El impresor-editor Artís i Balaguer, antes de extender las alas y alzar el vuelo

El prestigio que llegó a adquirir Avel·lí Artís i Balaguer como impresor es perfectamente comparable al éxito del que durante unos años gozó como dramaturgo, gracias en particular a obras como Comèdia d’amor i de guerra (1921), Les noies enamorades (1924) y sobre todo Seny i amor, amo i senyor (1925), y que empezó a forjarse desde muy joven.

Según consigna Óscar Fernández Poza en la tesis que le dedicó, rondaría Artís i Balaguer los trece años cuando empezó a trabajar como aprendiz de cajista en una imprenta llamada Vidal Germans, ubicada en el número 12 de la Ronda de Sant Pere, que se dedicaba a pequeños trabajos para comercios e industrias, pero sin duda consolidó sus conocimientos con rapidez, al tiempo que hacía sus primeros escarceos como dramaturgo.

En 1904 crea junto a su hermano Manuel el semanario humorístico ilustrado Palla Nova, primer ejemplo de otra veta importante de Artís i Balaguer, la de fundador de iniciativas editoriales. De las posibles vicisitudes de esta efímera revista quizá sean indicativos algunos datos: El primer número, fechado el 1 de agosto, lo imprimió Francisco Badia, y aparece en color verde y en formato de octavo. Sin embargo, a partir del número 3 figura como impresor F. Baixeres y desde el número 6 en adelante se publica en papel color crema. En el octavo y último (con fecha del 28 de septiembre), que es el único en formato de cuarto, figura como impresor J. Ortega. No parace, pues, una trayectoria muy plácida, pese a su brevedad.

Muy poco posterior es Ep!, una publicación del mismo cariz e igualmente de corta vida (ocho números en 1906), a la que siguen entre octubre y diciembre de ese mismo año los diez números de Marramau…, que inicialmente se imprimen en Porcar (carretera Real, 11) y luego en la Imprenta de Monsonís, en el carrer de Ponent, 2, que es la misma dirección de la redacción de la revista. Ese mismo año, Artís i Balaguer se convierte en corrector de pruebas en la redacción de El Poble Català, que ese mismo año había pasado a dirigir Francesc Rodon y lo había convertido en diario y poco después pasaría a ser el órgano oficial del Centra Nacionalista Republicà de Jaume Carner i Romeu (1867-1934), así como en colaborador habitual de ese periódico.

El cambio de década viene marcado por su dedicación a la literatura dramática y a los estrenos teatrales, pero ello no le impide, a principios de 1912, ocuparse de la impresión de la revista humorística ilustrada de vida efímera Picarol, dirigida por el pintor Josep Aragay (1889-1973) y el ilustrador y grabador Xavier Nogués (1873-1941) y entre cuyos colaboradores se contaban el filósofo Francesc Pujols (1882-1962), pero más importante es sin duda la creación a finales de febrero de ese mismo año de la revista de referencia en su materia El Teatre Català (1912-1917).

Margarida Xirgu, en la portada del número del 4 de abril de 1912.

En la fundación de El Teatre Català, que pretendía tomar al pulso a la escena catalana mediante textos y fotografías, acompañaban a Artís i Balaguer el crítico teatral Francesc Curet (1886-1972), que se convirtió en su director, el editor de literatura sicalíptica y escritor anarquista Joan Sanxo Ferrerons (1887-1957) y el escritor y profesor de teatro Ambrosi Carrión (1888-1973), y entre sus colaboradores contó con firmas de la categoría y popularidad de Ángel Guimerà (1845-1924), Apel·les Mestres (1854-1936), Adrià Gual (1872-1943), Josep Pous i Pagès (1873-1952), Rafael Marquina (1887-1960), Alexandre Plana (1889-1940), Lluis Capdevila (1893-1980)…

En una nota al segundo número de esta revista, correspondiente al 7 de marzo de 1912, se publica una nota indicativa del esmero y escrupulosidad de Artís i Balaguer en sus labores de imprenta, y de la importancia que a ellas otorgaban en la revista:

El mucho trabajo que, por suerte para él, tiene Artís en su imprenta fue el motivo de que no pudiera ocuparse más que de componer el primer número de El Teatre Català y que tuviera que darlo a tirar fuera de casa. Esto fue motivo de que nuestro número anterior no quedara tan bien como nosotros esperábamos y Artís deseaba. Pero todo se arreglará poco a poco y, confiando en ello, los lectores sabrán disculparnos.

Avel·lí Artís i Balaguer.

Ese mismo año, en octubre, aun se ocupa Artís de la composición e impresión de otra revista interesante por su importancia histórica y por la complejidad que tenía en el aspecto gráfico, el Correo de las Artes & de las Letras, creación del poeta vanguardista Josep M. Junoy (1887-1955), en cuyo primer número aparecía, por ejemplo, una defensa del cubismo a cargo de Guillaume Apollinaire (1880-1918). También la presencia de esta revista en el panorama editorial catalán fue fugaz, apenas tres números, pero en ella pueden leerse textos del pintor y crítico Miquel Utrillo (1862-1934), del poeta Vicent Solé de Sojo (1891-1963), del empresario y crítico teatral René Blum (1878-1942), del crítico de arte y adalid del cubismo Maurice Raynal (1884-1954) o del ya mencionado Adrià Gual, junto a ilustraciones de Emili Casanovas (1929-2019) y Joaquim Sunyer (1874-1956). La sede de la redacción era la de la propia imprenta, Balmes, 54.

Que en aquellos años se encargara a Artís i Balaguer la composición e impresión de revistas de arte profusamente ilustradas como la Ars. Ilustración artística y literaria (1911-1912) o Vell i Nou (1915), así como los últimos números de la también muy ilustrada Iberia (1915-1919) de Claudi Ametlla (1883-1968) permiten presuponer que contaba ya con un prestigio entre quienes se embarcaban en proyectos semejantes, en los que además se estaba otorgando cada vez mayor relieve al diseño y la composición.

Sin embargo, quizá tenga mayor importancia histórica que, unos años más tarde, fuera el impresor de Un enemic del poble, la «fulla de subversió espiritual» del poeta Joan Salvat Papasseit (1894-1924), en cuyo primer número le acompañaban las firmas del pintor y escritor anarquista Josep M. de Sucre (1886-1969), el psiquiatra, filósofo y escritor Diego Ruiz (1881-1959), el pintor y teórico uruguayo-catalán Joaquim Torres García (1874-1949) y el librero y escritor izquierdoso Emili Eroles (1895-1983), autor luego de unas fascinantes Memòries d’un llibre vell. Cent anys de la vida d’un llibre (publicado por Pòrtic en 1971 y no reeditado). En los números siguientes alternarían los nombres del anarquista Ángel Samblancat (1885-1963), el dramaturgo Jaume Brossa (¿1869?-1919) y el ensayista y traductor Josep Farran i Mayoral (1883-1955) con los de los poetas Josep M. López Picó (1886-1959) y Joaquim Folguera (1893-1919), entre otros, así como con ilustraciones de Francesc Elías (1892-1991), Celso Lagar (1891-196) o Torres-Garcia. Inicialmente, la composición a tres columnas, con letra muy legible y con márgenes generosos, era en este caso particularmente dinámica, con cursivas que daban variedad a su aspecto general y acaso la única dificultad que presentaba era reproducir fielmente las ilustraciones, pero en números sucesivos la composición fue haciéndose más dúctil para acomodarse a la creatividad poética de Salvat Papasseit, y Artís i Balaguer supo corresponder a ella.

Pese a las muchas y muy diversas cabeceras de cuya impresión se ocuparon los talleres de Artís en esos mismos años –Butlletí de L’Aditorium (1913), Joventut téxtil (1914), Catalunya lliberal (1917), Gaseta Catalana d’Art Dramàtic (1917), o los últimos números del muy combativo semanario radical La Tralla (1922)–, es incuestionable que el siguiente gran hito en la carrera de Artís i Balaguer fue la remodelación gráfica de la revista humorística L’Estevet (en la que participaban figuras de primer orden como Gaietà Cornet, Feliu Elias y Junceda) y sobre todo la creación de la revista infantil La Mainada, cuyo éxito se prolongó desde su inicial número (del 10 de junio de 1921) hasta que, por orden gubernativa, fue clausurada en noviembre de 1923 (en el contexto de la persecución de publicaciones en catalán de la dictadura de Primo de Rivera). El éxito se explica bien por la variedad de secciones, con páginas con letra mayor para los más pequeños, por ejemplo, y por la auténtica pléyade de dibujantes y escritores jóvenes que reúne de Clementina Arderiu (1889-1976), Joan D’Ivori (Joan Vila [1890-1947]), Lola Anglada (1892-1984) y Josep Obiols (1894-1967) a los ya mencionados Apel·les Mestres, Elías o Junceda.

Entre sus peculiaridades más interesantes se cuenta la publicación en modo de folletín de algunas obras que luego se reunían en volumen, como es el caso por ejemplo del muy célebre Capcigrany, de Blai Einer (Francesc Maspons [1872-196]), El penjoll d’or y En Jan Petit, ambos firmados por Montserrat Puigmal (muy probablemente un seudónimo), en las colecciones Contes de La Mainada y Biblioteca de La Mainada, porque suponen el estreno de Artís como editor de libros, pero también la aparición entre sus colaboradores de Joan Salvat Papaseit, que publica por entregas las anécdotas o narraciones minimas que conforman «Els nens de la meva escala», sobre cuya publicación posterior en volumen vale mucho la pena leer el texto que se le dedicó en Piscolabis & Librorum.

Una vez cerrada esta exitosa revista infantil y juvenil, Artís i Balaguer se estrena como librero con la inauguración en el número 423 de la Gran Via (esquina Entença) de la Llibreria Renaixença, un nombre que era toda una declaración de intenciones en plena dictadura primorriverista, y poco después, hacia 1924, entra como colaborador en la exquisita revista de Antoni López Llausàs (1888-1979) D’Ací i d’Allà que dirigía Carles Soldevila (1892-1967), pero será en el mismo ámbito de su librería de donde surgirá su gran hallazgo editorial de preguerra, la colección Les Ales Esteses (1929-1930), que durante muchos años actuó como ejemplo de colección literaria a precios populares.

Fuentes:

Óscar Fernández Poza, Avel·lí Artís i Balaguer (1881-1954), comediógrafo e impresor-editor. Entre la plenitud del cambio de siglos y el exilio, tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 2016.

Teresa Fèrriz Roure, La edición catalana en México, Jalisco, Colegio de Jalisco, 1998.

Rafael Tasis, «Avel·lí Artís, home de teatre, periodista, editor i catalanista», Pont Blau, núm. 27 (enero de 1955), pp. 6-7; recogido en Lecturas de postguerra, edición de Montserrat Bacardí y Francesc Foguet, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat (Biblioteca Serra d’Or 491), 2016.

Josep Obiols, una modesta cata en su faceta de ilustrador de libros

A Isabel Obiols, que tiene muy buenas ideas.

 

Josep Obiols (1894-1967) ha pasado a la historia como el gran muralista, dibujante y grabador surgido en la estela del Noucentisme catalán, y aunque su amplia obra como autor de ex libris ha sido objeto de una monografía (Pilar Vélez, Els ex libris de Josep Obiols, Victor Oliva, 1992), su vertiente como ilustrador de libros, pese a la bibliografía que ha generado, sigue siendo una de sus facetas menos conocidas, más allá de la creación de algunos logos muy populares y singularmente el de la Bibioteca a Tot Vent (1928) de Edicions Proa.

Josep Obiols.

Sin embargo, del mismo año que ese famoso logo son, por poner algunos ejemplos importantes, el excelente dibujo a color para Narciso, de Max Aub (24 x 17, 124 pp), la xilografía de portada de Pels camins del món, de Mateu Janés i Duran (23 x 18, 84 pp.),o los grabados al boj de Meditacions i jaculatòries (23 x 18, 84 pp.), de Josep M. López-Pico (un autor para el que realizaría diversos trabajos), todos ellos surgidos de la célebre Imprenta Altés (carrer dels Àngels, 20, de Barcelona; un pequeño local dotado con una envejecida máquina Marioni para imprimir en plano y una linotipia, a la que más tarde se añadiría una segunda, y que dependía de la pericia de los trabjadores).

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Y aún del mismo 1928 son la cabecera y algunas ilustraciones para una asombrosa revista semanal infantil de muy corta vida (febrero-agosto), Jordi, impulsada por Antoni Rovira i Virgili (1892-1949) y dirigida por el versátil poeta, prosista, traductor, periodista, dibujante y asesor literario de cine Melcior Font (1905-1959), en cuya redacción coincidieron grandes nombres de la época: Lola Anglada, Apa (Feliu Elias), Carles Capdevila, Clovis Eimeric (Lluís Almerich), Cèsar August Jordana, Armand Obiols, Carles Riba… Varios de ellos coincidirían años más tarde, en circunstancias muy distintas, en los siete volúmenes publicados de la colección Biblioteca Infantívola (Comissariat de Propaganda de la Generalitat, 1937).

Portada del número de abril de Jordi.

De 1923 es otra de las ediciones míticas, la primera de El poema de la rosa als llavis, de Joan Salvat Papasseit, publicada por la Llibreria Nacional Catalana y de la que Obiols es autor del frontispicio, y del año siguiente la edición de cuentos de Carles Riba L´ingenu amor (Catalana), con cuatro láminas de Obiols. Y de 1925 la edición póstuma de otra obra de Salvat Papasseit, Ossa Menor: fi dels poemes d´avantguarda. O de 1926 la portada de Paisatges i lectures (1926), de Tomàs Garcés, en la edición de la Llibreria Catalònia de Antoni López Llausàs…

Compañero de escuela de quien llegaría a ser gran poeta catalán J.V. Foix (1893-1987) y discípulo del pintor de origen uruguayo Joaquim Torres García (1874-1949) desde los quince años, Josep Obiols fue uno de los principales impulsores de la efímera Agrupació Courbet, que aglutinó a quienes reivincaban al pintor francés como modelo para renovar el Noucentisme (Josep Llorens i Artigas, Josep Francesc Ràfols, Enric C. Ricart, Joan Miró, Olga Scharoff, Francesc Domingo) y por esas mismas fechas se convierte en asiduo a las tertulias organizadas alrededor de la muy exquisita publicación La Revista (1915-1936), que dirigía el poeta Josep M. López Picó (1886-1959) y que desde su séptimo número (enero de 1916) adoptó como costumbre publicar en la portada un grabado, que se convirtió en logo tanto de la revista como de sus publicaciones en forma de volumen en las Publicacions de La Revista. La repercusión y prestigio de estas ediciones, entre cuyos colaboradores habituales se contaban Carles Riba, Foix, Farran i Mayoral, Alexandre Plana y Agustí Esclassans, entre otros, situó sin duda a Obiols en un lugar de privilegio entre los muchos ilustradores de libros que por aquellos años estaban haciéndose un nombre en la industria editorial catalana.

En la década de los veinte, además del muy conocido cartel de la Associació Protectora de l´Ensenyança Catalana (1921), como se ha consignado ya, lleva a cabo algunos trabajos editoriales importantes tanto desde el punto de vista estético como desde el histórico, y en la década siguiente, entre otras cosas, es autor de la portada y las ilustraciones interiores a boj de un libro muy divulgado en su tiempo y del que por tanto aún se encuentran con facilidad ejemplares, el Goethe, 1932-1932 que publicó la Generalitat de Catalunya, y poco después establece contacto con un muy joven Josep Janés i Olivé (1913-1959), para cuyos Quaderns Literaris dibujó dos portadas: las de Farizada, la del somriure de rosa. Interpretacions de Les mil y una nits, de López-Picó (volumen 10), y la de L´esguard al mirall, de Miquel Llor (volumen 32). Esa relación, quizás establecida a través de Clovis Eimeric, tendría continuidad en las ilustraciones aparecidas en el tercer número de la excelente revista Rosa dels Vents, que salió a la calle el mismo mes en que estallaba la devastadora guerra civil española.

Durante el período bélico, uno de sus trabajos más curiosos y poco conocido fue el diseño del papel moneda que la Conselleria d´Economia i Finances puso en circulación, pero sin duda las más famosas de sus ilustraciones, al margen de algunos carteles ampliamente reproducidos, son las publicadas en la cuatrilingüe Auca del noi català, antifexista i humà (Comisariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya, Imprenta de Joan Sallent, 1937) que durante la polémica suscitada por el ministro de Educación José Ignacio Wert y su deseo de “españolizar” a los niños catalanes volvieron a ser profusamente difundidas y de la que puede verse una muestra explicativa de Lorena Moya Casterá aquí. Ese mismo año 1937 su buen amigo el editor Joan Merli le incluye en su famoso libro 33 pintors catalans (Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya, 1937) que, en palabras de Maria Lluïsa Borràs, “definía las bases de un estilo de pintura figurativa de base noucentista”. Más controvertida es la posible contribución de Obiols a la revista Nova Iberia (1937), en cuyas páginas no firma obra pero hay alguna que podría atribuírsele, del mismo modo que se le han atribuido otros carteles sin firma que cuya autoría resulta dudosa.

Cartel del Sindicato Único del Transporte Urbano (CNT-FAI-AIT), sin firma, atribuido a Obiols en guerracivil.org: .

 

Al término de la guerra, y como era de suponer al decidir quedarse en Barcelona, se le prohibió seguir desarrollando su actividad docente (que continuó sin embargo en la clandestinidad), por lo que, de haberlos, sus trabajos editoriales probablemente aparecieran con seudónimo. La llegada del rico fondo de Josep Obiols a la Biblioteca de Catalunya en julio de 2015, debiera servir para arrojar luz sobre la obra de uno de los profesionales del libro más populares en las primeras décadas del siglo XX y al que, quizá de un modo mecánico y poco riguroso, a menudo se lo encajona como «noucentista» .

Fuentes:

Web dedicada a Josep Obiols (contiene una amplia biografía, imágenes y enlaces).

Àmfora, de Ventura Gassol (Altés, 1917).

Web de Arca en la que pueden verse la digitalización de algunas de las publicaciones periódicas mencionadas en esta entrada (La Revista, Jordi, Nova Iberia…).

Descripción del muy impresionante legado Josep Obiols que se conserva en la Biblioteca de Catalunya (exlibris, carpetas de bocetos, epistolario…).

Maria Lluïsa Borras, “El canon de la pintura figurativa catalana”, La Vanguardia, 18 de mayo de 2001, pp. 8-9.

Galderich, «Nova Iberia (1937), l´estètica de la propaganda política«, en Piscolabis&Librorum,  julio de 2011.

 

Joan Merli, agitador artístico y editorial

Joan Merli

Joan Merli

Joan Merli (1901-1995), tuvo un papel muy destacado en por lo menos tres iniciativas editoriales muy importantes: la revista barcelonesa ART (1933-1936), la editorial Poseidón, nacida en Buenos Aires (1942) y subsumida en los años noventa en la editorial barcelonesa Apóstrofe, y la revista también  bonaerense Cabalgata (1946-1947), que ha pasado a la historia, entre otros motivos, porque en sus páginas apareció uno de los primeros cuentos de Julio Cortázar, “Lejana” (en el número de febrero de 1948) y albergó textos también de eminentes republicanos españoles exiliados en Argentina, como Francisco Ayala, María Teresa León o Rafael Alberti por poner algunos ejemplos.

Debemos también a Joan Merli que vieran la luz unos cuantos libros singulares, como Óssa menor: fi dels poemes d´avantguarda (1925), obra póstuma del gran poeta vanguardista catalán Joan Salvat-Papasseit (1894-1924), que se publicó con dibujos de su buen amigo Josep Obiols (1894-1967), o la influyente antología 33 pintors catalans (1937), de enorme importancia para la crítica artística en aquellos años, entre otros.

Estatua en homenaje a Salvat- Papasseit en el puerto de Barcelona.

Ya antes de su exiliarse a Buenos Aires al término de la guerra ciivil española, Joan Merli había destacado en Barcelona desde muy joven como un incombustible agitador cultural, que vivía a medio camino entre las artes plásticas, el mundo del libro y la escritura, sin olvidar la rica vida de tertulias culturales, y que había puesto en puso en pie iniciativas muy interesantes que revelaron a grandes artistas.

Un volumen de Els Poetes d´Ara (Edicions LIRA), prologado por Carles Riba.

Nieto por línea materna del famoso dibujante Jaume Pahissa i Laporta (1846-1928), Joan Merli no se libró de iniciarse de muy joven en la fabrica textil familiar, pero la vocación le llevó muy pronto a los libros, y con apenas veintidós años creó dentro de las Edicions Lira la prestigiosa colección Els Poetes d´Ara (1923-1924), destinada a dar a conocer a los nuevos poetas catalanes del momento, bajo la dirección literaria de Tomàs Garcés (1901-1993), amigo desde la infancia y muy influenciado por Joan Salvat Papasseit. Junto a una modesta pero cuidada presentación, un poco en la línea de lo que poco más tarde haría Josep Janés con sus Quaderns Literaris, y precedidos de estudios preliminares de firmas muy reputadas en esos tiempos (Alexandre Plana, Carles Riba, Manuel de Montoliu, Josep Mª Junoy), Els Poetes D´Ara llegó a publicar treinta y seis volúmenes, todos ellos a tan sólo 75 céntimos, el primero de los cuales estuvo dedicado a Josep Pijoan (1881-1963), y al que seguirían otros dedicados a Salvador Albert, Gabriel Alcover, Joaquim Folguera, Maria Antonia Salvà, Millàs-Raurell, Josep Sebastià Pons (o Joseph Sébastien Pons), Marià Manent, Clementina Arderiu…

Con La mà trencada, el 6 de noviembre de 1924 las flamantes Edicions Joan Merli se lanzan a la edición de pequeñas revistas. Se trata de una muy elegante y  cuidada publicación dedicada a la literatura (prosa y poesía) y al arte (con numerosas reproducciones), en cuyas páginas pueden encontrarse colaboraciones de los grandes escritores y críticos catalanes del momento, como Josep Maria de Sagarra, Josep Carner, Carles Soldevila, Joan Crexells Josep M. López-Picó o Agustí Esclasans, así como reproducción de obras de Gargallo, Nogués, Obiols y Picasso, entre otros, y fue escenario de una interesante polémica acerca de poesía vanguardista entre Esclassans y Soldevila. Publica desde breves ensayos de arte, pasando por poemas, fragmentos de novela y fotografías de obra artística, y se vendía a una peseta el ejemplar único, con la posibilidad de suscribirse trimestralmente (seis números) a un duro (cinco pesetas). Lamentablemente, aparecieron seis números solo, el último fechado el 31 de enero de 1925.

Agustí Esclasans.

Sin embargo, el 16 de marzo de ese mismo año Merli vuelve a la carga, con una propuesta formalmente tan sobria y elegante como la anterior pero más modesta, Quatre coses. Se trata, literalmente, de cuatro páginas que combinan como su predecesora géneros literarios y reproducción de obra artística. A título de ejemplo, en el primer número las páginas 1 y 2 están dedicadas a un  texto en prosa de Josep Maria Millàs Raurell (1896-1971), la tercera a la reproducción de una pintura al óleo de Jaume Gurdia (1875-1935) y cierra un poema de Rosend Llates (1899-1973). Al precio de una peseta la suscripción mensual (dos números), Quatre coses llegó a publicar dieciséis entregas, siendo Llates y Millàs Raurell los autores más asiduos, a los que se añadieron Agustí Esclasans, Carles Soldevila o Carles Riba, que en el número 6 (31 de mayo de 1925) publicaba su interesantísimo y largamente debatido ensayo “Una generació sense novel·la”.

Poco posterior es la edición del hoy mítico libro Óssa menor: fi dels poemes d´avantguarda (1925), de Joan Salvat-Papasseit (1894-1924), que se preparó a partir de un corpus de textos inéditos que se halló bajo la almohada del poeta, y que Agustí Esclasans se ocupó de ordenar, preparar y editar para su publicación.

Caligramas de Óssa Menor, de Joan Salvat-Papasseit.

En los años siguientes, Joan Merli se centra su energía en el arte (pintuar y escultura) como coleccionista, marchante y promotor. Establece inicialmente en la calle Avinyó de Barcelona una Sala Joan Merli, que enseguida traslada a las prestigiosas Galeries Laietanes propiedad de Santiago Segura. Allí crea una Organización Joan Merli, con un por entonces novedoso sistema mediante el cual los socios coleccionistas podían hacerse con la obra de nuevos valores de la pintura catalana mediante un sistema de cuotas (de 25 pesetas mensuales). Cuando en octubre de 1928 aparece el primer número de la revista Les Arts Catalanes (en buena medida destinada a promocionar a sus autores), Joan Merli tenía ya como clientes a una extensa pléyade de artistas catalanes o establecidos en Cataluña: Carme Cortés, Bosch-Roger, Camps-Ribera, Francesc Gimeno, Marquès Puig, Josep Prim, E.C. Ricart, Miquel Vila, Julián Castedo, Jaume Mercader, Josep F. Ràfols, Joan Rebull, Isidre Nonell, Josep Granyer y Rafael Barradas.

Cubierta de 33 pintors catalans (1938).

Les Arts Catalanes, profusamente ilustradas, con números casi monográficos sobre los artistas, notas de prensa, información sobre novedades bibliográficas y muchas reproducciones de obras pictóricas y escultóricas, llegó sólo al número 8 (mayo de 1929), pero de nuevo Merli se apresuró a sustituirla, en ese caso por un proyecto más ambicioso y de más larga vida: los veinte volúmenes de las Monografies d´Art (donde un famoso escritor escribía sobre un prometedor artista)  y por el semanario de artes y letras L´Horitzó.

El logo de la colección Biblioteca a Tot Vent (editorial Proa), es obra de Josep Obiols, uno de los artistas más ligados a Merli.

En 1932 Joan Merli se convierte en secretario de la Junta Municipal d´Exposicions d´Art, y en condición de tal crea la celebérrima revista ART (1933-1936), en cuyo primer número ya destaca el citadísimo artículo “Picasso y Barcelona”, de Rafael Benet,  acompañado además de La vida (1903) y otras obras del artista malagueño. De hecho, a este texto de Benet lo acompañan sólo “Xavier Nogués, decorador”, de Josep Llorens i Artigas, “El pintor Feliu Elias”, de Joan Cortés i Vida, y “La pintura d´Ignasi Mallol”, por Josep Maria Capdevila, y de las 32 páginas de la revista sólo 8 están destinadas a texto, mientras que el resto se reserva para la reproducción de obra artística. Sobre todo en la importancia concedida a la parte gráfica, ART toma como modelo evidente los Cahiers d´Art fundados en 1926 por Christian Zervos en París, que habían contribuido a dar a conocer a artistas como Kandinsky, Klee, Arp, Matisse, Bracque o Picasso (de quien publica el primer catálogo), pero también a importantes poetas, como Paul Éluard.

Una portada de los Cahier d´Arts de Christian Zervos (1889-1970), que incluyó textos de René Char, Georges Duthuit y Paul Éluard, entre otros.

 

El poeta y editor Agustí Esclasans se encontraba a menudo con Merli en el café Euskadi (inaugurado la Nochebuena de 1932 en Caspe/Paseo de Gracia y rebautizado en 1939 como Navarra), donde en aquellos años coincidían dos tertulias de jóvenes escritores y artistas bastante importantes. El editor Josep Janés (1913-1959) se reunía a menudo allí con algunos de sus autores y colaboradores, como Joan Vinyoli, Josep Maria Miquel i Vergés, Xavier Benguerel, Emili Grau Sala, Joan Teixidor, Sebastià Juan Arbó, Ramon Xuriguera, Martí de Riquer o Ignasi Agustí. Y, estableciendo vasos comunicantes, Joan Merli capitaneaba una tertulia en la que había varios artistas muy prometedores: Josep Maria Prim, José Miguel Serrano, Ricard Serra, Emili Bosch-Roger, Martí Llauradó, Montserrat Fargas, Carme Cortés, Josep Viladomat, Emili Grau Sala… En sus memorias Esclasans describe al Merli de aquellos años como “ágil, nervioso, vivo como una centella, manejaba proyectos constantemente, y, peor todavía, los llevaba a cabo”.

Joan Merli

Joan Merli

La guerra civil española truncó en buena medida esta trayectoria tan prometedora de Joan Merli. Durante el período bélico Merli fue autor de una de las muy escasas novelas propiamente bélicas escritas en catalán, La mort m´ha citat demà (Llibreria Nova, 1938), así como de la primera monografía dedicada a Isidre Nonell (1938) y el drama en tres actos L´amor es una altra cosa (1936), colaboró como jefe de redacción en la revista Meridià y preparó uno de sus mejores libros, 33 pintors catalans (Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya, 1937) que, en palabras de Maria Lluïsa Borràs, “definía las bases de un estilo de pintura figurativa de base noucentista” y que estableció un canon de la pintura figurativa catalana que triunfó (Rafael Benet, Emili Bosch-Roger, Xavier Nogués, Feliu Elias, Josep Mompou, Josep Togores, Josep Obiols, etc.).

La obra creativa de Merli no retomaría la línea ascendente que había descrito durante los años veinte y treinta hasta su llegada a Buenos Aires.

Decoración mural de Xavier Nogués de la bodega de las Galeries Laietanes, sede de célebres tertulias artísticas.

Fuentes:

Arca. Arxiu de Revistes Catalanes Antigues: http://www.bnc.cat/digital/arca/index.php

Maria Lluïsa Borras, “El canon de la pintura figurativa catalana”, La Vanguardia, 18 de mayo de 2001, pp. 8-9.

Agustí Escasans, La meva vida, vol I (1920-1945), Barcelona, Selecta (Biblioteca Selecta 222), 1957.

María Amalia García,   “El señor de las imágenes. Joan ¡Merli y las publicaciones de artes plásticas en Argentina en los 40”, en Patricia Atundo, ed., Arte en Revista. Publicaciones Culturales en la Argentina, 1900-1950, Rosario, Beatriz Viterbo, 2008, pp. 167195.

Enric Jardí, “Joan Merli, un acte de justícia”, La Vanguardia, 25 de junio de 1981, p. 25.

Merli49Joan Merli, “Papers vells”, Ressorgiment (Buenos Aires), núm. 294 (enero de 1941), pp. 4.744-4.745.

Olga Spiegel, “El centenario de Joan Merli rescata la figura de un promotor de arte olvidado”, La Vanguardia, 11 de mayo de 2001, p. 43.