Las libérrimas Contraseñas de Anagrama como antecedente de la «movida madrileña»

La colección de Anagrama Contraseñas fue la primera que esta editorial dedicaba específicamente a la prosa narrativa, y desde el primer momento quedó claro, tanto por los autores y los títulos seleccionados como por la estética de sus cubiertas, su vocación de romper moldes. Los seis libros publicados en su primer año de andadura (1977), son bastante orientativos de por dónde iban los tiros: A la rica marihuana y otros sabores, de Terry Southern (1924-1995), hoy quizá recordado más como coguionista de Easy Rider, pese a la publicación en 2012 de El cristiano mágico en Impedimenta; El Nuevo Periodismo, del ya entonces muy famoso Tom Wolfe (1930-2018) y de quien en 1973 Anagrama había publicado La Izquierda exquisita & Mau-mauando al parachoques en la colección Serie Informal; Viajando con los Rolling Stones, de Robert Greenfeld (n. 1946), en una época en que, por supuesto, las revistas en las que este crítico y profesor de música colaboraba asiduamente (Playboy, Esquire, CQ, Rolling Stones) aún no tenían versión en español; Filosofías del underground, de Luis Racionero (n. 1940), cuya obra anterior se limitaba por entonces a la selección y edición de los textos de Cohn-Bendit, Fromm, Marcuse y otros que componen Ensayos sobre el Apocalipsis (Kairós, 1973); A vuelo de buen cubero (y otras crónicas), de Alfredo Bryce Echenique (n. 1939), un casi desconocido en España en aquellos tiempos, y la traducción de Carlos Trías de El libro de la Yerba, editado por George Andrews y el poeta y traductor al neerlandés de William Burroughs Simon Vinkenoog (1928-2009), cuya primera edición había publicado Groove Press con el subtítulo An Anthology of Indian Hemp y que incluía a Rabelais, Baudelaire, Hesse, Huxley, Michaux, Alan Watts, Alexander Trocchi…

Beatriz de Moura y Jorge Herralde.

Simultáneamente, y es significativo del ambiente cultural, ese mismo año aparecían también los primeros libros de las Ediciones de La Piqueta: La autogestión en la España revolucionaria, de Frank Minz; De qué va el rock macarra, de Diego A. Manrique; Miguel Bakunin: La Internacional y la alianza en España (1868-1873), de Max Nettlau; De qué va el rollo, de Jesús Ordovás; los cinco volúmenes de las Obras completas de Bakunin, Nacionalismo y cultura, de Rudolf Rocker (en la traducción de Diego Abad de Santillán), los textos situacionistas recogidos por Julio González del Río Rams en La creación abierta y sus enemigos…, mientras que en la editorial «hermana» de Anagrama, Tusquets, Beatriz de Moura ponía ese 1977 en marcha la colección La Sonrisa Vertical con La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona, de Camilo José Cela (1916-2002), a la que seguirían Las memorias de una cantante alemana, de Wilhelmine Schröder-Devrient (1804-1860), prologadas por Apollinaire, y Madame Edwarda, de Georges Bataille (1897-1962), ilustrado por el surrealista Hans Bellmer (1902-1975).

En Un día en la vida de un editor (Anagrama, 2019), Jorge Herralde recupera un pasaje en el que retrató la colección Contraseñas con motivo de los veinticinco años de la editorial, en el que subraya:

…apareció en 1977, en una época en la que aún resonaban ecos libertarios despertados tras la muerte de Franco, pero ya empezaba a despuntar un escéptico rechazo hacia las insípidas peripecias de la previsible Realpolitik española. Quizá por ello, cierto tipo de lectores sintonizaron de inmediato con el descaro, la insolencia y el temible humor de la propuesta de Contraseñas.

También ha mencionado el editor que esta colección, y en particular la obra de Bukowski que en ella publicaría regularmente (léase sin falta «Visita a Bukowski desde el Château Marmont», en Opiniones mohicanas), contribuyeron de forma decisiva al asentamiento de una cierta aunque precaria estabilidad financiera, y es muy probable que a ello ayudara en alguna medida la entusiasta acogida que tuvo desde el principio entre los fanzines y la prensa urderground en general, tanto catalana como madrileña. En este aspecto, es probable que mucho tuviera que ver el diseño de las cubiertas, que en algún lugar Herralde describió genialmente como «percutantes», con imágenes con un punto lisérgico y fácilmente emparentables con el grafismo underground sesentero, obra del sempiterno anagramático Julio Vivas y que sólo muy a principios de los ochenta sufrieron una reformulación, consistente sobre todo en un resideño (¿una moderación?) en la disposición de los textos de cubierta.

La nómina de autores publicados en Contraseñas el segundo año (1978) no hacía sino confirmar el sentido del fogonazo inicial: el franco-argentino de expresión francesa Copi (El baile de las locas y Las viejas travestis & El uruguayo), a quien en París ya había publicado en 1973 un editor muy en la onda anagramática, Christian Bourgois, Charles Bukowski (Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones, La máquina de follar y Escritos de un viejo indecente) y Nora Ephron (Ensalada loca). Es decir, en cierto modo, estertores del punk para conformar la colección que antes de la muerte del dictador era imposible, la literatura y los temas que hasta entonces la censura franquista había procurado evitar que  tuvieran difusión en la sociedad española, así que en cierto modo Contraseñas puede insertarse perfectamente en un movimiento cultural (pero también social y político) que iba mucho más allá de la literatura. Valga el ejemplo, como contexto musical, la irrupción de la nueva ola madrileña, con grupos como Kaka de Luxe, significativamente creado por autores de fanzine para ganar dinero y que en 1978 publicaban su primer disco homónimo, la aparición de los Radio Futura de Santiago Auserón, que formaba ya parte del colectivo de críticos musicales Corazones Automáticos, la creación del grupo Tos, germen de Los Secretos…, o el estreno de ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este?, de Fernando Colomo, con banda sonora de Burning y con Pedro Almodóvar asomando aquí y allá como extra.

De algún modo, con la ayuda de los más efímeros fanzines y el movimiento que se movía a su alrededor, la colección Contraseñas se convirtió hasta cierto punto en un puente –o quizá mejor, en un túnel subterráneo– que conectó el ambiente cultural barcelonés con la movida madrileña que estaba a punto de brotar, además de ser el principal introductor de los libros sobre el entonces llamado Nuevo Periodismo. Tiene toda la lógica del mundo que en ella puedan encontrarse, por ejemplo, además de a Copi, tanto a los barceloneses Quim Monzó (Melocotón de manzana ya en 1981, Gasolina en 1984, La isla de Maians en 1987…), Andreu Martín (El caballo y el mono, en 1984) o el argentino Raúl Núñez (Sinatra, novela urbana en 1984 y La rubia del bar en 1986) como la Guía de pecadores/as (1986) de Francisco Umbral, a Pedro Almodóvar (Patty Diphusa y otros textos, 1989), a El Gran Wyoming (Te quiero personalmente, 1993) o a Moncho Alpuente (Bienvenido Farewell o El turista insular, 1995).

En 1979 habían aparecido en Madrid los primeros títulos de Ediciones Libertarias (luego Ediciones Libertarias Prodhufi, germen de la editorial Huerga & Fierro de Antonio José Huerga y Charo Fierro): Música, cariño, de Poppy (José Saavedra, 1948-1987), con prólogos de Fernando Savater y Leopoldo María Panero; El Estado y sus criaturas, de Fernando Savater; Comunidades de Castilla y Mayo del 68, de Antonio J. Huerga…; en 1980 Pedro Almodóvar estrena Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón y se celebra el mítico concierto de homenaje a Canito (José Enrique Cano Leal, 1959-1980), que a menudo se ha considerado el pistoletazo inicial de la movida madrileña (actuaron Tos, Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides, Mermelada, los Paraíso de Fernando Márquez El Zurdo…), dos años después nacía la muy leída La Luna de Madrid, otros dos más tarde (en 1984) el Madrid me mata de Oscar Mariné, Moncho Alpiente, Jordi Socias, Pepo Fuentes y Juan Antonio Moreno y se celebra la famosa Tertulia de Creadores titulada Narrativa de la Posmodernidad, que da carta de naturaleza y asienta una determinada estética literaria.

Mientras tanto, Contraseñas había estado publicando, además de otras obras de los ya mencionados, a Patti Smith (Babel, 1979), Ian McEwan, Roald Dahl, Philip José Farmer, Hunter S. Thompson, Tom Sharpe (Wilt en 1983), y en los años siguientes incorporaría a Matin Amis (El libro de Rachel en 1985), Bret Easton Ellis (Las leyes de la atracción en 1990, si bien antes Menos que cero había aparecido en Panorama de Narrativas), recuperó la obra de Jack Kerouac (En el camino y Los subterráneos en 1986, en la traducción de Jorge Rodolfo Wilcock, con el prólogo de Henry Miller y con una introducción de Fernanda Pivano traducida por Ignacio Martínez de Pisón) y posteriormente también recuperaría la de William Burroughs, dio a conocer a Tama Janowitz (Esclavos de Nueva York, 1987), publicó a Hanif Kureishi (Mi hermosa lavandería & Sammy y Rosie se lo montan en 1991), a Irving Welsh (Transpointing en 1996 y Acid House al año siguiente)… Así, pues, Contraseñas se convirtió también en un puente con la colección que situaría a Anagrama de nuevo en primera línea de la edición de literatura, Panorama de Narrativas, donde se reubicarían luego algunos de estos autores e incluso la reedición de varias de estas obras.

A su vez, Contraseñas dio el relevo en 2017 a Contraseñas Ilustradas, donde de John Waters —a quien en la primigenia colección Contraseñas se le había publicado en 1990 Majareta. Las obsesiones del autor de «Pink Flamingos»—, apareció Cómo liarla.

Fuentes:

Web de Anagrama.

Anagrama. 45 Años, 1969-2014, Barcelona, Anagrama, 2014, edición no venal.

Ana Cabello, «Semblanza de Anagrama (1969- )». En Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes – Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI)- EDIRED (2017).

Jorge Herralde, Una día en la vida de un editor y otras informaciones fundamentales, prólogo de Silvia Sesé, Barcelona, Anagrama (Biblioteca de la memoria 39), 2019.

Jorge Herralde, Opiniones mohicanas, prólogo de Sergio Pitol, Barcelona, El Acantilado, 43,  2001.

Raquel Jimeno, Entrevista a Jorge Herralde en el Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI)- EDIRED (14 de marzo de 2015).

Abel Pascual Soriano, «Rediseño de la colección «Contraseñas» (Ed. Anagrama)», Domestika.

Redacción La Vanguardia, «Anagrama recupera con «Contraseñas ilustradas» su colección de humor gráfico», La Vanguardia, 22 de junio de 2017.

 

3 comentarios en “Las libérrimas Contraseñas de Anagrama como antecedente de la «movida madrileña»

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