Sender y el insoportable peso de la censura franquista

La obra literaria de Ramón J. Sender (1901-1982) ha tenido la inmensa suerte de ser analizada, estudiada y evaluada por una pléyade de grandes filólogos, historiadores de la literatura y críticos: Francisco Carrasquer (1915-2012), Jesús Vived Mayral (1932-2018), Donatella Pini, José Carlos Mainer, Marcelino C. Peñuelas, etc., lo que podría llevar a pensar que ya poco nuevo queda por decir acerca de las vicisitudes de sus libros. Con El triángulo editorial de «Crónica del alba», Olga Pueyo Dolader no sólo desmiente esa arriesgada suposición sino que, situándolo con precisión en su contexto político y editorial, convierte al autor aragonés en ejemplo para explicar la evolución de la censura de libros en España durante la dictadura franquista, sus métodos y objetivos y el efecto, dispar, que tuvo ‒y sigue teniendo‒ en la recepción de la literatura de los exiliados republicanos y en el canon de la literatura española del siglo XX.

Ya en 2020 Pueyo Dolader había llamado la atención sobre el valor y la importancia del rico epistolario del editor barcelonés Jaume Aymà i Mayol (1911-1989) conservado en el Arxiu Nacional de Catalunya en un artículo en la revista Sansueña, y de nuevo aquí constituye una de las principales fuentes de información para reconstruir el proceso de contratación y edición de Crónica del alba y algunas novelas posteriores, así como las delirantes gestiones que el intrépido y benemérito editor se vio en la necesidad de establecer con la censura. Gracias a este epistolario ‒que sería muy útil que algún editor valiente se atreviera a publicar‒ conocemos, por ejemplo, el proceso mediante el cual, con el texto ya compuesto, el editor se ocupó de introducir las enmiendas y correcciones y hacer las supresiones que le pedía el Ministerio de Información de modo tal que no se produjeran recorridos en el texto que obligaran a componerlo de nuevo (con el consiguiente costo y retraso), o que en la siguiente edición, gestionada también por el propio Aymà en la editorial Andorra, esas enmiendas se debieron ya a la mano del propio Sender. ¿Minucias filológicas de variantes textuales para solaz y entretenimiento de especialistas? Depende de cómo se mire, porque en muchos casos se trataba de párrafos enteros y porque, por acumulación ‒como puede comprobarse en el apéndice que incluye este libro‒ llegan a alterar en cierta medida el impacto del conjunto.

Joaquín Maurín

Otro de los puntales sobre los que se sustenta este apasionante recorrido es el archivo personal de Joaquín Maurín (1896-1973) y el magnífico epistolario que mantuvo con Sender y que en su día preparó y editó Francisco Caudet. A través de este material se traza una imagen precisa de las circunstancias en las que debían desenvolverse los escritores del exilio republicano de 1939, con acceso difícil a las editoriales asentadas en sus países de acogida, que además estaban inmersas en sus propios procesos evolutivos, con la alternativa de publicar en empresas a las que se impedía distribuir sus libros en España o de autopublicarse sin ninguna esperanza de una difusión mínimamente decente. En otras palabras, sirve a la autora para cartografiar el mapa del campo editorial anómalo en el que durante muchos años se vieron obligados a jugar este amplio conjunto de escritores valiosos.

Victor Alba

Además de redondear y precisar la imagen que hasta ahora teníamos de Maurín como agente literario oficioso de Sender, por fin queda más precisamente establecidas las circunstancias y los canales mediante los que, ya en septiembre de 1953 y gracias a la iniciativa de Víctor Alba (Pere Pagès i Elies, 1916-2003), Maurín propició que Sender intentara que la editorial de José Janés (1913-1959) le publicara algún libro en España y cómo este se topó con un tipo de censura insalvable pese a informes favorables de los lectores censores: Sender era impublicable no porque su obra defendiera unas determinadas ideas o mostrara una determinada imagen de España, sino simplemente por ser quién era; y la decisión la tomaba la Dirección General de Información. Aun así, es pertinente constatar que, como bien podría hacer cualquier defensor del franquismo, que en 1946 el editor Javier Morata había obtenido autorización para importar ejemplares de un libro suyo, pero conviene no olvidar que se trataba de tan solo diez ejemplares, lo que es tanto como decir apenas nada. También del Archivo General de la Administración, lógicamente, se ha servido con profusión la autora para dilucidar los procesos a los que fueron sometidas las peticiones de diversos editores para dar a conocer la obra de Sender a sus lectores naturales. Asimismo, le permiten establecer y documentar cómo la evolución política del franquismo fue evolucionando no en una estrategia de apertura hacia la obra del exilio republicano, sino más bien como un modo de instrumentalizar determinados textos para limpiar un poco sus manos manchadas de sangre inocente.

Los Aymà, padre e hijo.

También son del máximo interés las páginas dedicadas a la recepción que tuvo a lo largo del franquismo y la posición que ocupó en el canon forjado por los estudiosos de la literatura española, algunos de los cuales demostraron ser incapaces de separar la antipatía personal o la discrepancia política del juicio estético, mientras que otros se enfrentaban a enormes dificultades, cuando no a la imposibilidad, de acceder a la obra completa de los autores a los que pretendían evaluar ( y eso vale para Sender, pero también para Manuel Andújar, Francisco Ayala, Max Aub y una extensísima nómina de escritores de primer orden). Sirva como mínimo de ejemplo de cómo y hasta qué punto varias generaciones de españoles recibieron y en muchos casos asumieron una escala de valores literarios maleados en origen, y sobre todo de advertencia del enorme trabajo que aún queda pendiente de hacer para revertir y actualizar esa situación, pese a la labor ya llevada a cabo, entre otros, por los insignes filólogos mencionados en el párrafo inicial.

Ramón J. Sender.

Como escribe con irrebatible acierto Fernando Larraz en el prólogo, este libro es «una aportación fundamental a la reconstrucción de nuestra historia cultural del siglo pasado que trasciende el mero estudio de caso», porque, si bien sitúa la historia editorial de Crónica del alba en primer plano, el fondo sobre el que se desarrolla esa historia queda perfectamente perfilado y delineado, y saca a la luz toda una serie de aspectos que pueden servirnos para comprender mejor otros muchos casos de «recuperación» de la obra literaria ‒pero también pictórica o cinematográfica, por ejemplo‒ de los exiliados republicanos de 1939 durante el franquismo. En este sentido, quizás el título elegido podría llevar a engaño, porque el texto de Pueyo Dolader va mucho más allá de lo anunciado. Decir que El triángulo editorial de «Crónica del alba» es una pequeña joya sólo es cierto si nos limitamos a contar el número de páginas del volumen; no tiene nada de pequeña pero sí es una joya.

Manuel Andújar, agente literario oficioso de Clemente Airó en España

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Manuel Andújar.

Si bien hay pocas dudas de que Clemente Airó (Clemente Arveras Oria, 1918- 1975) llegó a convertirse en uno de los principales adalides de la edición literaria en Colombia, no por ello se atenuó su intención de ver publicada su propia obra narrativa en el país que le vio nacer: Para ello contó además con la colaboración inestimable de Manuel Andújar (Manuel Culebra Muñoz, 1913-1994), quien, a su regreso a España en 1967, gracias a los contactos que había ido estableciendo en sus empleos en el Fondo de Cultura Económica, en González Porto y en Alianza Editorial, se convirtió en un activísimo difusor de la obra de los escritores exiliados como consecuencia del resultado de la guerra civil española, ya fuera mediante su actividad como crítico literario, ya –sobre todo– aprovechando su posición de privilegio como bisagra entre los creadores exiliados y los editores del interior.

A finales de los años sesenta, Clemente Airó había ido publicando ya el grueso de su obra narrativa en Colombia, desde la inicial Yugo de niebla (1948) hasta Cinco… y siete. Cuentos de una misma historia (1967), pero era muy consciente de que en el ámbito hispánico esas ediciones en Espiral apenas tenían ninguna repercusión, más allá del elogio de algunos compañeros de exilio y del aprecio de algunos críticos importantes en el ámbito académico (como es el caso de Marra-López en Narrativa española fuera de España, 1963).

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Dibujo de Judith Márquez para el libro de Airó Cardos como flores (1955).

Antes de 1964 Airó había estado en tratos con Carlos Barral para la publicación de Yugo de niebla, pero no llegaron a buen puerto, según contó al crítico literario y poeta Joaquín Marco. El primer intento serio llevado a cabo por Andújar para dar a conocer en España la obra de Airó se produjo en el marco de su colaboración con Valira, la colección de la Editorial Andorra, para la que gestionó también los contactos con, por lo menos, Manuel Lamana, José Ramón Arana y Simón de Otaola. Aun cuando este primer intento fracasó, al parecer debido a las propias dificultades de la Editorial Andorra de Jaume Aymà, Andújar no se arredró y la de Airó –de la que siempre se destacada el arraigo a la realidad social colombiana, en comparación con la de otros exiliados republicanos españoles–, fue una de las que con mayor tesón defendió Andújar.

En una carta ampliamente citada por Blas Medina Ávila, Andújar expone de un modo muy claro qué respuesta hay que dar a la crucial pregunta que Francisco Ayala se había planteado en 1948 desde su exilio bonaerense: «Para quién escribimos nosotros». Escribe Andújar a su corresponsal bogotano:

Como es natural, me complace ponerme aquí a tu disposición para la novela La ciudad y el viento [Espiral, 1961]. Comprendo tu actitud, esos avatares, por inhibición, de la obra, tu legítimo deseo de que lectores y críticos la conozcan y valoren en España, aparte de la nueva repercusión que en Colombia y en otros países iberoamericanos alcanzaría… [26 de octubre de 1970].

Como no podía ser de otro modo, Andújar era muy consciente de que Barcelona se había convertido en una plataforma que daba patente de calidad –aun cuando en algunos casos efímera– a un buen número de escritores radicados o cuyo origen estaba en Hispanoamérica, y entre los colombianos, junto al caso de Gabriel García Márquez (1927-2014), destacaba el de Eduardo Caballero Calderón (1910-1993) ganador del Premio Nadal con El buen salvaje (1966). También demuestra Andújar un muy buen conocimiento de las corrientes y tendencias editoriales al informar a Airó de que se marca como principales objetivos la colección El Puente, que desde Buenos Aires dirige el también exiliado Guillermo de Torre para Edhasa, la editorial Andorra (que venía dedicando amplio espacio a la literatura del exilio) y Helios (donde el propio Andújar publicaría en 1971 el libro de relatos Los lugares vacíos).

Sin embargo, la voluntad de Clemente Airó (como la de tantos otros exiliados, por otra parte) respondía a la intención más amplia de establecer puentes de comunicación entre las literaturas en lengua española –por ejemplo mediante la revista que dirigía en Bogotá, Espiral–, propósito ante el que detectaba un cierto desinterés por parte de los escritores del interior del que se quejaba ya en abril de 1964 en carta a Joaquín Marco: «La posición firme de Espiral es la unión de la geografía de nuestro idioma –por lo menos en literatura– para hacer frente al desprecio de otras lenguas», a lo que Marco apostilla: «Tenía razón Clemente Airó cuando se lamentaba del escaso interés por parte de los escritores españoles del interior de figurar en revistas o aventuras literarias. De hecho, no existían suficientes puentes».

Sin éxito en estas gestiones iniciales, Airó vuelve a la carga en enero de 1973, cuando en carta a Andújar insiste en la particular situación de los escritores exiliados (considerados extranjeros tanto en su país de origen como en su tierra de acogida):

Mi posición de exiliado empecinado no es la más indicada para que a uno le «pongan bolas» por estas latitudes. Uno está al final de la cola, y ese final rara vez tiene «chance». Tú muy bien sabes de esto, has sido compañero de exilio. Si se trata de una lista de novelistas para editar, pues yo por acá no entro o quedo de último por ser español. Y si se trata por allá, España, pues nadie me conoce. Hace falta tener muchos arrestos para seguir escribiendo, pero no desmayo, y algún que otro pequeño pellizco voy logrando. [carta a Andújar del 19 de enero de 1973]

Manuel Andújar (1913-1994)

Manuel Andújar.

Tres meses más tarde escribe de nuevo a su amigo para solicitarle que emprenda gestiones para la novela que acaba de concluir, La rueda del molino, de la que Andújar propone cambiar el título por el de Todo nunca es todo, y habla de ella al crítico y profesor Santos Sanz Villanueva y al director de la editorial Novelas y Cuentos Manuel Cerezales (1909-2005), pero le propone a Airó además que la presente a algún premio literario, y menciona específicamente el Premio Nadal.

Según el fallo de este certamen, en la convocatoria de 1973, con el título Todo nunca es todo, la obra de Clemente Airó pasó una primera criba (con un voto), pero ya entonces destacaron con cinco votos las novelas de José Antonio García Blázquez, Gabriel G. Badell y Aquilino Duque (ganó Blázquez con El rito y fue finalista Aquilino Duque con El mono azul).

La misma obra, con el título La rueda del molino, obtuvo una mención honorífica en la convocatoria de 1974 del Premio Puente Colgante (convocado por los ayuntamientos de Getxo y Portugalete y dotado con 250.000 pesetas), al igual que las obras presentadas por Antonio Petit Caro, Ricardo Laustalet y Juan Antonio Fernández Serrano, y se llevó el premio grande el crítico literario del periódico Unidad Santiago Aizarna con Los zamuros.

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Manuel Caballero Bonald.

Andújar recurrió también al consejo de la agente literaria Carmen Balcells, de la que fue cliente durante un breve tiempo, para intentar colocar esa novela de Airó en Seix Barral o en Plaza & Janés, pero también sin resultados tangibles. Del mismo modo, se la propuso a Francisco García Pavón (de Taurus), a Aymà, a Fernando Gutiérrez (por entonces en Noguer), a José Vergés (de Destino) y pareció encarrilar la publicación cuando consiguió que la leyera José Manuel Caballero Bonald, por entonces en Júcar, sobre quien le comunica:

Acabo de hablar con J. M. Caballero Bonald, que en breve te escribirá… Me complace adelantarte su concepto de que se trata de obra valiosa y digna (y que era justa la apreciación que yo le había dado), así como que piensa incluirla en su programa editorial para publicación, probablemente, a fines de este año o principios del próximo. Ya te lo concretará él. En consecuencia, queda invalidada cualquier otra presunta gestión. ¡Afortunadamente y con mis más cordiales felicitaciones! [carta a Clemente Airó, de 2 de abril de 1975].

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Firma de Manuel Andújar.

Tan avanzadas estaban las gestiones con Caballero Bonald, que, como recoge Fernando Larraz, cuando en enero de 1975 Airó viaja a España se anuncia en la prensa la próxima recuperación en España de La ciudad y el viento y la primera edición de Todo nunca es todo. Sin embargo, por un lado la salida ese año de Caballero Bonald de Júcar, y por otro y sobre todo la muerte de Airó en julio de 1975 acabaron por desbaratar el largamente ansiado contacto entre el autor y sus lectores. Aun así, tanto Andújar y Caballero Bonald como su viuda, Solita Bello, siguieron insistiendo sin descanso.

Finalmente, en 1982, Todo nunca es todo se publicó en Plaza & Janés; concretamente, sin embargo, en la sucursal de esta empresa en Bogotá y en la colección Narrativa colombiana, junto a Marco Tulio Aguilera Garramuño, Germán Arciniegas, Rodrigo Parra Sandoval, Plinio Apuleyo Mendoza…

Fuentes:

Fernando Larraz, «La “operación retorno” de la narrativa en el exilio en la prensa diaria del Franquismo (1966- 1975). Los casos de ABC, Informaciones y Pueblo», Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica, vol. 29, pp. 171-195.

Antonio Mancheño Ferreras, «Cartas siguen siendo cartas (un espigueo en la correspondencia de Manuel Andújar)», en Manuel Aznar Soler, ed., El exilio literario español de 1939. Actas del Primer Congreso Internacional, Sant Cugat del Vallès, Cop d´Idees-Gexel, 1998, vol. I, pp. 504-515.

Joaquín Marco, «Entre España y América», en Joaquín Marco y Jordi Gracia, eds, La llegada de los bárbaros. La recepción de la literatura hispanoamericana en España, 1960-1981, Barcelona, Edhasa (El Puente), 2004, pp. 19-40.

Blas Medina Ávila, Manuel Andújar, su correspondencia, fe de vida y de obra, Facultad de Filología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2014.

La Editorial Andorra en su primera época (1967-1972)

El librero Pere-Miquel Fonolleda (de la Llibreria La Puça) divide acertadamente la historia de la extraordinaria y bilingüe Editorial Andorra en tres etapas:

Caricatura de G.K. Chesterton

1. Desde su fundación por el mecenas Bartomeu Rebés i Duran y el editor Jaume Aymà i Mayol el 27 de noviembre de 1967 hasta 1972, cuando Aymà abandona el proyecto y debe cerrar, cómo no, por problemas económicos. En esta etapa, en palabras de Fenolleda, Editorial Andorra constituye “una Cruz Roja cultural, porque su tarea editorial se centraba en editar a autores exiliados a causa de la dictadura fascista en España: Aub, Ayala, Chacel, Sender…, camuflados entre Sant Francesc d´Assís [de Chesterton] y algún evangelio esporádico”. En este período se inicia como una editorial muy activa publica una cincuentena de títulos, y viene a añadirse a la labor de las dos únicas editoriales existentes por entonces en Andorra (Casal i Vall, célebre por editar a Simenon, y Convivium Romaticòrum), para superarlas con creces en cuanto a rigor y ambición culturales.

2. Desde 1978 hasta 1999, en que Rebés retoma el proyecto pero publica un solo título al año y se centra en la historia de Andorra.

3. De 1997 en adelante, cuando, fallecido ya el fundador, su hijo Xavier Rebés D´Areny-Plandolit toma las riendas de la editorial, amplía el espectro de títulos de temática andorrana y crea colecciones tan interesantes como Hedra (dedicada a nuevos poetas), Poesia Errant (en colaboración con la también andorrana Límits Editorial) o Contes de Sant Jordi.

Según palabras del alma máter y fundador en el acto de inauguración, inicialmente la Editorial Andorra “no tiene otro objetivo que no sea prestar un buen servicio a las letras y la cultura catalana, sin descuidar el libro español y francés”, pero lo cierto es que, junto a algunos libros de temática religiosa y otros que buscan no incomodar a las autoridades, el peso que adquieren en su catálogo las obras de los exiliados españoles es más que notable desde el primer momento, así como el tratamiento de temas un tanto delicados. Una de las colecciones más emblemáticas y conocidas, Colección Andorra, se abre en 1968 con Las buenas intenciones, de Max Aub (encuadernadas en tela y con una sobrecubierta ilustrada) y prosigue con los dos volúmenes de Bizancio (1968), de Ramón J. Sender, a los que puede añadirse Campo del Moro, de Aub (número 7). Los primeros números de la impresionante colección Valira (en rústica con solapas), son títulos también de escritores españoles exiliados: Segundo Serrano Poncela (El hombre de la cruz verde, 1970), Manuel Andújar (Vísperas, 1970), Rosa Chacel (La sinrazón, 1970), Ramón Gómez de la Serna (La Nardo, 1970), y más adelante se añadirá en el octavo número el interesantísimo escritor afincado en México Simón de Otaola (Los tordos en el pirul, 1972), conocido sobre todo como autor de La librería de Arana. A todos los escritores exiliados mencionados hasta aquí pueden añadirse, fuera de colección, los tres volúmenes de las Crónica del alba de Sender o el Llibre d´Andorra de Lluís Capdevila.

Al interés de estos títulos y autores se añade, en el caso de la colección Valira, los prólogos y materiales que los acompañan, y que a menudo se han convertido en textos de referencia sobre esos autores y obras. Escribieron prólogos para esta colección críticos, historiadores de la literatura y escritores de la importancia de Julio Gómez de la Serna, Rafael Conte, Andrés Amorós o José R. Marra-López, entre otros.

Miquel Saperas

Entre las muchas joyas de esta etapa de la editorial se cuenta también el breve volumen de poesías del prolífico Miquel Saperas (1898-1978), precedido de un prólogo de Sebastià Gasch y acompañado de ilustraciones de Alfred Opisso, Circ, y el estreno de la colección Ahir-Demà con La defenestració de Xènius, de Guillem Díaz-Plaja, o la presencia de una novela de Jean Cassou (Las matanzas de París) o la publicación del Memento Mori de la hoy prestigiosa Muriel Spark (Muriel Sarah Camberg, 1918-2006) o de dos libros del tan mal conocido trotamundos Manuel Grimalt (la novela Nadie escribe la historia de la próxima aurora y los relatos de La última noche de la Isla)…

Max Aub

Si bien Manuel Aznar Soler ha descrito la Editorial Andorra como “un ejemplo de cómo intentar liberarse de la censura franquista”, lo cierto es que sabemos que, por lo menos en algunos casos, particularmente en el de las obras de Max Aub, estas obras se publicaron en ediciones censuradas, y probablemente la explicación se halla en el hecho de que, si bien la sede de la editorial estaba en el piso superior de la vivienda de Bartomeu Rebés en Andorra la Vella, de la impresión, almacenaje y distribución se ocupaba Jaume Aymà desde Barcelona.

También entre los colaboradores encontramos algunos nombres de primer nivel, además de los ya mencionados. Maria de Quadres, por ejemplo, reunió parte de las traducciones al catalán que antes de la guerra la había publicado Josep Janés y, a partir de este cañamazo, publicó un volumen de Obra selecta del premio Nobel Rabindranath Tagore (que incluye El Jardiner, Ocells perduts, La lluna nova, Present d´enamorat, Trànsit, Gitanjali y La collita). Ramón Folch i Camarassa es el autor de la traducción catalana de El senyor president, de Miguel Ángel Asturias, cuya publicación coincidió con la concesión del Nobel, y que se publicó con un prólogo de Lluís Capdevila y un frontispicio de Abel Vallmitjana, así como de la traducción al catalán de La república moderna, de Pierre Mendès-France.

Jaume Fuster tradujo un volumen de la serie de Anne y Serge Golon (Angélica y el terror, 1972). Manuel Vázquez Montalbán dirigió la muy efímera colección Ver, Oír y No Callar, para la que prologó el único libro publicado, y además contribuyó con un cómic gestado en las páginas de la revista Triunfo (La educación de Palmira).

Tampoco es un detalle menor que de los aspectos gráficos e incluso del diseño de algunas portadas se ocupara Filograf, el taller montado por Ricard Giralt-Miracle cuando se independizó de Seix Barral. Posteriormente se ocuparía de ello Arts Gràficas Bobalà, de Lleida.

En esta impresionante, intensa y breve primera etapa, Ediciones Andorra construye un catálogo de una solidez e importancia indiscutible, sin apenas estridencias ni notas discordantes, más allá de la muy lógica búsqueda de un cierto equilibrio entre riesgo literario y comercialidad, que no fue suficiente para mantener saneada la empresa. No hay duda de que el formado por Bartomeu Rebés y Jaume Aymà fue un tándem afortunado y que dejó un legado progesista y luminoso.

Dado que el catálogo habla por sí solo, bastará con echarle una somera lectura a su reconstrucción (que combina la ordenación por colecciónes con la cronológica).

Catálogo de ediciones Andorra en su primera etapa (1967-1972)

Miquel Saperas, Circ, prólogo de Sebastià Gasch, ilustraciones de Alfred Opisso, 1967.

Gilbert Keith Chesterton, Sant Francesc d´Assís (Colecció Meritxell 1), presentación de Miquel Saperas, traducción de Josep Delclòs Mollera, 1967.

Rabindranath Tagore, Obra selecta (Mritxell 2), presentación de Joaquim Ventalló, traducción de María de Quadres, 1968.

Miguel Ángel Asturias, El senyor President (Meritxell 3), prólogo de Lluís Capdevila, traducción de Ramon Folch i Camarasa, 1968.

Miquel Saperas, Carles de Viana, 1968.

Guillem Díaz-Plaja, La defenestració de Xènius (Colección Ahir-Demà 1), 1967.

Lluís Capdevila, L´alba dels primers camins (Ahir-Demà 2), 1968.

Pierre Mendès-France, La república moderna (Ahir-Demà 3), traducció de Ramon Folch i Camarasa, 1968.

Miquel Saperas, El mestre Enric Morera (Ahir-Demà 4), 1969.

Daniel-Rops, Història sagrada dels meus fillols, presentación de Artur Llopis, traducción de Osvald Cardona, 1968.

Daniel-Rops, L´Evangeli dels meus fillols, presentación de Artur Llopis, traducciñíon de Osvald Cardona, 1968.

Daniel-Rops, Historia sagrada de mis ahijados, presentación de Artur Llopis, traducción de Esteban Miquela y Fernando Gutiérrez, 1968

Daniel-Rops, El Evangelio de mis ahijados, presentación de Artur Llopis,  traducción de Esteban Miquela y Fernando Gutiérrez, 1968.

Max Aub, Las buenas intenciones (Colección Andorra 1), 1968.

Ramón J. Sender, Bizancio I (Andorra 2), 1968.

Ramón J. Sender, Bizancio II (Andorra 2), 1968.

Jean Cassou, Las matanzas de París (Andorra 3), traducción de Julio Gómez de la Serna, 1969.

Muriel Spark, Memento mori (Andorra 4), traducción de J. B. Cuyas Boira, 1969.

Herman Melville, Tahipí. Paraíso en los Mares del Sur (Andorra 5), traducción de J. M. Millàs Raurell, 1969.

Gilbert Cesbron, Muchachos de cabellos grises (Andorra 6), traducción de Francisco Farreres, 1969.

Max Aub, Campo del Moro (Andorra 7), prólogo de Joaquín Marco, 1969.

Guido Artom, Napoleón ha muerto en Rusia, traducción de Mercedes Lloret Compte, 1969.

Manuel Grimalt, Nadie escribe la historia de la próxima aurora, 1969.

Manuel Grimalt, La última noche de la Isla, (Colección Alfójar 1), 1969.

Laurence Pernoud, Espero un infant, traducción de Jorgina Miserachs, 1969.

Octavi Fullat, La domesticació del sexe. Intent d´educació sexual, 1969.

Ramón J. Sender, Crónica del alba I, 1969.

Ramón J. Sender, Crónica del alba II, 1969.

Ramón J. Sender, Crónica del alba IIII, 1969.

Anne & Serge Golon, Angélica se rebela, traducción de Manuel Planas, 1969

Anne & Serge Golon, Angélica y su amor, traducción de Manuel Planas, 1969.

Anne & Serge Golon, Angélica y el Nuevo Mundo, traducción de Julio Gómez de la Serna, 1970.

Anne & Serge Golon, La tentación de Angélica, traducción de Julio Gómez de la Serna, 1972.

Anne & Serge Golon, Angélica y el terror, traducción de Jaime Fuster, 1972.

Lluís Capdevila, Llibre d´Andorra. 1970.

Ricard Figuerola i Sants, Vida i miracles de la petita empresa, 1970.

Segundo Serrano Poncela, El hombre de la cruz verde (Colección Valira 1), prólogo de José Domingo (“La obra narrativa de Segundo Serrano Poncela”), 1970.

Manuel Andújar, Vísperas (Valira 2), prólogo de Rafael Conte (“El realismo simbólico de Manuel Andújar”), 1970.

Rosa Chacel, La sinrazón (Valira 3), prólogo de Julián Marías (“Azar, destino y carácter de Rosa Chacel”), 1970.

Francisco Ayala, Los usurpadores (Valira 4), prólogo de Andrés Amorós, poema de Max Aub y apéndices de Hugo Rodríguez-Alcalá, 1970.

Ramón Gómez de la Serna, La Nardo (Valira 5), prólogo de Julio Gómez de la Serna (“La Nardo, madrileña perenne”), 1970.

Francisco Umbral, Las europeas (Valira 6), prólogo de José Domingo (“La novela erótica de Francisco Umbral”), 1970.

Eduardo Zamacois, El misterio de un hombre pequeñito (Valira 7), prólogo de Federico Carlos Sáinz de Robles, 1970.

Otaola (Simón de Otaola), Los tordos en el pirul (Valira 8), prólogo de José R. Marra-López (“Retrato de un escritor desconocido”), 1972.

Benito Pérez Galdós, El audaz (Valira 9), prólogo de Alberto Mínguez, 1972.

Federico Carlos Sáinz de Robles, Antología de la novela corta I. Dieciocho años de novela española, 1907-1925 (Valira 10/I), Federico Carlos Sáinz de Robles, 1972.

Federico Carlos Sáinz de Robles, Antología de la novela corta II. Dieciocho años de novela española, 1907-1925 (Valira 10/II), Federico Carlos Sáinz de Robles, 1972.

Víctor Hugo, Los miserables. Época primera, traducción de H. G. Simón, 1971.

Víctor Hugo, Los miserables. Época segunda, traducción de H. G. Simón, 1971.

Maurice Druon, El rey de hierro (Colección Los Reyes Malditos), traducción de Raimundo Aliaga Rincón, 1972.

Maurice Druon, La reina estrangulada (Colección Los Reyes Malditos), traducción de Raimundo Aliaga Rincón, 1972.

Maurice Druon, Los venenos de la corona (Colección Los Reyes Malditos), traducción de Raimundo Aliaga Rincón, 1972.

Luis Dávila, Política y deporte (Colección Ver, Oír y No Callar 1), prólogo de Manuel Vázquez Montalbán, 1972.

Nuria Pompeia (dibujos) y Manolo V el Empecinado (Manuel Vázquez Montalbán), La educación de Palmira, epílogo de Sixto Cámara (seudónimo de Vázquez Montalbán), 1972.

Fuentes:

Web de la Editorial Andorra.

AA.VV., Del mil nou-cents seixanta-set al dos mil set. Celebrant quaranta anys d´Editorial Andorra, Andorra la Vella, Editorial Andorra, 2008.

Manuel Aznar Soler, “Exilio republicano de 1939 y patrimonio literario. De la Colección Patria y Ausencia (1952) a la Biblioteca del Exilio (2000)», en Laberintos del exilio. Diecisiete estudios sobre la obra literaria de Max Aub, Sevilla, Renacimiento (Biblioteca del Exilio. Anexos 3), 2003, pp. 92-126.

Pere-Miquel Fonolleda Pérez, Editorials i societat a Andorra, 1945-1994, i relacions amb Catalunya sota el règim franquista, prólogo de Josep Maria Solé i Sabaté y preámbuilo de Pere Canturri Muntanyà, Biblioteca Andorra, 2006.

Fina Font Ruana, “Editorial Andorra: Present, passat i futur”, Ex Libris Casa Bauró. Fulls de bibliografía, núm. 2 (2003), pp. 29-33.

Javier Lluch Prats, “Propuestas para una reautorización de Max Aub: Campo del Moro y Las buenas intenciones”, Laberintos, núm 1 (2001), pp. 33-51.

José Carlos Mainer, “El lento regreso: textos y contextos de la colección El Puente (1963-1968)», en Manuel Aznar Soler, ed., El exilio literario español de 1939. Actas del Primer Congreso Internacional, Sant Cugat del Vallès, Asscociació d´Idees- Gexel (Serpa Pinto 1), vol I, pp. 395-415.

Àlvar Valls, “Aproximació al fet literari a Andorra”, en Eliseu Trenc Ballester, ed., Els Pirineus, Catalunya i Andorra (Actes del Tercer Col·loqui Interancional de la Associació Francesa de Catalanística), Barcelona, Abadia de Montserrat, 2006, pp. 125-138.