Ediciones Patria, aproximación a un enigma de la postguerra

No parece ser gran cosa lo que se sabe de las Ediciones Patria, una empresa que recién terminada la guerra civil española (1936-1939) puso en circulación una interesante revista de poesía y una serie de libros con doble pie editorial en Barcelona y Madrid, en el primer caso llevados a cabo en los Talleres Tipográficos de Pellicer (en la calle Muntaner, 111) y en el segundo en Gráfica Informaciones (en Orellana, 7).

Recién concluida la guerra, el mismo año 1939 Ediciones Patria publica por lo menos cuatro libros que ya permiten atisbar quién se encontraba detrás de esta iniciativa: el libro de viajes Inglaterra y los ingleses, de Alfredo Marqueríe (1907-1974), con prólogo de Jesús Nieto, que se acompaña de fotografías en blanco y negro; la novela humnorística Don Laureano y sus seis aventuras, también de Marqueríe; Breviario sentimental, relámpagos de humor y filosofía, del mencionado Jesús Nieto, y la Carta encíclica Sumus Pointificatus, del papa Pío XII. Al parecer, la novela de Marquerie gozó de cierto éxito, pues José María Martinez Cachero habla de ella en los siguientes términos: «Las a veces regocijantes, a veces tristes peripecias del mediocre funcionario protagonista fueron muy comentadas a su aparición (“una novela finísima”, “un libro de graciosa amenidad”, un ejemplo de novela humana y humanizada)».

El año siguiente abre una curiosa colección llamada Biblioteca de Marinos Españoles que se estrena con Legazpi (el conquistador de Filipinas), del carlista y luego falangista José Sanz Díaz (por aquel entonces adscrito a la Subsecretaría de Prensa y Propaganda; es decir, a la censura) y España en Trafalgar (Abismo de gloria), del escritor y ex militar Federico de Mendizábal (1901-1988), y publica al abogado asturiano establecido en Galicia Camilo Barcia Trelles (1888-1970) el ensayo Vázquez de Menchaca (sus teorías internacionalistas, 1512-1569). El género de la novela, rosa en esta ocasión, está representado ese año por Edad y belleza en el amor, de Andrés Revesz (1896-1970), mientras que el humor está representado por los Cuentos de humor de Samuel Ros (1904-1945) y se publica también el anecdotario firmado por Curro Vargas La vida no es así (páginas por abrir), pero lo más interesante es la incursión en la poesía.

Son también de 1940, por ejemplo, Rutas paganas, del poeta madrileño Isidoro Martínez Alonso; Mar del sol, del poeta falangista gallego José María Castroviejo (1909-1983), quien el año anterior había publicado en Ediciones Jerarquía el poemario Altura, poemas de guerra; una reedición del primer libro de Antonio Mas-Guindal, que había aparecido originalmente en Unión Poligráfica en 1935, y ahora se publicó precedido de un prólogo de César González Ruano (1903-1965), con quien había compartido iniciativas como Los Jóvenes y el Arte, que Miguel A. Iglesias ha descrito como «un grupo de intelectuales de derechas en el Madrid de preguerra» en el que figuraban también Marquerie, Agustín de Foxá o Margarita de Pedroso.

Gerardo Diego dibujado por Escassi.

Con todo, la edición más relevante de Ediciones Patria ese año parece ser la de Ángeles de Compostela, del poeta de la Generación del 27 Gerardo Diego (1896-1987), que se publica impreso a dos tintas, con varias ilustraciones del artista [José Romero] Escassi (1914-1994), que al arrancar la guerra civil se convirtió en uno de los habituales en la revista FE, y fotografías del gallego Ksado (Luis Casado Fernández, 1888-1972), que se había hecho famoso en 1936 con el álbum Estampas de Galicia.

Del año siguiente son los cinco números de la revista Cuadernos de Poesía, que en el inicial (de enero) incluye textos de Manuel Machado, Gerardo Diego, Jorge Guillén, entre otros, y un homenaje a Unamuno ilustrado por Demetrio [López Vargas] (1886-1960), quien, después de hacerse célebre por sus dibujos de mujeres, tras la guerra era colaborador habitual de Informaciones. En números sucesivos, esta revista publicó obra a Luis Rosales, Ángel Valbuena Prat, Félix Ros, Rubén Darío, Pilar Valderrama (la Guiomar de Antonio Machado), Federico Sopeña, etc., e incluyó en algunos números ilustraciones de Escassi.

Desgajados de la revista salieron un par de volúmenes que se presentaban como pertenecientes a una Biblioteca Poética Cuadernos de Poesia, de Ediciones Patria: Poesías místicas, selección de textos de Miguel de Unamuno llevada a cabo por Jesús Nieto y con un prólogo de Juan Aparicio; y Romances 1918-1941, selección de poemas de Gerardo Diego realizada por él mismo.

El interés por Unamuno se puso también de manifiesto en la creación de uno de los primeros premios literarios de una cierta entidad de la inmediata posguerra, que las Ediciones Patria lanzaron precisamente con el nombre de Premio Unamuno, destinado a «despertar el interés de los escritores, y especialmente de los jóvenes, y para ayudar a mantener el cultivo de la novela española» y dotado con 2.000 pesetas al ganador y con la posibilidad de otorgar un accésit de 1.000. El primer y único ganador fue el arabista y gastrónomo Luis Antonio de la Vega (1900-1977), que vio publicada Los que no descienden de Eva en Patria ese mismo año.

No menos singular es, por diversos motivos, la Antología poética del escritor modernista peruano Alberto Ureta (1885-1966), que entre 1934 y 1937 había sido cónsul general en Madrid, y que se publica con un prólogo de Jesús Nieto. Según la cubierta de este libro, se enmarca en una Biblioteca Hispanoamericana de Cuadernos de Poesía, perteneciente a las ediciones Patria, con doble sede en Barcelona-Lima. Hay que retener este dato.

La revista no tuvo continuidad en 1942, y a decir de Martínez Cachero tampoco la editorial: «La marcha de Jesús Nieto Pena, responsable de la editorial, a Hispanoamérica supuso la desaparición de Ediciones Patria que en 1941 había ofrecido la novela de Samuel Ros Los vivos y los muertos, breve narración elegíaca o canto a la amada muerta con relevante acento poético y estructura dialogada».

A este título del falangista Samuel Ros pueden añadirse aún en 1941 Apología del espíritu religioso, de Jesús Nieto; Barceló, Sus luchas con ingleses y piratas berberiscos (en la Biblioteca de Marinos), del antisemita y colaborador de Informaciones Francisco Ferrari Billoch (1901-1958); Estelaria (Sinfonías verbales) y Alegorías, ambos del ya mencionado Isidoro Martínez Alonso; Vida y doctrina de Cornelio Codreanu, de Tomás Escolar y Jesús Nieto y con prólogo del fundador de las JONS Emiliano Aguado (1907-1979); Serrano Suñer en la Falange, del periodista, novillero, espía pronazi y falangista de primera hora Ángel Alcázar de Velasco (1909-2001).

En el número de la revista Destino correspondiente al 10 de agosto de 1940, aparece una breve nota en la que se celebra el número especial dedicado a la Marina Española por la espléndida y soberbia revista Mio Cid, subtitulada inequívocamente «Revista Nacional de Arte, Literatura e Imperio» y en la que figura como director y gerente nuestro Jesús Nieto Pena. Unas semanas después, en el número del 24 del mismo mes anuncia Destino: «En Valencia, por el esfuerzo inteligente de Jesús Nieto Pena, capitán de muy simpáticas empresas de cultura, sale ahora la revista de literatura Mío Cid, que ha publicado un número lleno de frescura y poesía dedicado al mar.»

En su tesis doctoral, de 1993, Ana Isabel Álvarez Casado hizo la siguiente descripción de esta revista:

Esta pequeña revista, subitulada «Hoja de literatura y arte bajo el signo Imperial», nace en Burgos, ciudad donde radicó el primer gobierno franquista durante la contienda y de la cual saldrían importantes medidas bélico-políticas del Alzamiento Nacional. El director de Mio Cid, que a partir de junio de 1938 se tituló «Revista católica de Literatura y Arte», fue Jesús Nieto Pena y su redactor jefe A. Mariño Vilella. Desde su nacimiento Mio Cid se mostró plenamente sesgada por su advocación religiosa y clerical, y, lógicamente, apologista del Régimen que impondría el general Franco, al cual se le dedicó un número extraordinario en 1937. Con un sentido falangista de tradicionalismo, regeneración y universalidad, pretendía presentarse ante sus lectores esta revista, ayudando al Caudillo en su labor de salvaguardia de los valores tradicionales hispánicos.

Al margen de acabar de rematar la caracterización ideológica de Nieto Pena, lo que interesa aquí es ver un número de la segunda época de Mio Cid, en que figura como secretario Jaime Santamaria y la dirección de la revista es el entresuelo del número 39 de la Vía Layetana (a unos pasos de la de Patria, que estaba en el número 47); en particular interesa el número correspondiente a mayo de 1941 (realizado lujosamente en la S.A.D.A.G.) que, además de textos de Karl Vosler, Manuel Machado, Ramón Menéndez Pidal, Gerardo Diego y Rafael Lapesa, ofrece una página completa titulada «La obra de una gran editorial española» que es muy generosa en información, no sólo acerca de los títulos publicados hasta entonces en Patria, sino también acerca de algunos planes editoriales que no llegaron a completarse.

Además de afirmar que en apenas dos años se han publicado más de sesenta títulos (algunos sin fechar), se indica por ejemplo que de la Biblioteca de Marinos está prevista la aparición de doce volúmenes, que son los mismos que compondrán la de Músicos (en la que se anuncian títulos dedicados a Granados, Pedrell, Falla, Arriaga y Sarasate), se presenta para el siguiente otoño una Biblioteca de Filosofía con textos anotados, otra colección de Biografías contemporáneas… Pero sobre todo resulta revelador una noticia que acaso explique el precipitado fin de una empresa que, en apariencia, tan bien funcionaba: «Próximamente Ediciones Patria instalará en la ciudad de Lima (Perú) una importante sucursal para los mercados hispanoamericanos con el fin de estrechar vínculos culturales entre Perú y España». Es una pista.

Fuentes:

Ana Isabel Álvarez Casado, Bibliografía Artística del Franquismo: Publicaciones periódicas, 1936-1948, tesis doctoral presentada en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid en 1993.

Anónimo, «La obra de una gran editorial española», Mío Cid. Revista Nacional de Arte, Literatura e Imperio, mayo de 1941, s/n [p. 2].

Homenaje a Jesús Nieto Pena en Radio París en 1964; en Devuélveme la Voz.

Miguel A. Iglesias, «»Los jóvenes y el arte»: escapismo y estética neorromántica en un grupo de intelectuales de derecha en el Madrid de preguerra», RILCE, vol. 17, núm. 2 (2001), pp- 211-224.

José María Martínez Cachero, «Novelistas jóvenes y panorama editorial en la década de los cuarenta», en Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach, vol IV, 1979, pp. 479-494.