La recuperación (o la quema) editorial de Ramón J. Sender en España

En su documentadísima biografía de Ramón J. Sender (1901-1982), Jesús Vived Mairal cita una carta bastante interesante en relación al Premio Planeta, que el escritor aragonés mandó al profesor Francisco Carrasquer el 13 de abril de 1969: «Las novelas que acabo de terminar son En la vida de Ignacio Morel (la mandaré probablemente a Destino) y Tanit, que irá también allí». Conociendo esta intención de publicarla en la editorial de Josep Vergés (1910-2001), dando pie a una abrumadora operación por publicar su obra y cuando Destino aún no formaba parte del entramado planetario ¿cómo es posible que En la vida de Ignacio Morel acabara alzándose con el Premio Planeta en la edición de 1969, a cuya ceremonia de entrega no asistió el autor y cuyo finalista fue el novelista peruano Manuel Scorza (1928-1983) con Redoble por rancas?

Vived Mairal da algunas claves para comprender cómo y quién le invitó a participar (vale la pena leerlas), pero en cualquier caso a partir de ese momento se ponía en marcha, propiciado sobre todo por el cambio de actitud de la censura española hacia la obra y la persona de Sender, lo que el ya mencionado Francisco Carrasquer describió como  «un pequeño alud de títulos» senderianos y José-Carlos Mainer como «una avalancha». Lejos quedaban los años en que, sin ningún género de duda por el solo hecho de llevar la firma de Sender, la circulación de sus libros era impedida tajantemente por la censura. De hecho, la prohibición de Florentino Pérez-Embid (secretario general de Información) a que José Janés pudiera publicar en un volumen los tres primeros libros de Crónica del Alba, después de haber sido autorizada por el censor Javier Dieta (en lo que Fernando Larraz considera «una de las declaraciones más contundentes que pueden encontrarse de veto a un autor con independencia del carácter de sus obras»), databa del entonces lejano 1956.

Ramón J. Sender.

En años inmediatamente previos a la concesión del Planeta, la Editorial Magisterio Español había contado con La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (aparecida en Las Américas Publishing en 1964), con prólogo de Carmen Laforet, para reactivar su colección Novelas y Cuentos en 1967 bajo la dirección de Manuel Cerezales, y luego añadiría a su heterogéneo catálogo la exitosa y divertida serie sobre Nancy y La llave y otras narraciones. Es decir, su política parecía ser la recuperación de textos ya publicados en el exilio, y el éxito de La tesis de Nancy les llevó a ocuparse de la edición de los tres siguientes, pero, paradójicamente, el volumen con el ciclo completo de Nancy lo publicaría en 1984 Destino.

De hecho, desde 1965 Destino había sido quien había publicado en España el grueso de la obra de Sender: la a ojos de la censura inocua novela del Oste El bandido adolescente (1965), Tres novelas teresianas (1967), la extravagante novela histórica Las criaturas saturnianas (1968), los relatos de El extraño señor Photynos y otras novelas americanas (1968) y la Comedia del diantre y otras dos (1969), si bien es cierto que a aquellas alturas la obra de Sender en el exilio era lo suficientemente amplia y variada para que aparecieran también muestras de ella en Gredos (Valle-Inclán y la dificultad de la tragedia, en 1965), Delós-Aymà (Crónica del Alba, en tres tomos, en 1965), Magisterio Español (el ya mencionado volumen La llave y otras narraciones, de 1967) o Alianza Editorial (Tres ejemplos de amor y una teoría, en 1969).

Sobrecubierta de la edición de Destino.

La acaso sorprendente concesión del Planeta a Sender no hizo sino acrecentar hasta límites abrumadores ese asombroso ritmo de publicación de una obra que, en su conjunto, era literariamente muy desigual y en cuanto a géneros muy diversa. Tras la publicación de En la vida de Ignacio Morel Planeta le publicaría hasta cuatro novelas más a un ritmo casi anual: Zu, el ángel anfibio (1970), Tánit (1970), El fugitivo (1972) y La mesa de las tres moiras (1974). Y el hecho de que algunos de estos títulos pasaran posteriormente a la colección de bolsillo y el número de ediciones dan fe de la distinta suerte de las obras de Sender publicadas por Planeta, entre cuyos éxitos destaca, junto a la novela premiada, una novela en apariencia poco apreciada por la crítica senderiana pero bastante jugosa: Tánit.

Por entonces dirigía la Colección Popular de Planeta Rafael Borrás Betriu con un consejo de redacción de lujo formado por Mª Teresa Arbó, Marcel Plans, Carlos Pujol y Xavier Vilaró. La Popular se alimentaba básicamente de los éxitos de la colección Autores Españoles e Hispanoamericanos y era el destino final de las novelas premiadas por la editorial (antes del resurgir de las colecciones de quiosco). Entre sus cien primeros títulos figuran, además de Tánit (núm. 31) y En la vida de Ignacio Morel (núm. 68), tanto las obras de Álvaro de Laiglesia, Ángel Palomino y Torcuato Luca de Tena como textos literariamente más ambiciosos de Ignacio Aldecoa, Gonzalo Suárez, Juan Marsé, Ana María Matute o Carmen Laforet y, entre los extranjeros, Juan Rulfo, Hemingway, Steinbeck y Kippling. Se trata de una colección de grandes éxitos, como queda claro en el empeño de indicar (impreso en la cubierta) el número de ejemplares vendidos. A título de ejemplo, en la cubierta de la segunda edición de Tánit (1982) se declara haber vendido 45.000 ejemplares de la primera, y en la segunda de Las uvas de la ira se señalan 90.000 ejemplares vendidos (la 1ª ed. es de junio de 1978).

Además, eso no detuvo la publicación de otros libros senderianos en otras editoriales, particularmente en Destino (La antesala en 1970, Túpac Amaru en 1973, Las Tres Sorores en 1974…), pero también en Escelicer (Donde crece la marihuana, 1973) y Akal (Cronus y la señora con rabo), además de las ya consignadas novelas de Nancy en Magisterio Español.

Cuando finalmente en 1974 Sender regresó por primera vez a España, invitado por la Fundación General Mediterránea para dar un ciclo de conferencias en diversas ciudades, y para someterse también a una enorme cantidad de entrevistas y actos promocionales de su obra, el lector español se encontraba sometido al asfixiante ritmo al que se le ofrecían novedades bibliográficas del polígrafo aragonés. Aunque no pudo entrar en la Real Academia Española, pese al intento de Dámaso Alonso, por el hecho de no tener pasaporte español, quizá si finalmente hubiera obtenido el Nobel (como solicitó el Spanish Institute de Nueva York), a la larga la suerte de la obra senderiana hubiera sido otra.

En cualquier caso, en tales circunstancias de bombardeo editorial, no es de extrañar que la obra de Sender haya sido de digestión lenta y que aún hoy depare inesperadas sorpresas (ya sean sus obras teatrales, sus novelas policíacas o sus relatos) a quienes de pronto descubren alguno de sus títulos que, en su momento, pasaron inevitablemente desapercibidos. Hoy tal vez podríamos decir que, pese a la supervivencia del puñado de títulos de primer rango (Imán, Mr. Witt en el Cantón, El lugar de un hombre, Crónica del alba, Réquiem por un campesino español) esas desenfrenadas políticas editoriales «quemaron» al autor, sepultando buena parte de su obra.

Fuentes:

Luz C. de Watts, Veintiún días con Sender en España, Barcelona, Destino (Áncora y Delfín 480), 1976.

Fernando Larraz, Letricidio español. Censura y novela durante el franquismo, Gijón, Trea, 2014.

Jesús Vived Mairal, Ramón J. Sender. Biografía, Madrid, Páginas de Espuma (Voces Clásicas 14), 2002.

Joaquín Maurín, agente literario de Ramón J. Sender

Cubierta de Cabrerizas Altas, en la que no aparece la J (que corresponde a José) en el nombre del autor.

Cubierta de Cabrerizas Altas, en la que no aparece la J (que corresponde a José) en el nombre del autor.

Como ya es sabido, la obra pseudoautobiográfica de Ramón J. Sender (1901-1982) Crónica del Alba se compone de nueve libros publicados a lo largo de más de veinte años, pero el material narrativo del que se sirvió para escribirlos había ido apareciendo parcialmente en obras como El verdugo afable (Santiago de Chile, Nascimiento, 1951), Los héroes (San Juan de Puerto Rico, Between Worlds, 1960) y Cabrerizas Altas (México, Editores Mexcianos Unidos, 1965), entre otras. La secuencia en que aparecieron los títulos que forman esta gran obra fue la siguiente:

  • 1942 Crónica del Alba (México, Nuevo Mundo)
  • 1954 Hipogrifo violento (México, Aquelarre)
  • 1957 La Quinta Julieta (México, revista Panoramas y Editorial Costa-Amic)
  • 1960 El mancebo y los héroes (México, Atenea)
  • 1963 Con el título Crónica del Alba, Las Americas Publishing Co. de Nueva York publica un primer tomo con los tres primeros libros y un segundo con El mancebo y los héroes y los nuevos La onza de oro y Los niveles del existir.
  • 1965: Aparecen en Delos-Aymà, bajo el título general Crónica del Alba dos volúmenes correspondientes a los publicados por Las Americas. Gana el Premio Ciudad de Barcelona 1966.
  • 1966: Delos-Aymà añade un tercer volumen con Los términos del presagio, La orilla donde los locos sonríen y La vida comienza ahora.

Cuando en octubre de 1953 Sender reanuda el proyecto iniciado en 1942, ya había tomado como agente para sus ensayos a Joaquín Maurín Julià (1896-1973), quien le animó a intentar publicar en España una obra que inicialmente, por su nulo contenido político, no era susceptible de chocar con las prohibiciones de la censura franquista. La interesantísima correspondencia entre Sender y Joaquín Maurín, editada y anotada por Francisco Caudet en 1995 y publicada por Ediciones de la Torre y el Instituto de Estudios Altoargoneses, permite ver cómo se gestó ese proyecto y el papel que en su forma definitiva tuvo Joaquín Maurín, quien en calidad de agente literario (en American Literary Agency) gestionaba los derechos de los artículos periodísticos de Sender, así como los de Miguel Ángel Asturias, Alfonso Reyes y Ramón Gómez de la Serna, entre otros.

El que fuera secretario general de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) entre 1921 y 1922, y posteriormente secretario general del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) entre 1935 y 1936 y diputado a Cortes por Barcelona entre febrero de 1936 y febrero de 1939, había llegado a Nueva York tras unas muy novelescas peripecias que le habían llevado, incluso de incógnito, por diversas cárceles franquistas.

Para evitar que lo expulsaran de Estados Unidos y poder crear una empresa (pues había entrado como turista), el por entonces presidente de Costa Rica, José Figueres (1906-1990), nombró a Maurín asesor de su país en la ONU. Por falta de recursos, Maurín estableció en 1948 su oficina en su apartamento frente al río Hudson. Lo gracioso es que pronto figuraron dos trabajadores en la empresa: Joaquín Maurín, como representante del director, y J.M. Julià (burdo seudónimo) como director. La idea rectora de esta agencia creada por Maurín era extender y generalizar entre los periódicos de habla hispana la costumbre en los periódicos europeos y estadounidenses de contar con artículos de fondo firmados por autores de prestigio. A los autores, por su parte, eso les permitiría unos ingresos adicionales y una mayor visibilidad en países donde su obra tenía escasa presencia o eran poco conocidos. Los primeros clientes de ALA fueron Maurín, Anderson (seudónimo de Maurín), Roy (seudónimo de Maurín), Mayo (seudónimo de Maurín) y el escritor colombiano Germán Arciniegas (1900-1999), a los que más adelante se fueron añadiendo, además de los ya mencionados, autores como Salvador de Madariaga, José Vasconcelos, Alejandro Casona,Víctor Alba, Pablo Neruda…

Joaquín Maurín

Inicialmente se ocupaba sólo de los derechos de artículos para prensa, pero no fue así en el caso de Sender. Resulta por tanto un poco sorprendente lo que escribe el escritor aragonés en carta a su agente del 26 de febrero de 1958:

Yo creo que no necesito agentes. La parte comercial de mi pequeña carrera nunca me ha proporcionado mucho. Algunos años me ha dado bastante dinero (para mis costumbres), otros poco. Pero no me siento capaz de atender la cosa como un negocio.

Aun así, en los años precedentes, Maurín había actuado “de hecho” como agente literario de Sender. Las intervenciones del agente en la publicación de libros de Sender fueron en realidad fruto de la amistad que fue surgiendo entre ellos, como lo demuestra el hecho de que, cuando se le ofreció, el agente rechazara un porcentaje por los derechos de las Novelas ejemplares de Cibola si conseguía colocarlas: “De lo de la comisión –escribe Maurín a Sender en octubre de 1953–, ni hablar. Se ha empeñado usted en hacerme comisionista y no quiero serlo de los amigos”.

Las Américas Publishing Co., 1961.

En agosto de 1953 Sender había intentado sin éxito que la argentina Editorial Sudamericana le publicara ese magnífico libro de relatos, y atribuía las dificultades con que se encontraba a la intervención del escritor español Guillermo de Torre (1900-1971), ante lo cual Joaquín Maurín le ofreció intermediar personalmente, puesto que mantenía una cierta amistad con uno de los accionistas de esta empresa. Posteriormente, en abril de 1954, intervendría también en el intento de colocar el libro en editorial chilena Zig-Zag. Al parecer, estas gestiones no tuvieron el éxito deseado, pues el libro no apareció hasta 1961 en las estadounidenses Las Americas Publishing. Si embargo, desde el primer momento, Maurín le planteó a Sender una posibilidad que el escritor aragonés no podía dejar escapar de ninguna manera:

A propósito: ¿Usted no ha pensado en la posibilidad de editar en España? Quizá la pregunta le sorprenda. A mi modo de ver, espiritualmente habría que ir entrando en España para ponerse en contacto con lo bueno de España, que es la mayoría… [carta del 7 de septiembre de 1953)]

Ramón J. Sender.

Aunque, ciertamente, a Sender pudiera sorprenderle la propuesta de intenar que la Censura framquista permitiera publicar en España la obra de un escritor exiliado como él, pocos meses después Maurín vio enseguida claro que el gran libro pseudoautobiográfico era la oportunidad idónea para intentar reintroducir a Sender en el ámbito editorial español. Sender le escribió a su agente acerca de sus planes el 7 de junio de 1955:

He pensado que mejor que escribir la novela histórica [Bizancio] por ahora, será escribir el tercer tomito de la serie que comencé con Crónica del Alba y con Hipogrifo violento. Creo que los tres volúmenes (el tercero se titulará La Quinta Julieta) podrías ofrecerlos con mi nombre (es decir, sin seudónimo) a alguien en España cuando llegue el momento. Como en esos libros no hay nada político, tal vez no tendrán inconveniente. Y los tres juntos en un solo volumen con el título general Crónica del Alba se venderían en España muchísimo.

El epistolario está lleno de pasajes en que vemos a Maurín informando a Sender acerca de circunstancias del mundo editorial español que Sender desconoce, dándole consejos referidos a su carrera literaria, y pidiéndole en consecuencia comprensión y paciencia, aclarándole las muchas dificultades a que se enfrentan los editores en España y subrayando la importancia de lograr que se publique algo suyo en España, lo cual puede abrir la puerta a otros libros. La respuesta a la última carta citada fue inmediata:

Creo que haces bien decidiéndote a editar en España. Los editores no son Franco y la Falange, sino empresas comerciales, la mayor parte de ellas –o ellos– adversarios de Franco y la Falange. Además, la industria editorial española ha vuelto a reconquistar el mercado de Hispanoamérica. Sólo editando en España se puede tener una difusión general en toda Hispanoamérica. Las editoriales de México, Buenos Aires y Chile han quedado rezagadas y ahogadas en su estrechez.

Me dispongo, pues, a buscarte editor para tus novelas. [carta del 9 de junio de 1955]

Ramón J. Sender.

Las gestiones fueron largas, llenas de tropiezos y dificultades, por razones sobre todo de censura, que era especialmente dura con los autores exiliados, lo que provocó periódicos momentos de desilusión del escritor y frecuentes palabras de aliento y estímulo del agente, quien concedía una enorme importancia al éxito de esa misión. Incluso intervino Maurín haciendo propuestas y sugerencias para conseguir salvar las previsibles objeciones de la censura al prólogo, que de haber sido aceptadas por el escritor hubieran ayudado además a clarificar la estructura de la obra:

Puesto que la novela va a tener tres partes y el título de la primera será Crónica del Alba, el de la segunda Hipogrifo violento y el de la tercera La Quinta Julieta, creo que debieras dar al todo un nuevo título.

A mi modo de ver, seria un error estratégico querer publicar el prólogo [de Lluis Capdevila], que se refiere, aunque indirectamente, a la guerra civil española. La presencia del prólogo puede matar la publicación sin más, por parte de la censura.

Si das a la novela un título general y pones como subtítulo Memorias de José Garcés, el prólogo ya no es necesario.

Tú verás. [carta del 15 de julio de 1955]

Joaquín Maurín.

Maurín era muy consciente, y acertaba de pleno, de cuán importante podía ser que Sender consiguiera publicar en alguna editorial española, y buscó los resquicios que podían facilitarlo sin perder la esperanza y buscando argumentos para convencer además a Sender de que Crónica del Alba era la obra idónea con la que hacerlo (como así se demostró, aunque años más tarde). A finales de enero de 1956, por ejemplo, Maurín seguía pidiendo paciencia y exponía cuál era la situación en España de los editores que seguían bregando con la situación económica y cultural impuesta por el franquismo:

Tú no sabes las dificultades en que se mueven los editores españoles: censura, papel, crédito, mercado de América, derechos de autor, etc. En principio, la mayor parte de los editores son anti-régimen, pero no son contra-régimen, lo cual es muy distinto.

Una imagen muy acertada de cómo, desde el exilio, se juzgaba el mundo editorial en España.

La edición, en tres volúmenes (y muy probablemente versión censurada), en Alianza.

La edición completa en Alianza. Muy sutil la alusión a la bandera republicana (rojo, amarillo, morado). La imagen se amplía al clicar en ella.

 Fuentes:

Víctor Alba, Sísif i el seu temps. II Costa amunt, Barcelona, Laertes, 1990.

Francisco Caudet, “Sender en Albuquerque: la soledad de un corredor de fondo”, en Juan Carlos Ara Torralba y Fermín Gil Encabo, eds., El lugar de Sender, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1995, pp. 141-159.

Francisco Caudet, ed., Correspondencia Ramón J. Sender-Joaquín Maurín, Madrid, Ediciones de La Torre (Nuestro Mundo), 1995.

Ricardo Crespo, “Cambio ideológico y trascendencia: Sender en la American Literary Agency, en José Domingo Dueñas Lorente, ed., Sender y su tiempo. Crónica de un siglo, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001pp. 527-534.

Luis Antonio Esteve, “El destino de Pepe Garcés y Ramón J. Sender en la Crónica de 1942”, en ibídem, pp.237-248.

Joaquín Roy, ALA- Periodismo y Literatura, Madrid, Hijos de E. Minuesa S.L., 1985.

Jesús Vived Mairal, Ramón J. Sender. Biografía, Madrid, Páginas de Espuma (Voces clásicas 14), 2002.

El enigmático caso de la pertinaz errata o Las barbas de la reina (divertimento narrativo)

A Alberto Ibarrola Oyón, que me dio la idea.

Sobrecubierta de la edición de Destino.

Sobrecubierta de la edición de Destino.

En más de una ocasión había oído elogiar la narrativa breve de Ramón J. Sender (1901-1982), escritor conocido sobre todo por su abundante obra novelística (Réquiem por un campesino español, El lugar de un hombre, Crónica del Alba…), así que finalmente, una noche fría y desapacible, enfundado en mi confortable bata, me senté ante la chimenea en mi butaca preferida, encendí una pipa de tabaco holandés, con mi fiel perro labrador a los pies, y abrí la edición en Áncora y Delfín (Destino) de El extraño señor Photynos y otras novelas americanas (1973). Empecé a leer con fruición el estupendo relato que da título al libro, que se estructura mediante la exégesis de un soneto que el narrador, según dice, “compuso inspirándose en la visión de un hombre fumando marihuana, que recordaba a esos indios yanquis, altos, sin bautizo ni nombre español, que pasean sus largas piernas desnudas por Sonora” (p. 10) ¡¡¿Cómo que «indios yanquis»?!! ¡Y en Sonora! Realmente, demasiada marihuana (recordé de pronto haberle leído a Sender una obrita titulada Donde crece la marihuana, y me aseguré entonces de que mi pipa sólo contuviera tabaco de importación).

Sobrecubierta de la edición de Aymá (la madre del cordero), con la faja en la que se lee: "Ramón Sender... es el más importante escritor de nuestro tiempo en lengua castellana" London Times (3 de abril 1961)

Sobrecubierta de la edición de Aymá (la madre del cordero), con la faja en la que se lee: «Ramón Sender… es el más importante escritor de nuestro tiempo en lengua castellana» London Times (3 de abril 1961)

Intuyendo algún azaroso misterio, decidí apartar al fiel labrador y acercarme de un salto a la estantería donde guardo la edición que del mismo título había hecho en 1968 la editorial Delos-Aymà. Para mi desolación, resultó ser exactamente igual que la de Destino (“indios yanquis” incluidos). Así, pues, no me quedaba otro remedio que recurrir a otras ediciones anteriores de ese cuento para desfacer el entuerto. Pero ¿cuáles? Editores Mexicanos Unidos había publicado en 1965 (colofón de diciembre) la colección de relatos senderianos Cabrerizas Altas en la que aparece uno titulado “El Tonatiu (Historia de un soneto)”, y pensé que tal vez el soneto en cuestión podía ser el mismo que actúa de hilo conductor o más bien de desencadenante de la trama de «El extraño señor Photynos». Y más o menos. El argumento es aproximadamente el mismo, pero cambian personajes, desaparecen o se alteran pasajes bastante extensos, e incluso en buena medida cambia el sentido de la historia, pero, por fin, mi tesón halló recompensa y el enigma solución: “indios yaquis”. Bien.

Pese a mi bien conocida modestia, debo reconocer que bastante satisfecho de mí mismo se me ocurrió entonces hojear el tercer número de la estupenda revista que dirigió Max Aub Los Sesenta (donde publicó a León Felipe, a Salazar Chapela, a Alfonso Reyes, a

Cubierta de Cabrerizas Altas, en la que no aparece la J (que corresponde a José) en el nombre del autor.

Cubierta de Cabrerizas Altas, en la que no aparece la J (que corresponde a José) en el nombre del autor.

André Malraux, a Guillén y a Rafael Alberti, entre otros), porque me sonaba que ahí se publicó un cuento de Sender de título ligeramente distinto, “El Tonatio. Historia de un soneto”. Pero me sorprendió descubrir que en esa revista, fechada en 1965, aparecía la misma versión del cuento publicada en Delos-Aymà (salvo, afortunadamente, por la errata), en lugar de la versión de Cabrerizas Altas. Recurrí finalmente a uno de mis autores de cabecera para cuestiones senderianas, Francisco Carrasquer, quien no me resolvió la duda pero consigna en su tesis una edición, ¡de 1964!, de “The Tonatiu” en Tales of Cibola (Nueva York, Las Americas Publishing); puedo dar fe de que en la correspondiente edición española en Destino, Novelas ejemplares de Cibola (1974), ese cuento no aparece.

Puestas así las cosas, para establecer las fechas de cada una de las versiones no quedaba otra que rastrear las cartas entre Sender y Aub; esto es: acudir al Centro de Estudios Senderianos (en Huesca) o a la Fundación Max Aub (en Segorbe). Por el epistolario aubiano que alberga la segunda de esas insitituciones, supe que el 22 de junio de 1964, Sender, en respuesta a las reiteradas peticiones de Max Aub, le mandó la versión de “El Tonatio (Historia de un soneto)” que se publicó en Los Sesenta. Por fin creí poder establecer el stemma o el árbol genealógico del cuento: Cabrerizas Altas – Las Américas Publishing – Los Sesenta – Delos-Aymà (donde nace la errata) – Destino (donde ésta persiste con muy buena salud).

Un auténtico lujo, la revista Los Sesenta, que se publicaba en los años sesenta y en la que sólo podían colaborar quienes hubieran cumplido esa edad (cosas de Max Aub y su sentido del humor).

Un auténtico lujo, la revista Los Sesenta, que se publicaba en los años sesenta y en la que sólo podían colaborar quienes hubieran cumplido esa edad (cosas de Max Aub y su sentido del humor).

Quizás fue un desvelo inútil que sólo interesará a ociosos y diletantes, porque al fin y al cabo la historia de la errata como personaje libresco se remonta acaso a los mismos orígenes de la imprenta, pues ya en el Psalmorum Codex (1457), el primer libro que salió con pie de imprenta, de Johannes Fust (1400-1466) y Peter Schöffer (h. 1425- h. 1503), el título aparecía en el colofón como Spaldorum Codex. Sin embargo, completamente desvelado ya para entonces, y por simple curiosidad malsana de gente en exceso ociosa, eché un vistazo a la divertidísima delicia de libro que es Vituperio (y algún elogio) de la errata, de José Esteban, para comprobar si en sus páginas se mencionaba a los «indios yanquis» o a alguna otra edición de Sender. Y, efectivamente, allí me enteré de que en la primera edición de la novela Míster Witt en el Cantón, publicada por Espasa Calpe en 1936, el autor parece atreverse ni más ni menos que a afeitar a la mismísima reina de Inglaterra, pues se imprimió “God shave the Queen” por “God save the Queen». Y cuando las barbas de la reina veas pelar…

Fuentes:

El resultado de cotejar y analizar las diferentes versiones del cuento se publicó con el pomposísimo y hoy demodé título «Intertextualidad y proceso creativo en El extraño señor Photynos«.

Francisco Carrasquer, Imán y la novela histórica de Sender, Londres, Thamesis Books, 1970.

Epistolario Max Aub- Ramón J. Sender (Aub, una mina para los historiadores de la cultura, conservaba copia de las cartas que enviaba), en la Fundación Max Aub. Sobre Sender, hay que visitar el Centro de Estudios Senderianos.

José Esteban, Vituperio (y algún elogio) de la errata, Sevilla, Renacimiento, 2002.

Luis Antonio Esteve, “Un tanto al margen, la narrativa breve de Ramón J. Sender”, Quimera, 252 (enero de 2005), pp. 42-46.

Ramón J. Sender, «El Tonatiu (Historia de un soneto)», en Cabrerizas Altas, México D.F., Editores Mexicanos Unidos, 1965, pp. 91-124.

-, «El Tonatio. Historia de un soneto», Los Sesenta, (México D.F.), núm. 3 (1965), pp. 9-55.

-, El extraño señor Photynos y otras novelas americanas, Barcelona, Delos-Aymá, 1968, pp. 7-53.

-, El extraño señor Photynos y otras novelas americanas, Barcelona, Destino (Áncora y Delfín 409), 1973, pp. 9-55.