La imprenta de Joan Sallent hasta 1936

Pocos meses antes del alzamiento militar de 1936, concretamente el 25 de marzo, el escritor sabadellense Francesc Trabal (1899-1957) dedicaba en el Diari de Sabadell un artículo a «Joan Sallent, impressor», en el que lo describía como «un dels nostres capitans d’indústria més significats». Por su parte, ese mismo día el periodista también sabadellense Joan Costa i Deu (1883-1938) destinaba una columna en el célebre periódico La Veu de Catalunya a glosar su figura en el que destacaba el apoyo desinteresado de Sallent a los nuevos escritores, así como su protagonismo en la sustitución del predominio de la estética decimonónica por la inauguración de una época de modernidad y buen gusto en el grafismo catalán. Aún no hacía una semana que había fallecido Joan Sallent i Prat (1879-1936) —cuya empresa quedó entonces en manos de su hijo Eugeni Sallent i Cañellas (1908-1961) y el cuñado de este, Francesc Custodio Pascual (1862-1967), formados ambos en Leipzig—, que sin duda sigue siendo el impresor más estudiado y conocido que ha dado la capital del Vallès Occidental.

Hijo de una familia de labradores, Joan Sallent i Prat (1879-1936) renunció a su derecho a las tierras familiares para entrar como aprendiz en la potente imprenta de Joan Comas Faura, de la que llegó a ser director de litografía, antes de establecerse por su cuenta a finales de la primera década del siglo en un cobertizo (en calle Horta Novella, 123). El primer documento conservado en el que aparece el nombre de la imprenta es una hoja volandera fechada en 1911 y titulada «Al pueblo», firmada por diversas organizaciones políticas y sindicales de izquierda, pero sus trabajos más importantes estarían vinculados a las relaciones que había establecido en la Comas con algunos de los jóvenes artistas y escritores que estaban destinados a protagonizar el resurgir intelectual de Sabadell en los años veinte y treinta.

A finales de 1910, sin embargo, el taller se había trasladado a la calle Sant Quirze (núm. 48) y luego al número 32 de yala misma calle, en la que tuvo su sede la imprenta Comas. Posteriormente, tras asociarse con Josep Custodio i Serra (1882-1967), se establecería definitivamente en un edificio que la familia de este último acababa de construirse en unas tierras de su propiedad en lo que por entonces empezaba a ser la calle Jovellanos.

En lo que se refiere a la pericia y maestría de Joan Sallent, según el testimonio de su nieto, se la forjó de modo autodidacta y aprendiendo de los buenos profesionales con los que tuvo contacto. «Desde el principio —explica Xavier Sallent— hay un denominador común: la pulcritud y un sentido innato de la estética, la sencillez de buscar el equilibrio de márgenes y blancos como exponente máximo de la belleza simple, tan sólida como humilde», y que contrasta además con el estilo más recargado y por otra parte más estandarizado de los trabajos de la Comas.

Himnes & poemes, uno de los trabajos iniciales de Joan Sallent.

Muestra de su interés por el trabajo bien hecho es que su proveedor principal de maquinaria, accesorios y tipos fuera la prestigiosa Neufville, que se proveía de matrices y licencias de la fundición Bauersche Giesserei,

En 1914 está fechado la que probablemente sea la primera impresión de la Sallent para la Biblioteca Orientalista de Ramon Maynadé Sallent, Magia blanca i negra, de Franz Hartmann (1838-1912), y del mismo año son las Gloses femenines. Breviari de l’elegant, de Miquel Poal i Aregall (1894-1935), y Cançons al vent, de Joan Arús i Colomer (1891-1982), prologado este último por Alexandre Plana e ilustrado por Antoni Vila.

El año siguiente (1915) salen de la Imprenta Joan Sallent otro libro de Joan Arús (Sonets: segon llibre de versos), a quien el siguiente se le imprimen Noves cançons, y también de 1916 son las impresiones de Himnes & poemes, de Miquel Duran i Tortajada (1883-1947) para la Biblioteca València, El jurament, de Pau Griera i Cruz (1875-1950); Aforismes catalans. Assaig d’estudi, de Josep Jordà i Canals, y, entre otros,  Poemes i llegendes, del periodista e impresor Ramon Ribera Llovet (1882-1957), hijo a su vez del impresor Magí Ribera Martínez y que por entonces dirigía la revista Teatralia. En años sucesivos siguen a estas impresiones, ya como Joan Sallent i C.ª, Flors de l’any cristià: petits poemes (1918), de Josep Cardona (1871-1934); Les doctrines de P. J. Proudhon, del economista Josep M. Tallada (1884-1956), y Les hores, de Mercè Vila i Reventós (1902-¿?) —estas dos últimas para las exquisitas Edicions de La Revista— o  La mare i l’infant i altres poemes (1919) de Arús. Sin embargo, las ediciones de autores importantes y de largo recorrido se producen sobre todo a partir de la segunda década del siglo, cuando además van tomando progresivamente más importancia el papel de muy notables ilustradores.

Aun así, ya de abril de 1924 y junio de 1925 son dos almanaques que tendrán una enorme repercusión tanto por su belleza formal —en la que tuvo gran responsabilidad Ricard Marlet (1896-1976)— como por la presencia de textos germinales de quienes acabarían por conformar el interesantísimo Grup o Colla de Sabadell y que prestigiaron a la Sallent.

La impresión desde 1922 de la revista Garba, de la Biblioteca Sabadellenca a partir de 1924 y de los libros de la editorial creada por la Colla de Sabadell, La Mirada —que arranca en 1925 con L’any que ve de Francesc Trabal (1899-1957)—, suponen la consolidación de ese prestigio, que a su vez contribuye a que empiece a recibir encargos de algunas editoriales barcelonesas importantes, como la Barcino (Les cent millors poesies de la llengua catalana, de Josep Maria Capdevila, ya en 1925, y los Sonets de Shakespeare traducidos por Carme Monturiol en 1928, por ejemplo), la Verdaguer (El comiat de Teresa, de Prudenci Bertrana en 1932), y ocasionalmente de la Llibreria Catalònia (Jardins de Sant Pol, de Pere Corominas en 1927 o Teresa o la vida amorosa d’una dona, de Carme Montoriol, en 1932), la Llibreria Dalmau, la Políglota (Narcís, de Lola Anglada, en 1930), Ariel (un volumen de Poesías de Joaquim Folguera, prologado y traducido por Emilia Bernal, presentado por Alfons Maseras y fechado en 1930) o la Montaner & Simó (el monumental Industria eléctrica en España, de Francesc Sintes Olives y Francesc Vidals Burdils y prologado por Alfredo Viñas, en 1933).

También tiene mucho interés El fantasma de Canterville. Cuento panteo-idealista de Oscar Wilde (la profesora María de los Ángeles Ezama Gil le dedicó un estudio monográfico), cuyo colofón reza: «El presente libro fue proyectado, traducido y dibujado por José Donday y Shum estando reclusos en la penitenciaría de El Dueso y estampado en la imprenta de Juan Sallent de Sabadell, en donde vio la luz a los quince del mes de octubre del año mil novecientos veitiséis». El cubano José Donday Hernández (1892-1978), apodado el Pildorita por su afición al uso recreativo de fármacos, se estrenaba como traductor con esta obra, pero repetiría con otro texto impreso por Sallent, Los tres forasteros y otras narraciones, publicado a cargo de la Sociedad General Española de Librreías (SGEL) en 1929 y que reunía textos de Stevenson, Wilde, Disraeli y Thomas Hardy.

Entre las curiosidades de ese misma época, destaca también el catálogo que hizo el excelso y polifacético Josep Obiols para los almacenes de moda infantil El Dique Flotante, una empresa que se caracterizó por emplear para sus catálogos a algunos de los mejores ilustradores catalanes del momento (Junceda, Grau Sala, Evarist Mora, etc.).

De los primeros años treinta son muy notables por razones diversas las ediciones de los libros de la Biblioteca Catalana d’Autors Independents (BCAI), creada por Eusebi Isern i Dalmau (1896-1981), quien previamente había tenido responsabilidades en la editorial Diana (clientes ocasionales también de Sallent). Con motivo de la publicación del quinto número de la BCAI, el joven periodista y aventurero Ramon Pei explicaba en las páginas de La Publicitat (21 de septiembre de 1934):

Se ocupan de la impresión de los volúmenes de la Biblioteca Catalana d’Autors Independents los sucesores de la Imprenta de Joan Sallent, de Sabadell, el trabajo tipográfico de la cual ha sido muy a menudo justamente elogiado por los hombres de letras catalanes y por los bibliófilos más escrupulosos.

El señor Isern i Dalmau ha querido presentar una colección catalana que no se confundiera con ninguna de las existentes, y lo ha logrado por completo. La presentación de los volúmenes, con las cubiertas diversa i finamente coloridas, tiene originalidad —¿qué importa que unas ediciones extranjeras (The Albatross) tengan una presentación parecida?

En realidad, estos volúmenes en octavo oblongo, de 18 x 11, y de entre cien y doscientas cincuenta páginas, eran poco menos que una copia de la aludida colección de Max Christian Wegner, John Holroyd Reece y Kurt Enoch, pero sin duda resultaban muy modernas y rompedoras en el contexto de la edición catalana. En cuanto a los títulos y autores de la BCAI, se estrenó en 1933 con Madrid. L’adveniment de la República, de Josep Pla (1897-1981), y le siguieron Fénix o l’esperit de renaixença, de Joan Estelrich (1896-1958); Política fiscal de la Repúlica, de Isern i Dalmau; Per Catalunya. Contra una antología escolar, de Domènech Guansé (1894-1978); Viatge a Catalunya (1934), de Josep Pla; L’obra de la BCAI. Tres conferències, de Tomás Roig i Llop (1902-1987), Salvi Valenti y Ernest Albert i Galter; Catalunya, poble decadent (1935), de Josep Antoni Vandellós (1899-1950); L’aportació de l’occident català a l’obra de la Renaixença (1936), de Ramon Xuriguera (1901-1966), y Anecdotari d’en Francesc Pujols, de Miquel Utrillo (1915-1990).

A partir del inicio de la guerra civil española, la Sallent redobló esfuerzos y consiguió mantenerse como una de las imprentas más importantes y esmeradas de la península Ibérica incluso en los peores momentos, y de sus talleres salieron un buen puñado de ediciones muy celebradas de los Serveis de Cultura al Front (como las antologías L’humor a la Barcelona del Vuitcents, ilustrada por Xavier Nogués, y Raó i sentiment de la nostra guerra, ilustrada por Francesc Domingo, ambas en 1938) y del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya (como El més petit de tots, con texto y dibujos de Lola Anglada, y el Auca del noi català antifeixista i humà, con dibujos de Josep Obiols, por ejemplo). Sus trabajos en la posguerra, algunos de ellos de alto valor bibliófilo, son también muy dignos de atención.

Fuentes:

Josep M. Benaul Berenguer, «Autors, editors i impressors a Sabadell, 1850-1975. Nota histórica», en AA.VV., Sabadell, lletra impresa: de la vila a la fi de la ciutat industrial. Catàleg de la Col·lecció Esteve Renom–Montserrat Llonch, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2012.

Arnau Berenguer Garrigós, «Joan Sallent i Prat», Història de Sabadell S.XIX-XX.

Lluis Bonada, «Industrial i lletraferida», El Temps, núm. 1471 (21 de agosto de 2012), pp. 50-52.

Xavier Sallent, Joan Sallent, impressor, prólogo de Miquel Bach, Sabadell, Fundació La Mirada, 2021.

1 comentario en “La imprenta de Joan Sallent hasta 1936

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