Rodolfo Halffter y las Ediciones Mexicanas de Música

El estreno en enero de 1940 del ballet de Rodolfo Halffter (1900-1987) Don Lindo de Almería, con libreto de José Bergamín (1895-1983), en el Teatro Fábregas de México se ha señalado como uno de los acontecimientos más simbólicos del encuentro entre los músicos republicanos españoles y los mexicanos en el siglo xx (así lo hace implícitamente Consuelo Carredano en su libro citado en las fuentes). El estreno lo llevó la compañía creada por la bailarina estadounidense Ana Sokolow (1910-2000) que sería el germen de la compañía La Paloma Azul, en la que destacaría la bailarina y coreógrafa Rosa Reyna Salceda (1924-2006) y en la que figuraban también Ana Mérida (1922-1991) y Marta Bracho (1927-2019). Asistieron a este estreno desde pintores como Diego Rivera (1886-1957) ‒que más tarde haría un retrato famoso de Ana Mérida‒ y Manuel Rodríguez Lozano (1896-1971) a compositores como Carlos Chávez (1899-1978) y Silvestre Revueltas (1899-1940), además de colegas españoles como el musicólogo Adolfo Salazar (1890-1958) y críticos teatrales que se ocuparon de reseñarlo como el poeta andaluz Juan Rejano (1903-1976) ‒que publicaría su crítica en el número inicial de la mítica revista Romance‒, el musicólogo gallego Jesús Bal y Gay (1905-1993) o el crítico teatral mexicano Armando de María y Campos (1897-1967).

Diego Rivera y Ana Mérida

Así resume quien mejor conoce la obra, Nigel Dennis, los antecedentes de este exitoso estreno:

El 9 de enero en el Teatro Fábregas de la ciudad de México, se estrenó Don Lindo de Almería. Presentado como «ballet-mojiganga» ‒o sea, como una especie de epílogo a otra obra más larga, en este caso la zarzuela titulada La del manojo de rosas‒, constituyó el debut oficial del nuevo grupo de bailarinas de Ana Sokolow, conocido como el Grupo Mexicano de Danzas Clásicas y Modernas. Bergamín y Halffter consiguieron la colaboración de dos pintores de gran categoría: su amigo y compatriota Ramón Gaya, que diseñó el cartel del anuncio, y el mexicano Antonio Ruiz, el Corcito, que se hizo cargo del decorado y el vestuario.

Fue este éxito el que propició que los mismos protagonistas confluyeran en otras dos obras del repertorio de La Paloma Azul, La madrugada del panadero y Lluvia de toros, pero para Halffter este estreno supuso sobre todo un paso decisivo en su integración en el sector musical y en la vida cultural mexicanos. Ya nacionalizado en el país de acogida, en octubre Halffter inició su labor docente en la Escuela Nocturna de Música y poco después entró como catedrático de Análisis Musical en el Conservatorio Nacional de Música.

En marzo de 1946 aparece el primer número de Nuestra Música, en cuya cubierta puede leerse: «Revista bimensual editada en México por Jesús Bal y Gay, Carlos Chávez, Blas Galindo, Rodolfo Halffter, Pablo J. Moncayo, Adolfo Salazar y Luis Sandi» y en el que destaca un artículo póstumo de Béla Batók (1881-1945) sobre las relaciones entre la música popular y la culta en Hungría, un tema que lógicamente interesaba mucho a quienes lideraron la modernización de la música clásica española incorporando a ella el acervo de la música tradicional. Si bien el propósito declarado en el primer editorial de Nuestra Música es «impulsar, en la medida de nuestras fuerzas, la corriente renovadora del ambiente musical mexicano» y «contribuir decididamente ‒como compositores, como organizadores y como críticos‒ al desarrollo musical de México», cuesta no ver en esta cabecera alguna forma de continuación, en un nuevo contexto, de la revista editada en Barcelona entre enero y junio de 1938, Música, a cuya fundación había contribuido Halffter e incluso había dirigido el quinto y último número (un número doble, de mayo-junio). En ella, de formato y tipografía muy similar a su descendiente hispanomexicana, confluían el conocido como Grupo de los Ocho ‒considerado a menudo como el equivalente musical de la generación del 27, que tomaba a Manuel de Falla como uno de sus principales referentes y estaba formado por Salvador Bacarisse (1898-1963), Fernando Remacha (1898-1984), Gustavo Pittaluga (1906-1975), Julián Bautista (1901-1961), Juan José Mantecón (1895-1964), Rosa García Ascot (1902-2002) y los hermanos Halffter: Rodolfo y Ernesto (1905-1989)‒ con algunos de los representantes del conocido como Grupo Catalán, y en particular Robert Gerhard (1896-1970) desde su exilio en Londres. Publica además unos suplementos en los que se dan a conocer, por ejemplo, partituras de Gustavo Durán (1906-1969) con letra de Rafael Alberti (1902-1999), composiciones de Rodolfo Halffter (Danza de Ávila) y letras de Federico García Lorca (1898-1936), todo ello con viñetas de la ilustradora luego también exiliada en México Alma Tapia (1906-1993) y del ya mencionado Ramón Gaya (1910-2005).

Rodolfo Halfter

Al poco de empezar a rodar Nuestra Música, se constituyen formalmente como grupo en febrero de 1947 y se ponen en marcha las Ediciones Mexicanas de Música, que subsume a la revista, pero incluso antes, además de diversas iniciativas de promoción y difusión de la música que estaban componiendo (particularmente los «Conciertos de los lunes»), habían puesto en circulación una edición de los Cinco preludios de Blas Galindo (1910-1993).

Halffter, sin remuneración alguna, se convierte en gerente de la editorial, con Isolda Acevedo (1931-2013) como su mano derecha y con un consejo editorial formado por Chávez, Sandi y Bal y Gay. Los primeros títulos que publican son todos ellos de miembros del grupo o sus aledaños: Canto a la tierra (1946), de Chávez; Preludio (1947), de Rosita Bal (de soltera Rosa García Ascott, 1902-2002); Cuatro piezas (1947), de Bal y Gay; Dos canciones (1947), de Galindo, y Diez haikais (1947), de Sandi, hasta la publicación aún en 1947 del coro mixto a capella Pequeña misa fúnebre, del por entonces recién fallecido Rafael J. Tello Rojas (1872-1946). En 1949, todavía con un predominio abrumador de las composiciones de los miembros del grupo, se añaden al catálogo Amanecía en el naranjel, del compositor tepaneca Carlos Jiménez Mabarak (1916-1994), y un Trío para violín, viola y violoncello de Manuel M. Ponce (1882-1948), quien poco antes de morir había recibido el Premio Nacional de Artes.

El vínculo con la España republicana, además de la publicación de la partitura de Rosita Bal, es muy evidente en la revista Nuestra música, en la que se recuperan dos textos importantes aparecidos previamente en cabeceras españolas: Cruz y raya de Bergamín (un artículo de Manuel de Falla sobre Wagner) y la ya mencionada Música (un ensayo de Eduardo M. Torner sobre la rítmica en la música tradicional española), pero además quedó en proyecto la idea de reeditar El siglo romántico. Ensayos sobre el Romanticismo y los compositores de la época, que Adolfo Salazar había publicado en la madrileña editorial de J.M. Yagües en 1936.

La revista atravesó dificultades económicas severas en los primeros años de la década de 1950, debidas sobre todo a la pérdida de una subvención del Instituto Nacional de Bellas Artes, hasta el punto de que en 1953 desapareció definitivamente. La editorial, en cambio, sigue en activo en el momento de escribir estas líneas, pues cuando se produjo la muerte de Halffter (a quien sustituyó el frente de la editorial Isolda Acevedo) el proyecto había adquirido ya unas dimensiones y ejercido una influencia en el panorama musical mexicano que la hicieron poco menos que imprescindible. En este sentido, no deja de tener su punto simbólico que fueran las Ediciones Mexicanas de Música las que publicaran una edición facsímil de la composición Diario, del musicólogo hispanomexicano Julio Estrada, en 1980, el mismo año en que fallecía el padre del compositor (el militar Manuel Estrada Manchón, 1902-1980), que se hizo famoso por haber conseguido que los archivos sobre inteligencia militar generados durante la guerra civil fueran devueltos a la administración española ‒en tiempos ya de Jorge Semprún (1923-2011) como ministro de Cultura‒, y quien en 1943 había publicado un librito con doce ilustraciones del madrileño exiliado en México Lucio López Rey (1904-1957) titulado Hitler en la luna.

Fuentes:

Web de Ediciones Mexicanas de Música

Consuelo Carredano, Ediciones Mexicanas de Música. Historia y catálogo, preliminar de Gloria Carmona, México, Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical, Instituto Nacional de Bellas Artes y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994.

Consuelo Carredano, «Hasta los verdes maizales de México. Rodolfo Halffter y Don Lindo de Almería», Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 93 (2008), pp. 69-102.

Nigel Denis, «El baile en el exilio: La Paloma Azul» (México, 1940)» en Manuel Aznar Soler y José Ramón López García, eds., El exilio republicano de 1939 y la segunda generación, Sevilla, Renacimiento, 2011, pp. 865-876.

Idoia Murga Castro, «Anna Sokolow, el exilio español y los orígenes de la danza moderna mexicana», La investigación en danza, vol. 1 (2006), pp. 367-376.

Gonzalo Penalva. Tras las huellas de un fantasma. Aproximación a la vida y obra de José Bergamín, Madrid, Turner, 1985.

Teresa Santa María, «Repertorio teatral de José Bergamín», en Manuel Aznar Soler, ed., El exilio teatral republicano de 1939, Sant Cugat del Vallès, Gexel, 1999, pp. 363-378.