Historias tras una fotografía histórica

No hay duda de que la edición y la literatura crea compañeros un tanto extraños y a menudo une a personajes de lo más peculiares. Es el caso de la fotografía de grupo en la que aparecen, de izquierda a derecha, el poeta editor Josep Janés (1913-1959), el pintor surrealista por antonomasia Salvador Dalí (1904-1989), el filósofo Eugeni (o Eugenio) d’Ors (1881-1954), el escritor y adalid del falangismo Luys Santamarina (Luis Narciso Gregorio Santa Marina, 1898-1980) y su sobrino el poeta, traductor y crítico de arte Fernando Gutiérrez González (1911-1984).

De izquierda a derecha: José Janés, Salvador Dalí, Eigeni d’Ors, Luys Santamarina y Fernando Gutiérrez.

El escenario es la fachada de la ermita de Sant Cristòfor de Vilanova i la Geltrú (en la provincia de Barcelona), una construcción del siglo XIV que D’Ors compró en 1944 y dos años más tarde empezó a funcionar en ella su «Academia del Faro de San Cristóbal», que Francesc-Marc Àlvaro ha caracterizado del siguiente modo:

José Janés.

Aquella singular institución, a medio camino de la reunión doméstica y la clase magistral protagonizada por el autor del Glosari y de otros «glosarios», se proponía como campo de estudio la «síntesis de la cultura», según refiere Guillermo Díaz-Plaja. Esta síntesis tenía que producirse mediante la investigación de las interrelaciones entre los diversos campos de la actividad cultural.

Lo más probablemente es que quien inmortalizara el encuentro fuera el insigne fotoperiodista catalán Carlos Pérez de Rozas y Sainz de Tejada (1920-1990), que al concluir la guerra civil española había entrado a trabajar en el periódico Solidaridad Nacional, del que fungía —pero al parecer ejercía más bien poco como director— Luys Santa María.

Muchas de estas relaciones se remontaban, por lo menos, a los primeros años treinta. En el primer gran proyecto editorial que ideó, La Setmana Literaria, Josep Janés preveía contar con la presencia de Eugeni D’Ors entre las primeras entregas para, aprovechando su fama en esos tiempos, llamar la atención de los lectores sobre su catálogo. En su por muchos imprescindible Josep Janés, el combat per la cultura, Jacqueline Hurtley reproduce un anuncio aparecido en el Diario Mercantil del 13 de marzo de 1934 en el que se informa de que, junto a La llegenda de Don Joan de Merimée traducida por Farran i Mayorial, algunas Històries extraordinàries de Edgar Allan Poe traducidas por Carles Riba o El rector de Tours de Balzac traducido por Lluís Palazón, entre otras obras, aparecerá La Ben Plantada de D’Ors, que tras haberse publicado por entregas en La Veu de Catalunya entre agosto y octubre de 1911 había tenido una primera edición en volumen, a cargo la Llibreria Àlvar de Balaguer, ya en 1912; y en la primavera de ese año tres artículos de Miguel de Unamuno (1864-1936) en Los lunes del Imparcial contribuyeron a hacer de ella la obra emblemática del noucentisme y la más popular entre las de Ors.

Sin embargo, La Setmana Literària sufrió unas ciertas modificaciones, entre ellas las del nombre, cuando en abril de 1934 apareció el primer número de la colección, también semanal, Quaderns Literaris (Les presons imaginàries, de Pere Coromines, ya anunciada en La Setmana Literària). D’Ors no aparece en Quaderns Literaris hasta el número doble76-77, y no con La Ben Plantada sino con Tina i la Guerra Gran (1935), que habían aparecido fragmentariamente como glosas con el título Lletres a Tina. En cualquier caso, a partir de entonces Janés y D’Ors tuvieron un trato frecuente y se atribuye al segundo una intervención decisiva pero no del todo clara para que Janés se decidiera (y pudiera) regresar a España tras haberla abandonado por temor a represalias tras el desenlace de la guerra civil en represalia por su intervención en los Serveis de Cultura al Front durante la contienda.

Félix Ros (1912-1974)

Es muy probable que la relación entre Santamarina y Janés fuera incluso anterior y se estableciera a través del entonces bisoño periodista y poeta Félix Ros (1912-1974), que participaba en la tertulia del escritor falangista y que recordó haber conocido a Janés cuando éste empezó a dirigir el Diario Mercantil. También el editor Luis Miracle pudo ejercer como puente entre el entonces esporádico traductor (entre otras cosas, y un poco paradójicamente, de Un mundo feliz, de Aldous Huxley) y el pujante editor.  El caso es que todo indica que establecieron una relación de amistad de un cierto calibre, pues no sólo Janés intentó interceder para evitar que durante la guerra Santamarina fuera condenado a muerte, sino que, ya como figura destacada del falangismo triunfante, en la posguerra Santamarina avaló y procuró por la integridad física de Janés, de modo que pudiera regresar a Barcelona.

Interior del Lyon d´Or reproducido por Antonina Rodrigo en García Lorca en Cataluña.

El caso de Dalí está, quizá, menos claro, como no podía ser de otra manera tratándose de personaje semejante. Lo más probable es que el vínculo entre Dalí i D’Ors sea un personaje no menos pintoresco, Lídia de Cadaqués (Lídia Noguer Sabà, 1866-1946). Y también es muy probable que tanto Santa Marina como sobre todo Janés, que era un habitual del Ateneu Barcelonès, tuvieran un primer contacto con Dalí a raíz de su muy sonada conferencia en esta institución el 22 de marzo de 1930, en la que puso de vuelta y media a un dramaturgo que no sólo era una celebridad reconocida internacionalmente sino que además había presidido el Ateneu, Àngel Guimerà (1845-1924), a quien calificó de «inmenso putrefacto peludo», «pederasta» y «gran puerco»; el revuelo llegó a tal punto que el joven pintor tuvo que huir de estampida para librarse de los socios que intentaron agredirle.

Sin embargo, la relación entre Janés y Dalí cristalizó en 1954 en un libro histórico, la edición precisamente de La Ben Plantada, en el que Ors remedaba novelescamente la historia de Lídia de Cadaqués, ilustrada por Salvador Dalí y de cuya publicación se hizo cargo Janés, después de haber intentado sin éxito, según cuenta Sebastià Tomàs Arbó en sus memorias, obtener los derechos para publicar en España las memorias del excéntrico artista (que en Argentina publicó Joan Merli en su editorial Poseidón, en traducción de Cèsar August Jordana). Cierta relación se retomó también a raíz de Dalí al desnudo, el libro de Manuel del Arco publicado por Janés en 1952, pero en este punto es gracioso recordar los comentarios que dejó Janés en una carta fechada en enero de 1933 y conservada en el Arxiu Nacional de Catalunya en la que, con motivo de su asistencia a un pase de Un chien andalou y L’Âge d’Or con coloquio posterior, declara: «No me gusta el surrealismo, pero me interesa».

Por último, Fernando Gutiérrez, probablemente a sugerencias de su tío, se convirtió en uno de los colaboradores más prolíficos de Janés, al margen del interés que pudiera sentir por la obra daliniana, en su condición de crítico de arte.

Otra carrera literaria truncada por la guerra: Lluis Palazon i Beltran

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Lluís Palazón i Beltran (1914-1953).

Como consecuencia del resultado de la guerra civil española, son muy pocos los datos asequibles acerca de Lluis Palazon i Beltran (1914-1953), quien sin embargo llevó a cabo una incipiente pero muy interesante labor como narrador, una obra periodística que está aún por aquilatar y una imprescindible carrera como editor y director literario –al lado de Josep Janés i Olivé (1913-1959) –, de la que es también muy poco lo que se conoce.

La información más detallada y ordenada a la que se puede acceder con facilidad es el muy útil Diccionari de la traducció catalana, que ofrece algunos datos fundamentales. Según este texto, firmado por Annacris Mora i Figuera, Lluís Palazon nace en Barcelona y se estrena en el mundo de las letras en la muy exquisita publicación de creación literaria La Revista (1915-1936), que, bajo la dirección del poeta Josep Maria López-Picó (1886-1959), aglutinaba a escritores en general bastante mayores que Palazon y más o menos vinculados al Noucentisme que iban de Carles Riba (1893-1967) y J.V. Foix (1893-1987) a Josep Obiols (1894-1967), Agustí Esclassans (1895-1967) o Tomás Garcés (1901-1993), entre muchos otros.

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Josep Janés i Olivé.

Con apenas diecinueve años, en La Revista Palazon publica –salvo error– sólo dos textos ensayísticos en prosa, «Ideal i carácter» (julio-diciembre de 1933, pp. 62-63) y «Entre les aules i el carrer» (enero-junio de 1934, pp. 7-78), pero por esos mismos años ya ha iniciado una incipiente carrera en el periodismo, de la mano del aún más joven Josep Janés i Olivé, que cuando en los primeros meses de 1932 se convirtió en editor del Diari Mercantil renovó a sus colaboradores incorporando a jóvenes como Pere Calders (1912-1994), Avel·lí Artís Gener (1912-2000), Joan Teixidor (1913-1992), Ignasi Agustí (1913-1974), Enric Cluselles (1914-2014) y Palazón, que contribuyeron a dar un sesgo más cultural y alegre al periódico. Así cuenta Calders su trabajo, y el de Palazon:

De veras que no sé cómo se podría calificar el trabajo que hacía [en el Diari Mercantil], si de mozo de redacción o de colaborador literario. En cualquier caso, fue un período muy breve, porque el Diari Mercantil, editado en nuestra lengua duró desde el 1 de febrero de 1932 hasta el 5 de agosto de 1933. Mi ocupación principal consistía en recibir al ciclista que nos traía las noticias servidas por la agencia Havas. Venían copìadas en unas hojas de papel vegetal, casi transparentes, en una tinta decolorada que a menudo hacía difícil su lectura, pero nos las apañábamos. Otro compañero (Lluís Palazón, ya muerto) y yo teníamos la misión de seleccionar las informaciones que nos parecían más interesantes, traducirlas del castellano y ponerles título. A continuación las pasábamos a los linotipistas, que eran tres en total, uno para cada máquina.

AvuiJanés

Palazón estuvo en primera línea también en la creación del efímero periódico Avui. Diari de Catalunya, una aventura de Janés cuya cabecera diseñó Calders y cuyo primer número apareció el 14 de octubre de 1933; figuraban como redactores Calders, Vicenç Verni y Palazón. De nuevo es Calders quien ha dejado un testimonio impagable del funcionamiento de esa disparatada iniciativa juvenil (en la que publicaron Ignasi Agustí, Farran y Mayoral, Sebastià Juan Arbó e incluso se estrenó Calders como narrador), que concluyó abruptamente cuando los empleados se cansaron de no cobrar: «[Janés] persuadió a los que hacían funcionar la imprenta y a unos cuantos redactores y colaboradores para que hicieran el periódico sin cobrar hasta que hubiera beneficios».

Pere Calders

Pere Calders.

Coincidiendo con esta aventura juvenil, encontramos ocasionalmente la firma de Palazón en las páginas del periódico de Manresa El Pla de Bages (donde firma por ejemplo una defensa de la conveniencia de instituir un premio de periodismo) y en un Avui. Diari de notícies editado en Reus que nada tiene que ver con el anterior. En esta última publicación aparece, por ejemplo, una completa reseña del poemario Glosari de Pietat, de Camil Genís, publicado en la Biblioteca Sabadellenca («Una nova obra de Camil Genís», 18 de octubre) y, aún más interesante, dos importantes textos acerca de Proust, uno sobre el epistolario («Evocació de Marcel Proust», 22 de nociembre de 1933) y el otro sobre la concepción del tiempo en su narrativa («La noció de temps en la estètica de Marcel Proust», 12 de diciembre de 1933), que ponen de manifiesto la lucidez y completa formación literaria que tenía ya por entonces Palazón, que le permitía hacer reflexiones y emitir juicios muy atinados. Y aún encuentra tiempo además para traducir nada menos que a Balzac para los Quaderns Literaris que pone en marcha su amigo Janés en 1934.

Interior

Interior de Variacions sobre el crim.

Es posible que la firma de Palazón se agazape en alguna otra publicación que no he sabido localizar, y que sea también entonces cuando se incorpora a la Metro Goldwyn Mayer, tal vez como traductor. En cualquier caso, en el verano de 1936 aparece un asombroso conjunto de relatos, Variacions sobre el crim, que anuncian un prosista y narrador de fuste, con una marcada preferencia por los ambientes cosmopolitas, artísticos y literarios como escenario, un ágil empleo de las referencias y guiños culturales y una desinhibición temática muy refrescante. Así le presenta su editor, Josep Janés, en el frontispicio a este libro aparecido en la colección de La Rosa dels Vents Quaderns Literaris como número 120:

Lluís Palazon i Bertran pertenece a la generación de los novísimos. Nació en Barcelona y es el escritor más joven al que habremos incorporado a los Quaderns Literaris. Variacions sobre el crim es la primera de las obras que pubica, pero no la primera que ha escrito; todos los trabajos literarios llevados a cabo con anterioridad a este libro permanecen todavía inéditos, salvo algunos ensayos […].

La labor inédita de Palazon abarca los campos más diversos; ha escrito novela, poesía, ensayo, crítica; ha hablado de cine, de filosofía, de arte, de catalanismo… Siempre, sin embargo, poniendo su obra de imaginación bajo el signo del surrealismo, particularmente grato a nuestro autor acaso porque sus más altos vuelos coincidieron con los primeros pasos de Palazon en el mundo de las letras.

Bio

Original en catalán del texto de presentación de Variacions sobre el crim.

Por desgracia, la guerra truncó una carrera cuyo inicio era muy prometedor, y en la posguerra su pista aparece como mano derecha única e indispensable de los primeros pasos de Janés como editor cuando, a su regreso del exilio y el correspondiente paso por prisión, se establece en Barcelona (el mítico Muntaner, 316). Al lado de Janés hasta su muy prematuro fallecimiento, Palazon llevará a cabo tanto gestiones administrativas (varias peticiones de autorización a Censura llevan su firma), como de edición de mesa o de poco menos que dirección literaria, amén de dejar una nada desdeñable cantidad de traducciones –en la inmediata posguerra con seudónimo– publicadas en las diversas empresas que durante aquellos años puso en pie Janés. Así lo contaba el linotipista Joan Bonet i Martorell:

El único colaborador que tenía en sus sueños editoriales era Lluís Palazon. En lo que más parecía un trastero me mostró todo lo que había hecho hasta entonces. Aquellas colecciones de El Grano de Arena, Cristal, etc. Editadas muchas de ellas con restos de papel que pudiera haber de resmas en la fabricación de los papeleros, con papel de barba incluso, mientras se pudiera imprimir.

Según el testimonio de Manuel Martínez, cuando el 22 de agosto de 1942 se incorpora a la editorial para ocuparse de las tareas administrativas, descubre que la plantilla de esa asomborsa empresa que no paraba de publicar libros seguía estando compuesta sólo por Josep Janés, su hermano Ángel y Palazón.

El hermano de Lluís, Ramon Palazon i Beltran, que durante la guerra fue nombrado presidente del tercer tribunal popular de Barcelona y presidió la Audiencia de Lleida –por lo que Artís le bautizó como «Palazón de Justicia» para distinguirlo de su hermano–, fue uno de los muchos exiliados que se beneficiaron de la generosidad de Janés, y estando aún en Nimes, antes de su traslado casi definitivo a México, tradujo para él uno de los primeros títulos de Wodehouse, que apareció en las Ediciones Ánfora en 1943 firmado con el seudónimo Raymon Mayoral. Mucho más tarde, yCovertaVariacionsCrima en México, Ramon publicaría la traducción de la conocida y a menudo reimpresa Breve historia de la primera guerra mundial de Vincent J. Esposito (Diana, 1966), además de participar activamente en las iniciativas culturales del Consell Nacional de Catalunya.

Sin embargo, resulta muy lamentable, tras la lectura de Variacions sobre el crim, que no llegaran al lector las obras que su hermano Lluís habría sido capaz de dar a imprenta de no haber sido por el alzamiento y la consecuente guerra civil (y su resultado). E incluso en el improbable caso de que algún día se recuperaran y se publicaran esos trabajos inéditos a los que alude Janés (o los que pudiera haber escrito después), es difícil saber cómo se leerían en un contexto ya tan distinto. Llaman la atención los temas de los relatos de Palazon, pero sobre todo los ambientes y personajes que recrea y con qué precisión, la variedad de ecos que resuenen en sus tramas, quizás hoy un tanto demodés (Wilde, Baudelaire, Proust, Conan Doyle), pero también una cierta sintonía menos evidente con algunas de los cuentos sobre el príncipe Zaleski de M. P. Shield (1865-1947), y todo ello en una prosa ciertamente trabajada, pero que aun así hoy puede resultar añeja pese a su equilibrio y sobriedad. ¿O quizá no?

ANEXOS:

Traducciones de Ramon Palazon i Beltran

Traducciones al español

G. Wodehouse, El tío Fred en primavera (firmada como B. Palazón), Barcelona, Ánfora, 1942.

Maurice Constantin-Weyer, Una cuerda sobre el abismo (firmada Raimundo Mayoral), Barcelona, Ediciones Pal·las (Rosa de los Vientos), 1942.

Émile Dermenghen, Vida de Mahoma (firmada como Raimundo Mayoral), Barcelona, Lauro, 1942.

754366Abel Hermant, Eugenia de Montijo: La española que fue emperatriz de los franceses (firmada como Raimundo Mayoral), Barcelona, s.l. [Barcelona]/ s.n. [José Janés Editor] Colección Historia, Imprenta Moderna, s.a. [1943]

Jacques de Lacretelle, Silbermann y El regreso de Silbermann (firmada como Raimundo Mayoral) Barcelona, Aymà (Bahía I), 1943.

Joseph Peyre, El escuadrón blanco (firmada como Raimundo Mayoral), ilustraciones de Ricard Giralt-Miracle, Lauro (La Vuelta al Mundo en Ochenta Libros: Sáhara), 1944; reimpresa en Ediciones G.P. (colección Guada. Libros Alcotán 38), 1958.

Bibliografía de Lluis Palazon i Beltran:

(No se registra la obra en las publicaciones periódicas mencionadas)

Narrativa en catalán:

Tres variacions sobre el crim. Tres històries morals, Barcelona, Edicions de la Rosa dels Vents (Quaderns Literaris 120), 1936.

Traducciones al catalán:

Honoré de Balzac, El rector de Tours, Barcelona, Quaderns Literaris 15, 1934; reimpresa en El coronel Cubert [traducida por Domènec Guansé] y El rector de Tours, Barcelona, Destino, 1985.

Portada de El baile del conde de Orgel, de Radiguet, en la colección Cristal.

Portada de El baile del conde de Orgel, de Radiguet, en la colección Cristal.

Traducciones al español:

Raymond Radiguet, El baile del conde de Orgel (firmada como Luis Ignacio Bertrán), Barcelona, Cristal, 1941.

Paul Valéry, Las Quintaesencias, selección, traducción e introducción (firmadas como Luis Ignacio Bertrán), con ilustraciones de Joan Palet, Madrid-Barcelona, Ediciones de la Gacela, 1941.

François Maurois, Las Quintaesencias, selección, traducción e introducción (firmada como Luis Ignacio Bertrán), Barcelona, Ediciones de la Gacela, 1942.

Charles Morgan, Sparkenbroke (firmada como Luis Ignacio Beltrán), Barcelona, Ediciones de la Gacela, 1943; reimpresa con el título La llamada infinita por Plaza & Janés (colección El Arca de Papel 42) en 1973.

Robert Louis Stevenson, El secreto del buque Náufrago (firmada como Luis Ignacio Bertrán), Ediciones Pal·las (Rosa de los Vientos), 1943.

Maurice Baring, Recuerdo inquietante (firmada como Luis Ignacio Bertrán), Barcelona, Ánfora, 1942.

G. Wodehouse, Guapo, rico y distinguido (firmada como Luis Ignacio Bertrán), La Pléyade. Novelistas Ingleses, 1944; reimpresa en una versión revisada por Hugo Mariano, Anagrama, 1993.

Clament Richard Attlee, Hacia una nueva estructura social (firmada como Luis Palazón Bertrán), Barcelona, José Janés Editor (Los Libros de Nuestro Tiempo), 1946.

Retrato y portadilla de Las Quintaesencias de André Maurois

Retrato y portadilla de Las Quintaesencias de André Maurois

Patrick Hamilton, Luz de gas. Un guiñol victoriano (firmada como Luis Ignacio Bertrán), José Janés Editor (El Manantial que no cesa) 1947; reimpresa en Ediciones G.P., 1959, y posteriormente en Plaza & Janés.

Jack London, Una hija de las nieves (firmada Luis Ignacio Beltrán), con ilustraciones de Ricard Giralt-Miracle, Barcelona, Ediciones Lauro (La Vuelta al Mundo en Ochenta Libros: Alaska), 1949.

Winston Churchill, Memorias. La Segunda Guerra Mundiall III: La Gran Alianza (dos volúmens, firmado el primero como Luis Palazon y el segundo obra de Manuel Bosch Barrett), José Janés Editor (Los Libros de Nuestro Tiempo), 1950.

Winston Churchill, Memorias. La Segunda Guerra Mundial VI: El gozne del destino (dos volúmenes, firmados ambos como Luis Palazon), José Janés Editor (Los Libros de Nuestro Tiempo), 1951.

Fuentes:

La biblioteca de los hermanos Ramon y Lluís Palazon, compuesta de unos dos mil volúmenes, fue donada a la Biblioteca Pere Vergés de Badalona.

diccionari-de-la-traduccio-catalana_s.f., «El fundador del primer Avui dona la seva biblioteca», Avui, 27 de octubre de 1982, p. 42.

Joan Bonet i Martorell, Josep Janés i Olivé: Poeta i editor present en el record de l´amistat. Dietari de les hores grises, Barcelona, Imprenta Moderna, 1963.

Jacqueline Hurtley, Josep Janés. El combat per la cultura, Barcelona, Curial (Biblioteca de Cultura Catalana 60), 1986.

Josep Mengual, A dos tintas. Josep Janés, poeta y editor, Barcelona, Debate, 2013.

Annacris Mora i Figuera, «Lluis Palazon i Beltran», en Montserrat Bacardí i Pilar Godayol, dirs., Diccionari de la traducció catalana, Vic, Eumo-Universitat Autònoma de Barcelona-Universitat de les Illes Balears-Universitat Jaume I-Universitat de Vic, 2011.

Lluis Palazon, Variacions sobre el crim. Tres històries morals (Incluye los relatos «Variacions sobre el crim», «Decebuts» y «El secret de l´homosexual»), Barcelona, Quaderns Literaris 120, 1936.

Joan Solà i Drachs, Història dels diaris en català, 1879-1976, Barcelona, Edhasa, 1978.

Tuits en tapa dura y bellamente decorados

A Agustín Paz, todo facilidades.

El 13 de septiembre de 1941 se anunciaba en las páginas de la revista barcelonesa Destino:

Va a publicarse en Barcelona una nueva colección literaria bautizada con el nombre de Las Quintaesencias. Es intención de los editores recoger en ella lo más selecto del pensamiento universal. Síntoma de su buena orientación lo constituye el hecho de que el primer volumen de esta serie esté dedicado a G.K. Chesterton, el gran polemista católico fallecido hace poco tiempo.

La iniciativa, puesta en marcha por José Janés en sus Ediciones de La Gacela, nacía con una encomiable ambición que se reiteraba en el texto de solapas en que se describía el proyecto:

El pensamiento de los más grandes escritores de todos los tiempos, precedido de un extenso ensayo sobre su vida y su obra. La edición totalmente impresa a dos tintas y bellamente encuadernada en tela, va ilustrada por un retrato y más de cien grabados originales y exclusivos para cada volumen. Una biblioteca única por su ambición y por su presencia.

Las Quintaesencias de Tagore, preparadas por Pedro López Ferret (a quien ese mismo año publicaba Janés su traducción de las Memorias del Rey Sol en La Gacela), fueron el último título aparecido de un proyecto asombrosamente ambicioso para los tiempos que corrían.

Los ciertamente extensos ensayos introductorios son en muchos casos valiosos por sí mismos y los firman a menudo escritores y críticos solventes y bien informados (Lluis Palazón, José M. Camps, Pedro López Ferret, Maurici Serrahima), del mismo modo que las ilustraciones son obra de artistas igualmente apreciables, de Joan Narro a Joan Commeleran y de Enric Cluselles a Pedro Pruna.

ScubShawQuizás el primer atisbo de esta excelente colección de libritos de 17,5 x 11 cm encuadernados en tapa dura, con sobrecubierta y profusamente decorados pueda localizarse en las declaraciones que en 1935 hacía Janés a Josep Palau i Fabre en una entrevista aparecida en el periódico La Humanitat el 21 de noviembre: “También queremos hacer unas antologías de autores. Es decir, una selección de los mejores fragmentos en prosa de cada autor”. Un proyecto que no pudo llevar a cabo, pero del que durante la guerra civil parece deudora su Presència de Catalunya. [Per al soldat català de l´Exèrcit de la Repúbica], publicada en los Serveis de Cultura al Front en 1938 y que recogía pasajes de destacados autores catalanes de las más diversas épocas y estilos.

Sin embargo, un antecedente más cercano es la serie de Pensamientos que en 1940 Janés había programado en la colección Euro con Pensamientos sobre el amor (firmados por un José Aguirre que no es sino un seudónimo que Janés había empleado también como traductor) y Pensamientos sobre la mujer (a cargo de S. Pascual Catán), que finalmente aparecieron también en Ediciones de La Gacela.

Primera página del prólogo de José M. Camps a Las Quintaesencias de Shaw, ilustrado por Joan Commeleran.

Primera página del prólogo de José M. Camps a Las Quintaesencias de Shaw, ilustrado por Joan Commeleran.

En el mismo momento en que arranca la colección Las Quintaesencias, aparece una referencia en el epistolario de Eugenio d´Ors a Oliver Brachfeld en el que se menciona el ensayo que el traductor húngaro está preparando para esta colección acerca del autor de las glosas (carta de Ors a Brachfeld del 3 de octubre de 1941), que sin embargo, como tantos otros títulos, no llegó a publicarse.

Las memorias de Maurici Serrahima ponen en la pista de otro volumen que no llegó a publicarse, el dedicado a Marcel Proust, cuyo estudio introductorio prevé que la censura no aceptará, y efectivamente así fue:

Hoy, lunes de Pascua, he acabado el prólogo para la selección de pensamientos de Proust que he hecho por encargo de Janés, destinada a la colección Las Quintaesencias y análoga a la que hice el año pasado sobre los de Chesterton. También la he firmado con el seudónimo Ramon Setantí por ahora y mientras el catalán no sea permitido. Janés me dijo que temía que la censura no dejara pasar el libro –Proust no es persona grata– y en el prólogo he tenido que esforzarme para ser a la vez justo e insinuar la existencia de los aspectos referentes a las anomalías sexuales a cualquier lector incauto. El prólogo diría que es más denso que el del Chesterton, que hice un poco deprisa y corriendo. [anotación del 6 de abril de 1942, la traducción es mía]

Aun así, otra de las más famosas colecciones españolas dedicadas al género aforístico (Aforismos, de Edhasa) la encabezó con el número 1 precisamente Proust (Máximas y pensamientos, extraídos de su obra En busca del tiempo perdido, compilados por Carles Besa y traducidos y prologados por Lluís Mª Todó).

Se publicaron en total en Las Quintaesencias seis títulos, tres en 1941 y otros tres en 1942, pero aparte de los ya mencionados de Ors y Proust, quedaron pendientes y anunciados como en preparación los dedicados a D´Annunzio, Nietzsche, Leopardi, Unamuno, Ortega y Gasset y Oscar Wilde, sin que sepamos, con la información de que disponemos por ahora, quiénes se estaban ocupando de ellos si efectivamente se había empezado a trabajar en estas compilaciones. Es posible que en los casos de Unamuno y Ortega los proyectos se frustraran por oposición de los derechohabientes, pues en respuesta a la «Carta abierta a José Janés» que Rafael Borràs Betriu publicó en 1954 en Estilo (núm. 5), Janés le explicó que sus intentos por publicar alguna obra de Baroja, Unamuno, Valle Inclán y Vicente Blasco Ibáñez habían chocado con la oposición de las editoriales propietarias de los derechos.

Muestras del trabajo de Commeleran en el volumen de Las Quinataesencias dedicadas a Shaw,.

Muestras del trabajo de Commeleran en el volumen de Las Quinataesencias dedicadas a Shaw.

En consonancia con la exquisitez de la propuesta (publicar lo más selecto de los autores más importantes), el diseño del libro parece cuidado en todos los detalles: encuadernación en tapa dura (en la que el logo aparece estampado en seco en el frontal y el lomo decorado a color), sobrecubierta ilustrada y con amplias solapas, una maqueta con amplísimos márgenes con ilustraciones en las capitulares, con cabeceras y folios a color, profusión de ilustraciones decorativas (en el caso de Shaw, unas 200 en sólo 150 páginas), una atinada y agradable disposición del texto…, pequeñas obritas de arte llenas de encanto.

Quizás algunas de las frases más célebres de Chesterton, Mauriac o Shaw bien se puedan hoy tuitear (véase en particular @ChestertonQuote o, en el caso de las del propio Janés,  #JanésEditor), y sin duda algunas de ellas resultan muy ingeniosas y atinadas, pero es evidente que el texto por sí solo no constituye el contenido, ni el mensaje, ni la esencia de esta breve colección janesiana publicada en los tiempos más sombríos del franquismo. Y aun así, quizás haya quien se podría plantear hacer una edición electrónica de estos libros…

Títulos publicados en Las Quintaesencias:

[Gilbert K.] Chesterton, estudio y selección de Ramón Setantí [Maurici Serrahima], viñetas de Enrique Clusellas, 1941.

Paul Valery, estudio y selección de L. I. Beltrán[Lluis Palazón i Bertran], viñetas de J. Narro, 1941.

Rainer Maria Rilke, estudio, selección y traducción de Jaime Bofill y Ferro, viñetas de Pedro Pruna, 1941.

Retrato y portadilla de Las Quintaesencias de André Maurois

Retrato y portadilla de Las Quintaesen-cias de André Mau-rois.

André Maurois, estudio y selección de L. I. Beltrán [Lluis Palazón i Bertran], viñetas de Planas Bach, 1942.

George Bernard Shaw, estudio y selección de José M. Camps, viñetas de Juan Commeleran, 1942.

Rabindranath Tagore, estudio y selección de Pedro López Ferret, viñetas de N. Miralles, 1942.

Fuentes:

Rafael Borrás Betriu, La batalla d Waterloo. Memorias de un editor, Barcelona, Ediciones B, 2003.

Maurici Serrahima, Memòries de la guerra i de l´exili. 1936-1940, vol. II (1938-1940), Barcelona, Edicions 62 (Biografies i Memòries 4), 1981.

Maurici Serrahima, Del passat quan era present I (1940-1947), Barcelona, Edicions 62, 1972. Tomo la cita del libro de Montserrat Bacardí, La traducció catalana sota el franquisme, Lleida, Punctum-TRILCAT-GETCC (Quaderns 5), p. 107.

Fons Férenc Oliver Brachfeld del Arxiu Nacional de Catalunya.

Josep Palau i Fabre, El monstre, Obra Literària Completas II, Assaigs, articles i memòries, Barcelona, Cercle de Lectors-Galaxia Gutenberg, 2005.