La Colección Penélope y los antecedentes de la editorial Planeta

En el año 1949 aparecía en la por entonces recién creada Editorial Planeta una novela de Margaret Simpson titulada Demasiado tarde…, que se anunciaba como primer número de una flamante Colección Penélope. La traducción de este libro se atribuía a Matias Tieck, que no parece que firmara ninguna otra traducción, se imprimió en las barcelonesas Gráficas Londres y se encuadernó en tapa dura con una sobrecubierta ilustrada (con no mucho acierto en cuanto a la legibilidad del nombre de la autora). Unos cuantos años más tarde, en 1956, ese mismo libro aparecería en otra colección de Planeta, Goliat, y aún se reeditaría en la misma editorial en 1967. También la segunda novela de Margaret Simpson en Penélope se publicó ese año 1949, Ana Isabel, en este caso traducida por Victor Scholz, que fue un prolífico traductor de novela romántica decimonónica que el año anterior había visto salir en Ediciones Reguera su versión de El Nabab, de Alphonse Daudet, y que más tarde traduciría a Thomas Mann, Lewis Sinclair y Boris Pasternak, entre otros, lo que le acreditaría (si traducía de las lenguas originales) como un sorprendente políglota.

Ese mismo año 1949 se añadirían a la Colección Penélope nuevos títulos ‒ninguno de ellos muy a menudo recordados a día de hoy‒, todos ellos impresos en la mencionadas Gráficas Londres. Es el caso por ejemplo de Esta es mi cosecha, una novela firmada por un también incógnito Lee Atkins, y en este caso traducida por Mary Rowe (conocida en esos años como traductora de Tres soldados, de John Dos Passos, para José Janés, más que por algunas novelas propias que había publicado en las editoriales Betis, Molino y Clíper).

De Mildred Masterson Mac Neily (1910-1997), que al año siguiente publicaría en inglés su única novela relativamente famosa (Each Bright River), aparecería también en 1949 en Penélope la novela La última esperanza, traducida de nuevo por Victor Scholz. Asimismo, entra en el catálogo de Penélope Locura de reina, de la también novelista estadounidense Elswyth Thane (1900-1984), quien en los años inmediatamente posteriores vería traducidas al español El gran anhelo (Mateu, 1950, en traducción de Ballester Escalas, recordado por su traducción de Alicia en el País de las Maravillas, también en Mateu) y La moza Tudor (Planeta, 1956, en versión de Herta M. E.). Quizá venga a cuento recordar que en alguna ocasión José Manuial Lara Hernández declaró que quien le había sugerido que se dedicara a la edición de libros, si quería ganar dinero, fue precisamente Francisco Fernández Mateu.

A estos títulos hay que añadir aún Caballero sin espada, de Lewis R. Foster (1898-1974) y traducida por Fernando Arce Solares, en cuya sobrecubierta aparece una imagen claramente inspirada en el cartel cinematográfico de la película que a partir de esta narración había dirigido diez años antes (en 1939) Frank Capra, con James Stewart y Jean Arthur como protagonistas. El hábito de aprovechar las imágenes cinematográficas se hizo enseguida muy habitual cuando se daba la ocasión, no sólo en Planeta, sino también en muchas otras editoriales barcelonesas del momento.

Pero sobresale en este primer año de la Colección Penélope de Planeta la única novela escrita originalmente en español, Nina, de la poeta y narradora Susana March (1915-1990). La muy precoz escritora barcelonesa (en 1932 ya publicaba poemas en el periódico La Noticia y La dona catalana y en 1938 apareció su poemario Rutas con pie de la Imprenta y Librería Aviñó) llevaba ya casi una década casada con el también escritor y pionero del tremendismo literario Ricardo Fernández de la Reguera (1912-2000), que años más tarde entraría a formar parte del jurado del Premio Planeta, pero seguía publicando novela rosa para, según sus propias declaraciones retrospectivas, «equilibrar [su] presupuesto económico de joven recién casada en los duros tiempos de posguerra española». Sin embargo, el gran éxito de Susana March en el campo de la narrativa se produciría bastantess años después con Algo muere cada día, publicada a principios de 1955 en Planeta y traducida al francés, el alemán y el ruso, y considerada en su momento por José Luis Cano como un ejemplo de la preeminencia de la mujer en la corriente del tremendismo (con Los Abel, de Ana María Matute, y Juan Risco, de María Cajal). Con todo, Susana March no llegó nunca a ocupar un puesto destacado en la historia de la novela española, si bien Círculo de Lectores recuperó esta novela en 1969.

La colección Penélope no tuvo continuidad más allá de 1949, acaso porque existían otras editoriales que estaban publicando con mejor gusto y más visión comercial novelas específicamente destinadas a las lectoras, pero lo que tal vez sea menos conocido es que esta colección sí tenía un antecedente, cuya creación en ningún caso cabe atribuir a José Manuel Lara, y que la numeración de los títulos en su continuidad en Planeta puede llevar a confusión.

En 1942 había aparecido una traducción de Climas, de André Maurois (1885-1967), en una Colección Penélope encuadrada en la Editorial Tartessos de Félix Ros (1912-1974), y de hecho se especificaba que era este periodista, poeta y traductor falangista el director de la colección. Al parecer, cuando compró Tartessos la intención de Lara parecía, pues, dar continuidad a la labor que en ella se venia haciendo, pero no se explica muy bien por qué no lo hizo de inmediato y tardó tanto tiempo en recuperar el nombre de esta colección. En el caso de Climas, se trataba de un libro relativamente lujoso, encuadernado en tapa dura y con sobrecubierta, con las guardas ilustradas, con el canto superior tintado y con algunas ilustraciones a plumilla en el interior. La traducción era la del prolífico grafómano Juan Ruiz de Larios y las ilustraciones obra de José Picó Mitjans (1904-1991), quien antes de la guerra ya se había hecho un nombre como dibujante en revistas «galantes» o tímidamente sicalípticas de los años veinte (como Cosquillas o Varieté). Nada que ver con lo que serían los libros de Penélope en manos de Lara. 

En la misma colección Penélope de Tartessos aparece también en 1942 la traducción de Alberto Gracián de Clara, entre los lobos, del cineasta, periodista y escritor italiano Arnaldo Fratelli (1888-1965), quien en 1939 había obtenido con ella un ex aequo en el Premio Viareggio. En este caso las ilustraciones de la edición son obra de Joan Fors, por entonces un habitual de las ilustraciones para libros pero que entró hasta el fondo de la memoria de los españoles por haber creado la imagen publicitaria de los productos de limpieza Netol. Al año siguiente aparecieron dibujos suyos en la edición de publicada por la editorial Olimpo de la obra de José María García Rodríguez La Gracia en la locura (enamorados, locos y bufones), que se imprimió en la Clarasó y para la que diseñó y realizó también la ilustración de sobrecubierta. En la misma colección de la editorial Olimpo, la Biblioteca Pretérito, aparecería al año siguiente, también con ilustración de sobrecubierta de Fors, Elisabeth Vigée Le Brun. Pintora de reinas, de Laura de Noves.

No es frecuente evocar los inicios de Lara previos a la creación de Planeta, pero en ellos, como ejemplifica el caso de la colección Penélope creada por Félix Ros, se encuentran muchos hilos de los que después tirará. Es también el caso de su intención de triunfar económicamente con la publicación de autores españoles, que más allá del libro mencionado de Susana March, se había manifestado también con el sabadellense Bartolomé Soler (1894-1975).

Pese al tremendo éxito que Soler había tenido en Hispanoamericana de Ediciones en 1945 con La vida encadenada, de la extensa novela que le publicó Lara en 1946, Karú Kinká (ambientada en la Patagonia), vendió al parecer unos quinientos ejemplares. Aun así, a Bartolomé Soler lo había publicado por primera vez José Manuel Lara en la colección Nuevos Horizontes, perteneciente a la efímera Editorial LARA, con sede en el número 72 de la calle Bruch, donde, además de Lara, trabajaba el profesor republicano Francisco Ortega como corrector y Angelita Palacios como secretaria (además de un chico de los recados no identificado). Esa misma novela de Soler volvió a publicarla Lara en Planeta en 1954. Y en LARA se publicó también al periodista de Terrassa (lo que puede tener su gracia para los vallesanos, que conocen bien la tradicional rivalidad entre las dos capitales de comarca, Sabadell y Terrassa) Luis Gozaga Manegat (1888-1971). Manegat había sido en su ciudad natal director de la revista infantil Alegria, nacida en 1925 en los círculos primorriveristas con el expreso propósito de combatir a la celebérrima En Patufet y cuyo mayor mérito es quizás haber albergado ilustraciones del pintor uruguayo Rafael Barradas (1890-1929) y algunas de las escasas ilustraciones que se le conocen al filólogo y editor Francesc de Borja Moll (1903-1991). En LARA, Manegat (que había sido director de la revista Mundo Católico y en 1940 había publicado en la Librería Araluce Muy falangista) publicó, en fecha imprecisa pero antes de la venta de esta editorial a José Janés, Luna roja en Marrakex [sic], que en 1947 aparecería en traducción al francés gracias a la librería y editorial creada en Ginebra por Jean-Henri Jehebe (1866-1931).

La intención de Lara de publicar a autores españoles venía de lejos, pues, y había cosechado sonados fracasos. En cualquier caso, quizá una mirada más profunda a esos años iniciales de Lara en el campo de la edición, además de subrayar sus vínculos con los periodistas y los políticos más rancios de su tiempo (por mucho que empleara a izquierdosos), ponga de manifiesto y permita reseguir su aprendizaje en el ámbito de los negocios, porque al parecer en el del criterio literario y estético su inanidad era innata.

Más áncoras y más delfines (en la Editorial Tartessos)

En la página 7 del número 142 de una publicación de Cuenca (España), titulada inequívocamente Ofensiva y caracterizada más inequívocamente todavía como Bisemanaro nacional-sindicalista, el que fuera miembro de la RAE Ángel Dotor (en mejores tiempos colaborador de Guillermo de Torre en aventuras vanguardistas como Alfar, Cervantes o Cosmópolis) publicó un interesante artículo titulado –muy acorde con la línea de ese “bisemanario, que salía jueves y domingos–  “Una editorial española” que aporta datos muy útiles para caracterizar la editorial Tartessos que dirigía Félix Ros (1912-1974), y que en 1944 acabó vendiendo por cien mil pesetas a José Manuel Lara, para que este se iniciara en el mundo de la edición (y, tras su fracaso, la vendiera a su vez a Janés comprometiéndose además a no volver a entrar en el negocio de la edición).

El texto de Ángel Dotor (1898-1986) constituye un completo repaso a lo que, a la altura de octubre de 1943, eran las colecciones de Tartessos: Grandes Narradores Contemporáneos (Joyce, Maugham, Roger Vercel), Narradores Eternos (Jane Austen, Goncharov), El molino y la Rosa (Los papeles póstumos del Club Pickwick), Penélope (Maurois, Fratelli), Amadís (donde publicó a Azorín y Unamuno), Noche en Vela (El puente de San Luis Rey de Thornton Wilder, Dickens), Muérdago (Bécquer, Maupassant) y, en los que quisiera detenerme: Seis Delfines y Áncora de Salvación.

Félix Ros (1912-1974)

Félix Ros (1912-1974)

Teniendo en cuenta que, una vez disuelta su asociación con Josep Janés i Olivé (1913-1959) –como consecuencia de “circunstancias igualmente penosas para los dos” que los mantuvieron reñidos durante varios años, según el propio Ros–, la editorial se creó tras el verano de 1941, no hay duda de que tuvo un arranque bastante asombroso, y aunque es cierto que hay unos cuantos títulos publicados por Tartessos que ya habían sido anunciados en la empresa en común con Janés (Editorial Emporion), la cantidad de títulos y el fuste de algunos de ellos no dejan de ser muy dignos de consideración.

El nombre de Seis Delfines y Áncora de Salvación, como el de Áncora y Delfín, el logo de Barral más adelante o –como señaló Mireia Sopena– el de los Dolphin Books de Joan Gili i Serra, remite de un modo evidente a la obra de Aldo Manuzio. Son, desde el punto de vista literario, pero también desde el del diseño, dos de las colecciones más interesantes y logradas de Tartessos (a la que podría añadirse Muérdago). Al igual que hicieran con Janés en la colección Saeta Blanca de Emporion, los volúmenes de Seis Delfines se encuadernaban en un cartón muy flexible, sin imprimir, con sobrecubierta ilustrada a dos tintas, pero lo que quizá más llama la atención sea la selección de autores (muy afín a las que en esos mismos momentos y en los años siguientes hacía Josep Janés), entre los que se encuentran algunos de los narradores británicos más apreciados en España en la década de los cuarenta: G. K. Chesterton, Maurice Baring,  W.B. Maxwell o Somerset Maugham. Y hasta tal punto llegaba esa «afinidad» –si de tal cosa se trataba– entre Janés y Ros que incluso publicaron ambos en los mismos años y en sus respectivas editoriales el Climas de Maurois.

Ernst Wiecher.

Y, junto a ellos, otros autores no menos “janesianos”, como la premio Nobel de 1909 Selma Lagerlöf, el mencionado represaliado por los nazis y exiliado André Maurois o –caso bastante curioso teniendo en cuenta el ambiente censorio y la trayectoria política del autor–, La baronesa, del católico Ernst Wiechert (1887-1950), quien ya en los años treinta se había significado por sus críticas al nazismo y que durante la guerra pasó cuatro meses internado en el campo de Buchenwald. A su lado, con retranca, el premio Nobel de 1910, el judío alemán Paul von Heyse (1830-1914). Desde el punto de vista estrictamente político, contrasta junto a ellos la presencia de Paul Morand (1888-1976), uno de los representantes más conocidos del grupo francés de Los Húsares (con Roger Nimier, Jean Giono, Jacques Chardonne, etc.) célebre por su filonazismo y sobre todo por su antisemitismo. Entre los autores que se anunciaron en las solapas de los números publicados y que no llegaron a salir en esta colección se encuentran Roger Martin du Gard, Jean Cocteau, Jacques Chardonne, Joseph Peyré, Karl Heinrich Waggerls y Aquilino Ribeiro.

Así se presentaba la colección, que es evidente que no se guiaba en absoluto por criterios políticos, con un texto sin compromiso ninguno: «La editorial Tartessos publicará en esta colección de los Seis Delfines las mejores obras de imaginación de la literatura moderna de todo el mundo […] Y las últimas obras de los más importantes autores españoles», algo esto último que no llegó a cumplir de ninguna manera.

Los 6 delfines. Cliclando en la imagen aumenta de tamaño.

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En cuanto a Áncora de Salvación, que acoge volúmenes más breves pero igualmente cuidados y con un aspecto muy parecido al de Narradores Eternos (11 x 18, tapa dura con sobrecubierta y portada a dos tintas), los tres primeros títulos publicados permiten aventurar que pretendía dar cabida a autores nacionales o traducidos que abordaran el género biográfico. Entre los primeros autores elegidos se encontraba el periodista de Ya Nicolás González Ruiz (1897-1967), de quien su nieto José Antonio Millán ha escrito que “no sólo era el adalid del pensamiento nacional-católico aplicado a la literatura, sino que además había juzgado moral y personalmente millares de obras, glosadas puntualmente en su libro 6.000 novelas. Crítica moral y literaria”, pero que se hizo célebre sobre todo como continuador de la serie de biografías Vidas Paralelas (de las que escribió una veintena larga de títulos). Le acompañaban en Áncora de Salvación un incógnito Miguel S. Ferrer (acaso un seudónimo) y el Premio Nobel de 1933 Ivan Bunin (1870-1953), lo cual compone ya un trío bastante singular. Pero resulta desconcertante la publicación con ellos de la Crónica del callejón de los Gorriones, la primera obra de Wilhelm Raabe (1831-1910), que firmaba como Jakob Corvinus (y en una traducción que, sorprendentemente, en 1992 publicaría Rialp con copyright propio).

Al margen de áncoras y delfines, algunos de los libros de Tartessos que más han dado que hablar quizás hayan sido el Gente de Dublín (es decir, Dublineses), de Joyce, en traducción de Isabel Abelló de Lamarca, aparecido en Narradores Eternos en 1942, y la delirante versión de El parque Mansfield, de Jane Austen, publicada en la misma colección al año siguiente. La primera suele mencionarse como una de las obras que contribuyeron a dar a conocer en España a James Joyce, después de la pionera traducción de Retrato del artista adolescente que Dámaso Alonso firmó como Alfonso Donado y Biblioteca Nueva publicó en 1926 con prólogo de Antonio Marichalar.

En cuanto a la traducción que Guillermo Villalonga firmó de la obra de Jane Austen, basta una mirada para comprobar que de los 49 capítulos que tiene la novela en su versión original, sólo se publicaron 39, con un monumental salto entre los capítulos 11 y 20 que sin duda debieron de tener como consecuencia algunas lecturas distorsionadas  de El parque Mansfield. No es raro, sobre todo en las ediciones de esos años, que el cuidado puesto en la ilustración y la encuadernación, pese a la escasez de medios, no vaya acompañado de un esmero similar en cuanto a la edición de los textos, pero esta edición de Tartesos quizá sea merecedora de contarse entre las obras cumbre de los despropósitos en la materia.

Anexo. Títulos de Seis Delfines y Áncora de Salvación

SEIS DELFINES:

 

CAM004251. G.K. Chesterton, El Club de los Incomprendidos (traducción de Rafael O´Callagan), 1941; 1942 (2ª ed.).

2. Nino Salvaneschi, Sirénida, capital del mar (traducción de Margarita Sarasate), 1941.

3. Ernst Wiechert, La baronesa (traducción de Patricia Argensola), 1942.

4. W. Somerser Maugham, En los mares del Sur (traducción de José Romero de Tejada), 1942.

5. G.K. Chesterton, La incredulidad del padre Brown (traducción de Isabel Abelló de Lamarca), 1942.

6. Selma Lagerloff, Thale Tott y otras historias (traducción de N. Grülding), 1942.

7. Corrado Alvaro, El hombre es fuerte (traducción de Antonio de Gilbert), 1942.

8. Ivan Turgueniev, Aguas primaverales (trad. de R. O´Callagan), 1942.

Portada C9. Maurice Baring, C (vol I), (traducción de Enrique de Juan), 1942.

9 [bis]. Maurice Baring, C (vol II), (traducción de Enrique de Juan), 1942.

10. Paul Heyse, Sobre todas las cumbres, traducción de Kathe Von Balnkenstein, 1942.

11. Vittorio G. Rossi, Océano (traducción de Jorge Montalt), 1942.

12. G. K. Chesterton, El escándalo del padre Brown (traducción de F. González Taujis), 1942.

13. Ricarda Huch, El último verano (traducción de Käte von Blankenstein), 1942.

14. Maurice Baring, Medio minuto de silencio y otras historias (traducción de F. González Taujis), 1942.

15. Sofía R. Nalkowska, Choucas (traducción de Mira Warstacka), 1943.

16. John Hampson, Noche de sábado en Greyhound (traducción de Juan de Antequera), 1943.

17. Z. Y. Arbatov, Tania Vetrova (traducción de Alexus Marcoff), 1943.

Padre Brown18. Roger Vercel, Zona prohibida (traducción de María Héctor), 1943.

19. W. B. Maxwell, Olvidamos porque debemos olvidar (traducción de Guillermo Villalonga) 1943.

20. Francis Carco, La sombra (traducción de F. Navarro), 1943.

21. G. K. Chesterton, El secreto del padre Brown (traducción de Isabel Abelló de Lamarca), 1943.

22. W.B. Maxwell, Diario íntimo (traducción de J. Romero de Tejada) 1943.

23. Paul Morand, El difunto señor duque (traducción de Juan G. de Luaces), 1944.

24. André Maurois, Climas (traducción de Juan Ruiz de Larios), 1944.

ÁNCORA DE SALVACIÓN:

Nicolás González Ruiz, Axel de Fersen. El romántico amor de María Antonieta, 1942.

Miguel S. Ferrer, Beethoven. Biografía, pensamientos, cartas, 1943.

Ivan Bunin, La redención de Tolstoi (traducción de Alejandro Liaño), 1943.

Wilhelm Raabe, Crónica del callejón de los gorriones (traducción de Käthe von Blankenstein y Enrique de Juan), 1943.

Fuentes:

José Cruset, “Félix Ros: en la desnuda expresión de la medida del hombre”, La Vanguardia Española, 2 de marzo de 1967, p. 56.

Ángel Dotor,“Una editorial española”, Ofensiva. Bisemanario nacional-sindicalista, núm 142 (Cuenca, 10 de octubre de 1943), p. 7.

Josep Mengual, A dos tintas. Josep Janés, poeta y editor, Barcelona, Debate, 2013.

José Antonio Millán, “Donde las dan las toman o El más famoso sintagma”, en Libros y bitios, 25 de febrero de 205 (originalmente en Julio Ortega, ed., La Cervantiada, Madrid, Ediciones Libertarias, 1993).

José Antonio Millán, “La pesadilla gozosa. En torno a el hombre que fue jueves”, en Libros y bitios, 3 de junio de 2005 (publicado originalmente en Archipiélago, núm. 65).

Félix Ros, “Janés. Evocación en la Feria del Libro”, Abc, 9 de junio de 1959, pp. 5-7.

Eduardo Ruiz Bautista, coord., Tiempo de censura. La represión editorial durante el franquismo, Gijón, Ediciones Trea (Biblioteconomía y Administración Cultural 188), 2008.

 

 

Félix Ros, escritor en catalán

Andrés Trapiello señaló a Félix Ros y Luys Santa Marina como los dos escritores catalanes más notables entre los falangistas, pero apenas ha

Andrés Trapiello, Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939), Barcelona, Destino (Imago Mundi 167), 2010 (edición que revisa y amplía las anteriores). Lo citado, en p. 413.

Andrés Trapiello, Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939), Barcelona, Destino (Imago Mundi 167), 2010 (edición que revisa y amplía las anteriores). Lo citado, en p. 413.

quedado algo más de la obra literaria del primero de ellos que Preventorio D. Ocho meses en el SIM (Barcelona, Yunque, 1939; reeditado en 1974 con el subtítulo Ocho meses en la cheka en Prensa Española), que se ha destacado a menudo como el ejemplo más interesante, o cuanto menos de los más legibles, de entre el aluvión de libros memorialísticos que en la inmediata posguerra evocaban el período bélico. En algún momento se ha recordado también a Ros como colaborador de la revista Cruz y Raya que en Madrid dirigió José Bergamín entre 1933 y 1936, en la que Ros publicó, entre otras cosas, una selección y traducción de obra de Jordi de Sant Jordi y de algunas de las Estances de Carles Riba. Pero menos conocida y quizá más sorprendente, dada su filiación política, es su veta como escritor en catalán y que quizá se explicaría muy difícilmente si no se tuviera en cuenta la amistad con el poeta y editor Josep Janés i Olivé.

En la espléndida revista Rosa dels Vents, se publica en el tercer y último número (junio-julio de 1936) un poema de Ros titulado “Rastre d´un llavi…” dedicado al director de la revista, Josep Janés i Olivé, de quien en la posguerra Ros sería socio en sus primeras y fugaces empresas editoriales, antes de crear Tartessos (que acabaría vendiendo a José Manuel Lara Hernández). He aquí el poema en cuestión:

Rastre d´un llavi, abandonat

sobre el mocador – i ignorat,

forma d´un bes sense record.

¿Qui va deixar ta sang, tan dolça,

sobre ma boca, que ara polsa

sil·labes certes, cert conhort?

Oh moment quiet – o fugitiu!

Oh gràcia lassa – àgil, potser!

Encara, com inútil riu,

esperen hores (ja atrevides

a sa esfera, invisible) fer

noves senyals d´amors i vides.

Mentre tu, mocador besat

de qui sap qui, enfonsis en l´ona

ton ventre de vent, fluix, sagnat,

sobre el qual l´encís s´arrodona…

I perdis el corall – despulla.

I tornis a ésser blanca fulla.

El periplo de Ros durante los meses siguientes a la publicación de este poema puede seguirse a través del mencionado Preventorio D, pero menor rastro, muy probablemente por razones de censura, han dejado los intentos del autor por volver a publicar en catalán, concretamente su libro de ensayos y notas El paquebot de Noé (en el que destacan las páginas dedicadas al poeta López-Picó) y el poemario Amosa ment. La noticia del primero de estos títulos se encuentra por primera vez en la sobrecubierta del número 74 de los Quaderns Literaris que Janés siguió dirigiendo durante la guerra civil, donde se señala entre los 64 números previstos, y cuya publicación se anuncia para octubre de 1937. Se anunció también en junio de 1939 en el quinto número del boletín bibliográfico que publicaba la Editorial Apolo, y a la altura de 1944 aún se consigna entre las obras de Ros “en prensa” en la editorial Tartessos, que dirigía el propio Ros. Finalmente sólo apareció en 1946, en la colección Genil de José Manuel Lara, traducido al español y censurado.

Sobrecubierta de El paquebot de Noé, en la colección Genil, de la editorial LARA.

Sobrecubierta de El paquebot de Noé, en la colección Genil, de la editorial L.A.R.A. (que poco después compraría Janés).

En cuanto a Amorosa ment, se menciona en la sobrecubierta de la edición de Tres suites, de Carles Riba, aparecida en la janesiana Biblioteca de Poesia de la Rosa dels Vents en 1937, pero no me consta que dejara otro rastro. También de 1937 es la traducción al español de la novela de Sebastià Juan Arbó Camins de nit, aparecida en la Editorial Luis Miracle, si bien cuando José Janés intentó publicarla, en 1947, en lugar de recuperar esa traducción el autor prefirió autotraducirse por considerar la de Ros una traducción excesivamente libre. Como colofón a este breve repaso de lo que parece obra más o menos perdida de Ros, quizá puedan mencionarse las numerosas traducciones del catalán al español que incluye Félix Ros en su libro Prácticas de literaturas no castellanas. Un panorama completo de todas las literaturas desde el siglo –X hasta 1944 (Selección de textos de literaturas extranjeras y las regionales de España para estudiantes de bachillerato (Barcelona, Tartessos, 1944), en cuyas páginas iniciales, por cierto, aparece aún El paquebot de Noé como “en prensa”, y en el que firma traducciones de fragmentos de Bernat de Ventadorn, Ramon Llull,  Jacint Verdaguer, Àngel Guimerà, Joan Alcover, Frederic Mistral, Joan Maragall, Josep Maria López-Picó y Carles Riba. Pas mal. Y a ello hay que añadir aún la Antologia poética de la lengua catalana (puesta en versos castellanos) que le publicó Editora Nacional en 1965. Todo un tour de force.

A raíz de la publicación de este libro, Félix Ros declaraba a Manuel del Arco: «el poeta catalán tiene más fácil serlo en francés y sobre todo en inglés que en castellano. El catalán lo que pierde en variedad lo gana en profundidad y es más difícil traducir el verso castellano al catalán que al revés». (La Vanguardia, 17 de diciembre de 1965).

Fuentes

Jacqueline Hurtley, Josep Janés, El combat per la cultura, Barcelona, Curial (Biblioteca de Cultura Catalana 60), 1986.

Félix Ros, Prácticas de literaturas no castellanas. Un panorama completo de todas las literaturas desde el siglo –X hasta 1944 (Selección de textos de literaturas extranjeras y las regionales de España para estudiantes de bachillerato, Barcelona, Tartessos, 1944.

Andrés Trapiello, Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939), Barcelona, Destino (Imago mundi 167), 2010 (3ª ed., que corrige y aumenta las anteriores).