De entre la labor del poeta, crítico literario y editor catalán Tomàs Garcés (1901-1993), una de las actividades que menos rastro dejó fue la creación de unas efímeras Edicions La Branca (cuyo nombre acaso homenajea el libro homónimo de Marià Manent, que fue el primero que éste dio a la imprenta, cuando contaba sólo veinte años).
A partir de los libros publicados, pueden aventurarse algunas de las características del funcionamiento de Las Edicions La Branca. El primer título que apareció en este sello, en los meses iniciales de 1930, fue L’aire i la fulla, del poeta rosellonés Josep Sebastià Pons (1886-1962). El epistolario entre Garcés y Pons permite reconstruir algunos detalles acerca del proceso, y saber por ejemplo que ya en carta fechada en Motpellier en marzo de 1929 el poeta rosellonés expresaba sus dudas acerca de que el proyecto de publicar su libro llegara a buen puerto: «Pensaba tener alguna noticia de L’aire i la fulla. ¿Habréis perdido el manuscrito o será que la edición de esta obrita presenta dificultades? […] Tendré que establecer otro manuscrito». En abril cuenta que poco a poco sigue avanzando en este libro, del que anuncia que es posible que esté en condiciones de publicarlo a finales de año, si encuentra editor. Otra epístola fechada con más precisión, el 13 de junio de 1929, permite deducir que Garcés se ha ofrecido a publicarle el libro, y Josep Sebastià Pons se lo agradece, le remite algunos poemas para que intente darlos a conocer en las revistas a las que está vinculado y le anuncia que lo tendrá en cuenta cuando haya pulido un número suficiente de poemas para formar volumen. Sin embargo, el contacto personal que mantenían en visitas recíprocas crea algunas lagunas en el epistolario que resultan insalvables. Aun así, según reza el colofón de L’aire i la fulla, el libro terminó de imprimirse el 7 de junio de 1930, si bien la primera constancia de que lo ha recibido que aparece en el epistolario lo hace en una misiva sin fecha, pero de la que puede deducirse que está escrita no muy avanzado el año: «He recibido a su debido tiempo L’aire i la fulla. Es una edición perfecta y ejemplar que me ha dado alegría para todo el año 1930 y lo que vivamos.» Es el único título de la colección que se imprimió en L´Estampa, pero aventurar los motivos es arriesgado.
El segundo libro de la colección es el que se considera uno de los mejores del poeta un tanto olvidado Jaume Agelet i Garriga (1888-1981), a quien Pere Gimferrer describió como «un poeta poco conocido, pero muy estudiado por algunos y muy apreciado por los pocos que hemos llegado a leerlo». Su título era Hostal dels núvols y apareció en la Imprenta Altés ese mismo año. También el tercer libro de la colección, Paradís, de Tomás Garcés, sale de la Imprenta Altés, así como los siguientes, y se pone a la venta en 1931. Lo interesante es que en sus páginas finales anuncia como en prensa una obra en prosa de Garcés que tardaría aún décadas en aparecer. Cuando finalmente en 1962 la publicó, formando parte de Quaderns de La Selva, en una edición de 500 ejemplares en Amics de la Poesia e impresa en La Polígrafa, la precedió de una clarificadora Nota del Autor, pues anuncia como motivos el hecho de que relegara ese texto al olvido, después de trabajar en él durante más de quince años:
Ahora ya no se lleva mucho (quizá nada). Pero antes, en la página final de los libros, allí donde se enumeraban los libros del autor, solía haber un apartado en que se anunciaban los títulos “en preparación”. Hojeando por casualidad mi Paisatges i lectures veo las obras que por entonces preparaba y me viene a la memoria que en 1926 pensaba efectivamente en una recopilación que debía titularse La beutat del món. A decir verdad, no trabajé mucho en él. Las pocas páginas reunidas en la carpeta correspondiente (escritas entre 1920 y 1937) son las que constituyen la primera parte de este libro.
Sin embargo, quizá el título más interesante de las Edicions La Branca sea el poemario con el que se dio a conocer Ignasi Agustí (1913-1974) como poeta en lengua catalana, El veler (1932). En su libro de memorias, el propio Agustí ha dejado también algunas pistas acerca de las circunstancias de su publicación, pero al mismo tiempo, quizá por error involuntario o para despistar a sus biógrafos, introduce algunas pistas falsas.
He conocido muchos [poetas] y algunos muy importantes. Hablaré sólo de dos o tres a los que traté entre 1933 y 1935, la mayoría a través de una asociación que se llamaba Amics de la Poesia, fundada por Tomàs Garcés, Marià Manent y el orfebre [Ramon] Sunyer, y de cuya junta nos hicieron miembros a Joan Teixidor y a mí. Amics de la Poesia publicaba mensualmente una revista así titulada, en la que aparecieron algunos de nuestros versos.
Ciertamente, Amics de la Poesia era una asociación creada en 1921 por los escritores Josep Carner, Carles Soldevila y Marià Manent, entre otros, cuyo objetivo era divulgar la poesía, sobre todo mediante lecturas y conferencias, pero sin duda la revista mensual a la que Agustí se refiere es la excelente Quaderns de Poesia, de la que se publicaron ocho números entre junio de 1935 y los primeros meses de 1936, una brillante publicación con apariencia de libro, de unas 32 páginas, que se imprimía en la Casa Castells-Bonet y que tenía como sede administrativa la benemérita Llibreria Catalònia de López Llausàs. En la redacción figuraban J.V. Foix, Garcés, Manent, Riba y el propio Teixidor, que muy probablemente fuera quién introdujo a Agustí en la revista. En ella se publicaron, junto a poemas y textos de algunos compañeros generacionales de Agustí como Rosselló Pòrcel, Josep M. Boix i Selva y Martí de Riquer, así como a algunos de sus profesores en la Universitat de Barcelona, como Carles Riba o Guillermo Díaz Plaja, textos en prosa y en verso de Supervielle, García Lorca, Stephen Spender, Cliford Dyment, Paul Éluard o Manuel Altolaguirre, entre muchos otros del calibre similar.
En realidad, los «algunos de nuestros versos» a los que alude Agustí que aparecieron en Quaderns de Poesía se redujeron en su caso al poema «Les fonts properes», que reproduce completo y al pie de la letra en sus memorias precediéndolo de un falsamente modesto «Recuerdo –o creo recordar– unos míos que decían así». En cuanto al período que establece, por otra parte, también hay un pequeño error, pues este único poema de Agustí aparecido en esta espléndida revista se publica en el sexto número, fechado ya en enero de 1936.
Sin embargo, y pese a que publicó elogios a la obra, parece que el compromiso de Garcés y sus Edicions La Branca con el poemario El veler de Agustí fue muy limitado, pues, según cuenta su biógrafo Sergi Dòria, de las gestiones y el seguimiento de la obra se ocupó su compañero de universidad Salvador Espriu y la obra se distribuyó a partir de marzo por suscripción entre los alumnos, sobre todo de las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona. Un poco endogámico todo, sí.

De izquierda a derecha: Ignacio Agustí, Joan Teixidor, Félix Ros, Pedro Salinas, Tomàs Garcés y Fernando Díaz-Plaja en diciembre de 1933.
No hay noticia de otros títulos con pie de las Edicions La Branca, y el hecho de que Garcés se comprometiera a continuación en otros proyectos y el alzamiento militar que desembocó en la guerra civil española inducen a pensar que el estreno de Agustí fue la última publicación de esta breve iniciativa.
Fuentes:
El epistolario Garcés puede consultarse en la página del IEC.
La revista Quaderns de Poesia, en la de ARCA.
Ignacio Agustí, Ganas de hablar, Barcelona, Planeta (Espejo de España. Biografías y Memorias 3), 1974.
Doria, Sergi, Ignacio Agustí, el árbol y la ceniza. La polémica vida del creador de «La saga de los Rius», Barcelona, Destino (Imago Mundi 244), 2013.
Pere Gimferrer, «Conferencia de clausura», en Antonio Monegal y José María Micó, coord. y ed. de las actas del simposio Federico García Lorca y Cataluña, Barcelona, Institut Universitari de Catalunya- Universitat Pompeu Fabra- Diputació de Barcelona, 2000, pp. 139-152.
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