Si bien el gran novelista Narcís Oller (1846-1930) saltó a la fama internacional gracias a la traducción que de La papallona hizo el escritor y editor Albert Savine (1859-1927), prologó Émile Zola (1840-1902) y publicó en París Giraud et Cie en 1886, menos conocidos son sus iniciales escarceos como escritor en lengua española o su continuada, desde 1881, labor como traductor al catalán de importantes nombres de las letras universales de su tiempo (entre los cuales Zola, D’Amicis, Goldoni, Turguéniev y Tolstoi).
Salvo que se identificara inequívocamente algún texto con seudónimo, cosa que no sería del todo imposible, parece establecido que el primer texto publicado por Narcís Oller apareció en una revista quincenal barcelonesa nacida en el ámbito de la Facultad de Derecho de la universidad esta ciudad titulada Miscelánea científica y literaria; según registró Manuel Llanas, se trató de un poema dedicado «A Esperanza» inserto en las páginas 360-362 del segundo número, correspondiente a 1874; es decir, cuando Oller contaba veintiocho años, y no puede decirse por tanto que se tratara de un poema de juventud.
Sin embargo, en sus memorias el propio autor consigna otro estreno en el mundo de las letras de molde que no parece fácil corroborar:
En Barcelona, otro vallense tan joven y letrófilo como yo, Joan Tomàs i Salvany [1839-1911], con quien pasaba las tardes de los días festivos, me llevó al Cafè de França, donde se reunían unos amigos suyos, colaboradores del semanario El Tío Camueso que él dirigía y que editaba un tal Marquina de Gracia, padre del aplaudido dramaturgo de nuestros días [Eduardo Marquina, 1879-1946]; semanario en el que, de incógnito incluso para mi amigo Tomàs, debuté yo en las letras de molde con un artículo digamos que satírico, titulado «Un viaje de placer», bajo el seudónimo de Plácido.
El periodista y político revolucionario César Ordax-Avecilla y Urrengoechea (1844-1917) fue en 1867 otro de los fundadores de El Tío Camuero, que tuvo al parecer una trayectoria sumamente breve, pues desapareció ya al año siguiente.
Entre las muchas curiosidades de Oller que se conservan en la Biblioteca de Catalunya se cuentan también manuscritos fechados en 1872 con esbozos de una proyectada comedia realista en español titulada La palinodia, que al parecer no llegó a concluir y cuyo mayor interés quizás esté en reflejar un interés por el teatro que tardaría años en volver a manifestarse en forma de textos propios.
En cualquier caso, de 1875 y también en la mencionada Miscelánea publica Oller otro poema («Letrilla»), dos obras en prosa (la novela histórica «Don García de Alcaraz. Leyenda original de Narciso Oller a D. Francisco Gris, su buen amigo» y el relato «La venganza del gitano (costumbres populares)» y el artículo sobre urbanismo «Concurso para la erección de un monumento consagrado a perpetuar las glorias de España en África, por X [Narcis Oller]», pero a partir de 1876 y hasta febrero de 1877 el autor se oculta tras los seudónimos Plácido y Espoleta para publicar diversos artículos en la revista La Bomba, periódico bilingüe joco-serio. Según describe esta publicación Carola Duran Tort:
El propósito del semanario, que se publicaba los jueves, era articular una visión crítica de las actuaciones políticas estatales y municipales desde una posición bastante independiente, ya que atacaba por igual a la derecha canovista y al tradicionalismo carlista como a algunos representantes republicanos. Em cambio, la figura del general Prim, considerado el artífice de la Revolución de Septiembre, es muy bien valorada e incluso se le dedica un número extraordinario.
La trayectoria posterior de Oller, a partir del momento en que profundiza su relación con los promotores e impulsores de La Renaixensa y la tertulia del Espanyol y empieza a publicar en catalán seguramente es mucho más conocida (o en cualquier caso más accesible), pero es muy probable que este cambio de lengua literaria influyera también en el hecho de que la novela de tintes victorhuguianos escrita en español y planeada para su publicación por entregas, de la que en 1867 había escrito ya quinientas páginas, El pintor Rubio, quedara inédita (se conserva un manuscrito en la Biblioteca de Catalunya).
Por otra parte, las primeras traducciones de Oller al catalán se publican cuando ya se había dado a conocer como escritor con un primer libro en esta lengua, la compilación de prosas narrativas Croquis del natural (1879), de la que el mencionado Albert Savine (1859-1927) publicaría en francés el cuento «El vailet del pa». Así, en el número 12-13 del año XII de La Renaixensa, correspondiente a 1881, aparece por ejemplo la traducción de Oller del relato de Zola «La vaga», y ese mismo año y en la editorial de esta misma revista aparece su nombre como traductor de La desconsolada. Novel·la sentimental, que firma Benjamín Barbé (seudónimo de Alejandro Dumas, hijo [1824-1895]), que habían aparecido a partir del número 39 de La Ilustració Catalana (correspondiente al 30 de julio de 1881). De hecho, La Renaixensa i La Ilustració Catalana son las dos cabeceras que más traducciones e incluso textos de creación de Oller albergan en esos años, y en la segunda de ellas aparecen entre 1881 y 1894 versiones del escritor francés nacido en Burgos Louis Lurine (1812-1860), del ya mencionado Savine, del poeta popular y sentimental François Coppée (1842-1908) —un cuento navideño que titula «La dobleta d’or»—, de Alphonse Daudet (1840-1897), de Edmundo de Amicis (1846-1908), de Ivan Turguéniev (1818-1883), etc., pero quizá la que mayor interés tenga sea la de las Memorias de un nihilista, de Isaak Paulovski (1853-1924), quien había sido discípulo de Turgeniev y compañero en sus años escolares de Chejov en el liceo de Taganrog, mucho antes de su detención en 1874 por haberse manifestado a favor de la revolucionaria y fundadora del Grupo para la Emancipación del trabajo Vera Zassulich (1849-1919).
De los viajes por la península de Pavlovsky, personaje fascinante e inmerecidamente poco conocido, nació su libro Ocherki sovremennoï Ispanii 1884-1885 («Esbozos de la España contemporánea, 1884-1885»), que en traducción de Josep M. Farré se publicó parcialmente en 1989 con el título Un rus a Catalunya en la editorial independentista El Llamp. Además de amigo de Josep Yxart, Emili Vilanova, Àngel Guimerà, Oller y de los peñistas de El Espanyol, el interés de Pavlovsky por la literatura que se hacía por estos lares le llevó a establecer contacto también con Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán y José María Pereda (de quien, volviendo a Oller, este tradujo «En Candelero»). Por su parte, Pavlovsky tradujo al ruso tanto a Pérez Galdós (El amigo Manso) como a Oller (La papallona).
A lo largo de la década de 1890 aparecen algunas traducciones que son reflejo del conocimiento y el enstusiasmo que compartieron Pavlovsky y Oller por algunos nombres de la literatura rusa, como es el caso ya mencionado de Turguéniev de quien en 1896 La Catalana publicó Poemets en prosa, seguidos de L’execució de Troppmann, o Tolstoi, de quien al año siguiente aparecía en La Biblioteca de L’Atlàntida un volumen titulado Un llibre trist: La mort d’Ivan Illitch. Tres morts. La mort al camp de batalla, en ambos casos traducidos por Narcís Oller. También de esa década de los noventa es otra curiosidad, la mencionada traducción al catalán de «En candelero», de José María de Pereda (publicada en Tipos transhumantes en 1877), aparecida en La ilustració catalana el 15 de junio de 1892.
También parece haber ejercido alguna influencia Pavlovski en el interés de Oller por traducir teatro, en el que casi se especializó tanto en ese misma década como en las primeras del siglo XX, contabilizándose hasta dieciocho obras dramáticas entre 1905 y 1913, catorce de ellas publicadas en volumen, y entre cuyos autores se encontraban, además de los rusos Turguéniev, Tolstoi y Alexander Ostrovsky (1823-1886), los italianos Giuseppe Giacosa (1847-1906), Gerolamo Rovetta (1851-1910) y Carlo Goldoni (1707-1793), y los franceses André Theuriet (1833-1907), Alexandre Brisson (1848-1912) y Paul Ferrier (1843-1920).
Además de en La Renaixensa y La Catalana, fueron también la Biblioteca Popular de L’Avenç i Bartomeu Baixarias quienes publicaron el grueso de las traducciones de Oller. Pero fue La Catalana la que se hizo cargo del que quizá sea su volumen más conocido en este ámbito, Traduccions selectes (1921), que ofrece una selecta panorámica de los mejores escritores europeos de su tiempo, al reunir obra de Flaubert («Una Bonifacia»), Pierre Loti («Un Vell»), Victor Hugo («Les exèquies de Napoleó», «Tayllerand» y «La mort de Balzac») y Eça de Queirós («Inauguració del Canal de Suez», «Guillem II» y «Dolç misteri»).
Fuentes:
Enric Gallén, «Narcís Oller», en Enciclopèdia de les Arts Escèniques Catalanes.
Llanas, Manuel, «Contribució a l’inventari de l’obra dispersa i original de Narcís Oller», Anuari Verdaguer, núm. 10 (1997-2001), p. 9-17.
Anna Llovera Juncà, «Correspondència d’Isaac Pavlossky a Narcís Oller, 1907-1908. Presentació i edició». Anuari TRILCAT, núm. 3 (2013), p. 84-104.
Narcís Oller, La Barcelona de Narcís Oller. Realitat i somni de la ciutat, Valls, edición de Rosa Cabré y epílogo de Carola Duran, Valls, Cossetània (Antines 6), 2004.