Vicente Salas Viu, corrector de Xavier Benguerel

X. Benguerel.

Es significativo que un traductor tan consciente como Xavier Benguerel (1905-1990), cuyas versiones al catalán de grandes clásicos son aún hoy canónicas, en su faceta de autotraductor de su propia obra narrativa del catalán al español, pusiera la máxima atención en poder contar con los mejores correctores de español disponibles. El riquísimo epistolario que Benguerel mantuvo con Joan Oliver (1899-1986) permite reconstruir los pormenores de sus intentos por publicar, desde su exilio en Chile, algunas de sus obras tanto en catalán como en español. Así, por ejemplo, en carta del 30 de abril de 1950 cuenta a su buen amigo que la elogiosa carta-prólogo que el filósofo catalán Josep Ferrater Mora (1912-1991) le ha escrito para la edición de La máscara i [L´home dins] el mirall. [Dos assaigs novel·lístics sobre la timidesa] que ha proyectado editar Aymà le servirá para (traduzco): «abrir las puertas de la Sudamericana de Buenos Aires, a la cual él mismo [Ferrater Mora] escribirá uno de estos días proponiéndoles la publicación de mis dos novelitas, que yo mismo he traducido y que ha revisado Vicente Salas Viu». Por un lado, hay que señalar que desde 1947 Ferrater Mora, exiliado en Estados Unidos tras su paso por Chile, publicaba su obra en Sudamericana y era por tanto lo que suele llamarse un «autor de la casa», y por otro que Salas Viu es un personaje sumamente interesante al que habrá que retomar la pista.

Logo de la editorial chilena El Pi de les Tres Braqnues.

En carta también dirigida a Oliver y poco posterior (del 24 de junio), Benguerel añade información jugosa sobre las gestiones y trabajos que está llevando a cabo: acaba de traducir y está revisando L´home i el mirall, al tiempo que revisa una vez más su propia traducción de La màscara (cuya versión en catalán había aparecido con dos cuentos más en El Pi de les Tres Branques en 1947), y cuenta que, en respuesta a la sugerencia de Ferrater Mora, el propietario de Sudamericana, el editor barcelonés Antoni López Llausàs (1888-1979), le ha escrito «una carta muy amable […] en la que me decía que si bien hacia finales de mes me escribirá para decirme si definitivamente puede o no publicarla, en caso de que no pudiera sería por motivos ajenos al valor de la obra». El lector que debía dictaminar sobre la oportunidad o no de que el volumen con las dos novelas de Benguerel apareciera en Sudamericana era otro amigo catalán, el escritor Cèsar August Jordana (1893-1958), quien al poco tiempo le anuncia que, en caso de que llegue a un acuerdo con López Llausàs acerca del contrato, la obra aparecería no en la colección Horizonte, sino en otra en la que le acompañarán Francisco Ayala, Pedro Salinas y Baroja. En la misma carta explica aún Benguerel que

ha recibido carta del director de Sudamericana exponiéndole las condiciones y anunciando los términos del contrato (que Benguerel firmará en Buenos Aires el 3 de julio), y escribe: «Como ves, después de diez años de sudamericanismo, publico mi primer libro [en español]. El Paco [Francesc Trabal, 1899-1957] me había propuesto editármelo yo mismo en las ediciones Rapa Nui, pagándome yo la edición a base de 30, 40 o 50.000 pesos y le respondí que se tomara algo.» Y, efectivamente, en contra de las previsiones de Trabal, El hombre en el espejo (que incluye también La máscara) salió en 1950 en Sudamericana. Al año siguiente el mismo libro aparecía no en Aymà, sino en Proa, por una serie de desencuentros entre escritor y editor de los que también deja constancia el mencionado epistolario.

V. Salas Viu.

En cuanto a Vicente Salas Viu (1911-1967), a mediados del siglo XX era ya toda una personalidad en el ámbito de la musicología chilena y se encontraba en la cresta de la ola de su prestigio, con la aparición de sus estudios Chopin y las dos caras del Romanticismo (Instituto de Investigaciones Musicales, 1949),  Sentimiento y expresión en la música del Barroco (Atlántida, 1950),  La última luz de Mozart (Nuevo Extremo, 1951), La creación musical en Chile, 1900-1951 (Ediciones de la Universidad de Chile, 1952), primera historia de la música chilena, además de traducir y prologar el Ravel de Vladimir Jankélevich (Losada, 1950). Quedaban ya lejos la fundación de la Revista de Arte (1942), a la que siguió la de la muy influyente Revista Musical Chilena en 1945 y sus diversas iniciativas destinadas a dar un empuje a la musicología chilena (escritura de crítica musical, fundación del Ballet Nacional de Chile, del Instituto de Investigaciones Folklóricas, del Cuarteto de Cuerda de la Universidad de Chile, de la Orquesta Nacional…). Recién llegado a Santiago de Chile, en agosto de 1939 Salas Viu ya se había integrado en la redacción de ¿Qué hubo?, donde se reencontró con el célebre diseñador Mauricio Amster (1907-1980) y los escritores Lorenzo Varela (1916-1978) y Arturo Serrano Plaja (1909-1979), entre otros exiliados.

Mauricio Amster en 1937.

Y más lejos todavía quedaban sus inicios en el periodismo y en las tareas editoriales en los años previos a la guerra civil española, que se iniciaron con sus colaboraciones en la revista Nueva España, en la editorial comunista Oriente y con la publicación de la novela fantástica Viaje y ensoñaciones (Cruz y Raya, 1934). Unos pasajes de la presentación de la editorial Oriente orientan acerca del ambiente en que se movía Salas Viu en esos años:

Ediciones Oriente no nace con propósitos industriales. Trata de hacer una labor de cultura popular, pero no en el sentido que hasta ahora se ha dado a esta frase, etiqueta de toda mercancía chabacana, sino con el empeño de acercar al público de lengua castellana la vasta expresión de nuestro tiempo en orden a la obra impresa.

[…] en nuestro catálogo han de figurar autores contemporáneos extranjeros y españoles, cuya selección atenderá rigurosamente tanto a lo ideológico como a lo formal. Y trataremos de unir a nuestra empresa a un núcleo de escritores jóvenes que sientan la responsabilidad de los graves instantes que vive el mundo. Ellos, en realidad, constituyen Ediciones Oriente. (Nota editorial incluida en Juan Andrade, China contra el imperialismo, Ediciones Oriente, 1928.)

Más interesante es el modo en que, una vez llegado a Chile, Salas Viu pudo publicar algunos de sus libros de narrativa. El primero de ellos, Las primeras jornadas y otras narraciones de la Guerra Española, acababa de imprimirse en Barcelona en español y en catalán cuando las tropas franquistas conquistaron la ciudad y destruyeran todo rastro de él; fue si no el primero sí uno de los primeros libros publicados por un exiliado republicano español en Chile (en la serie Obras de Actualidad, de la editorial Zig-Zag, en 1940). Alguno de los cuentos o fragmentos de los que lo componen habían aparecido durante la guerra en publicaciones periódicas (en particular en la célebre revista Hora de España), pero la edición chilena pudo llevarse a cabo gracias a que, ni siquiera en el campo de concentración de Saint Cyprien, Salas Viu se separó de las pruebas de imprenta que poseía, y a partir de ellas pudo rehacerse el libro en una imprenta chilena.

Algo similar sucedió con el Diario de la guerra de un soldado (aparecido ya en Madrid, en Hispamerca, en 1977), que se había publicado durante la guerra en Barcelona en una pequeña edición de los servicios de publicaciones del Ejército Popular y desde entonces no se había vuelto a reeditar, con lo que se convirtió en un ejemplo más de esos libros que no fueron leídos por los lectores a los que iban dirigidos cuando se crearon. En Chile publicó Salas Viu, además de varios e importantes ensayos de su especialidad, el volumen La espaciosa soledad. Novelas breves (Editorial Universitaria, 1960) y La doble vida de Felipe Villagrán (Zig-Zag, Biblioteca de Novelistas, 1960). Aun así, otro texto suyo que vale mucho la pena leer es la reivindicación que llevó a cabo de la literatura creada por quienes salieron de España como consecuencia del resultado de la guerra civil, siendo aún muy jóvenes y sin una obra importante a sus espaldas, «Angustia de una generación literaria».

Fuentes:

Anónimo, «X. Benguerel i l’editorial Sudamericana», Germanor (Santiago de Chile), núm,. 555-556 (septiembre-octubre de 1950).

Francisco Arias Solís, «Vicente Salas Viu», internautasporlapaz.org, 28 de febrero de 2010.

Lluís Busquets i Grabulosa, ed., Epistolari Xavier Benguerel-Joan Oliver, Barcelona, Proa, 1999.

Eduardo Godoy Gallardo, «Vicente Salas Viu y una visión de la guerra civil española. Entre el testimonio y la novelización», Nueva Revista del Pacífico, núm. 48 (2003), pp. 89-98.

Alfonso Letelier Llona, «Editorial. Vicente Salas Viu», Revista Muscial Chilena, núm. 102, pp. 3-7.

Gemma Mañá, Rafael García, Luis Monferrer y Luis A. Esteve, La voz de los náufragos. La narrativa republicana entre 1936 y 1939, Madrid, Ediciones de la Torre, 1997.

Caterina Parera i Rodríguez, Xavier Benguerel i Llobet. Obra novelística de la primera etapa (1929-1953), tesis doctoral presentada en la Universitat de Barcelona en el bienio 2005-2007.

Gonzalo Santonja, Del lápiz rojo al lápiz libre. La censura previa de publicaciones y sus consecuencias durante los últimos años del reinado de Alfonso XIII, Barcelona, Anthropos (Ambitos Literarios. Ensayo 15), 1986.

Vicente Salas Viu, «Angustia de una generación literaria», Pro Arte, núm. 96 (22 de junio de 1950), p. 4.

Federico Sopena Ibáñez, «Vicente Salas Viu», Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 216 (diciembre de 1967), p. 650-652.

El diseñador Mauricio Amster en España

Amster en 1937.

Amster en 1937.

Polonia, años veinte. Continuadora en cierto modo de la revista Zdrój creada por un grupo de expresionistas, nace la revista futurista GGA, donde destacan los textos del artista ruso El Lisitski (Lazar Markovich Lisitski, 1890-1941). Pocos años después Henryk Berlewi (1894-1967), Aleksander Wat (Aleksander Chwat (1900-1967) y Stanislaw Brucz (1899-1978) fundan la innovadora agencia publicitaria Rklama Mechano, generadora de una importante renovación del grafismo en Polonia, paralela a la de la llamada Escuela Rusa (Rodchenko, Malevich).

En este ambiente burbujeante creció Mauricio Amster (1907-1980), antes de trasladarse a Viena para cursar estudios de Bellas Artes, que abandonó para ingresar en la Academia de Artes Aplicadas de Reinmann de Berlín. Alemania era por entonces el punto de confluencia de las mayores innovaciones estéticas y de las novedosas ediciones de Cranach Presse, Carls Kringspor, Insel Verlag o la Bremer Press, por poner los ejemplos más conocidos.

Der Tod des Tizian, de Hugo von Hofmannsthal, en edición de Instel Verlag (1930).

En 1928 o 1930, en respuesta a una propuesta del diseñador también polaco y formado en Alemania Mariano Rawicz (1908-1974), Amster se traslada a Madrid, donde su amigo se estaba haciendo un nombre tanto en el ámbito de la publicidad como en el de las ediciones de la llamada literatura de avanzada a la que había dado carta de naturaleza José Díaz Fernández al publicar El nuevo romanticismo (Zeus, 1930). Ediciones Hoy, Ulises, Dédalo fueron algunas de las empresas en las que había empezado a colaborar, a las que añadiría posteriormente Cénit, entre otras.

Uno de los primeros trabajos de Amster en España, El poema del cante jondo de Lorca, para Ulises (con la firma bajo el logo).

Amster, sin embargo, no se limitó a crear portadas para este tipo de libros. Escribe Andrés Trapiello:

en muy pocos meses Amster empezó a trabajar a destajo, y así, en los años de la República se empleó para las Ediciones Ulises, Dédalo, Zeus, Ediciones Hoy, Renacimiento, Ediciones Oriente.

Si algo caracterizó a Amster en la década de 1930 fue la versatilidad, lo que le permitió buscar siempre el diseño más adecuado para cada obra, sin traicionar sin embargo su espíritu innovador.

Cubierta con fotografía para Una mujer en su ventana, de Drieu la Rochelle, en Ulises (1931).

Así, si por un lado colaboraba con las editoriales inequívocamente izquierdistas que estaban popularizando una literatura muy próxima al realismo socialista, por otro podía hacerse cargo del diseño de una revista como Catolicismo, de la Academia Fines y destinada a los misioneros, pese a ser él de origen judío, y desarrollar en sus páginas una interesante exploración de las posibilidades y los límites del fotomontaje y la ilustración (como haría también en periódicos como el Diablo Mundo de Corpus Barga), entre 1933 y 1936. O también colaborar con las ediciones de la elegante y elitista Revista de Occidente, y en particular en una colección como Libros del Siglo XIX, donde mediante el empleo de tipografías inglesas clásicas, orlas y filetes ondulados imitaba las características formales de las ediciones decimonónicas españolas.

Aun así, sus trabajos más ampliamente celebrados van de la mano de la literatura de avanzada, que, tal como explican Sergi Freixes y Jordi Garriga:

no sólo supo hacer partícipe del pensamiento más adelantado y revolucionario a la masa popular, sino que además la habituó a las vanguardias europeas más rompedoras en el ámbito de lo que hoy definimos como diseño gráfico.

De nuevo son editoriales como Hoy, Ulises, Fénix (donde se ocupa de las colecciones Biografías Populares y Vida Nueva), Cénit (donde colabora entre otras en la colección de Cuentos Para Niños), las que más ocupan mayoritariamente su tiempo, pero también otras bien distintas, como Espasa Calpe.

Portada a cuatro manos Amster-Rawicz para Ediciones Hoy.

Patricia Córdoba ha sintetizado bien los elementos fundamentales de las portadas de estos libros en rústica, a menudo maquetados (diagramados) sin ninguna gracia, impresos muy deficientemente sobre un papel deleznable:

Amster, en sus cubiertas de libros, trabajó principalmente con la ilustración manual, fuese esta solo con letras, fuese combinando imágenes con letras. Las cubiertas de letras eran estilísticamente variadas, y una muestra palpable del alto grado de experimentación con el que desarrollaba su trabajo. Al tomar la letra como base para la composición, Amster se diferenciaba de otros artistas contemporáneos que trabajaban para las editoriales de avanzada.

Portadas caligrafiadas, fotomontajes, dibujos (incluso a lápiz), con tipografía… Amster tocaba muchos palos y lo hacía con ingenio e inventiva, por lo que es lógico que al estallar la guerra civil española desempeñara en su campo un papel muy importante entre los artistas del bando republicano.

Cubierta de Amster para la colección Vida Nueva (Fénix).

Del período bélico es por ejemplo la portada para El labrador de más aire, de Miguel Hernández, pero además se prodigó como cartelista, y si antes había hecho cubiertas a cuatro manos con su buen amigo Mariano Rawicz, durante la guerra trabaja con el gran artista valenciano Josep Renau (1907-1982) en el diseño de 7 de Octubre: una nueva vida en el campo (1937), pero el diseño que más fama le reporta en este período (al margen de su intervención en el traslado de las obras del Museo del Prado amenazadas por los bombardeos) es la Cartilla Escolar Antifascista.

Interior de la Cartilla Escolar Antifascista.

Desde 1937 Amster era director de Publicaciones del Ministerio de Instrucción Pública, cargo que no desempeñó como un burócrata, sino que continuó trabajando sin descanso, creando carteles, folletos, publicaciones periódicas, todo tipo de impresos y esa maravilla destinada a los jóvenes.

Cartel diseñado por Amster durante la guerra (1937), con fotografías de Walter Reuter (1906-2005).

Como tantos otros artistas e intelectuales españoles afines a la República que sobrevivieron a la guerra, Amster conoció a su término la dureza de los campos de refugiados en el sur de Francia, pero consiguió llegar a París y embarcar en el Winnipeg, el barco fletado por el gobierno chileno a instancias de Pablo Neruda con destino a Chile y en el que también embarcó, entre otros dos mil republicanos españoles, el dramaturgo José Ricardo Morales (n. 1915).

Perteneciente a una pléyade de renovadores atentos a las novedades que llegaban de Centroeuropa y la URSS y que integraban o fusionaban su estética con la de la literatura a cuyo servicio ponían su obra (Renau, Evarist Mora, Ramón Puyol o Helios Gómez serían sólo algunos ejemplos destacados), a la vista de todo ello no parecen exageradas las palabras que le dedica Andrés Trapiello a la importancia de Amster en los años treinta: «Debemos entender la labor de Amster como portadista en los años treinta, sin lugar a dudas la más relevante, regular y notable de ese tiempo».

Fuentes:

Patricia Córdoba, La modernidad tipográfica truncada, Valencia, Campgràfic, 2008.

Amster.

Sergi Freixes Castrelo y Jordi Garriga Mas, Libros prohibidos. Vanguardia editorial desde principios del siglo XX hasta la guerra civil. Colección Sergi Freixes (con prólogo de Enric Satué), Barcelona, Viena Ediciones, 2006.

Galderich, «Cobertes republicanes (1931-1939). La revolució de la epidermis dels llibres«, Piscolabis & Librorum, 24 de octubre de 2011.

Raquel Sánchez García, «Diversas formas para nuevos públicos»,  en Jesús A. Martínez Martín, dir., Historia de la Edición en España (1836-1936), Madrid, Marcial Pons (Historia), pp. 241-268.

Andrés Trapiello, Imprenta moderna. Tipografía y literatura en España, 1874-2005, Valencia, Campgràfic, 2006.