La editora catalano-mexicana Neus Espresate Xirau y su generación

Neus Espresate Xirau, nacida en Canfranc (Huesca) el 5 de enero de 1934 y fallecida en la Ciudad de México el 21 de febrero de 2017, perteneció a una generación de intelectuales nacidos en España, trasladados a América siendo aún niños y que tuvieron una formación bastante peculiar.

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Tomàs Espresate.

En los años treinta, su padre, Tomàs Espresate Pons (1904-1994) había sido un destacado líder socialista en la provincia de Huesca y al estallar la guerra civil española se trasladó a Barcelona, donde quedaron sus hijos cuando, al caer Barcelona en manos franquistas, Tomàs cruzó la frontera y se trasladó inicialmente a París, donde trabajó en el SERE (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles). En el verano de 1940, con las tropas franquistas a un paso de la capital francesa, Tomàs Espresate se trasladó a Marsella, desde donde intentó salir hacia México con su esposa, cosa que no logró hasta la primavera de 1942, y desembarcó del Nyassa el 22 de mayo de ese año. Antes de que pudieran reunirse con él sus hijos, Jordi, Francesc (Quico) y Neus, que llegó con doce años, había creado una empresa de comercio textil y, en colaboración con el zaragozano Enrique Naval (1901-1958) –quien en Argentina había puesto en pie con Epifanio Madrid la editorial Bajel, que entre otras cosas publicó De un momento a otro, de Alberti–, crearon la empresa Crédito Editorial y posteriormente la Librería Madero, a la que años más tarde añadirían una pequeña imprenta en la que reside el origen de las Ediciones Era.

Tras unos años de escolarización en centros educativos franquistas, Neus Espresate forma su personalidad en México inicialmente en el ámbito de los centros creados por exiliado españoles desde 1939 con el propósito de que los hijos de los republicanos españoles pudieran seguir su educación hasta el momento de regresar a su país de origen, cosa que se suponía que podrían hacer en cuanto las fuerzas aliadas acabaran con las dictaduras fascistas en Europa. En consecuencia, la formación de estos niños, aun siendo hispanomexicana, daba mucha importancia a la geografía, la historia, la literatura y en general la cultura españolas, lo que posteriormente los singularizó entre sus compañeros universitarios.

En la Imprenta Madero confluyen en los años cincuenta los hermanos Jordi y Francesc Espresate (1932-2013) con Vicente Rojo (Barcelona, 1932) y José Hernández Azorín. Se trata de un núcleo de jóvenes nacidos en España, próximos al socialismo y comprometidos con el antifranquismo, que en 1960 pondrían en pie las Ediciones Era, en compañía además de otros hijos de exiliados republicanos como Nuria Galipienzo, Pili Alonso, Adolfo (Fito) Sánchez Rebolledo o el abogado Carlos Fernández del Real.

Jomi García Ascot

Jomi García Ascot

Por aquel entonces habían podido seguir muy de cerca las primeras iniciativas editoriales de sus compañeros generacionales, como las revistas promovidas por universitarios que habían abandonado España de niños tales como Clavileño (1948), de Luis Rius, Arturo Souto Alabarce, Inocencio Burgos, etc.; Presencia (1948-1950), editada por Enrique Echeverría, Jomí García Ascot y Roberto Riuz; Hoja (1948), en cuyas Ediciones de la revista aparecieron los primeros libros de Tomás Segovia (1927-2011) y Enrique de Rivas (n. 1931) o Segrel (1951), que publicó también el libro Canciones de vela (1951), de Luis Rius (1930-1984). No es extraño, pues, que ya en los primeros años de su andadura Ediciones Era contribuyera a dar a conocer la poesía de Jomi García Ascot (Un otoño en el aire,1964), Luis Rius (Canciones de amor y sombra,1965) y Tomás Segovia (Historias y poemas, 1968) y un poco más adelante tuviera también el acierto de publicar la importante Historia documental del cine mexicano (1978), de Emilio García Riera.

Eran los años también en que sus compañeros hispanomexicanos estaban empezando a forjarse un nombre en el mundo editorial, con Joaquín Díez Canedo (1917-1999) a la cabeza con su independiente Editorial Joaquín Mortiz, creada en 1962, pero también, sobre todo en la órbita del FCE, Tomás Segovia (1927-2011) como excelente traductor literario, Juan Almela Castell (1934-2014), conocido como poeta Gerardo Deniz, que hizo labores de edición y corrección, o José de la Colina (n.1934), que hizo también trabajos de corrección y traducciones para González Porto, el Fondo y Era, Francisco González Aramburu, también corrector y traductor… Sin embargo, más importante aún como aglutinadora de estos intelectuales hispanomexicanos fue la iniciativa del Movimiento Español 1959 (ME/59), que había reunido poco antes de la fundación de la editorial a Vicente Rojo, Luis Rius, García Ascot, Xavier de Oteyza, Jordi Espresate, José de la Colina, Manuel Duran, Martí Soler, José Pascual Buxó y Elena Aub entre otros muchos, y entre cuyos propósitos estuvo el de publicar libros con la intención de distribuirlos en España.

Max Aub, J. Díez-Canedo, Alí Chumacero, Agustín Yáñez y Ricardo Martínez.

Max Aub, J. Díez-Canedo, Alí Chumacero, Agustín Yáñez y Ricardo Martínez.

Ediciones Era nace como una editorial de izquierdas firmemente arraigada a México, a su realidad social y política, con la que se compromete desde el primer momento, y lo hace abriéndose a la obra de los nuevos creadores en lengua española en un sentido muy amplio y a aquellos ensayos del ámbito de las ciencias humanas que, más por reticencias ideológicas que por cuestiones de rigor o de calidad, muy difícilmente podían encontrar su espacio en las grandes editoriales del momento. Aun así, los temas españoles y en particular los derivados de la guerra civil tienen una presencia mayor que en cualquier otra editorial de su tiempo (con la salvedad de Ruedo Ibérico).

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Neus Espresate.

Ya las circunstancias que rodearon la aparición del primer libro de Ediciones Era, con la que estrenaba la colección Ancho Mundo, es significativo e ilustrativo tanto del momento histórico como del perfil ideológico de la editorial y de su firme apuesta por un tipo de literatura estrechamente vinculada con el reportaje periodístico: La batalla de Cuba. Fisonomía de Cuba, un volumen en cuya primera parte lo constituye un amplio ensayo a modo de reportaje del historiador Fernando Benítez (1912-2000) y la segunda es una breve semblanza de la Cuba prerrevolucionaria escrita por el catedrático Enrique González Pedrero (n. 1930), quien ya había abordado el mismo tema en La revolución cubana (UNAM, 1959) y quien entre 1955 y 1957 había adquirido experiencia como secretario de redacción de la revista del Fondo Económico de Cultura El Trimestre Económico, fundada en 1934 por Daniel Cosío Villegas y Eduardo Villaseñor y por aquel entonces dirigida por Víctor L. Urquidi y Javier Márquez. En cuanto al aspecto de La batalla de Cuba, Vicente Rojo se ocupó tanto del diseño como de la reproducción de las numerosas imágenes fotográficas a color como del mapa a color que incluye y de diversas tablas.

Max Aub, Juan Goytisolo y Vicente Rojo.

Max Aub, Juan Goytisolo y Vicente Rojo.

En una intensa entrevista de Guillermo Sánchez Cervantes, publicada en Gatopardo, Neus Espresate ponía de manifiesto la importancia que tuvieron las colaboraciones en los pasos iniciales de Era, y en particular la ayuda recibida de Benítez y del editor de origen argentino Arnaldo Orfila. El vínculo con Benítez procedía del hecho de que, a la muerte del diseñador gráfico también exiliado Miguel Prieto (1907-1956), Rojo fue al hombre a quien recurrió Benítez para que le sustituyera como dirección gráfica de los prestigiosos suplementos México en la Cultura y luego La Cultura en México, que tenían como colaboradores más o menos asiduos a muchos otros hispanomexicanos (Tomás Segovia, Gerardo Deniz, García Riera, Núria Parés, Manuel Duran, Ramon Xirau, Francisca Perujo, Agustí Bartra…), así como a autores que no tardarían en estrenarse en Era: Mosiváis, Monterroso, José Revueltas, Poniatowska, José Emilio Pacheco…

La mención de algunos títulos es indicativa de las intenciones y los caminos que pretendía transitar el equipo fundador de Ediciones Era. También de 1960 es por ejemplo la traducción de Francisco Álvarez Iraola de Sudáfrica: la tragedia del apartheid, de Norman Phillips, asimismo con ilustraciones fotográficas, y de esos primeros años 3b4ae-sierradeteruel1945algunos títulos permiten aquilatar el equilibrio que en ERA va construyéndose entre el compromiso político –en el que marca un hito la creación de la revista Cuadernos Políticos (1974-1990), donde se darán a conocer los grandes politólogos y ensayistas latinoamericanos de izquierda– y la nueva literatura de alta exigencia estética: el libro que recopilaba las entrevistas llevadas a cabo por Elena Poniatowska que ningún periódico se atrevía a publicar, Palabras cruzadas (1961);  México. Pintura Activa (1961), de Luis Cardozo y Aragón, en la espléndida colección Imágenes; España heroica. Diez bocetos de la guerra española (1961), del general republicano Vicente Rojo, padre del diseñador de la casa; Franco, Hitler y los Estados Unidos (1962), de E. N. Dzelepy; Aura (1962), de Carlos Fuentes; Breve historia de Coyoacán (1962), de Salvador Novo; El único camino (1962), de Dolores Ibárruri; El cine mexicano (1963), del Emilio García Riera (Ibiza, 1931-México D.F., 2002); Cuentos del Sur y Diario de México (1963), del chileno Manuel Rojas, El coronel no tiene quien le escriba (1963), de García Márquez…, así como un curioso libro de Frédéric Rossif Madeleine Chapsal titulado Morir en Madrid (1963), montado a partir de fotogramas de la película documental dirigida por Rossif para la que se sirvió de numerosas películas de época y que en 1965 fue nominada al Oscar al mejor documental (el 1967 obtuvo el BAFTA en la misma categoría). Ahí está el precedente de otra obra importante basada en guiones cinematográficos vinculados a la guerra civil, Sierra de Teruel (1968), de André Malraux, que Era publicó en traducción y con prólogo de Max Aub en una espléndida colección dedicada al cine.

amorysombraTambién es orientativo ver a qué editoriales compraron en sus principios más derechos los jóvenes creadores de ERA para editar las correspondientes traducciones: Gallimard, Edizioni Avanti, Pantheon Books, Julliard, Libraire François Maspero, Monthly Review, New Left Books… Que en Era se publicara la obra de algunos exiliados republicanos, como por ejemplo Menesteos, marinero de abril (1965), de María Teresa León, la Poesía española contemporánea, de Max Aub (1969) o Las ideas estéticas de Marx (1965) y Estética y marxismo (1970), de Adolfo Sánchez Vázquez, encaja perfectamente en el propósito expresado por la propia directora de la editorial, Neus Espresate –a quien se ha caracterizado como «la heredera de esa generación de grandes exiliados»– de dar a conocer desde México lo que no se podía publicar en España, y particularmente lo que hacía referencia a la guerra civil, y procurar luego introducirlo en la Península.

cardozayaragonAun así, como ha escrito Carlos Monsiváis, uno de los autores más arraigados en ERA, lo que singulariza a Era es la concepción latinoamericana de su postura ante la realidad:

En los años sesenta Ediciones Era comienza y el proyecto es y parece distinto porque, además de todo, el momento de América Latina es eléctrico, y Era surge como proyecto latinoamericano. Se cree en el cambio (que la mayoría adjetiva: cambio revolucionario), se observa con detalle lo que ocurre en Cuba… se vive con pasión las teorías de la dependencia, y por vez primera desde los treintas, la izquierda cultural está a la vanguardia, una izquierda desestalinizada, crítica, alejada del lenguaje torrencialmente histíorico de Vicente Lombardo Toledano […] Era publica entonces lo que las editoriales oficiales y la mayoría de las privadas no admiten, temas como el castrismo, la presencia de las transnacionales, el nuevo colonialismo….

Neus Espresate, quien tenía claro que no es fácil describir su trayectoria, porque «nos hemos cuidado de no definir: la mejor definición es conocer nuestros libros», desde el primer momento «La propuesta era entre publicar los libros que queríamos y los necesarios. Afortunadamente, esas dos intenciones se han ido conjugando hasta el momento [1994]».

Aun así, según la evaluación que se hizo en la Universidad Autónoma de México al decidir nombrarla doctora honoris causa:

La política editorial de ERA durante la gestión de su directora fue documentar y difundir los acontecimientos sociales más relevantes de la historia contemporánea de México y América Latina, al abrir un espacio al pensamiento crítico para expresarse, como lo demuestran los testimonios de sus autores y colaboradores más cercanos.

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Fuentes:

AA.VV., “Entrevista con Neus Espresate y Vicente Rojo”, en Ediciones Era. 35 años, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1995, pp. 61-83.

Elena Aub, Historia del ME/59. Una última ilusión, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Instituto Nacional de Antropología e Historia (Palabras del Exilio 5), 1992.

exilio2agenManuel Aznar Soler y José Ramón López García, El exilio republicano de 1939 y la segunda generación, Sevilla, Gexel-Remacimiento (Biblioteca del Exilio. Anejos XV), 2011.

Colegio Académico de la UAM, «Acta de la Sesión 329», 2 de diciembre de 2010.

Teresa Férriz Roure, «Fernando Benítez, la prensa cultural mexicana y el exilio repubilcano», Arrabal, núm. 1, pp. 235-241.

Antonio Lago Carballo y Nicanor Gómez Villegas, Un viaje de ida y vuelta. La edición española e iberoamericana (1936-1975), Madrid, Siruela (El Ojo del Tiempo 9), 2006.

Elena Poniatowska, «Los españoles de antes», La Jornada, 28 de junio de 2015.

José Carlos Reyes Pérez, «El sueño mayor de hacer libros»: Era. Cultura escrita en español y la difusión de las ciencias sociales a través de una editorial, tesis presentada en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, agosto de 2016.

Javier Rico Moreno, «El exilio español en México. Reencuentro y proeza en tinta y papel», Texturas, núm. 24 (septiembre 2014), pp. 91-108.

Guillermo Sánchez Cervantes, «Neus Espresate y los inicios de Ediciones Era», Gatopardo, 2011.

De la Librería Madero a Ediciones Era

A Juan Miguel de Mora, ex brigadista,

excelente escritor y tertuliano de primera.

Ediciones Era quizá sea una de las editoriales independientes mexicanas más conocidas y reputadas internacionalmente, pero sus inicios en 1960 poco podían hacerlo presagiar. Uno de los impulsores de esa iniciativa, el pintor y diseñador gráfico Vicente Rojo (Barcelona, 1932), que llegó a México en 1949, ha dejado testimonio de las circunstancias en que nació la editorial:

En 1959 propuse a José [Hernández] Azorín y los hermanos [Neus, Jordi y Francisco] Espresate, mis amigos y colaboradores en la imprenta Madero (Ciudad de México), la creación de una pequeña editorial cuyos libros se pudiesen imprimir en los tiempos en que las máquinas estaban inactivas. El proyecto contó con el apoyo entusiasta de don Tomás Espresate, quien puso una sola condición: que la editorial estuviera compuesta por jóvenes (ninguno de nosotros contaba aún con treinta años).

Max Aub, Juan Goytisolo y Vicente Rojo.

Max Aub, Juan Goytisolo y Vicente Rojo.

El grupo iniciador de la editorial, pues, estaba compuesto por jóvenes militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, una organización política surgida en los meses previos al inicio de la guerra civil española como resultado de la fusión de la Unión de Juventudes Comunistas de España (PCE) y las Juventudes Socialistas de España (PSOE), y con el tiempo a su alrededor crearon un grupo de colaboradores entre los que abundaban los exiliados o hijos de exiliados (Pili Alonso, Fernández del Real, Nuria Galizpiendo, Adolfo Sánchez Rebolledo…). Casi desde el primer momento, Ediciones Era se posicionó como una de las editoriales jóvenes más interesantes, pero nada de ello hubiera sido posible sin el estímulo (y la financiación, en forma de un crédito de 100.000 pesos) de un personaje tan fascinante como  Tomás Espresate Pons (Portbou, 1904-México, 1994), a quien sus hijos Jordi y Neus Espresate Xirau editaron Las guerras del avi. Recuerdos (1904-1994), publicado en Veracruz en 2012.

Antes de la guerra civil, Tomás Espresate había iniciado una ascendente carrera política (al tiempo que se desempeñaba como agente de aduanas), en el seno del PSOE y del sindicato UGT, y ya no abandonó su compromiso político. Al entrar las tropas franquistas en Barcelona, a donde le había llevado un agitado periplo, pasó a Francia por Portbou,  y de ahí a París, donde trabajó para el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles hasta que la amenaza de las tropas nazis le llevó ya en 1940 a Marsella. Cuando finalmente se embarcó en el Nyassa con destino a México, en 1942, dejaba atrás a sus hijos, que proseguían su escolarización en la Barcelona ocupada.

Recién llegado a la capital mexicana, Espresate empieza a trabajar en el Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles, pero al mismo tiempo crea una empresa de exportación de productos textiles (Comercial Espresate). Sus inicios en el mundo de los libros casi coinciden con el momento en que por fin consigue reunirse con sus hijos. En 1946, se asocia con Enrique Naval (Zaragoza, 1901- México 1958), abogado que durante la guerra había sido secretario general del Ministerio de Instrucción Públicay responsable de los servicios de propaganda. Naval (que al término de la guerra pasó por el campo de refugiados de Saint Cyprien) tenía además una cierta experiencia en el mundo editorial, pues con Epifanio Madrid habían puesto en marcha la fugaz editorial Bajel. Juntos, Naval y Espresate crean Crédito Editorial, que dura apenas dos años.

Sin embargo, la empresa que le vale a Tomás Espresate un lugar de honor en la historia de los libros e incluso en la historia cultural de México, la mítica Librería Madero, abre sus puertas a mediados del siglo XX en la calle Madero, 12, especializándose en libros antiguos, raros y lujosos, y al cabo de tres años amplía su radio de acción con la creación de la Imprenta Madero, que empezó a funcionar con una sola máquina de 50 x 70 en la calle Amberes (posteriormente, al ampliar el negocio con tres máquinas más, se trasladaría a Aniceto Ortega). En la Imprenta Madero, además Vicente Rojo, José Azorín y Tomás y Jordi Espresate se formó un nutrido grupo de profesionales de las artes gráficas, como Hipólito Galván, Roberto Muñoz, Antonio González,Carlos Maldonado, Pilar Ríos, Candelaria Montiel o Efraín Morales. Carlos Monsiváis evocó el ambiente de la Imprenta Madero en los años iniciales de Era en los siguientes términos:

Un local no muy amplio en las cercanías de la avenida Universidad, la Imprenta Madero que edita entre otras maravillas, el Boletín de la URSS, los trabajadores, los escritores que se suceden unos a otros, y en un despacho Vicente Rojo, Neus Espresate y José Azorín discuten, revisan pruebas, y examinan con orgullo autocrítico (angustia optimista) sus primeras portadas.

Neus Espresate Xirau (Canfrac, 1934).

La importancia de la Madero como punto de innovación en el ámbito de las artes gráficas mexicanas fue hasta tal punto importante, que en el seno de esta innovadora imprenta surge y toma su nombre de ella un muy nutrido grupo de diseñadores y profesionales a los que caracteriza el haberse formado y experimentado en contacto directo con el trabajo a pie de imprenta y que tuvo una influencia más que notable en las décadas posteriores (Santiago Robles Bonfil, Adolfo Falcón, Rafael López Castro, Bernardo Recamier, Germán Montalvo, Efraín Herrera, Peggy Espinosa, María Figueroa…).

Entierro en México de Emilio Prados. Puede reconocerse a León Felipe en primer término, a Max Aub tras él y a Juan Rejano (el tercero a la derecha).

Por su parte, la librería se convirtió desde el primer momento en punto de importantes tertulias sobre los más diversos temas, por las que desfilaron toda una pléyade de intelectuales españoles exiliados en el Distrito Federal, como el poeta malagueño José Moreno Villa (1887-1955), la escritora y diputada feminista Margarita Nelken (1894-1968) o el escritor del exilio republicano por excelencia, León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa, 1884-1968), pero también de otros más jóvenes, como los cineastas Luis Buñuel (1900-1983) y Carlos Velo (1909-1988), entre otros mucho, y llegado el momento, también de los creadores de Ediciones Era. La Madero se planteó ya desde el principio como un punto de reunión y de intercambio para personas con unos intereses comunes, y trasladaba a México la inveterada costumbre peninsular de las tertulias que invadió también los cafés. Posteriormente la regentaron, en su larga historia, la editora catalana Ana María Cama (cuñada de Vicente Rojo) y a partir de 1988 Enrique Fuentes Castilla.

MacbethYa en 1954 la Madero, para conmemorar el fin de año y destinada a los clientes y amigos más habituales, hizo una pequeña tirada no venal de una obra importante, la paráfrasis shakesperiana que León Felipe tituló Macbeth o el asesino del sueño (de la que Alejandro Finisterre hizo otra edición en 1974). Se trata de un pequeño volumen (31 x 20 cm) de tan sólo 46 páginas y encuadernado en rústica con solapas, en el que destaca de un modo muy particular la labor de Vicente Rojo, autor de la impactante portada a dos tintas. Y a éste seguirían otros, como Aurora encadenada, poemas españoles de ira y esperanza, del poeta hispnomexicano Gabriel García Narezo en 1955, 26 poemas seleccionados por Vicente Rojo (Machado, López Velarde, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Lorca, Neruda, León Felipe, César Vallejo, Alberti, Borges, Prados, Alí Chumacero, Rosario Castellanos, Blas de Otero, Celaya…) en 1956, una recopilación de Poesías de Gil Vicente en 1957 (también con portada de Rojo) o el Diccionario de ideas de Massimo Bontempelli, en traducción de José Emilio Pacheco, en 1962.

Esta costumbre que se convirtió en tradición, coincide precisamente en el tiempo con la incorporación a la imprenta de Vicente Rojo, en 1954, quien se ocupaba inicialmente de la selección tipográfica (con marcada preferencia por las Bodoni y las Egipcias), y que formó un tándem muy productivo con José Azorín. Sin embargo, la idea de quienes pusieron en pie las Ediciones Era iba mucho más allá de la publicación anual o ocasional.

Con dos libros del excelente historiador y ensayista Fernando Benítez (1912-2000), a quien Rojo había conocido en sus iniciales aventuras en suplementos culturales, se pusieron a andar las dos primeras colecciones de Era (Ancho Mundo y Biblioteca Era), pero, centrada en temas filosóficos, económicos y sociales, y en humanidades en un sentido amplio, Era destacó también muy pronto como descubridora de los grandes autores literarios de su tiempo, de Rosario Castellanos (1925-1974) a Carlos Monsiváis (1938-2010) o del recientemente fallecido José Emilio Pacheco (1939-2014) a la recientemente galardonada con el Premio Cervantes Elena Poniatowska  (n. 1932).

Ediciones Era se posicionó desde su nacimiento en octubre de 1960 como un proyecto claramente social y políticamente combativo, como una editorial de izquierda, y que ocasionalmente puso de manifiesto sus raíces intelectuales con la publicación de obras del exilio republicano español, como es el caso de Menesteos, marinero de abril (1965), de María Teresa León, la Poesía española contemporánea, de Max Aub (1969), quien además hizo importantes trabajos editoriales para la casa, el guión de André Malraux de Sierra de Teruel con prólogo del propio Aub, o particularmente Las ideas estéticas de Marx (1965) y Estética y marxismo (1970), de Sánchez Vázquez, obras todas ellas que encajan perfectamente en el propósito expresado por la propia directora de la editorial, Neus Espresate, de publicar en México lo que no se podía publicar en España, y más en concreto lo que hacía referencia a la guerra civil, y procurar luego introducirlo en la Península. También los hispanomexicanos, que compartían formación y circunstancias con los fundadores de la editorial encontraron allí su oportunidad, pues en Era pudieron dar a conocer sus primeras obras autores luego tan importantes como Jomi García Ascot (Un otoño en el aire,1964), Luis Rius (Canciones de amor y sombra,1965) o Tomás Segovia (Historias y poemas, 1968).

En su siempre recomendable libro sobre la edición catalana en México, Teresa Férriz recoge una sucinta y potente cita de Víctor Ronquillo que caracteriza en pocas palabras la importancia que con el tiempo adquiría ese proyecto:

ERA es una editoral a la que los lectores debemos uno de los catálogos más ricos e influyentes, y que incluye la obra de los más prestigiados autores contemporáneos en ediciones logradas, no sólo con esmero editorial, sino también con talento artístico.

 Fuentes:

AA.VV., “Entrevista con Neus Espresate y Vicente Rojo”, Ediciones Era, 35 años, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1995, pp. 61-83.

Neus Espresate y Vicente Rojo en las oficinas de ERA.

Valeria Añón, “Editorial Era y Joaquín Mortiz, de los comienzos al catálogo”, Actas del Primer Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición, 2012 Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP – CONICET) Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.Universidad Nacional de La Plata.

Adolfo Castañón, “Enrique Fuentes, un librero anticuario”, Letras Libres, octubre de 2008.

Teresa Férriz Roure, La edición catalana en México, Guadalajara, El Colegio de Jalisco, 1998. La cita de Victor Ronquillo procede originalmente de “Editores en México. Nace un libro”, Memoria de Papel, México, año 4, núm. 9 (marzo de 1994), pp. 4-42.

Antonio Lago Carballo y Nicanor Gómez Villegas, Un viaje de ida y vuelta. La edición española e iberoamericana (1936-1975), Madrid, Siruela, 2006.

André Malraux, Sierra de Teruel (Era, 1968).

Abdón Mateos, «Tomás Espresate«, en Cátedra del Exilio.

Elena Poniatowska, “Doctorado honoris causa de la UAM a Neus Espresate”, La Jornada, 8 de marzo de 2011.

Claudio H. Vargas, “Alabanza de una empresa. Los primeros cincuenta años de Era”, Crisol Plural, 2 de octubre de 2011.