Censura y posibilismo: «La resistencia posible» en el tardofranquismo

NOTA: Esta reseña fue publicada originalmente en catalán en el Blog de l’Escola de Llibreria de la Facultat d’Informació i Mitjans Audiovisuals de la Universitat de Barcelona el 12 de abril de 2024 con el título «La resistencia posible, editat per Fernando Larraz».

Fernando Larraz se ha convertido en los últimos años en un investigador de referencia en lo que se refiere a estudios sobre la censura en la literatura española, y en particular en la narrativa, durante el franquismo. El presente libro es una pieza más que viene a consolidar esta posición, pero no tanto por el capítulo que ha coescrito en este volumen, sino sobre todo por la idea que hay en el origen del libro y por las muchas respuestas que nos da, alguna de las cuales, pese a ser muy pertinentes, todavía no han sido objeto de suficiente reflexión por parte tanto de los editores como de los lectores.

En el resultado global de este libro colectivo, de importancia indudable, es de justicia atribuir el mérito al muy completo equipo de investigadores que Larraz ha creado alrededor de esta idea, y la primera cosa que llama la atención es comprobar que los avances en este campo de estudios los están protagonizando muy mayoritariamente filólogas ‒la única excepción en este volumen es Xosé Manuel Dasilva‒: Andrea Bresadola, Andrea Durán Rebollo, Amaia Elizalde Estenaga, Lara Estany Freire, Pilar Godayol, Miren Ibarluzea Santisteban, Ángela Martínez Fernández, Marian Panchón Hidalgo, Anja Rothenburg y Cristina Suárez Toledano.

Portada de la revista La Codorniz con motivo de la Ley de Prensa promovida por Manuel Fraga Iribarne.

Una presentación de los marcos teóricos, las hipótesis de partida y los contenidos generales de cada uno de los capítulos que conforman este libro se pueden encontrar en la introducción disponible en este enlace, por lo cual parece pertinente centrarse aquí en las ideas que pone en movimiento el conjunto. El libro pone el foco en diversos aspectos que se vieron muy seriamente afectados por la acción de la censura franquista en el periodo que va de la entrada en vigor de la llamada «Ley Fraga» hasta la desaparición de la censura en 1978: las estrategias para confeccionar, pese a la censura, los catálogos de Carlos Barral y Seix Barral, los casos de algunos autores significativos (Sender, Marsé, Ana María Matute), la pervivencia y evolución de las literaturas gallega, catalana y vasca, y las traducciones tanto al catalán como al español. Aun así, una idea que va apareciendo demasiado reiteradamente son las diversas consecuencias que aún hoy tiene este prolongado atentado contra la libertad de expresión y que subrayan la pertinencia y la conveniencia de continuar insistiendo en la necesidad de historiar la censura para poner de manifiesto sus efectos a largo plazo.

Carlos Barral.

Una de las consecuencias quizá más importantes de la censura es que en buena medida consiguió sus objetivos y que su victoria ha perdurado hasta nuestros días de muy diversas formas. Los cánones de la literatura que han ido transmitiendo de generación en generación desde entonces han quedado tal vez irremediablemente marcados por las ausencias de todo aquello que quedó guardado en el cajón durante años, así como por los cortes y omisiones que los propios autores y editores ejercieron cobre los textos para lograr publicarlos (y que en la inmensa mayoría de casos aún es hora de que se restituyan, en aquellos en que esto es posible). Cuando se dio el caso de que con posterioridad a 1978 estos textos guardados en el cajón vieron la luz, se pudo comprobar que algunos de ellos habían quedado desfasados por completo y no tuvieron ninguna posibilidad de ejercer la influencia que hubieran podido tener en el momento en que fueron concebidos. Y también hay mucho que decir sobre las presencias ‒y en cómo se producen‒ en estos cánones que han ido transmitiéndose de generación en generación de historiadores de la literatura y críticos literarios.

Ramón J. Sender.

La presencia del caso de Ramón J. Sender sirve en este volumen para introducir la cuestión de los escritores exiliados a raíz de la guerra civil española, la recepción de la mayoría de los cuales, incluso en los casos de los más afortunados (como Sender), generó situaciones paradójicas que van desde el hecho de condicionar la obra de los autores deseosos de reencontrarse por fin con sus lectores naturales (léase autocensura), hasta el mismo decalaje cronológico mencionado anteriormente. En otras palabras, durante el franquismo la supuesta recuperación de la obra de autores largamente prohibidos fue groseramente tendenciosa y condicionó las apreciaciones críticas durante décadas. Al lector catalán no le será difícil establecer un paralelismo con esos autores que tras un prologando exilio, aunque en algún momento triunfaron, fueron percibidos como apegados a una prosa o una lengua esclerotizada por el hecho de haber perdido buena parte del contacto con el catalán que se hablaba en Europa y que más tarde daría lugar a algunas polémicas bastante estériles acerca de la lengua literaria que podríamos habernos ahorrado o enfocar de otro modo.

También se aborda de modo muy oportuno en este libro el tema de las traducciones, que resulta muy pertinente entre otros motivos porque afecta a la formación literaria que tenían a su alcance los escritores y lectores peninsulares. Tener presente la existencia de esta censura acaso contribuya a una mayor y más profunda comprensión de las diferencias que se advierten cuando se compara la literatura española del siglo XX con otras de su entorno.

Informe de censura de Paralelo 40, de José Luis Castillo Puche, que acabaría publicando Destino en 1963.

Pero si conviene continuar investigando y divulgando cómo se produjo y cómo actuaba la censura de libros, su alcance y su influencia es sobre todo por su persistencia en el presente. A lo largo de todo este volumen se mencionan casos de textos que aún a día de hoy continúan publicándose en versiones censuradas, lo cual es una vergüenza sin paliativos. Aunque es cierto que en el caso de las traducciones no ha sido infrecuente que en lugar de limitarse a reimprimirlas éstas se sometieran a un proceso de cotejo con los originales y se restituyeran los pasajes eliminados o atenuados, este modo de proceder con los textos ha sido mucho menos habitual en el caso de las obras originales en español, incluso cuando es ampliamente sabido y conocido que se trata de ediciones censuradas, que existen versiones previas y que se sabe dónde localizarlas. Por otro lado, son muchísimas las traducciones en su día censuradas que jamás se han reeditado. Tal vez no haga falta retirar de todas las bibliotecas públicas las obras que aún hoy leemos censuradas, pero quizá se podría añadir una advertencia y en cualquier caso sí que convendría, como mínimo, evitar que se sigan reimprimiendo obras censuradas que no respetan la voluntad del autor. Y aun así conviene tener también en cuenta que muchas obras literarias publicadas durante la larguísima etapa de censura franquistas eran de entrada concebidas sin libertad creativa, coartadas por la existencia misma de un aparato represor que podía evitar su difusión y al cual los escritores debían adaptarse si querían publicar (o distribuir sus obras) en España.

El caso aún reciente de la novela de Teresa Pàmies Una noia i un soldat, publicada por primera vez por Adesiara casi cincuenta años después de su presentación a censura (gracias a un afortunado hallazgo de Montserrat Bacardí en el Archivo General de la Administración) es ilustrativo de una situación aún estrambótica de las culturas peninsulares que libros como el preparado por Fernando Larraz pueden contribuir a erradicar. law šá lláh; es decir, ojalá.

Fernando Larraz, ed., La resistencia posible: censura y movimiento editorial en el tardofranquismo (1962-1978), Gijón, Trea, 2023.

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