y renunciar al sombreado, como si algunas de las figuras estuvieran inacabadas

El histórico activista José María Carreras, quien, perteneciendo a la Sociedad de Peluqueros de Sant Martí, había participado en el primer congreso de Solidaridad Nacional (septiembre de 1908), dedicó a esta carpeta un breve pero elogioso artículo en Espoir (núm. 129, 21 junio de 1964), pero poco rastro más parece haber dejado esta publicación de Monrós-Sender, de la que en ninguna parte se indica ni la tirada (que es de suponer que fuera corta) ni tampoco el año de publicación.

Tanto Carreras como Sender sitúan la obra de Monrós en la tradición goyesca de Los desastres de la guerra, y en buena medida el segundo, si bien destaca algunos de los dibujos como los que más le han impresionado, parece seguir bastante de cerca las parcas apreciaciones y reflexiones del escritor aragonés (por entonces exiliado en Estados Unidos). 

Muertes para mi valle.

Por su parte, Monrós firmó también las tres ilustraciones que acompañaron la publicación en 1967 de Patìu nella giungla del Satarì, de Bruno Valvesia, aparecida en Novara (Italia), así como, ya en la década de 1970, ilustraciones para algunas de las publicaciones periódicas anarquistas del exilio más importantes de Europa (como Cénit, por ejemplo).

También de esa década, de 1976 concretamente, es la publicación del poemario elegíaco del también exiliado en Canadá Federico Arcos Martínez (1920-2015) Momentos. Compendio poético, en el que se ha percibido la influencia de la poesía romántica española, así como la de Machado y León Felipe. La primera edición apareció en Detroit (Michigan) a cargo del grupo Black Red, en cuyo periódico afín Fifth Estate Arcos colaboró a menudo. La impresión la llevó a cabo la cooperativa Detroit Printing Co-Op creada por los anarquistas de origen checoslovaco Fredy Perlman y Danielle Aubert con una offset Harris de más de medio siglo de veteranía. La misma editorial lo reimprimió en 2004.

Ilustración de Momentos.

No consta que antes de su muerte, en septiembre de 1995, Alfred Monrós publicara más dibujos, aunque están por ver algunos libritos de poesía infantil firmados por Adrienne Messier (Battement d’ailes, Premières envolées y La magie des choses) y publicados por la pequeña editorial Beauchemin en los primeros años sesenta.

Fuentes:

Anónimo, con fotografías de J. J. Sénecal, «L’exposition d’octobre révélera Alfred Monros», La Patrie (Montreal) 30 de septiembre de 1956, pp. 97 y 117.

José María Carreras, «Arte y antifranquismo», Espoir, 21 de junio de 1964, p. 5.

Diari Oficial de la Generaliat de Catalunya, 20 de noviembre de 1938, pp. 684-685.

Inés Escudero Gruber, «La guerra perenne. Persistencias de un conflicto en imágenes», en Alberto Castán Chocarro, Concha Lombra Serrano y María Pilar Poblador, coords., El tiempo y el arte. Reflexiones sobre el gusto, IV, Diputación Provincial de Zaragoza- Institución Fernando el Católico, 2018, pp. 433-444.

Estel Negre, «Alfred Monrós Julià (1910-1995)».

«Recordando a Federico Arcos», texto basado en el discurso que David Watson pronunció en el homenaje a Federico Arcos en el Cass Cafe de Detroit el 19 de julio de 2015, traducido por Antonia Ruiz Cabezas, en el blog de la Fundación Anselmo Lorenzo.

Pierre Saucier, «Alfred Monros, compatriote de Clavé et Picasso a transporté broses et chévalet a Montreal. Entrevue a un classique de notre temps», La Patrie (Montreal) 22 de agosto de 1954, pp. 80-81 y 90.

«El secreto» de Sender, un arsenal de armas oculto en una imprenta

De pasada y como quien no quiere la cosa, en la biografía que de Albert Camus escribió Olivier Todd y publicó en español Tusquets en 1997 se menciona que participó en el montaje teatral de «algunas piececillas en las fiestas organizadas en diciembre de 1936 en los suburbios de Argel por la publicación [comunista] La lutte sociale, así como una obra realista de Ramón J. Sender, El secreto». La puesta en escena de la obra senderiana se produjo concretamente el día 6 del mencionado mes y corrió a cargo del Théatre du Travail, que previamente había estrenado clandestinamente fragmentos de la obra colectiva Révolte dans les Asturies (también de tema español y prohibida por las autoridades) y  cuyo repertorio se nutrió luego de textos de Esquilo (525 a. C.-456 a. C.), Gorki (1868-1936), Georges Courteline (1858-1929) y Malraux (1901-1976), entre otros.

Aunque con cierta periodicidad siempre hay quien reivindica puntos de interés en el teatro de Sender, lo cierto es que su abrumadora ‒cualitativa y cuantitativamente‒ obra narrativa ha sepultado unos cuantos textos de Sender que no puede decirse que sean tampoco fácilmente accesibles. De 2001 es la edición que Jesús Vived Mairal (1932-2018) hizo de una de las obras más conocida de Sender, La llave, que publicó el Centro de Estudios Senderianos, pero muchas otras obras no pudieron leerse más o menos fácilmente hasta la edición en 2015 del Teatro completo publicado en la colección Larumbe, en edición de Manuel Aznar Soler, quien la acompaña además de una muy completa y rigurosa introducción.

Ya en 2001 Aznar Soler había dedicado un esclarecedor análisis a «La literatura dramática de Ramón J. Sender: de El secreto (1935) a Comedia del diantre (1969)» en el que concluía acerca de El secreto que «reúne en su concisión esquemática y en su planteamiento directo de la lucha de clases, todas las características (“obras teatrales un un acto, de acción rápida y contenido ideológico de clase”, en palabras de la revista Octubre) que, según la estética marxista, debían singularizar al teatro revolucionario de agitación y propaganda». .En cuanto a la acción, transcurre a principios de los años veinte en una comisaría barcelonesa, donde dos sindicalistas son interrogados para averiguar dónde se oculta una imprenta clandestina, que en realidad, pero la policía lo ignora, no es sino un arsenal preparado para activar una huelga.

La edición prínceps de El secreto apareció en la primera etapa de la revista creada en Valencia por Josep Renau Nueva Cultura (en el quinto número, fechado en junio-julio de 1935 y entre las páginas 10-13) tras el título «Teatro revolucionario: El secreto: Drama social en un acto». Ese mismo año las modestas Ediciones Tensor de Madrid, surgidas de la efímera revista homónima creada en agosto por el propio Sender, publicaban ya una edición suelta de esta obra de dieciséis páginas encuadernadas con cubiertas de cartulina y en un formato de 18,5 x 12 cms. La revista declaraba como sede el número 43 de la calle Menéndez Pelayo, que era el domicilio de Sender, y Pi Margall, 9, correspondiente a Yagües Editor, que no era otro que José María Yagües (hermano del tipógrafo Carlos) y donde el año anterior Sender había publicado Proclamación de la sonrisa y La noche de las cien cabezas; tanto estos libros como la revista las imprimió el por entonces activísimo Juan Pueyo (con sede en la calle Luna, 29).

Según declara, si las cosas iban bien Tensor tenía el propósito de publicar algunas obras breves, pero el caso es que solo apareció la de Sender, si bien el tercer número de la revista publicó la novela colectiva La historia de un día de la vida española, entre cuyos autores se ha identificado a Joaquín Arderius (1885-1969), César Arconada (1898-1964), María Teresa León (1903-1988), José Herera Petere (1909-1977) e Ildefonso-Manuel Gil (1912-2003), entre otros, además del propio Sender. A saber por qué esta peculiar obra colectiva no se convirtió en el segundo volumen de Ediciones Tensor.

Melià y Cibrián.

A finales de ese mismo año 1935 ya se avanzó en prensa la noticia de que Benito Cibrián (1890-1974) estaba preparando el estreno de El secreto, pero lo cierto es que este no se produjo hasta mayo del año siguiente, en el madrileño Teatro Cervantes, y luego la compañía de Cibrián y Pepita Melià (1893-1990) la presentó también en Albacete y Alicante. Además, aún en 1936, se representó en el Monumental Cinema de Zaragoza, en el Teatro Robledo de Gijón, en el Teatro Pereda de Santander (junto con El bazar de la providencia de Alberti y Crimen, de Arderíus), en el Teatro Popular que dirigía Luis Mussot (1896-1980) (con fragmentos de La vida es sueño y Fuenteovejuna, un montaje de El Gil Gil de Alberti y ¡No pasarán! de Mussot), que se añadían al ya mencionado montaje del Théatre du Travail en Argel. Probablemente, el envejecimiento de los repertorios de las compañías hasta entonces en activo y la escasez de obras adecuadas para tiempos de guerra y revolución como los iniciados en julio de 1936 favorecieron esta presencia en los escenarios de El secreto en esos años.

Fue precisamente el arranque de la guerra civil lo que hizo imposible la publicación de un volumen del que había hablado Sender en el vespertino Claridad (el 3 de julio), Cinco peripecias para la escena, que debía incluir cinco obras teatrales breves y de carácter revolucionario: El Cristo, El sumario, La llave, El duelo y El secreto, de las que hasta el momento solo conocemos la tercera (hallada por Vived Mairal en el Archivo General de la Administración Civil del Estado) y El secreto. El propio Sender daba los manuscritos de las cuatro primeras por perdidos como consecuencia de la guerra, aunque constan los estrenos de alguna de ellas.

Sin embargo, en 1937 aparecen dos nuevas ediciones de El secreto: una muy poco estudiada (sin apenas datos de lugar ni fecha de impresión) en el ámbito de la LXIII Brigada, cuyo grupo teatral de la III División la puso en escena en septiembre junto con La real gana, de Carlos Arniches (1866-1943), de la que incluso se ha mencionado a menudo como fecha de impresión 1936 sin que sea fácil desmentirlo. Previamente, en junio de 1937, también el grupo del II Batallón de la 67 Brigada la había montado.

En Barcelona, esta obra senderiana la había dado a conocer en escena el Grup de l’Ateneu Republicà de Gràcia en el Orfeó Gracienc, pero en 1937 se anunció para el 18 una representación a cargo del grupo Teatre del Poble en el marco de un festival de teatro antifascista (junto con La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde) y el 23 de ese mismo mes puso colofón a un mitin en el que intervinieron Enrique Crusat, Salvador Roca, José Bobet, Caridad Mercader y Manuel Culebra (es decir, Manuel Andújar).

La otra edición de 1937 es la traducción al catalán a cargo del escritor y crítico teatral Manuel Valldeperes (1902-1970), que se títuló El secret. Drama social en un acte como número 110 de la legendaria Col·lecció Teatral y acompañada de La cartera, de Mirbeau, en versión de Carles Costa, cuya fecha de final de impresión indica el 1 de febrero. No eran habituales en esta colección que venía publicando desde 1932 la Editorial Millà la publicación de traducciones, si bien habían aparecido  L’home i les armes, de Bernard Shaw, en 1934, Nostra Natatxa, de Alejandro Casona, en 1936, y ese 1937 aparecería también Alberg de nit, de Gorki.

Tanto esta colección como la que la misma editorial destinaba al Teatre d’Infants las imprimió durante la guerra la Tipografia Lluís Guia, una muy meritoria pero poco conocida empresa ubicada en la calle Villarroel que a finales de 1938 llegó incluso a actuar como editora de una pequeña tirada (200 ejemplares) del interesantísimo volumen La porta oberta, de Carles Pi i Sunyer (1888-1971), con ilustraciones de Josep Narro (1902-1994), como  «Lluís Guia, impresor», y de cuyas prensas saldrían también durante la guerra algunos de los títulos de las editoriales Barcino y Bosch, así como los números de esos meses de los Quaderns Literaris de Josep Janés i Olivé (1913-1959).

Hasta 1969 no volvería a publicarse en España un libro de teatro senderiano, Comedia del diantre y otras dos, en Destino (Áncora y Delfín 330), que incluía Los Antofagastas y Donde crece la marihuana. De la primera había aparecido una versión apenas distinta en la colección mexicana Los Presentes de Ediciones de Andrea, en 1958, con el título El diantre: tragicomedia para el cine según un cuento de Andreiev, mientras que Donde crece la marihuana se había publicado seriada en los números 362, 363 y 364 (correspondientes al 28 de enero y 11 y 25 de febrero de 1967) de la revista madrileña La Estafeta Literaria (apareció luego en volumen, en Escelicer, en 1973).

El eminente senderiano Francisco Carrasquer (1915-2012) escribió sobre las obras incluidas en ese volumen includio en Áncora y Delfín en 1969: «A veces me inclino a creer que son estas obras más para leerlas que para representarlas. Pero no estoy muy seguro, porque del teatro de Valle-Inclán se había dicho lo mismo»…

Ramón J. Sender.

Fuentes:

Manuel Aznar Soler, «La literatura dramática de Ramón J. Sender: de El secreto (1935) a Comedia del diantre (1969)», en José Domingo Duelas Lorente, ed., Sender y su tiempo. Crónica de un sigloe. Actas del II Congreso sobre Ramón J. Sender, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001, pp.

Luis A. Esteve Juárez, «Manuel Culebra (Manuel Andújar) sobre Ramón J. Sender: tres artículos juveniles (1936-1938)», Alazet, núm. 30 (2018), pp. 219-237.

Irene González Escudero, «El secreto de Ramón J. Sender: Una puesta en escena para la renovación del teatro español de principios del siglo XX», Alazet, núm. 26 (2014), pp. 259-287.

Robert Marrast, El teatre durant la guerra civil espanyola. Assaig d’història i documents, Barcelona Publicacions de l’Institut del Teatre- Edicions 62 (Monografies de Teatre 8), 1978.

Ramón J. Sender, La llave (Drama en un acto), edición y estudio introductorio de Jesús Vived Mairal, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001.

Olivier Todd, Albert Camus. Una vida, traducción de Mauro Armiño, Barcelona, Tusquets, 1997.

Ramón J. Sender, Teatro completo, edición, introducción y notas de Manuel Aznar Soler, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2015.

Jesús Vived Mairal, Ramón J. Sender. Biografía, Madrid, Páginas de Espuma, 2002.

Parada y fonda: Gara d’Edizions

Todo buen lector de Ramón J. Sender, incluso aquellos que sólo conocen sus obras mayores (Crónica del alba, Réquiem por un campesino español, El lugar de un hombre, etc.) está más o menos familiarizado con una buena cantidad de aragonesismos (birla, bandea, pijaito, fuineta),  aun cuando a veces se trate sólo del empleo del sufijo ico/ica (botellica, por ejemplo) o aragonesismos fonéticos.

O Prenzipet, de Antoine de Saint-Exupéry.

Sin embargo, el propósito del lexicógrafo, traductor y editor Chusé Aragüés (Chusé Maria Aragüés) al crear en 1993 Gara d’Edizions iba por otros derroteros bastante distintos, pues, según explicita la página web de la editorial tiene «la intención de que la lengua aragonesa, minoritaria y minorizada, pueda ser empleada en la lectura de obras literarias universales». Esto es muy consecuente con la trayectoria previa de Aragüés y se pone particularmente de manifiesto cuando se consignan los primeros libros publicados por Gara: la traducción del propio Aragüés de Chil, o Torrero da Ham (1993), de Tolkien; A metamorfosis (1993), de Franz Kafka, en versión de Pacual Miguel Ballestín; Suenios d’un sedutor, de Woody Allen, vertido al aragonés por Miguel Ánchel Barcos; O Prenzipet (1994), de Antoine de Saint-Exupéry, también traducido por Aragüés, al igual que el año siguiente el Réquiem por un labrador español, de Sender con una portada original de Antonio Saura,  o Alizia en o País de as Marabiellas (1995), de Lewis Carroll y con las clásicas ilustraciones de John Tenniel, traducido por Antonio Gil Ereza.

Réquiem por un labrador español, de Ramón J. Sender.

Chusé Aragüés, formado en filosofía y sociología, era ya director de Prames (una editorial dedicada a guías turísticas, de deportes y de naturaleza y paisajes en un sentido muy amplio) y un activista por la lengua cuando se decidió a poner en pie el proyecto. Consecuencia lógica de su interés por la pervivencia del aragonés como lengua es su actividad en el ámbito del grupo de poetas y juglares Silbo Vulnerado organizando un repertorio de obras en esta lengua, y se contó también entre los fundadores del Ligallo de Fablans de l’Aragonés (Liga de Hablantes de Aragonés), asociación que publicó en 1989 una herramienta fundamental preparada por Aragües, su Dizionario aragonés-castellán y castellano-aragonés (reeditado en Gara en 1993). Según ha contado él mismo, el impulso de crear Gara d’Edizions nació del amor por el aragonés y por la literatura, pero también es cierto, y la evolución del catálogo da buena muestra de ello, que la especialización inicial fue dando paso a una progresiva apertura del abanico de intereses. Por un lado, abriendo las puertas a creadores literarios en aragonés y, por otra, traduciendo al español obras escritas originalmente en aragonés y en catalán (del propio Aragüés es por ejemplo la traducción de Licantropía [2015], de Carles Terès, galardonada con el Premi Guillem Nicolau en 2011) e incluso a otras lenguas obras de escritores aragoneses (casos por ejemplo de la versión francesa de El fragor del agua, José Giménez Corbatón, o la rusa de Reloj de bolsillo, de Chusé Inazio Nabarro).

Un lolo que leyeba novelas d´amor, de Luis Sepúlveda.

Pero desde el mismo año 1993 estaban abiertas esas distintas posibilidades, pues se crearon ya entonces las principales colecciones: Finestra Batalera y Libros de Pocha (destinadas a traducciones al aragonés y donde además de las mencionadas han aparecido obras de Julio Llamazares, J.M. Barrie, Luis Sepúlveda, Georges Orwell o Jesús Moncada), los Clásicos Bernardo Larrosa (dedicada a ediciones críticas de aparición muy irregular), Arto (destinada a obras de creación en aragonés), Ainas (estudios e investigaciones sobre el idioma) y, en colaboración con el Institución Fernando el Católico, Documenta (dedicada a la recuperación de grandes estudios históricos sobre la lengua, donde apareció por ejemplo el Diccionario dialectal altoaragonés. 1944, de Hortensia B. Bernad, con prólogo de Pascual Miguel y Chesús Casaus).

El cura de Almuniaced, de José Ramón Arana.

Más recientes son las colecciones Miszelania (2008), Viceversa (2010), donde se han publicado las traducciones al ruso de Aleksey Yéschenko de Reloj de pocha, de Chusé Inazio Nabarro, y A fragor da l’augua, de José Giménez Corbatón, así como diversas traducciones al francés y al español de obras en aragonés y otras escritas originalmente en español (Roberto Artl, por ejemplo) o traducidas de otras lenguas al español (el ruso Yevgueny Zamiatin, entre ellos), o la colección Mareta (2012), donde se han publicado poemarios de Andrei Cristian Mendelau, Raúl González Tuñón, Ramón Meseguer Albiac, Rosendo Tello Aína…

Al frente de Prames, una sociedad anónima en la que participan la Federación Aragonesa de Montañismo, como impulsora inicial, además de clubs de montañeros, particulares interesados en la materia, CAI e Ibercaja, Aragüés se ocupó de la coordinación para publicar algunos libros singulares, como es el caso de la edición ilustrada com obra original de Moncada de Estremida memòria, en coedición con Edicions 62, o la edición bilingüe de Mequinenza. Vila, aigua i gent, también de Jesús Moncada (1941-2005).

Estremida memòria, de Jesús Moncada.

En cuanto a Gara, es básicamente una iniciativa unipersonal en la que Aragüés se ha rodeado de un buen número de colaboradores —más de uno de ellos pertenecientes a la Academia de l’Aragonés, creada en 2006 —, y que ha visto reconocida su trayectoria y labor en favor del aragonés con galardones como Premi Franja 2017 o el Premi Franja de Cultura i Teritori 2018, y en el acto de entrega de este último Artur Quintana (presidente de Iniciativa Cultural de la Franja), señaló el suyo como «el único caso de editorial privada que edita en aragonés o en catalán en Aragón».  Ciertamente, en Aragón en el siglo XXI la edición en catalán ha ido a cargo de instituciones como el Institut d’Estudis del Baix Cinca (con la colección La Sitja) o la Associació Cultural del Matarranya (con colecciones como Lo Trill y Lo Trull), mientras que la edición, también muy esporádica, en aragonés ha corrido a cargo de Publicazions d’o Consello d’a Fabla Aragonesa (fundado en 1979), el Instituto de Estudios Altoaragoneses y algunas iniciativas particulares como Edizions de l´Astral, Lola Editorial, Ediciones Braulio Casares (muy activo en la edición de poesía) o Mira Editores.

Fuentes:

Web de Gara d´Edizions.

J. C. «Chusé Aragüés recibió el Premi Franja Cultura i Terrirori El Institut dÉstudis del Baix Cinca», Diario del Alto Aragón, 2 de diciembre de 2018.

Librería de Cazarabet, «Cazarabet conversa con Chusé Aragües» (entrevista), web de Cazarabet.

Francho Nagore Laín, «Bibliografía sobre aragonés y catalán, lenguas minoritarias en aragón», Zaragoza, Consello d’a Choventú d’Aragon, 1999.

José Luis Negre Carasol, «Aragonesismos en Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender», Argensola, núm. 96 (1983), pp. 325-336.

Gran Enciclopedia Aragonesa.

Maribel S. Timoneda, «Chusé Aragüés, Premi Franja: “Quiero al castellano, estic enamorat del català y amo profundamén l’aragonés»» (entrevista), Diaro de Teruel, 4 de diciembre de 2018.

Vázquez Obrador, « Aragonesismos en Crónica del alba de Ramón J. Sender», Argensola, núm. 90 (1980), pp. 369-392.

La recuperación (o la quema) editorial de Ramón J. Sender en España

En su documentadísima biografía de Ramón J. Sender (1901-1982), Jesús Vived Mairal cita una carta bastante interesante en relación al Premio Planeta, que el escritor aragonés mandó al profesor Francisco Carrasquer el 13 de abril de 1969: «Las novelas que acabo de terminar son En la vida de Ignacio Morel (la mandaré probablemente a Destino) y Tanit, que irá también allí». Conociendo esta intención de publicarla en la editorial de Josep Vergés (1910-2001), dando pie a una abrumadora operación por publicar su obra y cuando Destino aún no formaba parte del entramado planetario ¿cómo es posible que En la vida de Ignacio Morel acabara alzándose con el Premio Planeta en la edición de 1969, a cuya ceremonia de entrega no asistió el autor y cuyo finalista fue el novelista peruano Manuel Scorza (1928-1983) con Redoble por rancas?

Vived Mairal da algunas claves para comprender cómo y quién le invitó a participar (vale la pena leerlas), pero en cualquier caso a partir de ese momento se ponía en marcha, propiciado sobre todo por el cambio de actitud de la censura española hacia la obra y la persona de Sender, lo que el ya mencionado Francisco Carrasquer describió como  «un pequeño alud de títulos» senderianos y José-Carlos Mainer como «una avalancha». Lejos quedaban los años en que, sin ningún género de duda por el solo hecho de llevar la firma de Sender, la circulación de sus libros era impedida tajantemente por la censura. De hecho, la prohibición de Florentino Pérez-Embid (secretario general de Información) a que José Janés pudiera publicar en un volumen los tres primeros libros de Crónica del Alba, después de haber sido autorizada por el censor Javier Dieta (en lo que Fernando Larraz considera «una de las declaraciones más contundentes que pueden encontrarse de veto a un autor con independencia del carácter de sus obras»), databa del entonces lejano 1956.

Ramón J. Sender.

En años inmediatamente previos a la concesión del Planeta, la Editorial Magisterio Español había contado con La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (aparecida en Las Américas Publishing en 1964), con prólogo de Carmen Laforet, para reactivar su colección Novelas y Cuentos en 1967 bajo la dirección de Manuel Cerezales, y luego añadiría a su heterogéneo catálogo la exitosa y divertida serie sobre Nancy y La llave y otras narraciones. Es decir, su política parecía ser la recuperación de textos ya publicados en el exilio, y el éxito de La tesis de Nancy les llevó a ocuparse de la edición de los tres siguientes, pero, paradójicamente, el volumen con el ciclo completo de Nancy lo publicaría en 1984 Destino.

De hecho, desde 1965 Destino había sido quien había publicado en España el grueso de la obra de Sender: la a ojos de la censura inocua novela del Oste El bandido adolescente (1965), Tres novelas teresianas (1967), la extravagante novela histórica Las criaturas saturnianas (1968), los relatos de El extraño señor Photynos y otras novelas americanas (1968) y la Comedia del diantre y otras dos (1969), si bien es cierto que a aquellas alturas la obra de Sender en el exilio era lo suficientemente amplia y variada para que aparecieran también muestras de ella en Gredos (Valle-Inclán y la dificultad de la tragedia, en 1965), Delós-Aymà (Crónica del Alba, en tres tomos, en 1965), Magisterio Español (el ya mencionado volumen La llave y otras narraciones, de 1967) o Alianza Editorial (Tres ejemplos de amor y una teoría, en 1969).

Sobrecubierta de la edición de Destino.

La acaso sorprendente concesión del Planeta a Sender no hizo sino acrecentar hasta límites abrumadores ese asombroso ritmo de publicación de una obra que, en su conjunto, era literariamente muy desigual y en cuanto a géneros muy diversa. Tras la publicación de En la vida de Ignacio Morel Planeta le publicaría hasta cuatro novelas más a un ritmo casi anual: Zu, el ángel anfibio (1970), Tánit (1970), El fugitivo (1972) y La mesa de las tres moiras (1974). Y el hecho de que algunos de estos títulos pasaran posteriormente a la colección de bolsillo y el número de ediciones dan fe de la distinta suerte de las obras de Sender publicadas por Planeta, entre cuyos éxitos destaca, junto a la novela premiada, una novela en apariencia poco apreciada por la crítica senderiana pero bastante jugosa: Tánit.

Por entonces dirigía la Colección Popular de Planeta Rafael Borrás Betriu con un consejo de redacción de lujo formado por Mª Teresa Arbó, Marcel Plans, Carlos Pujol y Xavier Vilaró. La Popular se alimentaba básicamente de los éxitos de la colección Autores Españoles e Hispanoamericanos y era el destino final de las novelas premiadas por la editorial (antes del resurgir de las colecciones de quiosco). Entre sus cien primeros títulos figuran, además de Tánit (núm. 31) y En la vida de Ignacio Morel (núm. 68), tanto las obras de Álvaro de Laiglesia, Ángel Palomino y Torcuato Luca de Tena como textos literariamente más ambiciosos de Ignacio Aldecoa, Gonzalo Suárez, Juan Marsé, Ana María Matute o Carmen Laforet y, entre los extranjeros, Juan Rulfo, Hemingway, Steinbeck y Kippling. Se trata de una colección de grandes éxitos, como queda claro en el empeño de indicar (impreso en la cubierta) el número de ejemplares vendidos. A título de ejemplo, en la cubierta de la segunda edición de Tánit (1982) se declara haber vendido 45.000 ejemplares de la primera, y en la segunda de Las uvas de la ira se señalan 90.000 ejemplares vendidos (la 1ª ed. es de junio de 1978).

Además, eso no detuvo la publicación de otros libros senderianos en otras editoriales, particularmente en Destino (La antesala en 1970, Túpac Amaru en 1973, Las Tres Sorores en 1974…), pero también en Escelicer (Donde crece la marihuana, 1973) y Akal (Cronus y la señora con rabo), además de las ya consignadas novelas de Nancy en Magisterio Español.

Cuando finalmente en 1974 Sender regresó por primera vez a España, invitado por la Fundación General Mediterránea para dar un ciclo de conferencias en diversas ciudades, y para someterse también a una enorme cantidad de entrevistas y actos promocionales de su obra, el lector español se encontraba sometido al asfixiante ritmo al que se le ofrecían novedades bibliográficas del polígrafo aragonés. Aunque no pudo entrar en la Real Academia Española, pese al intento de Dámaso Alonso, por el hecho de no tener pasaporte español, quizá si finalmente hubiera obtenido el Nobel (como solicitó el Spanish Institute de Nueva York), a la larga la suerte de la obra senderiana hubiera sido otra.

En cualquier caso, en tales circunstancias de bombardeo editorial, no es de extrañar que la obra de Sender haya sido de digestión lenta y que aún hoy depare inesperadas sorpresas (ya sean sus obras teatrales, sus novelas policíacas o sus relatos) a quienes de pronto descubren alguno de sus títulos que, en su momento, pasaron inevitablemente desapercibidos. Hoy tal vez podríamos decir que, pese a la supervivencia del puñado de títulos de primer rango (Imán, Mr. Witt en el Cantón, El lugar de un hombre, Crónica del alba, Réquiem por un campesino español) esas desenfrenadas políticas editoriales «quemaron» al autor, sepultando buena parte de su obra.

Fuentes:

Luz C. de Watts, Veintiún días con Sender en España, Barcelona, Destino (Áncora y Delfín 480), 1976.

Fernando Larraz, Letricidio español. Censura y novela durante el franquismo, Gijón, Trea, 2014.

Jesús Vived Mairal, Ramón J. Sender. Biografía, Madrid, Páginas de Espuma (Voces Clásicas 14), 2002.

Una errata de campeonato (y la mala pata de Ramón J. Sender)

“Defendía las erratas en nombre de la libertad de imprenta”

Max Aub

Es bien conocida la obsesión de Ramón J. Sender por retocar una y otra vez algunas de sus obras, en algunos casos para afinar cuestiones de estilo, pero más a menudo para reestructurar algunas novelas, fusionar varias de ellas o reconvertirlas, cosa que siempre conlleva el riesgo de arreglar algunas cosas y estropear otras. La cuestión de los cambios de título, en el caso de Sender, son peccata minuta, y seguir el proceso mediante el cual una novela breve como El Tonatio (Historia de un soneto) se convierte en El extraño señor Photynos resulta bastante asombroso, y abundan los casos similares. Como es también conocido, una de las novelas más célebres de Sender, Réquiem por un campesino español (Nueva York, Las Americas Publishing, 1960), se dio a conocer por primera vez en México con el título Mosén Millán en la colección Aquelarre.

Hace ya un tiempo, el escritor Sergio Molino se entretenía en glosar una errata bastante suculenta, y unos años despues Begoña Tauler recogía en su blog Érase una vez, entre otros casos no menos jugosos, ese mismo patinazo procedente de la edición de Editores Mexicanos Unidos que había reconvertido por su cuenta y riesgo el título en la cubierta por Réquiem para un campesino español, y como bien sabe el seguidor de Negritas y Cursivas, cuando una errata se cebaba en una obra de Sender, era difícil erradicarla, por disparatada que ésta fuera. En el caso de esa desafortunada errata, lo realmente asombroso es que se vio repetida en la portada de las ediciones de Editores Mexicanos Unidos hasta los primeros años setenta, aun cuando el diseño de las mismas iba cambiando.

1968.

Sin embargo, la pionera en meter la pata en este asunto parece ser que fue Editores Mexicanos Unidos que la creó en una primera edición de esta novela de Sender prologada por Julia Uceda (n. 1925) y con el texto ya mencionado de Bernadette, en 1968; la mantuvo en la de 1970, la reiteró en 1971, y con un tercer diseño de portada, volvió a repetirla en su edición de 1975. Una marca difícil de superar. Dándole vueltas al asunto, uno podría suponer que el diseño de 1968 y 1970, al disponer de semejante modo «para un campesino español» lo que pretendía era crear un remedo de acróstico en el que se leería «Réquiem PCE», lo que sin duda podría tener su gracia en ese momento histórico y procedente de un editor anarquista,  pero eso no basta para explicar la errata por/para.

1971. La errata aparece sólo en la cubierta, pero no en la portada, y atribuida a Editorial Puente (Editores Mexicanos Unidos).

A pesar de su nombre, al frente de Editores Mexicanos Unidos había ciertamente un solo editor, el anarquista Fidel Miró (1910-1998), que era catalán de origen, si bien el resultado de la guerra civil española lo había llevado, tras un paso por Francia y por la República Dominicana, a la capital mexicana en 1944. En México se sumergió de inmediato en el mundo del libro, inicialmente en la Unión Distribuidora de Ediciones de su excompañero en las Juventudes Libertarias Ricard Mestre Ventura (1906-1997), quien tras el cese de actividad de la editorial Minerva (1940-1946) se había pasado al ámbito de la distribución. También Miró hizo sus pinitos en este ramo, con la creación de México Lee, como paso previo a la fundación con Bartomeu Costa-Amic (1911-2002) y Pedro Frank de Andrea (n.1912-¿?) de Libro Mex Editores.

Editores Mexicanos Unidos, 1971. Adviértase la mínima diferencia de diseño con la anterior.

Fue sin embargo cuando se cumplía una década de su llegada a México, en 1954, cuando, una vez disuelta la asociación con Costa-Amic, creó Editores Mexicanos Unidos, que aún hoy sigue en funcionamiento en manos de sus descendientes. Además de alguna que otra obra del propio Miró (Cataluña, los trabajadores y el problema de las nacionalidades, entre ellas), desde esta editorial se han dado a conocer algunas obras que han contribuido a divulgar el pensamiento libertario en América, además de a autores tan diversos como Flaubert, Saint-Exupéry, Galdós, Rómulo Gallegos, Hemingway o Rubén Darío, en la colección de Literatura Universal, o antologías poéticas de Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Nicolás Guillén o Alfonsina Storni entre otros muchos.

 

1975. El año anterior había sido autorizada su publicación en España.

 

Es cierto, como todo corrector más o menos avezado sabe, que las cubiertas, portadas y portadillas son una auténtica trampa, y que la vista tiene una poderosa tendencia a pasar rápidamente sobre ellas, no sólo porque debería ser lo más cuidado, sino también porque el mayor tamaño de la letra hace impensable que se produzca ahí una errata. Pero ese mismo corrector sabe que la errata está siempre agazapada donde menos se la espera dispuesta a saltar a la vista.

Aun así, el caso de la mala pata de Sender con las erratas es digno también de un estudio pormenorizado, porque parece un campo abonado.

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Fuentes:

Teresa Férriz, La edición catalana en México, Jalisco, El Colegio de Jalisco, 1998.

Rafael Maestre Marín y Pilar Molina Beneyto, “Editores Mexicanos Unidos: La obra cultural del exiliado Fidel Miró”, Migraciones & Exilios. Cuadernos de la Asociación para el Estudio de los Exilios y Migraciones Ibéricos Contemporáneos (AEMIC), núm. 2 (diciembre de 2001), pp. 241-247.

Josep Mengual Català, “Intertextualidad y proceso creativo en El extraño señor Photynos”, en Fermín Gil encalbo y Juan Carlos Ara Torralba, eds., El lugar de Sender, Instituto de Estudios Altoaragoneses-Instituto Fernando el Católico, 1997, pp. 527-538.

Sergio del Molino,»Fe de errores«, Blog de Sergio del Molino, 31 de enero de 2011.

Juan Tapia, “Fidel Miró y el movimiento libertario de Cataluña”, Destino, núm 1.967 (14 de junio de 1975), p. 36.

Begoña Tauler, “Portadas con errores… (erratas y otros deslices)Érase una vez, 24 de septiembre de 2013.

Jesús Vived Mayral, Ramón J. Sender. Biografía, Madrid, Páginas de Espuma (Voces/Clásicas), 2000.

Joan Balagué, editor, y los nuevos escritores

Al abordar la efímera Col·lecció Balagué destinada a principios de la década de 1930 a descubrir nuevos talentos de la literatura catalana, suele evocarse el fragmento de las memorias de Sebastià Juan Arbó (1902-1984) en que expone las gestiones de Ramon Xuriguera (1901-1966) ante el librero Joan Balagué i Pallarés (1893-1965):

Sebastià Juan Arbó.

Xuriguera había convencido al librero Balaguer [sic] para lanzar una colección; se trataría de novelas breves –entre cuento y novela– y cada una con el retrato del autor –tenía su vanidad–, hecho por un artista.

En la colección publicó una obra suya, creo que Espills dormits, para la cual le hizo [Emili] Grau Sala un bonito retrato, donde se le veía, con su cara redonda y su aire satisfecho, interpretado estupendamente.

Me pidió alguna obrita; yo tenía unas notas escritas en momentos de mal humor, en que desahogaba los venenos del alma, las decepciones acumuladas, y me aliviaba. Las reuní, les puse por título Notes d´un estudiant que va morir boig, obra que después, con diferentes títulos, corregida y aumentada, se ha hecho en repetidas ediciones.

Con este motivo, Emilio (Grau Sala) me hizo el retrato.

Rosa M. Arquimbau.

Sin embargo, el librero Joan Balagué ya tenía por aquel entonces una cierta trayectoria como editor al frente de la Editorial Lux, e incluso por aquellos mismos años había iniciado en catalán una Colecció Balagué, que inicialmente y de manera efímera apareció bajo el sello de Lux, como es el caso de  La dona dels ulls que parlaven i altres contes (1930), de una jovencísima Rosa Maria Arquimbau i Cardil (1909-1992) (primer número de una serie Fémina, del que parece fue el único publicado), un volumen de una Serie Nacional iniciada en 1929 con la novela de Josep M. Francès (1891-1966) La rossa de mal pèl, la obra del filósofo bohemio Diego Ruiz El crim dels Reis Catòlics i la fi de la missió de Castella (1931) o tres volúmenes de una Serie Internacional en 1930 entre los que figuraban las obras de Henri Barbusse El foc (en traducción de Santiago Masferrer i Cantó) y Elevació (en traducción del propio Joan Balagué), con cubiertas ilustradas a color por Sáinz de Morales. Posteriormente la colección, con un rumbo un tanto errático, pasó a estar auspiciada por la Librería Vilella.

Segunda edición (o reentape de la primera) de El Foc (Colecció Balaguer. Serie Internacional III, 1930).

 

Bajo el sello de la Librería Vilella se publican, por ejemplo, los dos volúmenes encuadernados en tapa dura y con láminas de la Historia Ilustrada de la Revolución Española, 1870-1931 (1931), de Francisco Caravaca y Antonio Orts-Ramos, o las memorias de Francisco Rispa Perpiñá (Cincuenta años de un conspirador. Memorias político-revolucionarias, 1853-1903), que, aparecidas en 1932, se presentaban como el primer número de una “Serie Biografías” que al parecer no tuvo continuidad.  Del año siguiente son La naturaleza y el hombre: en los fenómenos físicos y biológicos se descubren los fundamentos de la ley moral (1933), de un para mí incógnito A.B. Areny, una reedición del Kyra Kyralina (traducida por Delaville, prologada de Romain Rolland, con una carta de Vicente Blasco Ibáñez, un epílogo de J. Francés y retrato de Shum) que es la misma que ya había aparecido en Lux, con una muy buena cubierta a todo color de Sáinz de Morales.

Y aun paralelamente hay otros títulos en castellano sin otra indicación que su pertenencia a la Colección Balagué y que, salvo una compilación de literatura hispanoamericana que firman Miguel Rivas y el propio Juan Balaguer (y que José Simón Díaz describe como el compendio de “los textos de costumbre, pero llenos de erratas”), son quizá los más interesantes.

Portada de la edición en la Balagué de Imán.

En 1932 aparece la primera edición de Siete domingos rojos, de Ramón J. Sender (1901-1982), de la que sólo se había anticipado un fragmento con el título “Sabotaje” en la revista valenciana Orto en septiembre de ese mismo año. En 1933 se publica en esta misma colección otro libro de Sender, Imán. Novela de la Guerra de Marruecos, de la que sólo había una edición anterior (la de Cénit, de 1930), y la apuesta por Sender prosigue aún en 1933 con la edición del opúsculo Ramón Sender y la novela social, que recoge la serie de seis artículos que Rafael Cansinos Assens (1882-1964) había publicado con este título general en la madrileña revista La Libertad entre el 4 de enero y el 9 de febrero de 1933. El año siguiente este librito se distribuyó gratuitamente entre los lectores con motivo de la Feria del Libro.

El referido comentario de Sebastià Juan Arbó se refiere específicamente a una Nova Serie de la Col·lecció Balagué, de la que se publicaron tan sólo cuatro títulos de jóvenes autores emergentes: Espills dormits (1932), de Ramon Xuriguera; Notes d´un estudiant que va morir boig (1933), de Juan Arbó; La vida d´Olga (1934), de Xavier Benguerel, y Peikea, princesa caníbal  i altres contes oceànics (1934), de Aurora Bertrana (1892-1974)  a los que podrían sumarse, aunque en sentido estricto no pertenecen a ella, la novela Al marge (1933), de Rosa Maria Arquimbau y Desembre. La novela de la Revolució espanyola (1934), del hermano de Ramon, Joan Baptista Xuriguera (1908-1987), entre algunos otros títulos.

En su tesis sobre Ramon Xuriguera, Josep Camps i Arbós especifica que se hacía una doble edición (rústica y tapa dura con sobrecubierta, y como es natural con dos precios distintos) y recoge interesante material epistolar en que se ponen de manifiesto las más que agobiantes dificultades económicas por las que pasaba Balagué para conseguir llevar adelante su proyecto editorial.

Ramon y Joan Baptista Xuriguera.

El mismo epistolario le permite identificar como una de las obras en preparación que no llegaron a ver la luz novela Diagonal, la primera de Ignacio Agustí y la única en catalán, que aparecería en 1934 en la Imprenta Altés, y tampoco pasa por alto Camps i Arbós la poca coincidencia que supone que Josep Janés i Olivé (1913-1959) incorporara poco después a sus Quaderns Literaris tres de las obras publicadas en la Balagué (las de Ramon Xuriguera, Benguerel y Juan Arbó), pues la colección janesiana tenía como uno de sus puntales la misma idea e intenciones que se expresaba en la publicidad de esta Nova Serie de la Col·lecció Balagué: “Los autores más destacados de la actual generación” y “Las corrientes más significativas de la moderna producción catalana”.

Cubierta y portada de la edición de 1936 d´Espills adormits en los Quaderns Literaris de Josep Janés.

Fuentes:

Just Arévalo, «Notes sobre editors, col·leccions i obres populars i de consum que sí varen existir a la Barcelona del primer terç del segle.» Marges, Els: revista de llengua i literatura, núm. 67 (2000), pp. 107-124.

Josep Camps i Arbós, Ramon Xuriguera (1901-1966). Ideología, activitat cultural y literatura, tesis doctoral presentada en el Departament de Filologia Catalana de la Universitat Autònoma de Barcelona en septiembre de 2004, publicada con el mismo titulo en Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 2007.

Josep Miquel Ramis, “Autotraducció i història d’un text literari. Hores en blanc. Notes d’un estudiant que va morir boig, de Sebastià Juan Arbó”, Revista de Filología Románica, núm. 2, vol. 29, pp. 319-336.

Ignacio C. Soriano y Francisco Madrid, Bibliografía del anarquismo en España, 1868-1939. Enriquecida con notas y comentarios, esdocs.org

 

Libros en francés en México. La segunda etapa de Quetzal.

Exlibris de Costa-Amic.

En su exilio en México, el que llegaría a ser el gran editor Bartomeu Costa-Amic (1911-2002) hizo sin apenas pausa dos tentativas de iniciar negocios editoriales antes de hacerse cargo de Quetzal, la empresa unipersonal creada por el escritor aragonés Ramón J. Sender (1982).

El primero de ellos, Ediciones Libres, fue un proyecto colectivo en que que participaron también Julián Gorkín (Julián Gómez García, 1901-1987), Ermilo Abreu Gómez, José Muñoz Costa y Daniel Castañeda, y contó con la colaboración de Marceau Pivert y Víctor Serge (1890-1947), además de los valiosos conocimientos que podía aportar el legendario impresor y encuadernador Jacob (o Jack) Abrams (1894-1980), quien, residente en México desde 1926, mantenía lazos de amistad con el grupo Tierra y Libertad. Ediciones Libres publicó sólo tres libros, de los que he sido capaz de identificar Retrato de Stalin (1940), de Víctor Serge en traducción y con prefacio de Julián Gorkín, y al año siguiente Balance de Agustín Lara, un libro luego muy apreciado por los musicólogos, del profesor de composición del Conservatorio Nacional Daniel Castañeda.

El segundo intento de Costa-Amic, desbaratado el primero por previsibles dificultades económicas, pudo llevarlo a cabo gracias a la contribución de dos hermanos judíos de origen polaco, los Kluger. Según cuenta Víctor Alba en el segundo volumen de sus memorias (Sísif y el seu temps), la principal ocupación de Sidney Kluger, además de director ejecutivo de la Congregación Shearith Israel de México, era organizar campañas para recaudar fondos para las más diversas iniciativas (entre las que se contaban, por ejemplo, la lucha de grupos terroristas que en Palestina estaban combatiendo a los ingleses), pero más adelante, en 1966, Kluger se haría célebre como fundador del la Book Bank USA, organización destinada a proveer de libros técnicos y escolares a los necesitados.

Sidney Kluger (1912-2006).

Esta segunda empresa de Costa-Amic y Gorkín tomó el nombre Publicaciones Panamericanas, cuyo primer título probablemente fuera De Versalles a Compiegne. ¿A dónde va Francia?, de Marceau Pivert, acompañado de un prefacio de Julián Gorkín y en traducción del pedagogo y dirigente poumista Enric Adroher i Pascual (1908-1987), conocido también como Gironella, De la relación que esta empresa tuvo con Sender es prueba que uno de sus primeros títulos fuera la reedición de  la novela del escritor aragonés Orden Púiblico (1941), aparecida originalmente en la madrileña Cénit en 1931, que en la contraportada se planteaba como el inicio de un proyecto que debía incluir también las reediciones de La noche de las cien cabezas y Viaje a la aldea del crimen, publicadas ambas por Editorial Pueyo en 1934. Publicó también Costa-Amic, con prólogo de Sender, la traducción que Ceferino Palencia (1889-1963) hizo de El indio y su destino, obra del especialista en historia de los indígenas americanos y Premio Pulitzer Oliver La Farge (que por aquel entonces presidía la American Association on Indian Affairs), quien en 1940 acababa de publicar en Inglaterra, nada menos que en la prestigiosa editorial Jonathan Cape, su traducción de la novela de Sender El lugar de un hombre (traducción publicada originalmente en Nueva York por Duell, Sloan & Pierce).

La producción de las Publicaciones Panamericanas, antes de disolverse, se completaron ese mismo año 1941 con Héroes de la civilización, de Joseph Cottler y Haya Jaffee, ¿Qué hará Norteamérica? de Henry A. Wallace, y Retoño, de Jean Giono, en traducción de Julián Gorkín, autor también del prefacio que la acompaña.

En cuanto a Sender, después de haber publicado Proverbio de la muerteEl lugar del hombre, Hernán Cortés y Mexciayótl, acompañados de algunos libros de Marcel Prenant y Mauricio Magdaleno, mediado 1941 tenía la firme intención de establecerse en Estados Unidos, por lo que traspasó por 100 o 150 dólares sus Ediciones Quetzal a la sociedad creada a tal efecto por Costa-Amic, Gorkín y Michel Berveiller, Quetzal, S.A., que contaban con el respaldo financiero de personalidades con las que Berveiller mantenía contactos profesionales y de amistad . Una de las primeras cosas que hizo ese mismo año la editorial fue abrir una librería, que no tardó en convertirse en centro de reunión de los franceses establecidos en la capital mexicana (como consecuencia de la guerra mundial), así como la revista Análisis. Revista de Hechos e Ideas (primer número de enero de 1942, pero de publicación irregular), en la que reaparecen los nombres de Gorkín, Pivert, Regles, Serge..

Se hace difícil precisar qué libros son los primeros de esta nueva etapa de las Ediciones Quetzal, porque es posible que aparecieran obras programadas por Sender cuando éste ya no se encontraba en México; muy probablemente es el caso de Torbellino (un hombre de treinta años), de Alejandro Gómez Maganda (1910-1984), de Hombres contra Hitler, de Fritz Max Cahen (1891-1966), en traducción de Concha de Albornoz (1900-1972), y de Páginas del destierro, de Álvaro de Albornoz Liminiana (1879-1954).

Julián Gorkín.

El libro fronterizo o gozne entre una etapa y la otra es quizás el por entonces inédito en francés Hitler contra Stalin. La fase decisiva de la guerra mundial, de Victor Serge, aparecido también en 1941. Acerca de su publicación, el propio Gorkín dejó un testimonio valioso:

Coincidiendo con el asesinato de Trotski, publiqué su Retrato de Stalin en una pequeña editorial fundada con mucha voluntad y escasos medios [Ediciones Libres]. Fracasó la empresa, pero ahí quedaba el libro. Media docena de miembros de la rica colonia francesa, que querían encenderle una vela en público a la Francia Libre mientras le encendían otra en privado a la Francia de Vichy, me proporcionaron unos miles de pesos para la fundación de otra editorial [Ediciones Quetzal]. Acababa de llegar Serge a Santo Domingo cuando invadió Hitler a la URSS por sorpresa. Le cablegrafié: «Prepárame el texto de un libro a toda prisa». Agobiado por el calor tropical y por el sentimiento de que «durante estos mismos días, se fusila en las prisiones de Rusia a mis últimos camaradas», escribió en un mes un libro fuerte y ágil: Hitler contra Stalin.

Por su parte, en carta al artista y escritor español exiliado en la República Dominicana Eugenio Granell (1912-2001) fechada el 10 de junio de 1941, escribía Costa-Amic: «Personalmente creo que sería mejor poner una tienda de abarrotes (comestibles y bebestibles), pero mientras haya gente que quiera exponer dinero, pues nosotros adelante».

André Bretón y Eugenio Granell.

Según contó él mismo, Sender había conocido a Victor Serge en casa del director del Banco Nacional de México, Eduardo Villaseñor, cuya esposa convocaba tertulias “afrancesadas” en las que tuvo ocasión de conocer también a a Romain Rolland, a Gustav Regler y coincidió con exiliados republicanos como Enrique Díez-Canedo y León Felipe. Estos círculos eran los que frecuentaba también Berveiller, director del Liceo Francés, en cuya casa conoció Sender a Jules Romains y André Maurois, y a esos mismos círculos de patrocinadores parece aludir Gorkín.

Hitler contra Stalin pertenece, pues, a esa segunda etapa de Ediciones Quetzal, en la que los cambios más evidentes son la desaparición de la serie Un Hombre y una época y  el desplazamiento de la narrativa a una posición residual, si bien el mayor éxito de Quetzal  fue precisamente Clochemerle, de Gabriel Chevalier (con la que se estrenaba la colección Novelas y Cuentos, que venía a sustituir a Las Mejores Novelas de Publicaciones Panamericanas). Costa-Amic describía así la novela satírica de Chevalier:

un libro francés muy cachondo, muy divertido… Este libro fue un éxito porque pronto se agotó una edición [la segunda es de 1942 y tercera de 1947)… Nunca habíamos visto esto en México, los libros se vendían máximo 100 y los demás se tiraban en bodega.

Gabriel Chevalier (1895-1969).

También pueden situarse en esta segunda etapa los títulos de la colección Nuestro Tiempo, que había nacido en el seno de las fugaces Publicaciones Panamericanas, como es el caso de ¿Qué hará Norteamérica?, del por aquel entonces secretario de Agricultura de Estados Unidos Henry A. Wallace, ¿Adónde va Francia?, de Marceau Pivert, y uno de los mayores éxitos de esta empresa: Cómo conseguir y conservar un marido, de Dorothy Dix, traducido por Ernestina de Champurcín y del que se llegaron a vender 40.000 ejemplares.

Teresa Férriz, quien más y mejor ha estudiado la obra de Costa-Amic, atribuye a Michel Berveiller la dirección de Quetzal, S.A. en unos primeros meses, tras los cuales en 1942 y hasta 1944 la asume Gorkín. Sin embargo, da la impresión de que el primero se ocupara de las publicaciones de origen francófono, en calidad quizá de director editorial, mientras que el segundo de las obras del ámbito hispánico (quizá fuera el principal impulsor o valedor de la colección Nuestro Tiempo) y Costa-Amic se hiciera cargo fundamentalmente de la producción editorial y de las tareas administrativas y de gestión.

Bartomeu Costa-Amic.

Si uno de los puntales era la colección dedicada a los temas de actualidad (Nuestro Tiempo), lo singular de Quetzal en esos años es su dedicación a dobles ediciones (en lengua original y en traducción al español) de libros importantes de la literatura francesa con los que se pretendía, por un lado, divulgar en México la mejor literatura francesa, y por el otro  suplir el parón de la edición en Francia como consecuencia de la Ocupación alemana. Además, un cliente prioritario era la legendaria librería neoyorkina Brentano´s, fundada en 1853 y especializada en literatura francesa, así como los lectores francófonos de Canadà. Así explica Férriz el éxito relativo de esta línea editorial:

funcionó durante unos cuantos años, sobre todo gracias a sus exportaciones a la región francófona del Canadá, donde la casa Valiquette no satisfacía ya toda la demanda de libros en francés, incrementada considerablemente a consecuencia de la segunda guerra mundial y la consiguiente anulación de las exportaciones francesas. Ediciones Quetzal publicó, tanto para este mercado canadiense como para el nacional, una colección de más de quince clásicos franceses, cuyos primeros títulos fueron la edición original y la traducción, en volúmenes distintos, de Le misanthrope de Molière (en traducción de Florisel), Candide ou l’optimisme traducido por F. G. Ascot (1942), Le petit bois de Jules Supervielle (1942) y La faiseur de prestiges de Michel Berveiller (1943).

La Librería Brentano´s en la Quinta Avenida (Nueva York).

No es de extrañar tampoco, que junto a este amplio y diversificado catálogo (ver anexo), fuera en Quetzal donde en 1942 apareciera otra de las novelas fundamentales de Sender, Epitalamio del prieto Trinidad.

Interior de Epitalamio del Prieto Trinidad en Quetzal.

Fuentes:

Fabienne Bradu, “Bartomeu Costa-Amic”, Vuelta, núm. 253 (1997), pp. 41-45.

Francisco Carrasquer, La Integral de ambos mundos. Sender, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1994.

Teresa Férriz Roure, “Bartomeu Costa-Amic, un editor catalá a Mèxic”, Revista de Catalunya, octubre de 1997, pp. 113-137.

Teresa Férriz Roure, La edición catalana en México, Jalisco, El Colegio de Jalisco, 1998.

Teresa Férriz Roure, “Bartomeu Costa-Amic, in memoriam (1911-2002)”, Migraciones y Exilios núm. 3 (2002), pp. 235-264.

Julián Gorkín, “La muerte en México de Victor Serge” (París, marzo de 1957), en los Archivos de la Fundación Andreu Nin.

José Carlos Mainer, “Resituación de Sender”, en AA.VV., Ramón J. Sender. In memoriam, Zaragoza, Diputación de Aragón, 1983, pp. 5-23.

Antonio Villanueva, “Un prólogo olvidado de Ramón J. Sender”, Trébede, núm. 45 (diciembre de 200), pp. 66-70.

Jesús Vived Mayral, Ramón J. Sender. Biografía (Páginas de Espuma (Voces 14),2002.

Víctor Alba, Sísif i el seu temps II Costa amunt, Barcelona, Laertes, 1990.

ANEXO. OBRAS LOCALIZADAS DE QUETZAL

Ramón J. Sender, Proverbio de la muerte, impreso en Cooperación Gráfica, 1939.

Ramón J. Sender, El lugar del hombre, 1939.

Jean Cassou, Cervantes, Un hombre y una época, 1939.

Ramón J. Sender, Hernán Cortés. Retablo en dos partes y once cuadros, 1940.

Ramón J. Sender, Mexicayotl, con viñetas de Darío Carmona, 1940.

Marcel Prenant, Darwin. Un hombre y una época, traducción de Francisco Pina, 1940.

Mauricio Magdaleno, Fulgor de Martí, colección Un hombre y una época, 1940.

Alejandro Gómez Maganda, Torbellino (un hombre de treinta años), prólogo del autor, 1941.

F.M. Cahen, Hombres contra Hitler, traducción de Aurora de Albornoz, 1941.

Álvaro de Albornoz, Páginas del destierro, 1941.

Dorothy Dix, Cómo conseguir y conservar un marido, traducción de Ernestina de Champurcín (colección Nuestro Tiempo), 1941.

Julián Gorkín, Caníbales políticos. Hitler y Stalin en España, ¿1941?

Victor Serge, Hitler contra Stalin. La fase decisiva de la guerra mundial, traducción de Enric Adroher a partir de un original por entonces inédito en francés (L´empire nazi contre le peuple russe), 1941.

Según declaraciones de Costa-Amic, la imagen es de Remedios Varo. No sé yo.

Gabriel Chevalier, Clochemerle, colección Oeuvres Eternelles, 1942. Portada de Remedios Varo. Más de 2.000 ejemplares vendidos.

Clara Leiser, Refugiados a través de Europa en fuego, relato personal de dos arios a quienes la brutalidad nazi no logró aplastar (colección Nuestro Tiempo), traducción de Elli R. y Julio Luelmo, marzo de 1942.

Denis Diderot, Sobrino de Rameau, con introducción y notas de R. Sánchez de Ocaña, 1942.

Alfred de Musset, Caprices de Marianne & Fantasio, Les Oeuvres eternelles, 1942.

Molière, Misanthrope, comédie en cinq actes en vers, avec un avantpropos et notes historique et critiques (El Misántropo, traducción de Ricardo Valcárcel), colección Las Obras Eternas 1 (Sección Clásicos Franceses), 1942.Colección Las Obras Eternas, 1942.

Jules Romains, Misión o dimisión de Francia, texto de una conferencia dada en el Teatro Palacio Bellas Artes de México el 7 de mayo de 1942, traducción de Pablo Macedo, colección Nuestro Tiempo, 1942.

Jules Romains, Mission ou démission de la France, Collection Renaissance 1, 1942.

Jules Supervielle, Ce petit bois et autres contes, ilustraciones de Ramón Gaya, Collection Renaissance 2, edición limitada y numerada de 1.200 ejemplares, 1942.

Paul Reaynaud, Advertencia a Francia (Le problème militaire français), 1942.

Ramón J. Sender, Epitalamio del Prieto Trinidad, 1942.

Capital von Rinteler, El oscuro invasor, colección Nuestro Tiempo, 1942.

Margarita Urueta, San Lunes (incluye las obras teatrales: San Lunes, Una hora de vida y Mansión para turistas), 1943.

Rafael Bernal, Improperio a Nueva York y otros poemas, 1943.

Manha Garreau-Dombasle, Masque, collection Renaissance 3, 1943.

Roger Caillois, La communion des forts. Études de sociologie contemporaine, colección Renaissance 4, 1943.

Michel Berveiller, Le faisseur de prestiges, pièce en trois actes et neuf tableaux, Renaissance, 1943.

Giuseppe Garretto, Serpa Pinto, pueblos en la tormenta (versión española de Félix Samper y Cabello), 1943.

Jacques Maritain, El crepúsculo de la civilización, traducción de Agustí Bartra, colección Nuestro Tiempo, 1944.

Claudio de Souza, Les derniers jours de Stefan Zweig, prefacio de André Maurois, colección Lettres Facsímile, 1944.

Mallarmé, Poesies,  realizada a partir de una edición de Émilie Noulet, 1944.

Pierre Mabille, Le Merveilleux, Impreso en Biblioteca Catalana, 1945.

Charles Baudelaire, Mon Coeur mis à un. Fusées, Choix de maximes consolantes sur l´amour, prefacio de M. Mespoulet, 1945.

 

Autopublicación. El caso de Ramón J. Sender

Todavía no había concluido la guerra civil española cuando, tras su fugaz paso por Francia y Estados Unidos, Ramón J. Sender (1901-1982) llegaba a México, y, como no podía ser de otra manera, uno de sus primeros objetivos era publicar el libro que había estado escribiendo en el barco que le trasladó a América (Proverbio de la muerte) y el que escribió inmediatamente al llegar (El lugar del hombre).

En un país donde no disponía de los contactos necesarios y en un ambiente cultural que aún no dominaba, no es raro que pronto optara por crear una editorial en la que dar salida a las obras que por aquellos años estaba escribiendo, en la que era además una de sus mejores rachas creativas.

Sin embargo, no contaba con los fondos necesarios para llevar a cabo una empresa semejante, pues mientras residía en la calle Niza, 40 de la capital mexicana solicitó el 9 de septiembre de 1939 al Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles un préstamo de 40.000 pesos (que se le denegó con fecha de 30 de abril de 1940), pero en el ínterin el escritor aragonés ya había puesto en pie las Ediciones Quetzal, que publicaría sus primeras obras en México.

Sir Peter Chalmers-Mitchell (1864-1945), traductor al inglés de Contraataque, Mr. Witt en el Cantón y Siete domingos rojos.

Hay constancia de que la prestigiosa editorial londinense Faber & Faber (bajo la égida de T. S. Eliot) le envió el importe de liquidaciones atrasadas, y es posible que otras editoriales hicieran lo mismo, pues a esas alturas sus novelas eran ampliamente publicadas –y con muy buena crítica– en diversos países: en 1934 Imán había aparecido en traducción de James Cleugh simultáneamente en Inglaterra (en Wishart & Company) y Estados Unidos (en Houghton Miffin Co.), que Paul Allen elogió en el New York Herald Tribune; al año siguiente Horace Liveright había publicado en Nueva York Siete domingos rojos, en versión de sir Peter Chalmers Mitchell, obra que en 1938 se incorporaría al catálogo de Penguin; en 1937 Houghton Miffin Co. había dado a la imprenta en Boston la traducción al inglés de Contraaataque y en Les Éditions Sociales de París había aparecido la versión francesa de Georges Bénichou, mientras que ese mismo año Faber and Faber ponía a la venta la traducción de sir Peter Chalmers-Mitchell de Mr. Witt en el Cantón (que al año siguiente publicaría Houghton Mifflin en Estados Unidos) y a ello hay que añadir las publicaciones en las mejores revistas de sus cuentos y relatos (la Partisan Review, donde por entonces publicaban Auden, Saul Below o Edmund Wilson, o la Kenion Review, donde son habituales las firmas de Penn Warren, Cleanth Books y otros grandes de la Fraternidad de Escritores del Sur).

Robert Penn Warren (1905-1985), de pie, con Saul Bellow (1915-205) en 1972.

Entrevistado por Baltasar Porcel para Personajes excitantes (Plaza & Janés, 1978), el propio Sender aludiría a que esos ingresos procedentes sobre todo de editoriales estadounidenses (aún no afectadas de pleno por la guerra mundial) y en menor medida inglesas, le ayudaron a subsistir en la capital mexicana:

México nos ayudó mucho, aunque yo no gané un solo peso mexicano en todo el tiempo que estuve allí. Vivía de ocasionales derechos de autor que llegaban de Inglaterra o Estados Unidos. Por eso, sintiéndolo mucho –porque yo amo a México de veras– tuve que salir para Estados Unidos, donde enseguida las universidades me buscaron.

 

Miguel Ángel Asturias en 1932.

Pese a esas dificultades económicas, en 1939 conseguía sacar a la luz tres libros de sus recién creadas Ediciones Quetzal: sus novelas Proverbio de la muerte y El lugar del hombre e iniciaba una colección titulada Un hombre y una Época con la traducción de Francisco Pina Brotóns del Cervantes escrito por el hispanista francés Jean Cassou (1897-1986), quien en 1937 había publicado en Gallimard una traducción de Las novelas ejemplares cervantinas. Algún testimonio de los apoyos recibidos por Sender en esta empresa sí existe, y se refiere nada menos que a quien llegaría a ser Premio Lenin de la Paz y Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias (1899-1984), acerca de cuya obra ya en 1930 había publicado Sender “Un poeta de Guatemala” (El Imparcial, 26 de julio):

Gracias a la intervención de Miguel Ángel Asturias cerca del monopolio del papel se consiguió buen papel y en mayor cantidad del que esperábamos. Le dije que no tenía dinero para el pago. “No te preocupes”, me dijo, “me firmarán unas letras que iremos renovando”. Y así lo hicimos, hasta que unos meses después dejaron de reclamarlas.

Sólo puede conjeturarse acerca de si en la estancia, en cualquier caso breve, de Sender en Guatemala tuvo alguna intervención Miguel Ángel Asturias. En cualquier caso, apenas llevaba tres meses en México cuando Sender ya estaba gestionando su traslado a Estados Unidos, que veía difícil a raíz del hecho de que un funcionario le retuviera el pasaporte para tramitarle la naturalización, y, aparentemente, lo extraviara (lo que dificultaba la posibilidad de acceder a un visado de entrada en Estados Unidos). Jesús Vived Mairal recrea ese episodio en la excelente biografía que dedicó a Sender y detalla la intervención decisiva para resolverlo del poeta y alto funcionario de la Secretaría de Relaciones Exteriores Jaime Torres Bodet, a quien Sender conocía de su etapa como secretario de la embajada mexicana en España en los años veinte. Finalmente, mediado 1941 pudo Sender viajar al país vecino, donde residiría hasta el final de sus días.

Los siguientes títulos que aparecieron en Ediciones Quetzal fueron, ya en 1940 y en la colección Un hombre y una Época , Hernán Cortés, “retablo en dos partes y once cuadros”, que Sender había escrito en respuesta a la petición que en sus primeras semanas en México le había hecho el actor vasco  Benito Cibrián (1890-1974), quien deseaba estrenar en el Teatro Bellas Artes una obra que tratara la historia común de España y México con la compañía que tenía con su esposa Pepita Melià (1893-1990); y en la misma colección se publicaba ese mismo año Darwin, de Marcel Prenant (traducido por el crítico cinematográfico exiliado Francisco Pina Brotóns) y Fulgor de Martí, de Mauricio Magdaleno, de cuyo volumen de Teatro revolucionario (Madrid, Cénit, 1933), Sender había escrito una elogiosa reseña para el periódico madrileño Libertad en 1933 que propició el encuentro personal en la capital madrileña; y en diciembre de 1940 aparecía en Quetzal el libro de cuentos de Sender Mexicayót,(con viñetas del pintor y escritor malagueño Darío Carmona), donde se expresa con enorme fuerza la asimilación que el escritor aragonés estaba llevando a cabo de la historia, la cultura y las costumbres del país que le acogía. Unos años más tarde (en 1945), uno de los cuentos incluidos en este libro, «El zopilote», lo traduciría para The Modern Magazine nada más y nada menos que Paul Bowles (1910-1999).

Se hace difícil fechar con precisión cuándo desistió Sender de sus intentos editoriales, que tuvieron sin embargo continuidad en manos de una sociedad anónima capitaneada por Bartomeu Costa-Amic, Julián Gorkín y Michel Berveiller, con el apoyo económico de un grupo de inversores franceses establecidos en México como consecuencia de la guerra mundial. Por ello, es difícil establecer qué títulos publicados entre 1941 y 1944 (fecha en que la sociedad se disolvió) corresponden a decisiones y desvelos del escritor aragonés. Aun así, parece deberse a Sender la publicación en 1941 de Torbellino (un hombre de treinta años), del político y escritor mexicano Alejandro Gómez Maganda (1910-1984), de Hombres contra Hitler, de Fritz Max Cahen (1891-1966), en traducción de Concha de Albornoz (1900-1972) y de Páginas del destierro, de Álvaro de Albornoz Salas (a quien conocía desde por lo menos los años veinte en su época de periodista en Madrid), mientras que es más difícil aún dilucidar si pertenece ya a la segunda etapa de Ediciones Quetzal la publicación de Victor Serge, Hitler contra Stalin. La fase decisiva de la guerra mundial, en traducción del maestro poumista Enric Adroher i Pascual (“Gironella”) (1908-1987)  a partir de un original por entonces inédito en francés (L´empire nazi contre le peuple russe) ese mismo año 1941. Lo cierto es que Sender conocía bien no sólo a Serge, sino también a Adorher, pero quizá este texto llegara ya a través de Costa-Amic o de Berveiller.

En cualquier caso, más adelante aún apareció en Quetzal la primera edición de la novela de Sender Epitalamio del prieto Trinidad (1942), con cubierta de Carmona, que Francisco Carrasquer consideró “la más completa orquestración de las partituras senderianas de ultramar. Sobre todo, atendiendo a las modulaciones de contrapunto”, y Manuel Andújar “una de las contribuciones más importantes del exilio republicano [que] ocupa aún hoy sitio preferente en cualquier recuento de América Latina, a pesar de que el reconocimiento popular y el oficial dique académico incurran en semejantes distracciones”. Ese mismo año la poderosa editorial Doubleday (cuando aún estaba a su frente Nelson Doubleday), publicaba la traducción que de esta novela hizo Eleanor Clark, que a su vez provocó una reseña entusiasta del gran Lionel Trilling (1905-1975) en Nation. Se anunció también en Quetzal un Valle Inclán, presumiblemente en la colección Un hombre y una Época, que no llegó a buen puerto.

Es significativo que esta producción literaria de los años iniciales del exilio publicada en sus propias Ediciones Quetzal se viera Sender en la necesidad de reelaborarla de cabo a rabo en años sucesivos. Así, reescribió Proverbio de la muerte hasta convertirla en La esfera (Buenos Aires, Ediciones Siglo XX, 1947),  El lugar del hombre fue sometida a una revisión que cambió incluso el título: El lugar de un hombre (México, Ediciones CNT, 1958); la obra teatral Hernán Cortés se reconvirtió y diluyó su forma teatral en Jubileo en el Zócalo (Nueva York, Appleton Century Crofts, 1964), y sólo algunos de los  cuentos de Mexciayótl se aprovecharon, reelaborados y en algún caso con títulos nuevos, al incorporarlos a Novelas ejemplares de Cíbola (Nueva York, Las Americas Publishing, 1961).

Podría concluirse, pues, que si económicamente la empresa de Sender fue poco menos que un desastre absoluto, como escritor acumuló un material muy valioso que, sin embargo, al parecer no fue inicialmente objeto del proceso de edición que merecía, y en consecuencia pasado el tiempo tuvo que someterlo a revisiones, en algunos casos notablemente severas o de bastante calado.

Fuentes:

Fabienne Bradu, “Bartomeu Costa-Amic”, Vuelta, núm. 253 (1997), pp. 41-45.

Francisco Carrasquer, La Integral de ambos mundos. Sender, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1994.

Teresa Férriz Roure, La edición catalana en México, Jalisco, El Colegio de Jalisco, 1998.

aedf6-ramon-senderJosé Carlos Mainer, “Resituación de Sender”, en AA.VV., Ramón J. Sender. In memoriam, Zaragoza, Diputación de Aragón, 1983, pp. 5-23.

Jesús Vived Mayral, Ramón J. Sender. Biografía (Páginas de Espuma (Voces 14),2002.

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