El camino de Mallol Suazo hacia los libros

El artista barcelonés Josep M. Mallol Suazo (1910-1986) tuvo la suerte de poder iniciarse desde muy joven como dibujante en una revista de gran difusión. En el número correspondiente al 17 de marzo de 1928 de la revista En Patufet (la estrella de la editorial Baguñà) se publicó su primera viñeta, cuando hacía apenas cuatro meses que había cumplido los diecisiete años. A partir de ese momento, además, empieza a publicar en esa misma revista con mucha regularidad, a las que añadirían sus sucesivos suplementos Virolet (1922-1931) y L’Esquitx (1931-1937). Sin embargo, no se hallará su firma en estas páginas, pues para evitar ser confundido con su hermano mayor Lluís (también colaborador de En Patufet), invirtió el orden de las letras de su apellido y se dio a conocer como Lollam.

Para entonces hacía ya más de tres años que Mallol Suazo, por intercesión de su hermano, había entrado en el departamento administrativo de Baguñà, mientras que a partir del curso 1929-1930 aparece como matriculado en lo que entonces se llamaba Escola d’Arts i Oficis Artístics i Belles Arts de Barcelona y siempre ha sido conocido popularmente como La Llotja, donde el escultor surrealista Àngel Ferant (1891-1961) acababa de iniciar profundas transformaciones en los planes de estudios inspirándose en la Bauhaus.

Mallol Suazo se da a conocer como pintor, ya con su nombre y apellidos, en la Exposició de Primavera en mayo de 1936, pero su irrupción se produce en un momento poco propicio, cuando en el Saló de Tardor de 1938, en plena guerra civil, es galardonado con el Premi Nonell de Pintura por la obra Noia. Ese mismo año el marchante Lluís Reig le ofrece 1300 pesetas por tres cuadros mensuales, lo que le permite abandonar su puesto en la Baguñà y, pese a las dificultades —y los precios de las materias primas no era el menor—, dedicarse por completo a la pintura artística.

Previamente, desde el primer número (enero de 1938) había empezado a colaborar con la revista Amic, dirigida por Josep Janés i Olivé (1913-1959) y que se describía en el subtítulo como publicación quincenal para el recreo del soldado catalán del Ejército de la República editada por los Serveis de Cultura al Front del Departament de Cultura de la Generalitat. Mallol Suazo participó en cinco números con viñetas, y también, en el tercer número (primera quincena de febrero de 1938), en una sección de la revista en la que los mejores humoristas narraban los chistes que más les habían gustado.

Y esta vinculación primeriza con Janés no deja de tener su importancia en relación con los libros. Según Jacqueline Hurtley, Mallol Suazo ya había colaborado en una de las empresas de adolescencia de Janés, Cu-Cut, nacida en enero de 1926 en una «Editorial Manelic» que tenía por razón social la dirección de la casa paterna de Janés y en la que también colaboró el ya por entonces famoso Joan Junceda (1881-1948). Mallol acababa de cumplir quince años cuando salió el primer número de Cu-Cut; el precoz emprendedor Janés tenía trece.

Con estos antecedentes no sorprenderá que uno de los primeros trabajos de Mallol Suazo en la posguerra fueran cuatro láminas para Amor cada día. 365 poemas de amor, libro publicado por la editorial Emporion que acababa de poner en marcha Janés y Félix Ros (1912-1974). De ese mismo año son la cubierta y el frontispicio de una de las delicadas ediciones que puso en marcha Janés en solitario, la de Treinta años, de Marise Ferro en traducción de Agustí Esclasans (1895-1967), y con la que el editor estrenaba la exquisita colección Cristal.

Sin embargo, la relación profesional no parece haber tenido una continuidad inmediata y, salvo error, Mallol Suazo no vuelve a intervenir en un libro hasta que en 1944 se publica la traducción de Fernando Trias Beristain de Sol y palmeras, de Paschoal Carlos Magno (1906-1980) y al año siguiente aparecen en la colección janesiana Lauro dos obras de Vita Sackville-West (1892-1962): Santa Juana de Arco, traducida por Manuel Bosch Barrett (1895-1961) y con la sobrecubierta y el interior ilustrado, y El Águila y la Paloma, traducida por Simó Santainés y con dos láminas a color (una en el frontis y la otra encartada fuera de texto).

También de 1945 es el frontispicio del libro de relatos Este mundo, de Elisabeth Mulder (1904-1987), si bien las ilustraciones interiores son de otro colaborador muy habitual de Janés, Joan Commeleran (1902-1992). Con este libro estrenaba la editorial Artigas una colección llamada Sirena, que al parecer no tuvo continuidad (como tampoco está claro que la tuviera la editorial).

Frontispicio de Este mundo, de E. Mulder.

Aun así, el libro más importante de ese año en la trayectoria de Mallol Suazo es sin duda la primera edición llevada a cabo por la ABB (Asociación de Bibliófilos de Barcelona), la de El capitán Veneno, de Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), precedida de un estudio del prestigioso crítico e historiador de la literatura Manuel de Montoliu (1877-1961). Las capitulares y los culs-de-lampe son del pintor, grabador y diseñador jerezano Teodoro Miciano (1903-1974), creador también de la marca editorial de la ABB, pero las diez láminas con ilustraciones que lo acompañan son de Mallol Suazo.

En 1946 sigue colaborando con Janés y lo hace también con la editorial Argos. Para el primero crea ese año las sobrecubiertas de El secreto del padre Brown (1946) y La incredulidad del padre Brown (1946) de G. K. Chesterton, traducidas por Isabel Abelló de Lamarca y con portadas de Ricard Giralt Miracle (1911-1994) que se publicó en Lauro, así como las ilustraciones para la traducción de Antonio Espina (1891-1972) de El romance de Leonardo de Vinci, de Dimitri Merezhkovski (1865-1941), que se publicó en la colección La Vida Perdurable.

Mayor interés tiene sin embargo la edición en papel de hilo Guarro de cuatrocientos ejemplares numerados que ese año publica Argos con una serie de catorce láminas de Mallol Suazo y viñetas firmadas por Sanjuán, Quince poesías de Rubén Darío (1946), de la que se hizo además una edición de quince ejemplares que incluían guaches originales (más diez ejemplares de colaboradores, no numerados ni puestos a la venta). Se incluía en la colección Las Musas, donde el año anterior había aparecido Veinte poesías de Bécquer ilustradas por Emili Grau Sala (1911-1975), también con viñetas de Sanjuán.

La aportación a ediciones de bibliófilo continua al año siguiente con Quelques vers: poèmes saturniens, fêtes galantes, la bonne chanson, Romance sans paroles, de Paul Verlaine (1844-1896) y acompañado de un prefacio de François Coppée (1848-1908). Esta edición numerada de 151 ejemplares en papel de hilo extra blanc Biblos con filigrana de Guaro y que lleva el sello de L. P. & C. Torn (a quienes no he identificado ni he localizado otras ediciones suyas), contiene dieciocho litografías de Mallos Suazo y se presentaban los pliegos en rama y estuchados. La composición se llevó a cabo en los talleres de Seix y Barral Hnos. y la impresión en Horta, de Barcelona.

Ilustración de Amor cada día.

Y de 1949 es la publicación del primer volumen de la Col·lecció de gravats contemporanis, de La Rosa Vera, que incluye la punta seca Nu, de Mallol Suazo, quien contribuiría también a Dotze nus (precedido de un comentario de Ricard Permanyer), para la misma editorial y publicado en 1954.

Es probable que a esta recopilación aquí presentada, que no pretende ser exhaustiva, quepa añadir aún otras colaboraciones de Josep Maria Mallol Suazo a la edición de libros, y hay constancia también de que en 1951 diseñó algunos ex libris, por ejemplo el de Antoni Matínez Fernández y el del doctor Juan Catasús (1911-1971).

Mallol Suazo fue un pintor relativamente controvertido, objeto de valoraciones muy contrastadas pero en cualquier caso con una reputación consolidada y la bibliografía generada por su obra pictórica es más que notable, pero el estudio de sus trabajos editoriales parece tener todavía algunas lagunas bastante grandes que hacen difícil evaluar su importancia en este ámbito creativo.

Fuentes:

Andrés Álvarez, biografía de Manuel Barrero, «Josep Maria Mallol Suazo» en Tebeosfera. Disponible en línea el 6-V-2022.

Jacqueline Hurtley, Josep Janés. El combat per la cultura, Barcelona, Curial (Biblioteca de Cultura Catalana 60), 1986.

Francesc Miralles, Mallol Suazo, Lunwerg Editores. 1995.

Joan Palet y los libros, una desenfadada coda sobre la censura franquista

Jacqueline Hurtley, cuyos trabajos sobre el editor Josep Janés (1913-1959) no me cansaré de recomendar, ya en su tesis doctoral analizó y describió la censura a la que fue sometida la traducción al español de Portrait in a mirror, y en un apéndice reproducía además algunas páginas del mecanoscrito con las tachaduras censorias; realmente, el de esta novela de Charles Morgan es un caso bastante singular, en el que además el ilustrador Joan Palet (1911-1996) tuvo un papel que, pasado el tiempo, resulta bastante gracioso.

En 1942, cuando Janés acababa de disolver la asociación que en la inmediata posguerra había intentado con Félix Ros (1912-1974) para llevar adelante la editorial Emporion, una de las primeras iniciativas que llevó a cabo fueron las Ediciones Lauro, conocidas sobre todo por su colección Aretusa (inicialmente encuadernada en rústica). En esta colección se publicó Retrato en un espejo (Premio Fémina 1930), pero con la singularidad de ser editada con ilustraciones, de Palet, encuadernada en tapa dura y con punto de lectura en tela. Recordando experiencias recientes de Janés con la censura, Hurtley aventura con mucho tino que muy probablemente este trato excepcional a la novela de Morgan respondía quizá a la voluntad de pasar el filtro de la censura franquista, que se mostraba más flexible con las ediciones lujosas por considerar que, dado su precio más elevado, difícilmente caerían en manos «poco convenientes» (es decir, las clases populares, a las que se suponía maleables).

Josep Janés.

La obra tuvo una inesperadamente buena acogida y recepción, y fueron muy elogiadas las ilustraciones de Palet. De hecho, la idea de los libros ilustrados o decorados fue una de las grandes iniciativas de Janés en aquellos años de la inmediata posguerra, aunque comportaran algunos inconvenientes, problemas de producción y retrasos. Así, explica Janés en su estupenda conferencia «Aventuras y desventuras de un editor»:

Solían ilustrar muchas veces los libros sin leerlos. Joan Commeleran me ilustró una vez una novela de veinte capítulos con veinte escenas, todas ellas referentes al primero. Pedro Pruna dibujó unos personajes que, según la obra, eran niños de ocho o nueve años, y me los representó, él, con bigote, y ella, con una figura que resultó un retrato anticipado en doce años de esa señora, de tanto relieve en la pantalla de hoy, que se llama Gina Lolobrigida. […] Había excepciones, claro está. [Josep M.] Mallol Suazo, [Joan] Palet [Evarist] Mora, Eduardo Vicente y muchos otros eran de una seriedad impecable.

Pere Pruna (1904-1977).

En Retrato en un espejo –«una novela perfecta», en palabras quizá demasiado entusiastas de Ricardo Gullón, que la emparenta con Jane Austen y Henry James– el joven pintor Nigel Frew rememora en primera persona el momento en que siendo muy joven se enamoró de Clare Sibright (cuando ésta estaba a punto de casarse), más por cómo se la imaginaba que por cómo era ella realmente, y su posterior frustración al negarse Clare a acompañarlo cuando, en un arrebato de pasión, le propuso una muy novelesca huida. El quid de la novela sin embargo, reside en el hecho de que Nigel se enamora de la idea que se ha hecho de Clare, y ello se pone de manifiesto cuando intenta pintar un retrato al óleo de su amada. Sólo consigue retazos, esbozos de sus manos, de su pelo, de su cuello, porque lo que en realidad parece desear es poseerla desde un punto de vista artístico, estético y muy romántico, y cuando comprende eso su pasión se apaga. En una segunda parte, convertida Clare en la esposa de Ned Fullaton en un aburrido matrimonio, es ella quien no puede quitárselo de la cabeza, y el desenlace es, efectivamente, el que es fácil suponer y que muy poca gracia le haría a la censura franquista.

Sin embargo, y resumiendo el relato que hace Hurtley del caso, la censura obligó sobre todo a tachar:

unas alusiones a los monjes y a Dios que se interpretarían como irreverentes e, incluso, heréticas, por lo que se refiere a Dios y, luego, la versión de la obra autorizada revela la supresión o sustitución de lenguaje explícitamente físico o sensual y la comparación cruda de los labios de la protagonista con los de una prostituta.

Sin embargo, la censura dejó pasar la escena en que Nigel se imagina el cuerpo desnudo de Clare y eso despierta su deseo, quizá sin tener en cuenta que esa escena se desarrolla en el interior de una iglesia.

Portada de la edición de 1957 .

Por si esto fuera poco, ya el traductor (Alfonso Nadal) o quien corrigiera la traducción se ocupó de atenuar el lenguaje, dando en la versión española “belleza física” como traducción de the body o traduciendo como “amor” lo que en el original era passion.

Con todo, lo más jugoso de esta historia queda para el final, que ya en la resolución definitiva de la Delegación Nacional de Propaganda (del 30 de junio de 1942) se pedia que el traductor «suavizara». Lo que decía la primera versión de traducción, y de lo que se deducía que se había consumado el acto sexual, era lo siguiente: «de modo que mi cabeza descansó en su pecho y sus cabellos cayeron sobre mí», frase que fue muy convenientemente tachada por el censor de turno.

Joan Palet pintando al aire libre en 1973.

Lo jocoso del caso es que esa fue precisamente la imagen que Plaet concibió, y Janés hizo imprimir, como última ilustración de la obra. Cabe discutir, sin fundamento ni pruebas, si fue un modo intencionado o no de torear a la censura, pero en cualquier caso no deja de tener su gracia.

Tambien la tiene que, visto lo visto, Gullón rematara su reseña con el siguiente comentario, en el que pone de manifiesto lo arriesgado que resulta hablar de las tracucciones cuando no se ha llevado a cabo un cotejo mínimamente serio del original con su versión traducida:

Es un deber fácil y gustoso de cumplir consignar que la versión castellana de Retrato en un espejo se presenta en esmerada y bella edición de la colección Aretusa que dirige José Janés. La traducción de Alfonso Nadal, cuidadosa y poética, es fiel trasunto del original inglés. Lleva ilustraciones muy delicadas de Juan Palet. En conjunto el libro resulta digno por su presentación de la obra con que, si no me engaño, se da a conocer a Charles Morgan al lector español.

Portada de la edición de 1942.

Fuentes:

Ricardo Gullón, «Retrato en un espejo», Escorial, núm 32 (junio de 1943), pp. 449-453.

Jacqueline Hurtley,La literatura inglesa del siglo xx en la España de la posguerra: la aportación de José Janés, tesis de doctorado, Universitat de Barcelona, 1983.

La profesora Jacqueline Hurtley tras recibir el Premio de la European Society of the Study of English por su biografía de Walter Starkie.

Jacqueline Hurtley, «La obra editorial de José Janés: 1940-1959», Anuario de Filología (Universitat de Barcelona), n. 11-12 (1985-1986), pp. 293-329.

Jacqueline Hurtley, Josep Janés. El combat per la cultura, Barcelona, Curial (Biblioteca de Cultura catalana 60), 1986.

Jacqueline Hurtley, Josep Janés, editor de literatura inglesa, Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias (Letras, Ciencias, Técnica 28), 1992.

Josep Janés i Olivé, «Aventuras y desventuras de un editor», conferencia pronunciada en la Biblioteca Central de la Diputación de Barcelona con motivo de la Exposición de la Fiesta del Libro de 1955 y publicada como anexo al Catálogo de la producción editorial barcelonesa entre el 23 de abril de 1954 y el de 1955, Barcelona, Diputación de Barcelona,1955.

Josep Mengual, A dos tintas. Josep Janés, poeta y editor, Bareclona, Debate, 2013.

Eduaro Ruiz Bautista, coord., Tiempo de censura. La represión editorial durante el franquismo, Gijón, Ediciones Trea (Biblioteconomía y Administración Cultural 188), 2008.

Joan Palet y la bibliofilia entre amigos en los años cincuenta.

A la altura de 1950 Joan Palet era uno de los ilustradores de libros barceloneses más conocidos, y por entonces empezó además a ampliar el número de editores para las que trabajaba. Es posible que su primera exposición individual, en otoño de 1949 en la Galería Argos y presentada por el crítico y estrecho colaborador de Janés Fernando Gutiérrez, algo tuviera que ver en ello.

Joan Palet pintando al aire libre en 1973.

Para Josep Janés al abrirse la década continúa ilustrando las sobrecubiertas de la excelente colección Leda (Los Escritores de Ahora), cuyas cubiertas diseña su amigo Ricard Giralt-Miracle, y que responde perfectamente a las características de edición noble y hasta cierto punto lujosa pero destinada al comercio regular que caracterizó buena parte de la obra editorial de Janés ya desde la década anterior. De 1950, por ejemplo, son las sobrecubiertas de La máquina de leer los pensamientos, de André Maurois, Vientos de terror, de Hodding Carter, Galahad, de John Erskine, Sangre de rey, de Sinclair Lewis, El sello que naufragó (luego editada como El sello de Antigua), de Robert Graves…

Robert Graves, El sello que naufragó, trad. de Manuel Bosch Barrett, José Janés Editor (Los Escritores de Ahora), 1950.

De muy distinto signo, en cambio, es la edición ese mismo año de 25 ejemplares numerados de Retorn a la vall, de Maria Dolors Orriols, con ilustraciones en el texto de Palet e impreso sobre papel de hilo y presentado con funda y petaca, con  el sello de Editorial Juris.

Joseo Romeu i Fugueras (1917-2004).

Para la admirable empresa de Josep Pedreira (iniciado como editor al lado de Janés) Edicions de l´Óssa Menor ilustra Palet también en 1950 un volumen de poesías del director de la revista clandestina Ariel. Revista de las Arts, Josep Romeu i Figueras, que se publica con un prólogo del reputado crítico Jaume Bofill i Ferro y con el título Sonets. Elegia del mite. Nits. Més enllà del somni.

Y del año siguiente es otra interesante edición con uno de sus grandes amigos de juventud en La Llotja, Ricard Giral Miracle, con quien ilustra La pedra de toc, de Rabindranath Tagore, para el sello Filograf que había puesto en marcha su viejo amigo.

De su también buen amigo y en cierta medida mentor Josep Janés prepara una edición muy cuidada del poemario Combat del somni que se publica en 1952 en la colección de Pedreira Els Llibres de les Quatre Estacions. Son apenas 73 páginas de 31 x 24 con dibujos en el texto y siete aguafuertes a página, de la que se hizo una tirada de 215 ejemplares numerados, impresos en papel de hilo royal Annan (con filigrana Fénix) por Horta y presentada también en funda y petaca.

También 200 ejemplares numerados se tiraron de una de las ediciones más legendarias ilustradas por Palet, Poemes de l´alquimista (1952) de Josep Palau i Fabre, que se publicó en la editorial de éste, La Sirena, y para cuya portada Palet toma como referencia el motivo del hombre alquímico de El Bosco.

 

En gran formato, tapa dura e ilustraciones a color a página completa (impares) se publica al año siguiente en José Janés Editor La princesita que tenía los dedos mágicos, de Maria Luisa Gefaell, que había obtenido Premio Nacional de Literatura en 1952 y que acababa de publicar un artículo importante sobre la materia, “Hay que dar dignidad al libro infantil”, en Correo Literario. Como “una de las ediciones más cuidadas” de Janés describe Jaime García Padrino esta obra en gran formato y encuadernada en tapa dura cuyas páginas impares incorporan a sangre ilustraciones a color de Joan Palet. (Jaime García Padrino, “Libros infantiles y juveniles”, en Jesús A. Martínez Martín, dir., Historia de la Edición en España, Madrid, Marcial Pons, 2015, pp. 699-721).

Paralelamente, va creciendo en la sombra la obra pictórica de Palet, que no sería ampliamente divulgada hasta su muerte, pero vale la pena mencionar aún la edición del libro de Miquel Coll i Alentorn La llegenda de Guillem Ramon de Montcada, publicada en Aymà como número 12 de la colección Guió d´Or en 1958. Con capitulares de Giralt-Miracle y grabados a la madera de Palet, ocho de ellos fuera de texto, se publicó una tirada de 330 ejemplares numerados en papel de hilo verjurado romaní.

Con estos antecedentes tan espectaculares, no es de extrañar que las barcelonesas Ediciones Comar confiaran en Palet para que ilustrara su conocida edición ilustrada de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1964).

Joan Palet, «Mujer con marionetas javanesas» (1940), óleo sobre tela (80 x 65 cm).

Fuentes:

Joan Palet. Una mirada íntima, libro catálogo con textos de Josep Palau i Fabre (“Presentació”), Olga Palet (“Joan Palet. Una mirada íntima” y “Joan Palet. Notes biogràfiques”), y Pere Secorún (“Un estiu a Mallorca”), con bibliografía y traducciones de los textos al español y al inglés de Discobole, Caldes d´Estrac, Fundació Palau-Centre d´Art, 2006.

Germán Masid Valiñas, La edición de bibliófilo en España (1940-1965), Madrid, Ollero y Ramos, 2008.

 

El humor en Editorial Taurus

Vida del repelente niño Vicente (1955)

Vida del repelente niño Vicente (1955)

Se hace hoy difícil pensar en la editorial Taurus como idónea para una colección humorística, pero aun así, en palabras de uno de sus fundadores, Francisco Pérez González (1926-2010), a mediados de los cincuenta «las cosas de humor funcionaban, al menos hasta la Transición, y nos diversificamos en esa dirección con el concurso de los humoristas de La Codorniz; se publica la colección El Club de la Sonrisa, que es una suerte de libros de fácil venta, y vivimos una etapa en la que se intensifica el trabajo en equipo». Así se estrenó en 1955 lo que otro de los hombres clave en Taurus, Javier Pradera (1934-2011), definió como “una innovadora colección de humor bautizada como “El Club de la Sonrisa”, y añade que, «aunque sólo fuera por haber publicado Vida del repelente niño Vicente de Rafael Azcona, su mención sería necesaria”.

Cubierta de la edición de Por qué nos gustan las guapas (Pepitas de Calabaza)

Desde 1951, Rafael Azcona, venía publicando su poesía en la revista Berceo y colaborando, por mediación de Chumi Chúmez, en La Codorniz, la cabecera de literatura humorística por antonomasia de aquellos años. Posteriormente esta exitosa novela la reeditarían El Mascarón (1984) y Aguilar (2005). Afortunadamente, la obra literaria de Azcona (1926-2008) ha ido siendo en buena medida recuperada a principios del siglo XXI por diversas editoriales, si bien no todas ellas han dado la suficiente difusión a sus publicaciones o no disponen de una distribución en concordancia con el meritorio trabajo editorial que están llevando a cabo: hasta ahora (como Taurus), en el Grupo Prisa: Alfaguara (Estrafalario, en 1999, que incluye Los muertos no se tocan, nene, El pisito y El cochecito, con un prólogo de Josefina Aldecoa), pero además, Tusquets (Los europeos en 2006), Ediciones del Viento (Los ilusos, revisada por el autor, y Pobre, paralítico y muerto en 2008) y sobre todo Pepitas de Calabaza, que hasta el momento de escribir estas líneas ha publicado Memorias de un señor bajito (2011) y Por qué nos gustan las guapas. Todo Rafael Azcona en La Codorniz (1952-1955) (2011), en edición de Víctor Sáenz-Díez, José Ignacio Foronda y Julián Lacalle y con prólogo de Bernardo Sánchez, y tiene anunciados para dentro de 2013 los segundo y tercer volúmenes: ¿Son de alguna utilidad los cuñados? (1956-1958) y Repelencias. Dibujos y viñetas (1953-1956). Pendiente en cambio parece la edición de una rareza, la primera novela escrita por Azcona, Cuando el toro se llama Felipe, publicada en Tetuán en una colección dirigida por Ángel Palomino, Buenas Noticias.

 

Cubierta ilustrada por Chumi Chúmez de Don Clorato de Potasa, de Edgar Neville, como número 34 de El Club de la Sonrisa, publicado en 1957.

Hasta 1960, llegarían a publicarse una sesentena larga de números de El Club de la Sonrisa, unos volúmenes encuadernados en rústica con solapas, de 19 x 12 cm, y que oscilan entre las 150 y las 300 páginas. Al inicial de Azcona seguiría en los números siguientes: Este mundo, de la Baronesa Alberta (Mercedes Ballesteros), Pepe. Novela con interferencias, de Rafael Castellano, Los náufragos del “Queen Enriqueta”, de Óscar Pin [Fernando Perdiguero Pérez], Un par de lechuguinos, de Edward Burke, en traducción de Eloísa Castellano de la Fuente, ¿Está en casa el Sr. Brambilla?, de Carlo Manzoni, traducida por Fernando Perdiguero, Papá, mamá, la muchacha y yo del por entonces célebre humorista francés Robert Lamoureaux, Aventuras inéditas del caballero Artagnan, de Cero [seudónimo de Fernando Perdiguero, padre] El doctor en su casa, de Richard Gordon, en traducción de Miseha, y Romeo y Julieta, de Tono [Antonio Lara de Gavilán), todos ellos en 1955 (ver Apéndice). Evaristo Acevedo, Ramón Gómez de la Serna, Julio Camba, Edgar Neville, Miguel Mihura, Santiago Lorén (que había publicado su primer libro con Janés y con el segundo obtuvo el Premio Planeta), Chumi Chumez o Luis García Berlanga son algunos de los nombres que a día de hoy más destacan en el catálogo del Club de la Sonrisa, y que trazan un panorama bastante elocuente de la literatura de humor de esos años. En definitiva, constituyen la mejor selección posible de la literatura de humor española del siglo xx, y a menudo se publicaban con portadas de otro insigne colaborador de La Codorniz, Chumi Chúmez..

Portada del primer número de La Codorniz

Parece bastante evidente que el nombre de la colección procede la colección El Club de la Alegría creada por José Janés en el seno de la editorial Lauro, donde ya en 1946 había publicado a Bob Hope (Nunca salí de mi casa, 1946), Ralph Temple (Cucos y otros pájaros de cuenta), Noel Clarasó (Cuarto creciente, luna llena, cuarto menguante) y Jerome K. Jérome (El arte de cuidar y gobernar a las mujeres), así como varias obras de Wodehouse del ciclo de Míster Muliner (Les presento a Mr. Mulliner, Mr. Mulliner tiene la palabra, Las noches de Mulliner y Sam el brusco). Probablemente esto por sí solo, este tipo de competencia, ya no le haría ninguna gracia a José Janés, pero además por aquel entonces él llevaba algunos años dando a conocer la obra literaria de los principales colaboradores de La Codorniz y había contribuido en no pequeña medida a que estos fueran conocidos más allá de los lectores de la genial revista fundada en 1941 por Mihura (que en determinadas zonas de la Península nunca consiguió tener muy buena distribución). Así, entre los principales colaboradores de la revista a los que Janés había publicado libros se contaban a mediados de la década Edgar Neville (La familia Mínguez [1945], Don Clorato de Potasa [1947], que más tarde publicaría El Club de la Sonrisa, y Torito Bravo [1955]); Álvaro de Laiglesia (Un náufrago en la sopa [1947], El baúl de los cadáveres [1948] y La gallina de los huevos de plomo [1951]); Miguel Mihura (Mis memorias [1948]); Tono (Diario de un niño tonto [1948] y Automentirobiografía [1949]); la Baronesa Alberta (Así es la vida [1953, reeditada en 1955]), y Óscar Pin (Cuando no hay guerra da gusto [1953]). Por ello, no resulta en absoluto extraño encontrar ya en 1947 a Janés como uno de los protagonistas de la célebre encuesta que solía publicar La Codorniz, donde, entre otras cosas graciosas, nos enteramos de que veraneaba en la calle Muntaner, 316; es decir, que los períodos vacacionales los pasaba en la sede de la editorial.

Probablemente, la primera edición de Wodehouse en España, en la colección La Novela Aventura (Hymsa).

Probablemente, la primera edición de Wodehouse en España, en la colección La Novela Aventura (Hymsa).

Evidentemente, tampoco puede decirse que Janés hubiera descubierto a Jerome K. Jérome (1859-1927), a quien ya había publicado por ejemplo Gustavo Gili, o a Wodehouse, de quien, sin embargo, la única edición anterior en español de la que tengo noticia es la de Las genialidades de Sam en Hymsa, en 1935 (una traducción de Guillermo López Hipkiss), e incluso la historia de las primeras colecciones de humor cabría remortarla quizás a los primeros años del siglo, pero sí que acaso se puede considerarse a Janés el impulsor de una cierta moda editorial de la novela de humor en la década de los cincuenta, recuperando a autores aun hoy  intereseantes, sobre todo británicos, y publicando las obras narrativas de humoristas fogueados en otros frentes. Además, a tenor de las reediciones, resulta que tuvo una excelente respuesta por parte de los lectores. Y no sólo en El Club de la Alegría, sino ya incluso antes en colecciones como Al Monigote de Papel o La Hostería del Buen Humor. Sin embargo, en una entrevista con Luis Quesada publicada en 1959, explicaba Janés que ese filón se estaba agotando: “tuvo su momento, [pero] ahora ya no tiene tanta fuerza como antes”.

Aun así, incluso de las antologías que se publicaron en El Club de la Sonrisa (de los “humoristas franceses contemporáneos”, “del humor español” o la «del humor universal» seleccionada por Andrés Guilman) se puede identificar con facilidad un antecedente janesiano ya en 1947, La risa en el mundo. Antología del humor universal, preparado por Ángel Marsá, o incluso antes en obras como la Antología de humoristas húngaros contemporáneos, de Andrés Revész y José García Mercadal, la Antología de humoristas ingleses contemporáneos, de Simón Santainés, o la Antología de Humoristas Italianos contemporáneos, seleccionados por Andrés Guilman, G.B. Ricci y José Janés, y publicadas entre 1942 y 1946 en Al Monigote de Papel.

En cualquier caso, parece que los cincuenta fueron, editorialmente, unos años bastante divertidos, aunque acaso no tan innovadores en cuanto a la creación de colecciones…

Apéndice: Registro de los títulos de El Club de la Sonrisa localizados (salvo error u omisión, se indica número, título y fecha; siguen faltando datos acerca del número 29).

  • 1.Rafael Azcona, Vida del repelente niño Vicente (abril de 1955)
  • 2. Evaristo Acevedo, Los ancianitos son una lata (1955)
  • 3. Rafael Castellano, Pepe, novela con interferencias (1955)
  • 4. Oscar Pin, Los náufragos del Queen Enriqueta (1955)
  • 5. Edward Burkes, Un par de lechuguinos (1955)
  • 6. Carlo Manzoni, ¿Está en casa el Sr. Brambilla? (1955)
  • 7. Robert Lamoureux, Papá, mamá, la muchacha y yo (1955)
  • 8. Cero (¿Fernando Perdiguero?), Aventuras inéditas del caballero Artagnan (1955)
  • 9. Richard Gordon, El doctor en su casa (1955) 2ª ed: Un  médico en la familia.
  • 10. Tono, Romeo y Julita (1955)
  • 11. Arthut Conte, Un yanqui en auto stop (1955)
  • 12. Mercedes ballesteros, Este mundo (1955)
  • 13. Matthew Finch, La muela en boca ajena (1955)
  • 14. Remedios Orad, Matar a una mujer no es nada fácil (1956)
  • 15. Edgar Neville, La familia Mínguez (1956)
  • 16. Jean Paul Lacroix, El hombre que no quería ser ganster (1956)
  • 17. Rafael Azcona, Los muertos no se tocan, nene (1956)
  • 18. Noel Clarasó, Historia de una familia histérica. Novela de malas costumbres (1956)
  • 19. Jorge Llopis, Lo malo de la guerra es que hace pum (1956)
  • 20, Randal Lemoine, Dos pequeños ejemplares (1956)
  • 21. Chumi Chúmez (José María González Castillo), El manzano de tres patas (1956)
  • 22. Giuseppe Marotta, Quinientos millones (1956)
  • 23. Edgar Neville, Producciones García, S. A. (1956)
  • 24. Gonzalo Vivas, Todos los tímidos visten de gris. Método para perder la timidez y hacerse un pillín de aúpa con las mujeres (1956)
  • 25. Juan Pablo Ortega, Olimpo, siglo xx (1956)
  • 26. Robert Lamnoureaux, Papa, mama, mu mujer y yo (1956)
  • 27. ÓScar Pin, El pobre de pedir millones (1956)
  • 28. Carlo Manzoni, Don Venerando (1956)
  • 29.
  • 30. Tono, Conchito (1956)
  • 31. Richard Gordon, El doctor en el mar (1956)
  • 32 Giuseppe Marotta, Todas para mí (1957)
  • 33. Randal Lemoine, Tejas y hombres (1957)
  • 34. Edgar Neville, Don Clorato de Potasa (1957)
  • 35. W.E. Bowman, Al asalto de Khili-Khili (1957)
  • 36. Rafael Azcona, El pisito. Novela de amor e inquilinato (1957)
  • 37. Víctor Vadorrey, ¡Que venga la bruja! (1957)
  • 38. Julio Camba, Ni Fuh ni Fah (1957)
  • 39. Wenceslao Fernández Flórez, De portería a portería. Impresiones de un hombre de buena fe (1957)
  • 40. Richard Gordon, Ánimo, doctor (1957)
  • 41. Evaristo Acevedo, Enciclopedia del despiste nacional (1957)
  • 42. Ramón Gómez de la Serna, El incongruente (1957)
  • 43. Jorge Llopis, ¿Quiere usted ser tonta en diez días? Manual de la mujer moderna (1957)
  • 44. AA.VV., Antología del humor ruso, 1800-1957 (1957)
  • 45. Edgar Neville, La piedrecita angular (1958)
  • 46. Santiago Lorén, Diálogos con mi enfermera (1958)
  • 47. Luis García Berlanga, El jueves, milagro (1958)
  • 48. Cástulo Carrasco, A bordo de un teléfono (1958)
  • 49. Pierre Daninos, La vuelta al mundo de la risa
  • 50. AA. VV., Almanaque 1958 (1957)
  • 51. Jorge Llopis, Operación Paquita (1958)
  • 52. Chumi Chúmez, Mi tío Gustavo, que en gloria esté (1958)
  • 53. Geoffroy Williams, ¡Abróchense los cinturones! Una guía para todos los que viajan por el mundo en super-confortables y super-lujosos super-aeroplanos (1958)
  • 54. Miguel de Salabert, selecc. y prólogo, Antología de humoristas franceses contemporáneos (1958)
  • 55. Carlo Manzoni, ¡Qué gente! (1958). Prólogo de Mosca
  • 56. Jean Duché, Tres sin techo (1959)
  • 57. Andrés Guilman, selecc., Antología del humor universal (1959)
  • 58. Domingo Medrano Balda, Este muerto es un pelmazo (1959)
  • 59. Jean Kerr, Nos os comais las margaritas (1959)
  • 60. Evaristo Acevedo, Cuarenta y nueve españoles en pijama y uno en camiseta (1959)
  • 61. Rafael Castellano, La tasca de Tipsy (1959)
  • 62. Orad Remedios, El pobre seductor (1959)
  • 63. Marco A. Almazan, El arca de José (1959)

Fuentes: 

La Academia de Humor

Rafael Azcona: biblioteca en Cervantesvirtual: http://www.cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/azcona/

Rafael Azcona en sus palabras (video: 20.42)

Félix de Azúa, La Codorniz, según Félix de Azúa”, El País, 26 de enero de 2012.

Jorge Herralde, “Aterrizaje español del humor inglés”, en Letras Libres (agosto de 2003)

Irreverendos, el blog de humor, recoge varios artículos interesantes sobre Azcona.

Antonio Lago Carballo, coord., Taurus. Cincuenta años de una editorial (1954-2004), Madrid, Santillana, 2004 (edición no venal). Incluye textos de Jean Bécarud, Rafael Gutiérrez Girardot, Javier Huerta Calvo, Emilio Lledó, Antonio Morales Moya, Francisco Pérez Gonzáez, Javier Pradera, Fernando Savater y Ángel Vives, entre otros.

 Xavier Moret, Tiempo de editores. Historia de la edición en España, 1939-1975, Barcelona, Destino (Imago mundi 19), 2002, que reproduce parcialmente las declaraciones de Francisco Pérez González a Rafael Martínez Alés en «Así es y así era la edición española», Delibros 128 (enero de 2002).

Quesada, Luis, “Editores españoles: José Janés”, Índice, febrero de 1959.

Sociedad de Fomento de los Zánganos (sobre Wodehouse)