Una efímera editorial combativa, Publicacions La Fona

Cuando una editorial elige como nombre el arma con la que David tumbó a Goliat, sólo puede interpretarse como una declaración de intenciones; y de intenciones bastante vehementes.

Ese es el caso de la editorial sabadellense La Fona, una iniciativa cuyo logo es bien explícito y en la que tomaron parte el político y escritor Salvador Sarrà Serravinyals (1902-1965), quien luego en el exilio chileno intervendría en la creación de El Pi de les Tres Branques y publicaría en México Cant a la ciutat obrera (Club del Llibre Català, 1961), así como el esperantista Eusebi Artigues (1898-1992), el obrero metalúrgico cenetista Ramon Jové Brufau (1897-1936), uno de los primeros caídos en Barcelona el 19 de julio de 1936, o  el escritor y pintor Joaquim Hutesà Costajussà (1888-1972), que en 1924 había publicado en la sabadellense Biblioteca Germinal El sindicalismo, garantía de orden y civilización.

En la página 109 del Anuari Sabadellenc de 1929, impreso por Joan Sallent, aparecía el siguiente anuncio:

Con el título Publicacions La Fona ha salido el primer volumen de una nueva colección. Se debe a J. H. Costajussà y se compone de una serie de cuentos. El título del libro es Clarobscur. El segundo volumen contendrá la narración El pobre Pòlit, del malogrado Josep Sanllehí i Alsina. Entre otros autores, colaborarán en La Fona Amadeu Aragay, Dídac Martí, Joan Sallarès, J. Sarrà Serravinyals, Eusebi Artigues, R. Jover [sic], Joan Puig, Marian Burguès, Gustau Vila, Josep Castells i Candiri, J. Canelles, etc.

Clarobscur era un librito de 137 páginas, al que seguiría ese mismo año 1929 Ram d’olivera, una recopilación de artículos periodísticos del escritor y director de Sabadell Federal Joan Puig Pujol (1892-1973), de 135 páginas e impresos ambos en Industries Grafiques. Sin embargo, el otro título anunciado, El pobre Pòlit, no era ni mucho menos una novedad. En La Veu de Catalunya del último día del año 1925, se informa de que este título ha obtenido un accésit al primer premio convocado por La Novel·la d’Ara, y de hecho fue en esta colección dirigida por el periodista y dramaturgo Miquel Poal Aregall (1894-1935) donde se publicó, con portada firmada por Farell, como «novel·la original inèdita» en 1926; quizás eso explique que desapareciera de los planes iniciales de La Fona.

Al año siguiente aparece impreso por Joan Sallent el que quizá sea el libro más interesante de La Fona, L’ideal obrer, la democràcia i l’ anarquisme, de Ramon Jové i Brufau, que en el periódico L’Opinió era saludado del siguiente modo el 19 de septiembre de 1930 (traduzco):

Las Publicacions La Fona, de Sabadel, retoman sus tareas editoriales con el mismo acierto que, antaño, ya celebramos. En efecto, parece que una de las primeras manifestaciones de su reanudación será incorporar a nuestras letras la obra del conocido militante obrero de la Confederación [CNT] Ramon Jover: L’ideal obrer, la democràcia i l’ anarquisme.

Y antes de reproducir los títulos de todos los capítulos que componen las tres partes en que se estructura el libro de Jové, añade:

Hay que felicitar a los editores y al autor por la oportunidad de dar a conocer una obra en la cual se glosan temas de capital interés para el obrerismo catalán. Nosotros, desde ahora mismo, lo recomendamos a nuestros amigos, seguros de que encontrarán lecciones provechosas en los momentos actuales, y también para otros no menos decisivos y no muy lejanos.

Ciertamente, Jover era bastante conocido en los ámbitos obreros catalanes, sobre todo desde que en 1910 había sido encarcelado por ser miembro del comité de la huelga de metalúrgicos, y durante la dictadura primorriverista había sido miembro del Comité Nacional de la CNT. El mismo año en que se publica este libro volvería a ser encarcelado, como consecuencia de la huelga general, pero además había escrito con regularidad en L’Opinió (donde en 1928 publicó su «Pi y Margall y los anarquistas»), El Federal y L’Insurgent, como más tarde lo haría en Justicia Social, Mirador y Justícia Octubre Social. Jover pasó poco después a militar en Estat Català- Partit Proletari, del que fue expulsado en 1932, y después en la Unió Socialista de Catalunya antes de que se fusionara para convertirse en el PSUC.

El siguiente título publicado con el sello de Publicaciones La Fona, y probablemente el último, aparece casi tres años después de nuevo en los talleres de Joan Sallent. Se trata de una traducción firmada por Sarrà Serravinyals de un libro del escritor y crítico literario francés Jean Guéhenno (1890-1978) publicado originalmente por Bernard Grasset en 1928: Caliban parle. Por aquel entonces Guéhenno gozaba de un enorme prestigio literario fruto de sus estudios sobre Rousseau y su propuesta de un nuevo humanismo, que se añadía al hecho de ser, desde 1929, director de la revista Europe. Durante muchísimos años, este fue el único título de Guéhenno publicado en la península, y hasta 1957 no reapareció su nombre en un catálogo editorial español (en ese caso en un libro colectivo, publicado por Guadarrama, prologado por Julián Marías y traducido por María Riaza, El espíritu europeo; hasta 1990 no se publicaría en español su biografía de Rousseau).

El balance de La Fona, aun cuando sus inspiradores y animadores se sitúan ideológicamente en la izquierda obrerista de un modo claro, resulta bastante desconcertante, pese al interés de los títulos publicados, el buen papel y la modernidad de la presentación gráfica de los textos (encuadernados todos ellos en rústica). Por una parte, son reflejo de una corriente de pensamiento que estaba muy presente en la capital vallesana y que además contribuyó a formar a algunos de los políticos y sindicalistas que en los años treinta ocuparían puestos de responsabilidad en las instituciones republicanas en Cataluña.

Por otra parte, y pese a no conseguir tener una regularidad en sus publicaciones, La Fona contribuyó de modo notable a reforzar la diversidad de propuestas editoriales que se dieron en Sabadell en un momento particularmente creativo que sólo de un modo muy tangencial o insuficiente han sido estudiado y reconocido.

Fuentes:

Josep M. Benaul Berenguer, «Autors, editors i impressors a Sabadell, 1850-1975. Nota histórica», en AA.VV., Sabadell, lletra impresa: de la vila a la fi de la ciutat industrial. Catàleg de la Col·lecció Esteve Renom–Montserrat Llonch, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2012.

Marc Comadran Orpi, El procés d’expansió del noucentisme cap a les «segones ciutats». El cas de Sabadell (1910-1923), tesis doctoral, Universitat Autònoma de Barcelona, 2004.

Societat Catalana d’Economia, Diccionari d’economistes catalans, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2020.

M. Àngels Solà Vidal, «Catàleg de la Colecció Esteve Renom-Montserrat Llonch», en AA.VV., Sabadell, lletra impresa: de la vila a la fi de la ciutat industrial. Catàleg de la Col·lecció Esteve Renom–Montserrat Llonch, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2012.

Roser Bru, una niña del «Winnipeg» en la industria editorial chilena

A última hora de la tarde del 2 de septiembre de 1939 atracaba en el puerto de Valparaíso el paquebote mixto Winnipeg con 2078 republicanos españoles que huían del franquismo a bordo, una parte importante de los cuales eran niños. Entre ellos, una recién nacida durante el viaje significativamente bautizada como Agnes América Winnipeg Alonso Bollada, pero también algunos otros que llegarían a alcanzar cierta fama en la cultura chilena, como son los casos del pintor José Balmes (1927-2016), la actriz Montserrat Julió (1929-2017), la pianista Diana Pey (1922-1988) o la pintora y grabadora Roser Bru (n. 1923).

Cubierta del Winnipeg.

Antes incluso de alcanzar la veintena de años, y mientras cursaba estudios en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile (entre 1939 y 1942), Roser Bru vio publicada en forma de libro sus primeros trabajos. Otro joven pasajero del Winnipeg que contribuyó de modo notable a la cultura chilena, José Ricardo Morales (1915-2016), editó una selección de poemas inéditos o nunca antes recogidos en libro de los poetas españoles Antonio Machado, José Moreno Villa, Juan Larrea, Rafael Alberti y Luis Cernuda, entre otros, y se encargó de publicarlos la exquisita editorial Cruz del Sur, de Antonio Soria (1907-1980), con ilustraciones de Roser Bru.

Mauricio Amster en 1937.

De 1944 es Voz celestial de España. Poesía religiosa, una amplia y voluminosa antología (900 páginas, de Santa Teresa y Fray Luis de León a Jacint Verdaguer, Emilio Prados e incluso Miguel Hernández) que se publicó encuadernada en rústica y que su antólogo, Roque Manuel Scarpa (1914-1995), describió más adelante en un artículo en La Tercera («De cómo transgredir el protocolo», 3 de mayo de 1981) como «editado con mucha nobleza por Zig-Zag, bajo la tuición de Mauricio Amster y con ilustraciones de Roser Bru». Diciembre de ese mismo año es la fecha que figura en el colofón de El secreto maravilloso, una novela destinada al público infantil obra del escritor, editor y diplomático Alejandro Magnet (1919-2009)  que publicó la Editorial Difusión Chilena con ilustraciones de Lucía Gallo y portada de Roser Bru.

Antes de acabar la década de 1940, aún llevó a cabo Bru algunos trabajos de peculiar y significativa importancia, como es el caso del encargo que le hizo el poeta y dramaturgo catalán Pere Quart (Joan Oliver, 1899-1986), acerca de cuya etapa en Santiago de Chile le contaba Roser Bru a Julià Guillamon: «Yo era muy amiga de Joan Oliver y Conxita Riera. Vivían muy cerca de Bellas Artes, en la calle Miraflores, casi esquina con el Parque Forestal. Trabajaba por las mañanas y estudiaba durante las tardes, y muy seguido, después de salir de Bellas Artes, pasaba por su casa». Esa familiaridad propició seguramente que Oliver encargara a Roser el logo de la editorial en catalán que, mediada ya la década, se llevaba entre manos el poeta en colaboración con los también escritores catalanes exiliados Xavier Benguerel y Francesc Trabal, El Pi de les Tres Branques. Sin embargo, ya antes Roser Bru se había ocupado de diseñar los decorados y los figurines de una obra de Josep Maria de Sagarra, La plaça de Sant Joan, que con dirección de Benguerel se había estrenado en el Centre Català de Santiago de Chile en 1940.

Cuando finalmente el proyecto editorial de Oliver y Benguerel llegó a buen término, cuenta en sus memorias Benguerel, «el 19 de julio de 1947, Saló de tardor de Pere Quart inauguró las ediciones de El Pi de les Tres Branques: volumen de 116 páginas con treinta y cinco poemas y media docena de ilustraciones de Roser Bru, bien impreso en los obradores de la imprenta Mediterránea».

Roser Bru.

De ese mismo año es la espléndida portada de Roser Bru para La niña de piedra, que Hernán del Solar (1901-1985) publicó en la editorial que había fundado con Francesc Trabal, Rapa Nui, con uno de sus seudónimos más conocidos, Aldo Blu. El papel desempeñado por Rapa Nui en el empuje y la modernización del libro infantil chileno ha sido amplísimamente reconocido, por ejemplo por Manuel Peña Muñoz en su Historia de la literatura infantil chilena (Andrés Bello, 1982). Acabó la década la intervención de Rosa Bru en el sector editorial chileno con la publicación de una edición ilustrada de la novela María, del colombiano Jorge Isaacs (1837-1845), que se inscribía en la colección Biblioteca Americana de la editorial Zig-Zag.

Menos prolífica fue en sus colaboraciones editoriales en los años cincuenta, después de haber contribuido a la creación del Grupo de Estudiantes Plásticos (con su compañero en el Winnipeg José Balmes, entre otros) y coincidiendo con su entrada en el Taller 99 y sus primeros viajes a Barcelona, pero en su ciudad natal destacan sus colaboraciones con el imaginativo pintor y grabador Jaume Pla (1914-1959), como es el caso del arranque en 1957 de la serie Dotze natures mortes, en el que el poeta y novelista mallorquín Blai Bonet (1926-1997) comenta su grabado, o su participación en Dotze temes de circ (1958), incluido en la Rosa Vera, en el que se publica su «Acròbates», comentado por el prestigioso ensayista valenciano Joan Fuster (1922-1992), en una colección en la que figuran grabadores de la talla de Josep Granyer (1899-1983), Josep Mundó (1918-2012) o Josep Pla-Narbona (n. 1928) y escritores del calibre de Pere Quart, Tomàs Garcés (1901-1993), Josep Maria Espinàs (n. 1927) o Salvador Espriu (1913-1985). En años sucesivos, sus colaboraciones con editoriales catalanas no serían raras, y destacan también entre ellas, por poner un ejemplo, una impresionante edición en la editorial Nauta del Martín Fierro (1968), precedido de unas coplas de presentación del poeta Rafael Alberti y un prólogo de Alejandro Losada Guido.

Aun así, en 1957 aparece en Santiago de Chile, con pie de Empresa Periodística Colectiva, Callejón de la bombilla y otros cuentos, del ensayista Ernesto Eslava (1914-1995), con prólogo de Benjamín Morgado, ilustración de cubierta de Gregorio de la Fuente y grabados interiores de Bru, y en 1960 se publica en la misma ciudad otro libro destinado al público infantil con ilustraciones suyas, Aleluyas para los más chiquitos, con textos de Marta Brunet (1897-1967), en la Editorial Universitaria.

De entre su obra editorial publicada en Chile en los años sesenta puede mencionarse a título de ejemplos su ilustración de cubierta del poemario Umbral de sombra (1960), firmado por Macías y publicado por la Imprenta Arancibia Hermanos; la maquetación e ilustración de la bella edición del Manifiesto de Nicanor Parra (1914-2018) publicada en 1963 por Nascimiento, así como las ilustraciones para una selección de Poemas infantiles de Efraín Barquero preparada en Zig Zag. Sin embargo, en esa época destaca el libro de artista Diez odas para diez grabados de Roser Bru, publicado en las barcelonesas Edicions del Laberint, del que se hizo una primera tirados de 216 ejemplares firmados por ambos autores, encuadernado en tapa dura, estuchado e impreso sobre papel de hilo con filigrana creada por la autora y fabricado expresamente por Guarro.

Es posible que hasta los dibujos para el poemario Estrellas fijas en un cielo blanco, de Óscar Hahn (n. 1938) publicados por la Editorial Universitaria en 1989, no se reemprendiera la colaboración con editores chilenos, que entonces alternaba con trabajos también para editoriales catalanas.

Fuentes:

Página web de Roser Bru.

Xavier Benguerel, Memòria dun exili. Xile, 1940-1952, Barcelona, Edicions 62 (Cara i Creu 34), 1982.

Roser Bru, «Viaje en el Winnipeg de la familia Bru», Revista Universitaria (Pontificia Universidad Católica de Chile, núm. 27 (1989), pp. 20-21.

Jaime Ferrer Mir, Los españoles del Winnipeg, el barco de la esperanza, Santiago de Chile, Ediciones Cal Sogas, 1989.

Francesc Foguet i Boreu, «Las razones del teatro catalán en el exilio», Anales de Literatura Española Contemporánea, núm. 29 (2012), pp. 213-228.

Julià Guillamon, El dia revolt, Barcelona, Editorial Empúries, 2008.

La azarosa aventura de editar en catalán en Chile

A tenor de las evidentes dificultades con que se encontraron, resulta bastante asombrosa la labor que consiguieron llevar a cabo los editores catalanes que como consecuencia del resultado de la guerra civil española se convirtieron en refugiados en los países que les acogieron. Baste como ejemplo los más de doscientos libros en catalán publicados en México, de los que casi una cuarta parte corresponden a la Biblioteca Catalana organizada y publicada por Bartomeu Costa-Amic (1911-2002), a los que para según qué propósitos sería conveniente añadir las numerosas y en algunos casos muy notables publicaciones periódicas. Sin embargo, como subrayó en su momento Maria Campillo refiriéndose a las ediciones chilenas de El Pi de les Tres Branques, quizá el criterio cuantitativo no es el más pertinente.

Visto con perspectiva, si la producción de «El Pi» no pudo ser cuantitativamente extensa, el conjunto, en cambio, es significativo. Constituye, por un lado y probablemente sin ningún tipo de intención deliberada, un compendio muy equilibrado, a escala reducida, de autores, géneros y modelos literarios muy representativos de la década de los cuarenta: tres volúmenes de poesía y uno traducido, un ensayo filosófico y tres de diferentes géneros narrativos y de tres modelos distintos (que suponen diferentes eslabones de la relación tradición/modernidad) dentro del psicologismo en boga. Del otro, indica la transición hacia la década de los cincuenta.

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Logo de El Pi de les Tres Branques.

Valdrá la pena por tanto señalar cuáles eran estos siete libros y un opúsculo a los que alude Campillo, y que constituyen el exiguo catálogo completo de El Pi de les Tres Branques:

Pere Quart, Saló de tardor [POESÍA], ilustraciones de Roser Bru, Santiago de Chile, El Pi de les Tres Branques (Sèrie Literària Catalana 1), 1947. Poesia. Veinte ejemplares en papel especial.

Benguerel

Xavier Benguerel.

Xavier Benguerel, La Máscara (Tres contes) [CUENTOS: «La màscara», «L’home dels prismàtics» y «El fugitiu»], Santiago de Chile (Sèrie Literària Catalana 2), 1947, 124 pp.

Josep Ferrater Mora, El llibre del sentit [ENSAYO], ilustraciones de Albert Junyent, Santiago de Chile, El Pi de les Tres Branques (Série Literaria Catalana. 3), 1948. 108 pp. Tirada de 400 ejemplares.

Carles Riba, Elegies de Bierville [POESÍA], Santiago de Chile, El Pi de les Tres Branques (Sèrie Literària Catalana 4), 1949. 68 pp. Edición de 230 ejemplares (200 en papel de medio hilo y 30 sobre papel especial y numerado). Por aquel entonces existía sólo una hoy mítica edición clandestina publicada en Barcelona con pie editorial falso (Buenos Aires 1942), que en esta edición chilena Riba corrigió y prologó.

Cèsar August Jordana, El Rusio i el Pelao [NOVELA], Santiago de Chile, El Pi de les Tres Branques (Sèrie Literària Catalana 5), 1950. Edición que consta de 470 ejemplares en papel medio hilo, y 30 ejemplares en papel especial, numerados del 1 al 30.

Domènec Guansé, La pluja d’or [NOVELA], Santiago de Chile, El Pi de les Tres Branques (Sèrie literària catalana 6), 1950. Rústica. 154 pp. Edición de 470 ejemplares en papel medio hilo, y 30 ejemplares en papel especial, numerados del 1 al 30. Premi Concepció Ravell en los Jocs Florals de la Llengua Catalana 1950 (celebrados en Perpiñán, Francia).

Josep Carner, Llunyania [POESÍA], Santiago de Chile, El Pi de les Tres Branques (Sèrie Literària Catalana 7), 1952. 130 pp.

Paul Valéry, El cementiri marí [POESÍA], traducción de Xavier Benguerel e ilustraciones de Carles Fontserè, Santiago de Chile, El Pi de les Tres Branques, diciembre de 1947 (previamente había aparecido en la revista Germanor).

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Carles Fontserè, exiliado en París.

En sus memorias, Xavier Benguerel (1905-1990) cuenta el arranque de este proyecto, al tiempo que describe con cierto pormenor el primer volumen y da unos datos interesantes: «El 19 de julio del 1947, Saló de tardor de Pere Quart inauguró las ediciones de El Pi de les Tres Branques: volumen de 116 páginas con treinta y cinco poemas y media docena de ilustraciones de Roser Bru, bien impreso en los obradores de la Imprenta Mediterránea». A la por entonces joven pintora y grabadora nacida en Barcelona Roser Bru (n. 1923), colaboradora también de Cruz del Sur, Pere Quart le había encargado el logo para El Pi de les Tres Branques, y en cuanto a la Imprenta Mediterránea (con sede en la Avenida Matta 320), de sus prensas habían salido por aquellos años títulos como Mosaico. Poemas líricos y romances de la Guerra Española (1944), del extremeño Cesáreo Vázquez Ambrós, exiliado de la dictadura primorriverista (1923-1930), que regresó a España en 1934 y volvió de nuevo a Chile en 1939; Instituciones políticas del antiguo estado catalán (1945), del abogado gerundense Lluís Franquesa i Feliu (1908-1951); las piezas escénicas Noche oscura de España y El retiro de Don Juan (1946), del abogado y escritor gallego Celso Romero Peláez, que posteriormente haría carrera también como traductor en Venezuela…

Como ya puede intuirse, fueron los escritores Pere Quart (Joan Oliver, 1899-1989), que contaba con la experiencia previa en las Edicions La Mirada, y Xavier Benguerel quienes tomaron las riendas del proyecto, si bien contaron con un patronato formado por Joaquín Sabaté, Pere Mir, Joan Juanet y Salvador Sarrà, y con el apoyo de los círculos que se movían alrededor del Centre Català de Santiago de Chile y de la revista Germanor (1912-1963), que desde 1945 y hasta su desaparición dirigió Domènec Guansé (1894-1978) y en particular del también editor en La Mirada Francesc Trabal (1899-1957).

Sin embargo, ya en 1948 Pere Quart decidió regresar a Barcelona, lo que hizo que a partir de ese momento Benguerel tuviera la última palabra en la decisión sobre qué y cómo publicar y quedara así como la única cabeza visible de la empresa, cuya significación cultural es notable, como ha puesto de manifiesto también Campillo:

..sobre todo en el momento de su aparición, en 1947, supone un viraje, una vez desaparecida la esperanza de que la victoria aliada modificara de forma substancial la situación española. Las pulcras ediciones de El Pi de les Tres Branques, que recuerdan, incluso formalmente, las de la Institució de les Lletres Catalanes durante la guerra, pueden interpretarse como la respuesta a una demanda, la que hacía Josep Carner en el editorial de abre el número de la represa, en París, de la Revista de Catalunya ([núm. 102], abril-junio de 1947). Exponía el poeta la necesidad, común al exilio y el interior, de proseguir a cualquier precio la vida literaria y reclamaba, para la literatura, los principios de la exigencia y el rigor, de la universalidad y la lealtad, de la fidelidad a un propósito.

Rafael Tasis

Rafael Tasis.

En el mismo texto mencionado por Campillo, escribe el poeta Josep Carner, otro de los publicados en El Pi de les Tres Branques, refiriéndose a la reaparición de la Revista de Catalunya, pero perfectamente aplicable a la editorial chilena: «Sin garantizar maravillas, lo cual sería imprudente en cualquier programa, queremos hacer, como dice el pueblo, imposibles para que la manifestación de nuestras letras y nuestro pensamiento se muestre, tanto como se pueda, honorable y honorada». Por otra parte, de la pulcritud de las ediciones y el acierto en la selección de títulos, así como del interés por distribuir esta colección entre los exiliados desperdigados por el mundo, da también testimonio el siempre exigente cuando de libros se trata Rafael Tasis (1906-1966), quien el 8 de mayo de 1948 escribe desde París a su amigo también exiliado Ramon Xuriguera (1901-1966): «Como tal vez te interesará, te remito el catálogo de nuevas ediciones de El Pi de les Tres Branques. He recibido unos pocos ejemplares de los primeros títulos publicados, y los marco con el precio de venta correspondiente. Del Saló de tardor me queda ya un solo ejemplar, pero si lo deseas te lo reservo. Hay cosas realmente buenas, de lo mejor que se ha hecho en poesía catalana en el exilio».

Elegies-de-Bierville

Retrato de Riba obra de Joaquim Sunyer (impreso sobre papel cuché y encolado en el lomo) i portada de las Elegies de Bierville.

Fue también gracias al estudio de los epistolarios que Lluís Busquets i Grabulosa pudo aportar información muy interesante acerca de títulos que en algún momento se sometieron a la consideración de Benguerel, que estuvieron a punto de publicarse o que incluso entraron en proceso de edición. En la revista Germanor llegaron incluso a anunciarse, por ejemplo, títulos de Pere Calders (acaso por mediación de Joan Oliver) y de Caterina Arderiu (1889-1976), pero podemos precisar además que fue su esposo, el poeta Carles Riba, que ya había publicado en El Pi de les Tres Branques, tras una notable labor de edición de sus Elegies de Bierville gracias a la colaboración epistolar de Benguerel, quien le insistió para que publicara el poemario Sempre i ara de Arderiu, que en 1938, en plena guerra civil, había obtenido el Premi Joaquim Folguera. En 1946, se hizo finalmente una elegante edición clandestina de cincuenta y un ejemplares de Sempre i ara en la barcelonesa SADAG (Societat d’Aliança d’Arts Gràfiques), con cinco litografías de la artista de origen georgiano Olga Sacharoff (1889-1967). Riba, además, intentó también que Benguerel publicara en Chile ensayos de crítica literaria, en particular los de Jaume Bofill i Ferro (1893-1968), que hasta 1955 no reuniría su excelente crítica literaria (publicada originalmente en en La Revista, Revista de Catalunya y La Nova Revista, entre otras) en Vint-i-cinc anys de crítica literaria, y Marià Manent (1898-1988). Pero hubo muchos otros casos, como explica Busquets i Grabulosa:

[Joan] Oliver pide a Benguerel que publique en la colección el libro de relatos Tota la saviesa d’aquest món, de Pous i Pagès (libro que se corrigió y preparó en Chile y que sólo el hado impidió que viera la luz), así como una de estas dos obras de Manuel Cruells, L’onze de setembre o Biografia de Pere el Gran […] Algunos autores ofrecen libros por su cuenta, como es el caso de Carner Ribalta, del propio Marià Manent, que pone a su disposición nuevas versiones de poesía china, o de Albert Junyent, covencido de que le interesará una evocación de la guerra en el frente de Aragón.

LlunyaniaCARNER

Albert Junyent intervino además en la búsqueda de financiación, por lo menos para el libro de Carner, cuya edición, en la que colaboró también Cèsar August Jordana (1893-1958) mediante intervención postal desde Buenos Aires, al parecer fue tan agotadora. También en el epistolario quedan reflejados los esfuerzos de Benguerel para encontrar financiación para proseguir con la publicación de nuevos título, pero finalmente las insuperables dificultades económicas hicieron que el proyecto del Pi de les Tres Branques acabara por fenecer. Como concluye Campillo al hacer balance de la contribución de los editores catalanes exiliados en América:

Por lo que se refiere al campo editorial, hay que tener en cuenta, en primer lugar, la aportación catalana al mundo de la edición latinoamericana, ya que entre los exiliados había un buen contingente de profesionales de todo tipo familiarizados con la industria del libro; desde editores a correctores de estilo, pasando por traductores, revisores de originales, ilustradores, además de toda la gama de especialistas en las artes gráficas (un sector mayoritariamente adscrito a la CNT y que se exilió masivamente). Así, la edición en lengua castellana se vio renovada y amplió su oferta […] En lo que atañe a la edición en lengua catalana, la producción no es completamente descorazonadora, si tenemos en cuenta las condiciones anómalas en que se produce.

 

Fuentes:

Xavier Benguerel, Memòria dun exili. Xile, 1940-1952, Barcelona, Edicions 62 (Cara i Creu 34), 1982.

Lluís Busquets i Grabulosa, «Epistolaris de Xavier Benguerel: un pou d’informacions», en Manuel Aznar Soler, ed., El exilio literario español de 1939 (Actas del Primer Congreso Internacional (Bellaterra, 27 de noviembre-1 de diciembre de 1995), Sant Cugat del Vallès, Gexel- Cop d’Idees, vol. I, pp. 555-568.

Maria Campillo, «Breve informe sobre el exilio literario catalán», en Manuel Aznar Soler, Las literaturas exiliadas en 1939, Sant Cugat del Vallès, Gexel- Cop d’Idees (Sinaia 1), 1995, pp. 37-42.

Maria Campillo, «L’exili a la literatura catalana», en AA.VV., L’exili republicà: política i cultura (Actes de les Jornades d’Estudi celebrades al Centre de la Cultura Misericòrdia, Palma 18-20 de noviembre de 2009), Palma de Mallorca, Colsell Insular de Mallorca-Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2011, pp. 75-92.

Josep Camps i Arbós, ed., Lespantós és el buit, el desert. La correspondencia entre Rafael Tasis i Ramon Xuriguera, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat (Biblioteca Serra d’Or 432), 2010.

Josep Carner, «Represa», Revista de Catalunya, núm. 102 (abril-juny de 1947), pp. 3-5.

Juan Francisco Escalona, «Editores españoles en el exilio», en Editores del exilio republicano de 1939. Exposición en la Sala de Revistes de la Biblioteca dHumanitats de la Universitat Autònoma de Barcelona, diciembre de 1999, pp. 7-39.

Galderich, «La també rara segona edició de les Elegies de Bierville», Piscolabis&Librorum, 12 de julio de 2009.