Quinientas entradas sobre libros e historia editorial

Con la presente entrada llega este blog a los quinientos textos publicados, lo cual, aunque a nadie o casi nadie interese (y desde el principio tuve claro que este blog no iba destinado a muchos), me parece buena excusa y me apetece echar la mirada atrás y recapitular lo que han sido estos casi diez años de leer, escribir y publicar acerca de aspectos de la historia editorial; así que voy a remontarme a los orígenes y a contar cuatro cosas sobre estas primeras quinientas entradas.

Bastantes de los primeros textos que aquí pueden leerse procedían de lo que tuvo que descartarse de la versión original y en exceso prolija de lo que luego sería el libro A dos tintas. Josep Janés, poeta y editor (Debate, 2013), que en general recogían información que en algunos casos me había costado bastante localizar y sistematizar y que me producía cierta frustración tener que guardarme para mí. Algunos se eliminaron porque no estaban directamente vinculados con el tema del libro y otros porque contribuían a hacerlo más extenso de lo que era razonable. Fue la agente que se ocupó de endosarle a la editorial Debate ese libro, Maru de Montserrat, de International Editors, quien me sugirió la idea de crear un blog en el que, al tiempo que daba a conocer algunos detalles sobre el poeta y editor Josep Janés (1913-1959), pudiera contar esas pequeñas historias o retratar a ciertos personajes con los que me había ido topando a lo largo de la investigación y no habían tenido cabida en el libro. Esto empezó así, pero al cabo del tiempo se amplió, creció y se dispersó.

La primera entrada, publicada en diciembre de 2012, cuando el libro ya estaba muy encarrilado y estaba a punto de cumplirse el centenario de su protagonista, lleva por título «Any Espriu (y los otros)» y subraya los vínculos personales, profesionales y literarios entre algunos escritores y editores importantes en la cultura catalana de cuyo nacimiento se cumplían en 2013 cien años: Bartomeu Rosselló-Pòrcel (1913-1938), Ignasi Agustí (1913-1974), Salvador Espriu (1913-1985), Joan Teixidor (1913-1992) y Josep Janés. En los años inmediatamente previos a la guerra civil española, con un buen grupo de jóvenes colegas (Mercè Rodoreda, Pere Calders, Francesc Trabal, Andreu Nin, etc.) abanderaban o cuanto menos auguraban un saneamiento y una renovación del campo literario catalán que quedó drásticamente cercenado por el golpe nacional católico.

Sin embargo, ya en enero de 2013 daba rienda suelta a mi interés por otros aspectos y ámbitos de la historia de la edición y remedaba sin las limitaciones propias del género una reseña que había publicado unos años antes en la revista Quimera, en ese caso concreto a partir de los libros de André Schiffrin La edición sin editores (Destino, 2000) y de Jason Epstein La industria del libro (Anagrama, 2002) y titulado «Jason Epstein vs. André Schiffrin». El recurso de acudir a reseñas ya publicadas, en muchas ocasiones traduciéndolas del catalán, me ha permitido dar a conocer ininterrumpidamente a lo largo de todo este tiempo un texto breve sobre cuestiones editoriales cada viernes. Las reseñas que ocasionalmente y por gentileza del profesor Amadeu Pons i Serra previamente se pudieron leer en catalán en el Blog de l’Escola de Llibrería han sido en este sentido una de las fuentes de entradas para el blog; no obstante, también hay algunas otras escritas pensando sólo en Negritas y cursivas, entre las que la primera fue la dedicada a la novela de la escritora suiza Anne Cuneo (1936-2015) Le maître de Garamond, que por desgracia no sirvió para que algún editor se animara a publicarla en lengua castellana, así que Anne Cuneo sigue sin poder leerse en esta lengua.

Con todo, quizá la mayor parte de los textos aquí acumulados no sean ni resultados de investigaciones propias ni reflexiones personales, sino que a menudo pretenden, por un lado, ser un primer agarradero que sirva de impulso o invitación a llevar a cabo análisis y estudios más profundos sobre aspectos de la historia de la edición que me parecen injustamente desatendidos. Eso explica también en parte que me haya preocupado siempre por dejar constancia de las fuentes empleadas (que pueden evitar a los lectores engorrosas búsquedas preliminares) y siempre que estaban en línea y ha sido posible he procurado dejar los enlaces a ellas. Constatar que la historia de la edición y de las editoriales ha de ser un trabajo colaborativo es a estas alturas una obviedad y una perogrullada. Pero, por otra parte, también pretendía contribuir a divulgar, sin mistificaciones, algunos aspectos o trayectorias de la labor editorial en sus diversas facetas (y de ahí el interés de ocuparme también de agentes literarios, traductores, ilustradores, maquetistas, tipógrafos, correctores, impresores, etc.),mediante la creación de algo así como un repositorio de datos y trayectorias. Y esta idea surgía del convencimiento de que es difícil que alguien valore y aprecie algo que apenas conoce.

La escritura del blog ha propiciado encuentros que en ocasiones han desembocado en colaboraciones muy gratificantes, y ya en ese lejano 2013 pude contar con el apoyo de la editora María Serrano y el diseñador Alberto Hernández para confeccionar una entrada cuya inspiración inicial fue el Bookcamp celebrado en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona en 2011 («Libros híbridos. The Publishing Lab»). Del diálogo con lectores a través de los comentarios a las entradas surgió la posibilidad además de colaborar con algunas publicaciones periódicas —me hizo especial ilusión poder ser leído en revistas chilenas como Dossier, de la Universidad Diego Portales, y Rosa. Una revista de izquierda— e incluso prologar algunos libros que creo que vale mucho la pena leer (como es el caso de la edición argentina de Leer en rojo, de Alejandro Civantos, o el epistolario entre el editor Joan Gili y el poeta J.V. Foix). Con todo, si la memoria no me falla el primer caso y por ello especial fue la petición del editor Manuel Ortuño de publicar en la revista Trama & Texturas una fusión de las dos entradas dedicadas al editor Charles Orengo (1913-1974). Ha habido también quien ha sugerido reconvertir el contenido del blog en un libro, que en realidad sería otra cosa: la versión en red me ha permitido en ocasiones corregir errores y erratas detectadas por los lectores en algunas entradas (cosa que siempre agradezco mucho), y además enlazar aquellos términos que no tengo paciencia para definir o explicar a webs o blogs en los que el lector hallará cumplida explicación (e incluso información complementaria) y también enlazar otras entradas previas, lo que me evita tener que repetir datos o información que ya están en el blog. En cualquier caso, insisto, un libro sería otra cosa que requeriría un trabajo de unificar y dar cohesión a materiales muy diversos.

Haber podido homenajear públicamente a algunos escritores, editores, traductores y a pesar de ello buenos amigos como Victor Alba (Pere Pagès i Elias, 1916-2003), Carlos Pujol Jaumandreu (1936-2012), Manuel Serrat Crespo (1942-2014) o Enrique de Hériz (1964-2019) ha sido otra de las grandes satisfacciones que me ha dado la escritura del blog, y no menor es la colaboración recibida por lectores que completaban y añadían información a las entradas o me advertían de algunos errores (en ocasiones garrafales, confieso, y que el hecho de tratarse de un blog me permitía subsanar fácilmente). Mención especial para quienes hasta ahora han colaborado en el intento que lancé en septiembre de 2013 de reunir y mantener actualizada una lista con todas las referencias bibliográficas, hemerográficas, videográficas, etc. acerca de la figura y el trabajo de Josep Janés. Muchas gracias a todos ellos, pues, así como a quienes a través de diversas redes sociales, pero particularmente a través de twitter, han dado difusión a los textos de Negritas y cursivas.

Mención aparte merece también la generosidad del crítico musical y escritor catalano-costarricense Jordi Antich, que puso en mis manos y autorizó la publicación en el blog de una espléndida e histórica foto de grupo que muestra al grueso del equipo que fundó y puso en marcha la hoy ya legendaria editorial catalana Proa y que pudo verse aquí por primera vez. Apareció en la entrada titulada «Continuidad en el exilio de un gran proyecto editorial», publicada en diciembre de 2017. Justo es también agradecer a quienes han atendido por diversos medios mis consultas, a veces un tanto extemporáneas, acerca de informaciones, datos o detalles que me permitieran redondear algunas entradas; en este sentido, la lectura atenta y minuciosa que el memorioso editor Jorge Herralde ha dedicado a algunos de los textos aquí reunidos y las precisiones o puntualizaciones que me ha hecho llegar merece también ser destacada, como también la de otros colegas como María Antonia de Miquel o Francesc Parcerisas y a otros muchos que si intento hacer la nómina completa es posible que pase por alto alguno. De mismo modo, debo agradecer el temple y la colaboración de quienes han tenido la paciencia de dejarse entrevistar, y aquí sí puedo mencionarlos a todos: el agente literario Guillermo Schavelzon («Casi cincuenta años de edición en lengua española»), el profesor Fernando Larraz («Aún leemos novelas censuradas»), el editor Max Lacruz («Vigencia de un infatigable de la edición española») y el escritor y editor Gustavo Guerrero («El acto de editar como acto de escritura/lectura»); no menos paciencia está teniendo el escritor y editor Enrique Murillo, cuya entrevista sigue aún en proceso de elaboración más por culpa mía que suya.

Para concluir, un vistazo a las estadísticas generadas por wordpress me ha permitido comprobar que no soy capaz de advertir similitudes o rasgos comunes entre las entradas más vistas hasta este momento, que han sido, en este orden, «Una oleada de pequeñas editoriales españolas» (2017), «Germán Plaza y la Pulga» (2013), «Maxwell Perkins, una especie de editor (en peligro de extinción)» (2016), «El diseño gráfico, entre el arte y la publicidad (Daniel Gil)» (2014 y que hubiera sido imposible sin la generosidad de Antonio Adsuar), y «El librero grafómano de Cien años de soledad: Ramon Vinyes y su trasunto literario» (2014). No me sorprende en cambio —salvo por un detalle— la procedencia del grueso de los lectores del blog (en este orden: España, y a mucha distancia Estados Unidos, México, Argentina, Colombia, Chile, Francia, Perú, Hong Kong y Venezuela), pero tampoco ese dato me permite dar explicación a por qué esas y no otras son las entradas más leídas.

Sin más, gracias a todos los lectores y sobre todo a aquellos que generan algún tipo de feedback, y hasta la próxima.

Diálogos interculturales: International Editors’ Co.

La importancia, trascendencia y visibilidad de la agencia literaria de Carmen Balcells ha hecho que a veces pareciera que antes de ella no hubiera nada en el ámbito de la gestión de derechos de autor en España. Y no sólo está un poco desenfocada la imagen de que en el ámbito de la lengua española el de agente literario ha sido siempre una profesión muy predominantemente ejercida por mujeres, sino que resulta engañoso considerar a Balcells (1930-2015) la primera, aunque eso no suponga menoscabar su importancia y trascendencia.

En un artículo publicado originalmente en su libro La otra cara de Jano (Ampersand, 2015) y más recientemente en la revista Trama & Texturas (núm. 42, 2020), el profesor José Luis de Diego ya puso de manifiesto hasta qué punto (pese al entusiasmo de Xavi Ayén en Aquellos años del boom) era imprescindible relativizar la importancia de la agencia Carmen Balcells en aquello que más visibilidad le dio, la gestación del boom latinoamericano, pero también es innegable que la labor de esta agencia contribuyó de un modo definitivo y muy exitoso a despertar el interés de ciertos editores europeos y estadounidenses por la literatura latinoamericana.

El matrimonio Lifezis (Cortesía IECO)

En realidad, se trataba de algo no muy distinto a lo que, unos años antes y quizás en menor escala, agentes como el rumano Vintilia Horia (1915-1992) en la agencia A.C.E.R. (Argentina-Colombia-España-Rumanía) desde 1956 o el húngaro Férenc Oliver Brachfeld (1908-1967) habían hecho con la literatura centroeuropea y en particular con la húngara en la década anterior. Resultaría bastante arduo y quizás incluso imposible dar razón de la enorme presencia de autores como Jenö Heltai (1871-1957), Fryges Karinthy (1887-1938), Lajos Zilahy (1891-1974), Andor Németh (1891-1953), Sándor Márai (1900-1989) o Férenc Körmendi (1900-1972) en el mercado librero español de los años cincuenta y principios de los sesenta sin aludir a la inmensa actividad estos dos hombres de letras y agentes literarios. Y basta con espigar los catálogos de editoriales españolas como Funambulista, Minúscula o incluso Salamandra para advertir hasta qué punto fue una labor fructífera, oportuna y trascendente.

Al otro lado del Atlántico, en Argentina, se había creado ya en 1939 International Editors’ Co., cuya labor en la difusión continuada de los que acabarían por convertirse en clásicos incontrovertibles de la literatura en lengua alemana (de Franz Werfel y Thomas Mann a Beltoltd Brecht y Erich Maria Remarque, de Vicky Baum o Stefan Zweig a Max Horkheimer, T.W. Adorno o Jürgen Habermas, pasando por Arthur Schnitzler, Sigmund Freud y Herman Hesse entre otros muchos) fue también trascendental en la inmediata postguerra.

Edición argentina de una de las traducciones de Anna Lifezis.

La agencia International Editors’ Co. (pronto conocida como IECO) la fundan al poco de llegar a Buenos Aires el matrimonio vienés formado por el abogado de origen judío Hugo Lifczis (que simplifica su nombre a Lifezis) y la editora teatral y traductora del ruso Anna Sherman, que habían llegado a la capital argentina huyendo del auge y expansión del nazismo, que les había puesto incluso en riesgo físico. A su llegada, y tras comprobar la enorme cantidad de libros traducidos del alemán que se encuentran en las librerías bonaerenses, se marcan como primer objetivo proteger los derechos de autor de muchos de sus amigos austríacos, para lo que tuvieron que pugnar con la falta de costumbre que existía en este sentido en el mercado editorial del país de pagar regalías a los autores (y en particular a los extranjeros). Zweig, Mann, Freud, Schnitzler y Baum se cuentan entre sus primeros representados, aunque se centran sobre todo en derechos teatrales y de guiones cinematográficos (para lo que, con muy buen tino, abrirán también una sede en Estados Unidos).

Una de las primeras empleadas a la que contrataron fue la luego celebérrima y reputada historiadora Hebe Clementi, que ha descrito del siguiente modo las oficinas de la agencia del matrimonio Lifezis:

La oficina estaba en su propia casa, un departamento grande en Tucumán y Montevideo. Tenía las paredes tapiadas con fotografías de Max Brod, Stefan Zweig, Joseph Roth, Shalom Ash, Leo Perutz, Franz Molnar, Vicky Baum, Leon Feuchtwanger, Arthur Schnitzler, y había más. Había fotos de escritores, músicos, actores, y estaban todas dedicadas. La tarea era ofrecer libros, artículos, argumentos de obras de teatro o cinematográficos, operetas: era como abrir un mundo nuevo, una cultura diferente. Llegaban también cantidades de libros que mandaba, desde Estados Unidos, el doctor [austríaco Franz] Horch [(1901-1951)], alguien que hacía allá el mismo trabajo que Lifezis quería hacer aquí.

Aspecto de una de las paredes de la sede actual de IECO en Barcelona.

Más trascendencia tendría sin embargo la incorporación a la agencia, precisamente para sustituir a Clementi, del emigrante croata Nicolás Costa, que había llegado a Argentina en 1948 y se sumó al proyecto de los Lifezis a finales de los años cincuenta (¿1958?), pues cuando llegó el momento fue quien dio continuidad a la agencia.

Edición española de una traducción de Anna Lifezis.

Y ese momento llegó con el cambio de década, cuando los Lifezis viajaron a España por cuestiones de salud y José Manuel Lara Hernández (1914-2003), que durante años había publicado con enorme éxito a Vicky Baum, les ayudó a encontrar piso para establecerse en Barcelona. Así pues, no tardaron en abrir una nueva sede de la agencia, que durante un tiempo tuvo su sede en el número 35 de la Vía Laietana (muy cerca de la catedral). Curiosamente, ese mismo año 1960 se creaba en la Ciudad Condal la agencia literaria de Carmen Balcells, poco después de trasladarse Horia a París y asociada muy brevemente con la esposa de Carlos Barral, Yvonne. Y apenas un año antes había llegado a la ciudad la alemana Ute Körner (1939-2008), quien, al igual que Isabel Monteagudo, que se incorporó en 1966 siendo aún estudiante, no tardaría en convertirse en uno de los puntales de la sede española de IECO.

Todo cambió con la muerte de Hugo Lifezis en 1970, pues Anna Sherman, que con distintos nombres (Annie R. Lifczis, Annie Rennei) tenía a sus espaldas una obra muy notable ya como traductora (Franz Werfel, Leo Perutz, Schnitzler, Brecht…), decidió regresar a su país natal, y fue entonces (con Körner actuando ya como editora en Bruguera antes de fundar una agencia con su propio nombre), cuando Isabel Monteagudo tomó las riendas de la empresa, sin que ello le impidiera implicarse muy activamente en los años siguientes en proyectos tan rupturistas y alentadores como la creación de la librería Xoc o en la gestación del pionero colectivo feminista LaSal Edicions de les Dones.

Desde entonces, International Editors’ Co., una agencia marcadamente femenina y feminista en su gestión y modo de funcionar, ha ido ampliando su radio de acción, incorporando en su catálogo de representados a nombres indiscutibles, como los de J.D. Salinger, Peter Sloterdijk, Scott Fitzgerald, Auden, Günter Grass, Dos Passos, Gore Vidal, Michael Ondaatje o el popularísimo J. R. Tolkien. Y Augusto Monterroso, Javier Tomeo y Ramon J. Sender abrieron el camino a la representación directa desde Barcelona de grandes autores en lengua española (Bárbara Jacobs, Rigoberta Menchú y Juan José Flores, entre ellos). Por otra parte, absorbieron otra de las agencias literarias españolas de más larga trayectoria, la creada por el también traductor Julio F[ernández] Yáñez, a cuyo frente se encontraba Montse Yáñez, y fueron una de las pioneras a la hora de promover la cooperación entre agencias, que cristalizó en 2006 con la creación de ADAL (Asociación de Agencias Literarias). En ello tuvo buena parte de responsabilidad también Maru de Montserrat, quien, tras curtirse en la editorial Edhasa, entró en la agencia en 1998 y progresivamente fue poniéndose al volante del proyecto para actualizarlo procurando al tiempo que no pierda identidad.

El equipo de IECO en la despedida de Rosa Bertran (sentada); a su izquierda (también sentada), Isabel Monteagudo; y a la espalda de ésta, Maru de Montserrat.

Fuentes:

Web de International Editors’ Co.

Gabriela Adamo, Valeria Añón y Laura Wulichzer, redactoras, La extraducción en la Argentina Venta de derechos de autor para otras lenguas Un estado de la cuestión 2002-2009, investigación realizada por la Fundación Teoría y Práctica de las Artes por encargo de la Dirección General de Comercio Exterior y la Dirección General de Industrias Creativas y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2009.

Elisa Martín Mayo, Los agentes literarios en España, ISSUU.

Carmen Sesto y María Inés Rodríguez Aguilar, Hebe Clementi. Una vida. Trayectoria intelectual y política, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2004.