Áncora y Delfín antes de Nada

Hay un amplio consenso en que al galardonar a Carmen Laforet (1921-2004) en la primera edición del Premio Eugenio Nadal, la editorial Destino dio un impulso decisivo a la literatura española. En palabras de Fernando Valls, sin ello «es imposible entender la narrativa española de los cuarenta, cincuenta y sesenta, sobre todo la que se viene llamando la Generación de Medio Siglo». Sin embargo, la colección en que se publicó Nada ya tenía un cierto recorrido, e incluso en 1944 había obtenido un resonante e inesperado éxito con Mariona Rebull, de Ignacio Agustí (1913-1974).

Derivada de la revista Destino, creada en Burgos durante la guerra civil por un grupo de catalanes, había empezado a publicar algunos libros (El ocaso de los dioses rojos, de José Esteban Vilaró, los cuatro tomos de la Historia de la Segunda República Española de Josep Pla), cuando apareció la que sin duda es la más prestigiosa y bien diseñada colección, Áncora y Delfín, y siguió publicando en otras colecciones (sin ir más lejos, la traducción de Agustí de la novela en catalán de Miquel Llor Laura a la ciutat dels sants) .

Como en tantas otras cosas en la trayectoria de Destino, otorgar la paternidad de esta colección es casi una cuestión de fe (de fe en los diversos y contradictorios testimonios), aunque tal vez el legado de Josep Verges (1910-2001), conservado en la Biblioteca de Catalunya, acabe por dar los elementos necesarios para reconstruir los detalles de esa historia, si acaso tiene algún interés saber qué fue idea de Vergés, qué lo fue de Joan Teixidor (1913-1992) y qué de Ignacio Agustí, pues al fin y al cabo, pese a las posteriores discrepancias y tremendos desencuentros, tal vez lo más acertado sea considerar la de Destino como una historia colectiva sin un liderazgo indicutible.

En cualquier caso, en marzo de 1942 salían los tres primeros títulos, que harían honor al logo diseñado para la colección: Cavilar y contar, de Azorín (José Martínez Ruiz, 1873-1967), que por entonces era ya poco menos que un clásico vivo; la traducción del prolífico Juan G. de Luaces de Cumbres borrascosas, de Emily Brontë (1818-1848), que, entre otras cosas, era una novela icónica y de referencia para los surrealistas (y en particular para Luis Buñuel); y Viaje en autobús, de Josep Pla (1897-1981), uno de los autores catalanes más reputados entre los que se quedaron en España al término de la guerra civil y una obra que ya se había publicado seriada en la revista.

Logo de Aldo Manuzio.

Es muy difícil no asociar el logo de Áncora y Delfín con el del brillante impresor Aldo Manuzio (1449-1515), que a su vez remite a algunas monedas de los reinados de Tito y Domiciano (siglo II), y, pasando por Erasmo, esto constituye el punto de partida de un camino que acaba por explicar buena parte del catálogo (y muy en particular los títulos anteriores a la creación del Premio Eugenio Nadal, sobre la que también hay controversia) de la colección.

Joan Teixidor (1913-1992)

Joan Teixidor (1913-1992)

La asociación del áncora (como indicativo de la lentitud, la solidez, la permanencia), con la figura de los delfines (la rapidez, la audacia, la inteligencia) la interpretó Erasmo en sus Adagios (que Manuzio publicó en 1508) con el oxímoron Festina Lente (“apresurarse lentamente”), como una sabia combinación entre reflexión y atrevimiento. En este punto, y en lo que bien podría ser una nota a pie, es difícil no evocar el logo de otro importante editor español, Carlos Barral: dos delfines, igualmente de origen romano, pero sin ancla (y ya puestos, utilizarlo para, comparativamente, describir su catálogo).CBAM00390

En el caso de la colección de Destino, esta suma de contrarios puede interpretarse de diversas maneras, pero a todas ellas fue fiel. Por un lado, como indicó Blanca Ripoll Sintes, que atribuye la paternidad de la colección e incluso de la línea editorial a Teixidor, éste:

…diseñó una editorial con los mejores modelos que su enorme bagaje cultural le proporcionaba: el rigor, el esmero y el afán divulgador del humanista Manuzio; el acento artístico en las ilustraciones y la tipografía que las publicaciones barcelonesas como Quaderns de Poesia o Mirador le habían transmitido; modelos editoriales como el de Josep Janés, que pretendía subordinar la cultura, no a la demanda del mercado, sino a las necesidades sociales para alcanzar un equilibrio económico.

Es decir, el equilibrio entre la calidad de los textos, la belleza de los volúmenes y la vocación de llegar a todo tipo de públicos. Tras unos números iniciales en rústica, la forma más conocida de estos volúmenes casi de bolsillo (20 x 12 cm, encuadernación en tela azul con sobrecubierta), así como las cajas con amplios márgenes,  es perfectamente fiel a esta voluntad.

Ignacio Agustí (1913-1974).

Ignacio Agustí (1913-1974).

Por otro lado, y así lo interpretan Carles Geli y Josep M. Huertas Clavería, en cuanto a la selección de títulos y autores ya con los primeros tres títulos quedaba de manifiesto una “mezcla significativa: un autor de la España de siempre, un clásico internacional y un autor del país, nada menos que la estrella de la casa”. Es decir, la combinación de lo más aprovechable de la tradición internacional (siempre que la censura lo permitiera), con los referentes de la literatura española del pasado reciente y lo mejor de entre los escritores más en activo.

Antes de la creación del famoso premio o inmediatamente después, lo cierto es que esas directrices se mantienen con mucha firmeza, y así conviven en el catálogo (ver anexo) Walter Scott, Chéjov o Dickens con Josep Maria Junoy, Gullermo Díaz-Plaja o Ignacio Agustí, André Maurois y Virginia Woolf, Paul Morand y Sándor Márai… Merece la pena también señalar la labor de Rafael Vázquez Zamora quien, además de traducir muchísimo para la colección, asesoró y propuso títulos, así como unos años más adelante la del reputado pintor Erwin Bechtold, responsable de muchas de las cubiertas en los años cincuenta y del rediseño más adelante de la colección.

Josep Vergés (1910-2001).

Durante la segunda guerra mundial, en España el ámbito de la literatura de lenguaje y estética más tradicional y de soflamas patrioteras postbélicas estaba cubierto sobre todo por editoriales madrileñas; las mejores novelas extranjeras, y en particular las británicas, eran regularmente publicadas por José Janés y en menor medida por Luis de Caralt, pero la colección Áncora y Delfín fue la primera en apostar programáticamente por la renovación de la novela española, y el rotundo éxito de Mariona Rebull, de la que en junio de 1944 se imprimió una primera edición de 2.500 ejemplares, y en agosto ya aparecía otra de 5.000, demostró que había un público receptivo a una narrativa española que se alejara de los modelos propugnados por el falangismo. De ahí a la creación de un premio que hiciera aflorar a los novelistas que la estaban cultivando había un paso, y Destino tuvo el inmenso acierto de darlo antes que nadie. En su estela vinieron otros premios culturalmente menos exitosos, pero esa ya es otra historia.

Carmen Laforet (1921-2004).

Anexo: Los primeros títulos de Áncora y Delfín:

1-Azorín (José Martínez Ruiz), Cavilar y contar, 1942.

2-Emily Bronte, Cumbres borrascosas, traducción de Juan G. de Luaces, 1942.

3-Josep Pla, Viaje en autobús, 1942.

4- Príncipe Bismarck, Cartas a mi novia y esposa, traducción de Tomás Lamarca, 1942.

5- Milli Dandolo, La fugitiva, traducción de Juan G. de Luaces, 1944.

6-Walter Scot, La novia de Lammermmoor, traducción de Rafael Vázquez Zamora, 1942.

7- Josep Pla, Humor honesto y vago, 1942.

8-Joseph Conrad, El hermano de la costa, traducción de Juan G. de Luaces, 1943.

9- Thomas Raucat, La honorable jira campestre, traducción de Rosa Granés, 1943.

10- Manuel Brunet, El maravilloso desembarco de griegos en Ampurias, el Ampurdán y los ampurdaneses, 1943.

11- Chéjov, El desafío, traducción de Alexis Marcoff, 1943.

12- Guillermo Díaz-Plaja, El engaño a los ojos (notas de estética menor), 1943.

13- Richard Hugues, Huracán en Jamaica, traducción de Rafael Vázquez Zamora, 1943.

14-William Makepeace Thackeray, Las aventuras de Barry Lydon, traducción de Rafael Vázquez Zamora, 1943.

15- Frank Thiess, Angelica, traducción de Jaume Bofill i Ferro, 1943.

16-Charles Dickens, Doctor Marigod, traducción de Juan G. de Luaces, 1943.

17-Theodor Fontane, El secreto de Effi Briest, traducción de F. de Ocampo, 1943.

18- Virginia Woolf, Flush, traducción de Rafael Vázquez Zamora, 1944

19- Azorín, La isla sin aurora, 1944.

20-Paul Morand, El difunto señor duque, traducción de Juan G. de Luaces, 1944.

21-Josep Pla, El pintor Joaquin Mir, 1944.

22- Josep Maria Junoy i Muns, Las cuatro estaciones, 1944.

23- Josep Conrad, Freya, la de las siete islas (incluye “Freya, la de las siete islas”, “Una sonrisa de la fortuna” y “Mi otro yo”) traducción de Rafael Vázquez Zamora, 1944.

24-Ignacio Agustí, Mariona Rebull (La ceniza fue árbol 1), 1944.

25-André Maurois, Bernardo Quesnay, traducción de Rafael Vázquez Zamora, 1944.

26-Joseph Peyré, Presa de las sombras, traducción de Rafael Vázquez Zamora, 1945.

27-Carmen Laforet, Nada, 1945. Premio Eugenio Nadal 1944.

28- Xosé Maria Álvarez Blásquez, En el pueblo hay caras nuevas, 1945.

29-Ignacio Agustí, El viudo Rius (La ceniza fue árbol 2), 1945.

30-Josep Pla, La huida del tiempo, 1945.

31-Sándor Márai, A la luz de los candelabros (más conocida como El último encuentro), traducción de Férenc Oliver Brachfeld, 1946.

 Fuentes:

Ganas de Hablar, memorias de Agustí publicadas postumamente (en 1974).

Ganas de Hablar (1974).

Ignacio Agustí, Ganas de hablar, Barcelona, Planeta, 1974.

Sergi Doria, Ignacio Agustí, el árbol y la ceniza, Bareclona, Destino (Imago Mundi 244), 2013.

Isabel García Conde, “Áncora y Delfín”, en Historia de la lectura, 18 de abril de 2013.

Carles Geli y Josep M. Clavería, Las tres vidas de Destino, Barcelona, Anagrama, 1991.

Blanca Ripoll Sintes, “Festina lente: la tasca silenciosa de Joan Teixidor”, Journal of Catalan Studies, 2013, pp. 34-51.

Andreu Teixidor de Ventós, “Áncora y Delfín, precisiones”, El País, 22 de noviembre de 2004.

Udo Becker, Enciclopedia de los símbolos, traducción de José Antonio Bravo, Barcelona, Robinbook, 2009.

Fernando Valls, “El largo destino de Áncora y Delfín”, El País, 11 de noviembre de 2004.

Darío Villanueva, “España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela”, El Cultural, 13 de mayo de 2004.

Una perla con resonancias

I.A.Árbol+ceniza

Ignacio Agustí, el árbol y la ceniza (2013), de Sergi Doria, publicado por Destino, acaba con muchos tópicos y debiera hacernos replantear algunas ideas heredadas.

Hasta ahora, la fuente principal y casi única para conocer un poco a fondo la biografía de Ignacio Agustí (1913-1974) eran sus propias memorias, Ganas de hablar, e incluso en los estudios introductorios a lo que supuestamente eran ediciones críticas de sus obras se tomaba a menudo este libro como única fuente. Por fortuna, coincidiendo con el centenario de Agustí, Sergi Doria ha escrito una pequeña perla que sin duda tendrá resonancias en los futuros estudios sobre la vida y la obra de un hombre de letras que se nos revela como bastante enigmático y singular.

La vocación temprana de Ignasi Agustí se manifestó inicialmente en las páginas de la revista de la Congreación Mariana Juventus, donde su firma coincide con las de unos jovencísimos Josep M. Camps, Martí de Riquer o Josep M. Boix Selva, y aún antes de la guerra civil hace incursiones en diversos géneros, siempre en catalán: la poesía (financia por suscripción El veler en 1932), la novela (Diagonal, que presenta al Premi Crexells de 1933) y sobre todo escribe para la escena (Idil·li en un parc o el suicidi de la lluna y La Coronela, que siguen inéditas, El Nostre Teatre le publica L´esfondrada en 1934 y al año siguiente Espriu le publica Benaventurats els lladres en Leda). Y poemas posteriores de Ignasi Agustí pueden leerse por ejemplo en la revista comandada por Marià Manent y Tomàs Garcés Amics de la Poesia, en el periódico dirigido por Josep Janés Avui (1933), quien acogerá también el texto de Agustí “Santa María del Vallès” en el primer número de su revista Rosa dels Vents (abril de 1936, pp. 20-22). Es difícil no recordar en relación a estos inicios como escritor de Ignacio Agustí el extenso e influyente artículo de Joan Lluís Marfany “Notes sobre la novel·la espanyola de postguerra”, en que señala que la obra de narradores como Sebastià Juan Arbó o Ignacio Agustí en la postguerra “sólo son explicables dentro de la tradición literaria catalana”, aun cuando se expresaran en lengua española. Y posiblemente ahí esté uno de los orígenes de lo que más adelante sería el «barcelonismo».

Diagonal (1934), presentado el año anterior al Premi Crexells (modelo luego del Nadal), que ganaría Carles Soldevila (con la obra Valentina).

Diagonal (1934), presentado el año anterior al Premi Crexells (modelo luego del Nadal), que ganaría Carles Soldevila (con la obra Valentina).

Sin embargo, toda esta etapa en la trayectoria de Agustí, durante la que participa activamente en la vida cultural que generan los grupos de jóvenes barceloneses al calor de tertulias como la del Euzkadi (Juan Arbó, Janés, Riquer, Teixidor, Espriu), El Lyon d´Or (con Luys Santa Marina, Martí de Riquer, Xavier de Salas, Félix Ros) o en instituciones como el Ateneu Barcelonès, padece un general olvido, como si, a lo sumo, Ignacio Agustí fuera sólo el autor de Mariona Rebull (1943) y de la exitosa saga La ceniza y el árbol.

El detenido análisis de las obras que construyen la trayectoria literaria de Ignacio Agustí que lleva a cabo Sergi Doria pone en entredicho muchos de los tópicos críticos heredados; su narración de los avatares y las guerras subterráneas en el seno de la revista Destino y la editorial homónima pone los puntos sobre las íes acerca de cuestiones nunca hasta ahora explicitadas (desde sus conflictos familiares hasta sus problemas de salud), y su estudio del pensamiento y la acción política del biografiado nos ofrece una imagen mucho más rica y completa de la que es capaz de transmitir Ganas de hablar.

Ganas de Hablar, memorias de Agustí publicadas postumamente (en 1974).

Ganas de Hablar, memorias de Agustí publicadas postumamente (en 1974).

Doria consigna, sobre todo a partir de mediados de los años cincuenta, una soterrada lucha de poder entre los dos socios más implicados en Destino, cuyos ámbitos de actuación parecen difusamente definidos: Agustí era el director de la revista Destino, mientras que Vergés (1910-2001), como cofundador con Joan Teixidor (1913-1992) de la editorial, se ocupaba de la misma y sobre todo de cuestiones empresariales.

Antonio Vilanova, que desde 1947 colaboraba en Destino y en 1959 se incorporó como miembro del jurado del Nadal, ha explicado que “la Editorial Destino la llevaba, de manera muy personal, Josep Vergés […] Su socio, Joan Teixidor, tenía buen gusto literario y era de gran ayuda para él, pero Teixidor era un lletraferit, un hombre de letras, y Vergés era un hombre de empresa”. Y el propio Teixidor ha confirmado esta apreciación: “Evidentemente, a mí siempre me ha gustado más escribir que ser editor. Nunca he tenido ningún afán de figurar como editor. Es cierto, sin embargo, que me he divertido mucho. Es un oficio que me gusta y me he pasado horas muy agradables ejerciéndolo. Aun así, antes que editor me siento escritor”. Con ello basta para hacerse una idea de cómo funcionaba por dentro la editorial: Agustí a menudo fuera de Barcelona, inmerso en la escritura o en la actividad política, Teixidor concentrado en la parte más creativa y Vergés comandando el cotarro, con el conde de Godó como socio capitalista que se inmiscuía más bien poco o nada.

Una de las imágenes más conocidas de Ignacio Agustí.

Una de las imágenes más cono-cidas de Ignacio Agustí.

No es grano de anís que, como desvela Doria, fuera Ignacio Agustí quien firmó el contrato de edición de los cuatro volúmenes de Historia de la Segunda República de Josep Pla, pero eran muchos y delicadísimos los asuntos que acapararon la atención de Agustí en las décadas de los cuarenta y cincuenta, lo que facilitó a Vergés no sólo hacerse con el mando de la nave, sino, además, imponer a la posteridad su versión de los acontecimientos y desarrollo de la empresa. Por añadidura, Teixidor, amigo desde la adolescencia de Agustí, se nos muestra como un profesional dúctil capaz de navegar en cualesquiera condiciones.

No obstante, si Ignacio Agustí ocupa un lugar especialmente relevante en el ámbito de la edición de libros en España es sobre todo por haber creado un galardón literario trascendental que tuvo un efecto regenerador de las letras españolas, el Premio Nadal, cuyas circunstancias y origen contó antes en una conferencia de 1960 que en sus memorias (públicadas póstumamente en 1974). En esta conferencia explicitaba una idea de continuidad con la cultura catalana en que se inició que también es reiteradamente subrayada por Doria. Decía Agustí:

El Premio Nadal no fue ninguna invención. Fue, simplemente, una adecuación a nuestra época y a sus circunstancias del espíritu de justa literaria que ha constituido una de las tradiciones de este país, desde la restauración de los Juegos Florales hasta el conjunto de premios convocados por la Generalidad de Cataluña en tiempos de la República. Lo que pasa es que acertó a reinventar la novela española cuando más falta le estaba haciendo.

Ignacio Agustí (1913-1974).

Ignacio Agustí (1913-1974).

No ha bastado eso para que Vergés reivindicara su propio papel en toda esta historia minimizando incluso la importancia de Agustí en la creación del premio. Así, como ejemplo más palmario, en un texto de Jaume Vidal construido sobre todo a partir de declaraciones de Vergés y sus más allegados (y por si fuera poco editado por el Gremi d´Editors de Catalunya), pueden leerse cosas como las siguientes:

 La revista Destino, escuela de periodistas y escritores; la editorial del mismo nombre, que revitalizó las letras españolas con la creación del premio Nadal; el poderoso impulso a la literatura catalana, con la publicación de la obra completa de Josep Pla, y la creación del premio literario en catalán Josep Pla, son el esquema básico de la simbiosis que representó la vida y el trabajo en la existencia de Josep Vergés [p. 81, la traducción, como las siguientes, es mía].

Poco a poco Vergés convierte un paraje inhóspito, el de las letras en España, en una tierra donde empieza a recuperarse la esperanza. Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Torrente Ballester serán algunos de los escritores que impulsarán (de la mano de Vergés y con la incidencia que tuvo el premio Nadal) un lenguaje y una temática nuevos en un país en el que las letras estaban atoradas. La renovación también facilitará un puente con el pasado intelectual anterior a la Guerra Civil. (p. 96)

El objetivo de este galardón [el Premio Nadal], creado por Teixidor, Juan Ramón Masoliver y el mismo Vergés, entre otros jóvenes catalanes, era contribuir al reconocimiento de la literatura española. (p. 98)

 

Juan Serra, pintor (febrero de 1942), una de las primeras ediciones de la Librería Editorial Argos, de la que Agustí se haría cargo a finales de los cincuenta.

Tras su salida de Destino, Agustí podría haber dejado su huella como editor de libros en Argos, pero el proyecto nacía ya con plomo en las alas. En 1942, la Librería Editorial Argos había abierto cinco colecciones todas ellas de interés, ambiciosas y con un cierto potencial comercial: Carabela (iniciada con Knut Hamsun, Chesterton y Karinthy y Las ciudades del mar, de Josep Pla), la cuidada colección Calesa (Sienkiewicz, Theodor Storm, Turgueniev,l Tozzi traducido por José M. Camps), Los Artistas Contemporáneos (Juan Serra, por Juan Cortés, y Domingo Carles, por Joan Teixidor), La Vida y las Vidas (Andersen, McNair Wilson, John Erskine, Tore Hamsun, Corrador Ricci, el Yo, Claudio de Robert Graves) y la colección Miguel Ángel (Manolo Hugué, por Rafael Benet, de la que se hizo una edición con grabados de Ricart). Cuando Agustí se hace cargo de la editorial y librería, muchos de estos títulos y autores habían pasado a engrosar los catálogos de Josep Janés. Aun así, en palabras de Doria:

Cartel de la exposición "Ignasi Agustí i la ciutat convulsa", programada en la Biblioteca de Catlunya entre el 11 de abril y el 7 de mayo de 2013.

Cartel de la exposición «Ignasi Agustí i la ciutat convulsa», programada en la Biblioteca de Catlunya entre el 11 de abril y el 7 de mayo de 2013.

Desde la editorial Argos, Agustí lanzó libros que funcionaron bien, como Más brillante que mil soles, de Isaac Asimov; reeditó Mariona Rebull y publicó las enciclopedias Focus, y el libro Ciudades de España del malogrado Eugenio Nadal que había inspirado el premio homónimo.

Y además describe Doria con bastante detenimiento un interesante proyecto, La Csa de Alba, del que se conserva un índice muy prometedor (Antonio Marichalar, Luis Santamaría, Luis Monreal…), así como las fotografías que para este libro había dejado ya hechas José Compte.

En el ámbito de la historia de la edición en España, como en tantos otros aspectos (periodismo y política en particular), la biografía que ha escrito Sergi Doria viene a ser un acto de justicia poética, y sería de desear que el brillo de esta perla  no pasara desapercibido, porque ilumina de Ignacio Agustí aspectos importantes que hasta ahora permanecían en la sombra. Sin duda, su destino es convertirse en obra de referencia sobre el personaje y su obra.

Cubierta del primer volumen de las obras completas editado por Sergi Doria para la Biblioteca Castro en 2007. Se publicó con los dos primeros volúmenes de La ceniza fue árbol (Mariona Rebull y El viudo Rius).

Cubierta del primer volumen de las obras completas editado por Sergi Doria para la Biblioteca Castro en 2007. Se publicó con los dos primeros volúmenes de La ceniza fue árbol (Mariona Rebull y El viudo Rius).

Fuentes:

Ignacio Agustí, “El negocio editorial y los premios literarios”, conferencia pronunciada en la Biblioteca Central de la Diputación de Barcelona con motivo de la Exposición de la Fiesta del Libro de 1960 y publicada como anexo al Catálogo de la producción editorial barcelonesa comprendida entre el 23 de abril de 1959 y el de 1960, Barcelona, Diputación de Barcelona, 1961.

Ganas1Ignacio Agustí, Ganas de hablar, Barcelona, Planeta (Espejo de España. Biografías y Memorias 3), 1974.

Sergi Doria, Ignacio Agustí, el árbol y la ceniza. La polémica vida del creador de «La saga de los Rius», con un prólogo de Carlos Ruiz Zafón, Barcelona, Destino (Imago Mundi 244), 2013.

Carles Llorens, «Viure intensament la cultura del xx. Entrevista a Joan Teixidor», Lletra de canvi (Barcelona), núm. 11 (noviembre de 1988), pp. 12-16

Joan Lluis Marfany, “Notes sobre la novel·la espanyola de postguerra», Els Marges, núm. 6 (1976), pp. 29-57.

Xavier Moret, Tiempo de editores. Historia de la edición en España, 1939-1975, Barcelona, Destino (Imago Mundi 19), 2002.

Jaume Vidal, “Josep Vergés”, en AA.VV., Noms per a una Història de l´Edició a Catalunya, Barcelona, Gremi d´Editors de Catalunya, 2001.