El camino de Mallol Suazo hacia los libros

El artista barcelonés Josep M. Mallol Suazo (1910-1986) tuvo la suerte de poder iniciarse desde muy joven como dibujante en una revista de gran difusión. En el número correspondiente al 17 de marzo de 1928 de la revista En Patufet (la estrella de la editorial Baguñà) se publicó su primera viñeta, cuando hacía apenas cuatro meses que había cumplido los diecisiete años. A partir de ese momento, además, empieza a publicar en esa misma revista con mucha regularidad, a las que añadirían sus sucesivos suplementos Virolet (1922-1931) y L’Esquitx (1931-1937). Sin embargo, no se hallará su firma en estas páginas, pues para evitar ser confundido con su hermano mayor Lluís (también colaborador de En Patufet), invirtió el orden de las letras de su apellido y se dio a conocer como Lollam.

Para entonces hacía ya más de tres años que Mallol Suazo, por intercesión de su hermano, había entrado en el departamento administrativo de Baguñà, mientras que a partir del curso 1929-1930 aparece como matriculado en lo que entonces se llamaba Escola d’Arts i Oficis Artístics i Belles Arts de Barcelona y siempre ha sido conocido popularmente como La Llotja, donde el escultor surrealista Àngel Ferant (1891-1961) acababa de iniciar profundas transformaciones en los planes de estudios inspirándose en la Bauhaus.

Mallol Suazo se da a conocer como pintor, ya con su nombre y apellidos, en la Exposició de Primavera en mayo de 1936, pero su irrupción se produce en un momento poco propicio, cuando en el Saló de Tardor de 1938, en plena guerra civil, es galardonado con el Premi Nonell de Pintura por la obra Noia. Ese mismo año el marchante Lluís Reig le ofrece 1300 pesetas por tres cuadros mensuales, lo que le permite abandonar su puesto en la Baguñà y, pese a las dificultades —y los precios de las materias primas no era el menor—, dedicarse por completo a la pintura artística.

Previamente, desde el primer número (enero de 1938) había empezado a colaborar con la revista Amic, dirigida por Josep Janés i Olivé (1913-1959) y que se describía en el subtítulo como publicación quincenal para el recreo del soldado catalán del Ejército de la República editada por los Serveis de Cultura al Front del Departament de Cultura de la Generalitat. Mallol Suazo participó en cinco números con viñetas, y también, en el tercer número (primera quincena de febrero de 1938), en una sección de la revista en la que los mejores humoristas narraban los chistes que más les habían gustado.

Y esta vinculación primeriza con Janés no deja de tener su importancia en relación con los libros. Según Jacqueline Hurtley, Mallol Suazo ya había colaborado en una de las empresas de adolescencia de Janés, Cu-Cut, nacida en enero de 1926 en una «Editorial Manelic» que tenía por razón social la dirección de la casa paterna de Janés y en la que también colaboró el ya por entonces famoso Joan Junceda (1881-1948). Mallol acababa de cumplir quince años cuando salió el primer número de Cu-Cut; el precoz emprendedor Janés tenía trece.

Con estos antecedentes no sorprenderá que uno de los primeros trabajos de Mallol Suazo en la posguerra fueran cuatro láminas para Amor cada día. 365 poemas de amor, libro publicado por la editorial Emporion que acababa de poner en marcha Janés y Félix Ros (1912-1974). De ese mismo año son la cubierta y el frontispicio de una de las delicadas ediciones que puso en marcha Janés en solitario, la de Treinta años, de Marise Ferro en traducción de Agustí Esclasans (1895-1967), y con la que el editor estrenaba la exquisita colección Cristal.

Sin embargo, la relación profesional no parece haber tenido una continuidad inmediata y, salvo error, Mallol Suazo no vuelve a intervenir en un libro hasta que en 1944 se publica la traducción de Fernando Trias Beristain de Sol y palmeras, de Paschoal Carlos Magno (1906-1980) y al año siguiente aparecen en la colección janesiana Lauro dos obras de Vita Sackville-West (1892-1962): Santa Juana de Arco, traducida por Manuel Bosch Barrett (1895-1961) y con la sobrecubierta y el interior ilustrado, y El Águila y la Paloma, traducida por Simó Santainés y con dos láminas a color (una en el frontis y la otra encartada fuera de texto).

También de 1945 es el frontispicio del libro de relatos Este mundo, de Elisabeth Mulder (1904-1987), si bien las ilustraciones interiores son de otro colaborador muy habitual de Janés, Joan Commeleran (1902-1992). Con este libro estrenaba la editorial Artigas una colección llamada Sirena, que al parecer no tuvo continuidad (como tampoco está claro que la tuviera la editorial).

Frontispicio de Este mundo, de E. Mulder.

Aun así, el libro más importante de ese año en la trayectoria de Mallol Suazo es sin duda la primera edición llevada a cabo por la ABB (Asociación de Bibliófilos de Barcelona), la de El capitán Veneno, de Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), precedida de un estudio del prestigioso crítico e historiador de la literatura Manuel de Montoliu (1877-1961). Las capitulares y los culs-de-lampe son del pintor, grabador y diseñador jerezano Teodoro Miciano (1903-1974), creador también de la marca editorial de la ABB, pero las diez láminas con ilustraciones que lo acompañan son de Mallol Suazo.

En 1946 sigue colaborando con Janés y lo hace también con la editorial Argos. Para el primero crea ese año las sobrecubiertas de El secreto del padre Brown (1946) y La incredulidad del padre Brown (1946) de G. K. Chesterton, traducidas por Isabel Abelló de Lamarca y con portadas de Ricard Giralt Miracle (1911-1994) que se publicó en Lauro, así como las ilustraciones para la traducción de Antonio Espina (1891-1972) de El romance de Leonardo de Vinci, de Dimitri Merezhkovski (1865-1941), que se publicó en la colección La Vida Perdurable.

Mayor interés tiene sin embargo la edición en papel de hilo Guarro de cuatrocientos ejemplares numerados que ese año publica Argos con una serie de catorce láminas de Mallol Suazo y viñetas firmadas por Sanjuán, Quince poesías de Rubén Darío (1946), de la que se hizo además una edición de quince ejemplares que incluían guaches originales (más diez ejemplares de colaboradores, no numerados ni puestos a la venta). Se incluía en la colección Las Musas, donde el año anterior había aparecido Veinte poesías de Bécquer ilustradas por Emili Grau Sala (1911-1975), también con viñetas de Sanjuán.

La aportación a ediciones de bibliófilo continua al año siguiente con Quelques vers: poèmes saturniens, fêtes galantes, la bonne chanson, Romance sans paroles, de Paul Verlaine (1844-1896) y acompañado de un prefacio de François Coppée (1848-1908). Esta edición numerada de 151 ejemplares en papel de hilo extra blanc Biblos con filigrana de Guaro y que lleva el sello de L. P. & C. Torn (a quienes no he identificado ni he localizado otras ediciones suyas), contiene dieciocho litografías de Mallos Suazo y se presentaban los pliegos en rama y estuchados. La composición se llevó a cabo en los talleres de Seix y Barral Hnos. y la impresión en Horta, de Barcelona.

Ilustración de Amor cada día.

Y de 1949 es la publicación del primer volumen de la Col·lecció de gravats contemporanis, de La Rosa Vera, que incluye la punta seca Nu, de Mallol Suazo, quien contribuiría también a Dotze nus (precedido de un comentario de Ricard Permanyer), para la misma editorial y publicado en 1954.

Es probable que a esta recopilación aquí presentada, que no pretende ser exhaustiva, quepa añadir aún otras colaboraciones de Josep Maria Mallol Suazo a la edición de libros, y hay constancia también de que en 1951 diseñó algunos ex libris, por ejemplo el de Antoni Matínez Fernández y el del doctor Juan Catasús (1911-1971).

Mallol Suazo fue un pintor relativamente controvertido, objeto de valoraciones muy contrastadas pero en cualquier caso con una reputación consolidada y la bibliografía generada por su obra pictórica es más que notable, pero el estudio de sus trabajos editoriales parece tener todavía algunas lagunas bastante grandes que hacen difícil evaluar su importancia en este ámbito creativo.

Fuentes:

Andrés Álvarez, biografía de Manuel Barrero, «Josep Maria Mallol Suazo» en Tebeosfera. Disponible en línea el 6-V-2022.

Jacqueline Hurtley, Josep Janés. El combat per la cultura, Barcelona, Curial (Biblioteca de Cultura Catalana 60), 1986.

Francesc Miralles, Mallol Suazo, Lunwerg Editores. 1995.

El fructífero encuentro de Pla y Vinyoli, y otras joyas

Hasta bastante avanzados los años cincuenta no se produjo el afortunado encuentro entre dos hombres importantes de las letras y la edición que parecían destinados a encontrarse. Uno de ellos, Joan Vinyoli (1914-1984), pertenece a lo que se ha llamado la generación «destruida», «quemada», «escindida» y otras lindezas similares para poner de manifiesto cómo la hecatombe que supuso la guerra civil (y su resultado), truncó, desvió o alteró profundamente las trayectorias literarias de sus miembros. Entre su inicial poemario Primer desenllaç (1937), publicado en plena guerra civil por las Ediciones de la Residència d’Estudiants, a cuyo frente estaba su compañero generacional Bartomeu Rosselló-Pòrcel (1913-1938), y su segundo libro, De vida i somni (1948), no sólo se produjo el penoso transcurrir de toda una década, sino una tremenda transformación de la sociedad en la que nacieron estas obras y, por supuesto, de la industria cultural que las acogió y las divulgó.

3ab03-descarga

Joan Vinyoli.

El otro personaje aludido, el grabador y bibliófilo Jaume Pla (1914-1995), considerado por Masid Valiñas «el más universal de quienes intervinieron en la edición de bibliófilo [en España]», había expuesto su obra antes de la guerra civil, pero a su término pasó a Francia y se convirtió en uno de los miles de refugiados que tuvieron la amarga experiencia de los campos de concentración, así que en cuanto pudo regresó, semiclandestinamente, con identidad falsa, y se convirtió con el tiempo en uno de los máximos impulsores del grabado en la Península.

En carta del 1 de enero de 1953, Pla se puso en contacto con Vinyoli para proponerle participar en un libro colectivo en el que, a partir de la obra de diversos artistas plásticos sobre diversos paisajes urbanos, otros tantos escritores deberían ilustrarlas poéticamente. Se trataba de una experiencia cuyo antecedente inmediato, con el que Pla abrió la serie Els Gravadors de la Rosa Vera, había sido Dotze nus (1954), en el que contó con la participación de los artistas Emili Grau Sala, Josep M. Mallol Suazo, Ramon Calsina, Manuel Humbert, Ramon Isern, Enric Cristòfor Ricart, etc., y con textos de Salvador Espriu, Joan Teixidor, Carles Riba, Josep Mª de Sagarra, Pere Quart…, todo ello precedido de un prólogo del poeta J.V. Foix (1893-1987) ilustrado por el propio Pla. Se hizo una tirada de 75 ejemplares, con la firma autógrafa de Foix al pie del prólogo en todos ellos, y las firmas de todos los autores (a lápiz los grabados, a tinta los textos), más una serie no venal marcada de la A a la H destinada a los colaboradores.

CelaTzaraPla

De izquierda a derecha, Cela, Tzara y Pla.

La nómina de quienes acompañaron a Vinyoli en Dotze paisatges urbans de Barcelona (1955) no es menos espectacular. Entre los grabadores, Agnès van den Brandelen, Mompou, Bosch Roger, Josep Mª Prim, y de nuevo Ricart, entre otros, y entre los escritores, tras un prólogo de Ferran Soldevila: Josep M. López-Picó, Carles Soldevila, Marià Manent, Benavent de Barberà, Sebastià Sànchez-Juan, Joan Cortés, Xavier Benguerel, Rafael Tasis i Marca, Josep M. Espinàs, y Joan Vinyoli, que ilustraba con el texto en prosa «El diàleg» una imagen de la confluencia de la calle Muntaner con Travessera de Gràcia (muy cerca de donde se encuentra el edificio de la Penguin Random House) obra de Rafael Benet, desde cuyo estudio la veía a diario. De nuevo se hicieron el mismo número de ejemplares, con el mismo sistema, son papeles de calidad excelente y se encuadernó en cartoné con la lomera en pergamino, con unas dimensiones de 35 x 25,5 cm, y protegido en caja de resguardo.

Se da la triste circunstancia de estar circulando actualmente los grabados desgajados del libro, y en concreto el quinto, un grabado a la punta seca de Agnès van den Brandelen que reproduce la Plaça Reial, firmado por ella misma y por Andreu Avel·lí Artís y procedente del ejemplar número 70 (originalmente de Albert Manent), está (o estuvo) a la venta.

DotzePaisatges

El año siguiente Vinyoli participaba en otro conocido proyecto de Jaume Pla, Els mesos de l’any (1956), en el que se le encargó un prólogo («Pel camí dels mesos de l’any», que alterna prosa y verso) a una compilación de textos e imágenes centrados en cada uno de los meses del año, también todo ello firmado por el autor, en una edición igualmente reducida y con el siguiente impresionante índice:

ENERO: Josep Granyer (aguafuerte y aguatinta) y Salvador Espriu.

FEBRERO: Francesc A. Galí (aguafuerte y aguatinta) y J.V. Foix.

MARZO: Miquel Ibarz (aguafuerte y aguatinta) y Ramon Folch i Camarassa.

ABRIL: Francesc Serra (barniz y aguatinta) y Susagna March.

MAYO: Jaume Pla (punta seca) y Josep Janés i Olivé.

JUNIO Josep Amat (aguafuerte) y Gaziel.

JULIO: Rafael Benet (punta seca) y Joan Perucho.

AGOSTO: Josep M. Prim (punta seca) y Josep M. Espinàs.

SEPTIEMBRE: Josep Mompou (punta seca) y Carles Riba.

OCTUBRE: Joan Serra (punta seca) y Joan Cortès.

NOVIEMBRE: Martí Vives (aguafuerte) y Ferran Canyameres.

DICIEMBRE: Maria J.Colom (aguatinta) y Pere Ribot.

A este libro seguirían aun, en el ambicioso proyecto de Jaume Pla, Dotze natures mortes (1957), con prólogo de Carles Riba (1893-1959), y Dotze temes de circ (1959), con prólogo de Manuel de Pedrolo (1918-1990).

FrancescTodo

Francesc Todó.

Otro encuentro afortunado de Vinyoli fue el que, a través de Josep Mª Castellet (1926-2014), estableció con el pintor Francesc Todó (n. 1922), quien le propuso ilustrar diez poemas suyos. El resultado, que se expuso primero en la Sala Parés, se concretó en cien ejemplares con los diez poemas (procedentes del libro Cercles) y diez litografías que apareció con el título Joan Vinyoli-Francesc Todó. 10 poemes. 10 litografies (de 36 x 25,5 cm), presentado en un sencillo pero elegante estuche en 1979. Se da la circunstancia de que, cuando en el año 2000 Francesc Vergés encargó a Todó un amplio óleo (35 x 120) para su estudio, que tuviera una estantería con libros como motivo, algunos de los que pueden identificar entre los reproducidos por Todó sonn obras de Paul Klee, Bruckner, Kavafis, García Lorca y, sí, efectivamente, Joan Vinyoli.

El editor y grabador Jordi Sarrate, que había formado parte del grupo Estampa Popular de la Plana, editaba una colección llamada Quaderns El Bordiol, que se imprimía en la egarense Impremta Rimeba y se estrenó en 1972 con La Fábrica, del poeta Miquel Martí i Pol (1929-2003) y prólogo de Jordi Sarsanedas (1924-2006) y prosiguió con títulos de Miquel Bauçà (Poemes, 1973), Antoni Pous (El nou bon sempre; seguit del Desconhort de Jaume d’Urgell, 1974) y Vicent Andrés Estellés prologado por Miquel Desclot (Festes llunyanes, 1978), cuando en compañía del filólogo y poeta  Segimón Serrallonga (1930-2002) visitó a Vinyoli para proponerle protagonizar el quinto número de la colección con los Cants d’Abelone prologados por Serrallonga.

segimonserrallonga

Segimon Serrallonga.

Sin embargo, al parecer porque el prólogo iba retrasándose una y otra vez, el proyecto fue alterándose, perdiéndose la intención de acompañarlo de grabados, hasta convertirse en parte del número monográfico que en septiembre de 1983 dedicó a Joan Vinyoli la incombustible revista de Vic Reduccions (número 20), en el que pueden leerse también otros poemas de Vinyoli y  textos de Segimon Serrallonga («Del Llibre d’amic als Cants d’Abelone»), Lluís Izquierdo, Ricard Torrents, Gabriel Ferrater y una bibliografía del poeta preparada por Dolors Lamarca.

Es evidente que la sensibilidad de Vinyoli para las artes plásticas venía de lejos, pero con el encuentro de dos veteranos de la edición como lo eran Jaume Pla y Joan Vinyoli se inician una serie de iniciativas, no todas culminadas con éxito, en los que el poeta pone su obra al servicio de la creación de un objeto entendido como obra de arte de carácter superior a la suma de un texto con unas ilustraciones, pues siempre se hace evidente la búsqueda de un proceso creativo del libro completamente distinto al que suele ser el del libro ilustrado habitual, y en el que la implicación de ambos artistas en la creación de la obra es interdependiente.

12mesosANY

Fuentes:

AA.VV., La Rosa Vera catalana en la colección UC de arte gráfico, Santander, Universidad de Cantabria (Memoria Gráfica 4), 2009.

Ferran Carbó, Introducció a la poesía de Joan Vinyoli, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat (Biblioteca Serra d’Or 108), 1991.

Noemí de Haro García, Grabadores contra el franquismo, CSIC, 2010.

Germán Masid Valiñas, La edición de bibliófilo en España (1940-1965), Madrid, Ollero & Ramos, 2008.

Pep Solà, La bastida dels somnis, Girona, Biblioteca Fundació Valvi, 2010.