La traductora Margarita Nelken (con Borges al fondo)

La labor de Margarita Nelken (1894-1968) como traductora ha quedado indisolublemente vinculada a la polémica acerca de la autoría de la primera traducción de La metamorfosis de Franz Kafka, en apariencia obra de Jorge Luis Borges, publicada en los números XXIV (abril-junio de 1925) y XXV (julio-septiembre de 1925) de la Revista de Occidente.

Margarita Nelken.

Sin embargo, ya entonces la políglota Margarita Nelken tenía una pujante obra literaria en marcha, que había arrancado en 1911 con «L’Oeuvre de Julio Romero de Torres», artículo publicado en la revista parisina L’Art Decoratif, si bien muchas fuentes aluden a un primer texto sobre Goya publicado a los quince años en la británica The Studio. Según constata la tesis doctoral de Trinidad Barbero Reviejo, en The Studio se estrena Nelken en el número 235 (de octubre de 1912, pp. 258-262) con un texto titulado simplemente «Eduardo Chicharro», y «Los frescos de Goya de San Antonio de la Florida» aparece en el número 319, de octubre de 1919 (pp. 81-85). Además, había puesto su firma en Mercure de France, Gazzette des Beaux Arts, L’Art et les artistes, Renovación Española, Archivo de Arte Español, Gaseta de les Arts, La Ilustración Española y Americana, Blanco y Negro, La Esfera…

También anteriores a la polémica traducción kafkiana es la aparición de su libro de crónicas Glosario. Obras y artistas (Librería de Fernando Fe, 1917), el ensayo La condición social de la mujer en España (Minerva, 1920) y los de narrativa La trampa del arenal (Editorial Hernando, 1923), El Milagro (Los Contemporáneos, 1924) y El viaje a París (La Novela Corta, 1925).

En cuanto a las traducciones, tampoco eran escasas las que firmó hasta 1925: En 1922 había publicado en Nuevo Mundo (17 de marzo) la del cuento del belga Horace Van Offel «Los cisnes negros», y quizá de esas mismas fechas sea uno de los títulos del ciclo de Pimpinela Escarlata, El primer sir Percy, de la Baronesa de Orczy; al año siguiente, en la colección Breviarios de Ciencias y Letras de la editorial madrileña Calpe, se publica su traducción La cultura romana, de Theodor Brit, y con pie editorial de la Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP)-Renacimiento aparecía el primer volumen de los cuatro que tradujo de la Historia del Arte de Elie Faure (el último se publicó en 1928), que en 1944 publicaría Joan Merli (1901-1995) en su bonaerense editorial Poseidón.

En 1924 aparece en la editorial parisina Redier et Cie su traducción al francés de La sensualidad pervertida: ensayos amorosos de un hombre ingenuo en una época de decadencia (Essais amoreux d´un homme ingénue), de Pío Baroja (1872-1956), que cuatro años antes había publicado Caro Raggio. Quizá valga la pena recordar aquí como curiosidad que Borges también tradujo al francés, en su caso en prensa parisina, a Baroja. Y de 1925 son la traducción de Nelken, a partir de la alemana, del De profundis de Oscar Wilde con el título La tragedia de mi vida, así como Anatole France en zapatillas, de Jean-Jacques Brouson (ambas en Biblioteca Nueva), Dominique, de Eugène Fromentin (en Librería y Editorial Madrid), La reencarnada: novela ocultista, de Franz Spunda (en El Adelantado de Sevilla) y, en la editorial Revista de Occidente, La prodigiosa historia de un archipiélago imaginario, de Gerhart Hauptmann, y La decadencia del mundo antiguo. Seis conferencias, de Ludo Moritz Hartmann (como primer número de la colección Historia Breve).

No parece que la polémica sobre la autoría de la traducción de La metamorfosis de Kafka en la Revista de Occidente haya tenido una conclusión unánimemente aceptada, pero está claro que su origen está en el hecho de haberse publicado sin indicación del traductor –añadido, eso sí, a la destrucción del archivo de la editorial durante la guerra civil– y a la publicación de esa misma traducción en 1938 con la firma de Jorge Luis Borges (1899-1986) en la bonaerense colección Pajarita de papel de la Editorial Losada (y luego reimpresa profusamente: en Losada, en Alianza, en las Obras Completas de Emecé…). En 1974 ya circulaban rumores de que Borges no era el autor de esta traducción, y en 1998 Cristina Pestaña Castro dio pie a un cruce de artículos con Fernando Sorrentino que condujo a la hipótesis de que la autora de la traducción era Margarita Nelken (sugerida también por José Ortega Spottorno), pero ni siquiera el cotejo y estudio de las diversas ediciones que Pestaña Castro llevó a cabo en 1999 consiguió acallar tampoco algunas voces reticentes. Aún en 2014 Ana Gargatagli se planteaba y argumentaba la posibilidad de que la traducción de La metamorfosis fuera de Borges, si bien no tenía en cuenta el currículo que en 1964 Nelken mandó a Juana Maíllo en que mencionaba esa traducción como propia. También es cierto que en ese mismo texto menciona como su primera publicación en The Studio el texto sobre Goya, si bien eso quizá pueda responder al hecho de que entre el primer texto escrito y mandado para su publicación no fuera el primero efectivamente publicado. (Para la polémica, veánse más adelante las fuentes.)

Nelken, pistola al cinto, durante la guerra civil.

En los años previos a la guerra civil, Nelken publica pocas traducciones más (al margen de la de alguna obra teatral y algunas breves en prensa), Historia de la República Romana, de Arthur Rosenberg, como segunda entrega de la mencionada colección Historia Breve de Revista de Occidente y el capítulo dedicado a Cervantes del Montaige et ses trois premiers-nés, de Elie Fauré, pubilcado en Retratos Literarios con una ilustración de Picasso, ambos en 1926, pero en su exilio mexicano vuelve a cultivar el género.

En cuanto a esas traducciones ya en el exilio, en algún caso aislado parece tratarse de traducciones alimenticias, como es el caso de Radiación y radioactividad (1959), de Jack Schubert, en Muchnik Editor- Compañía General Fabril, pero eso quizá sea la excepción. Ya en 1944 colabora en la traducción del libro colectivo Los derechos del hombre en el Fondo de Cultura Económica, con el que establece una cierta relación que la llevará a ocuparse también de La vida literaria en la Edad Media (1958), de Gustave Cohen y de La correspondencia de las artes. Elementos de estéticas comparadas (1965), del filósofo Étienne Souriau. Para Juan Grijalbo, ya sea en las Biografías Gandesa de la editorial Atlante o en la editorial Grijalbo, traduce Leonardo da Vinci, obrero de la inteligencia (1954), de Fred Bérence, Fray Junípero Serra, el último de los conquistadores (1956), de Omer Englebert y La URSS con los ojos abiertos (1958), de Jules Moch, y posteriormente trabaja también para la bonaerense Editorial Sudamericana de López Llausas (Confesiones de un autor dramático y Nuevas confesiones de un autor dramático, de H.R. Lenormand, en 1950 y 1957, respectivamente) y para la Renacimiento mexicana (Vida y pasión creadora de Molière, de Leon Thoorens, en 1964).

Nelken en su exilio mexicano.

Menos constancia ha quedado de su trabajo como colaboradora de Hélène Stassova, a quien, según documentó Trinidad Barbero, entre otras cosas recomendó publicar en la moscovita editorial de la revista Literatura Internacional al venezolano Miguel Otero Silva y a los mexicanos Juan de la Cabada y José Revueltas.

Fuentes:

Trinidad Barbero Reviejo, Margarita Nelken (Madrid 1894- México D.F, 1968). Compromiso político, social y estético, Universitat de Barcelona, 2014.

Carlos García, «Borges y Kafka», versión aumentada del capítulo XVIII de su libro El joven Borges y el expresionismo literario alemán, Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 2005.

Ana Gargatagli, «¿Y si La metamorfosis de Borges fuera de Borges?», versión compendiada y ampliada de una serie de artículos publicados previamente en el Centro Virtual Cervantes.

Pelayo Jardón Pardo de Santayana, Margarita Nelken: Del feminismo a la revolución, Alcorcón, Sanz y Torres (Colección Historia), 2013.

De izquierda a derecha, Borges, Sergio Piñero, Carlos Mastronardi y Guillermo de Torre.

Nina Melero, «Los traductores de La metamorfosis», Hyeronimus complutensis: el mundo de la traducción, núm. 12 (2005-2006), pp. 87-92.

Cristina Pestaña Castro, «Intertextualidad de F. Kafka en J. L. Borges», Espéculo. Revista de Estudios Literarios, núm.  7 (noviembre 1997 – febrero 1998).

—«¿Quién tradujo por primera vez La metamorfosis de Kafka?», Espéculo. Revista de Estudios Literarios, núm 11 (1999).

Fernando Sorrentino,  «La metamorfosis que Borges jamás tradujo», La Nación, 9 de marzo de 1977.

—«El kafkiano caso de la Verwandlung que Borges jamás tradujo», Espéculo. Revista de Estudios Literarios, núm. 8 (1998).

—«Borges y Die Verwandlung. Algunas precisiones adicionales», Espéculo. Revista de Estudios Literarios, núm. 12 (1999).

 

La Regenta, la censura y los editores de El Pedroso (Sevilla)

Leopoldo Alas (1852-1901).

A la memoria de Sergio Beser (1934-2010).

Hay quien todavía hoy se sorprende de que la censura franquista prohibiera la circulación de la que está ampliamente considerada la mejor novela española del siglo XIX, La Regenta (1885), de Leopoldo Alas (1852-1901), Clarín, pero lo cierto es que después de la guerra tuvieron que pasar más de quince años antes de que se autorizara su publicación, e incluso cuando se hizo, en 1946, sólo se autorizó como parte de una edición de lujo de las Obras selectas de Leopoldo Alas que llevó a cabo José Ruiz-Castillo. Es indudable que esta autorización respondía, por un lado, al catálogo que había ido creando Ruiz-Castillo, poco molesto para el régimen, y sobre todo por tratarse de una edición destinada a un público adinerado y, en consecuencia (a ojos del mojigato régimen franquista), poco susceptible de dejarse arrastrar por el anticlericalismo de la novela. En las elocuentes palabras del informe, que Carmen Servén ha reproducido en uno de sus enjundiosos trabajos sobre la materia:

En esta obra Clarín parece que tiene una cuestión personal con el clero. Las Dignidades eclesiásticas lo ponen fuera de sí. La obra, meritoria en diversos aspectos, es, en general, peligrosa para personas que no estén suficientemente formadas en el orden moral y religioso […] en ocasiones roza la herejía.

Eso favorecía de un modo enorme a la editorial de Ruiz-Castillo (Biblioteca Nueva), no sólo por el hecho mismo de poder publicarla, sino que además en el momento de intentar seducir a otros autores importantes, en particular en el caso del Nobel Juan Ramón Jiménez, el hecho de poder ofrecer incorporarlo a una colección en la que figuraban ya las de Azorín y Clarín resultaba muy tentador.

Edición de las Obras Selectas de Clarín en Biblioteca Nueva. Adviértase que el título y autor sólo aparecen en el lomo.

Sin embargo, acaso alentada por esta primera autorización, la por entonces jovencísima Editora y Distribuidora Hispanoamericana (Edhasa) intentó importar doscientos ejemplares de la edición de la novela de Alas que la argentina Ediciones Emecé acababa de publicar (1946) en dos tomos. Censura denegó a Edhasa el permiso en 1947, que hizo luego una solicitud de importación de doscientos ejemplares de Doña Berta, también de Clarín.

El siguiente intento de publicar La Regenta durante la posguerra española es el que hace en 1956 Alfredo Herrero Romero (de AHR), hoy quizá más famoso por haber nacido en el mismo pueblo que José Manuel Lara (El Pedroso), por haber publicado la primera biografía de Francsico Franco (Centinela de Occidente) o por la mutilación a la que sometió la traducción que Vidal Jové hizo (a partir de la traducción francesa) del Ulysses de Joyce que otras cosas.

El Pedroso en 1888, pueblo del que a José Manuel Lara le gustaba decir que dio dos editores y ningún lector. Podría haber sido al revés.

Es curioso que Alfredo Herrero Romero (1924-1974) recurriera a un recurso muy similar al de su paisano de El Pedroso a la hora de elegir nombre para su editorial. Servirse de las iniciales de sus nombres no es muy distinto al L.A.R.A. con que José Manuel Lara Hernández se estrenó en el mundo de la edición antes de fundar Planeta. Algunas de las colecciones de AHR más famosas fueron la Epopeya y su Héroes, y no hará falta decir a qué “epopeya” aludía al título tras mencionar algunos de los biografiados, además de Franco: Queipo de Llano, Calvo Sotelo, Mola, Primo de Rivera, el general Sanjurjo, Millán Astray… Sin embargo, no puede decirse que se tratara de una editorial monotemática, pues, en un asombroso alarde de heterogenia, también publicó desde 1954 la revista de misterio Elery Queen, la colección infantil y juvenil Fantasía, Medianoche, la destinada a novelas policíacas, y sin duda la mucho más interesante Grandes Novelistas. Pero entre otras rarezas, sus catálogos incluyen también, por ejemplo, las memorias del bohemio periodista y escritor de novelas psicalípticas Eduardo Zamacois (1873-1971) o una todavía aún más incomprensible colección de literatura traducida al catalán en la que, junto al ya mencionado Ulises (para el que intentó sin éxito que Cela escribiera un prólogo) se publicó un Decameró de Boccaccio.

José Manuel Lara Hernández (1914-203).

Según se describe en la solicitud a Censura, lo que se proponía AHR respecto a La Regenta era de nuevo publicar una edición de lujo, pero en este caso en un volumen suelto. El informe que redacta A. Sobejano en respuesta a la petición de AHR de publicar la novela no tiene desperdicio:

 En realidad, los verdaderos protagonistas de la obra son la simonía y la lujuria, que convierten un bellísimo idilio digno de Santa Teresa o San Juan de la Cruz en un torbellino de lascivias sacrílegas que llegan hasta el crimen y hacen olvidar en su nauseabunda fealdad las innumerables bellezas de una pluma magistral como la de Alas. Estimando que esta joya de la literatura es más demoledora por su misma condición de joya, opinamos que NO DEBE AUTORIZARSE.

La Regenta vista por Mauro Álvarez (Plaza de Alfonso II de Oviedo).

El siguiente censor que se enfrentó a la obra, y el primero que paradójicamente la autorizó en una edición suelta, fue Manuel de la Pinta Llorente, conocido sobre todo por dos trabajos como historiador, a cuál más irónico tratándose de un lector de Censura: La Inquisición Española (1948) y La Inquisición Española y los problemas de la cultura y de la intolerancia (1958). En esta ocasión, el 30 de agosto de 1962, quien había presentado La Regenta era la editorial del otro editor del Pedroso, José Manuel Lara, y en el informe de Pinta Lorente se defendía su autorización acudiendo, ya no a la necesidad de restringir el público, sino a que la novela misma de Alas no contaría con el favor de los lectores porque era una novela que él mismo describe como “una joya de la literatura”:

Ciertamente, la novela responde en muchas de sus páginas al inveterado y soez anticlericalismo español de entonces y de «ahora», pero ha de entenderse que se trata de una novela de un intelectual con público bastante restringido, y consideramos una grave equivocación, pese a censuras anteriores negativas, prohibir esta obra, novela capital en nuestras letras contemporáneas.

Un cúmulo de despropósitos, por supuesto. Sin embargo, la autorización para que José Manuel Lara pudiera poner a la venta La Regenta abrió la veda para que pudieran publicarse a continuación tanto la previamente denegada edición de lujo de AHR (el 17 de octubre de 1963), como sobre todo la edición en bolsillo en un solo volumen a Alianza Editorial (16 de noviembre de 1966). Esta última es especialmente importante porque vino a paliar definitivamente un problema del que en 1975 dejaba constancia Francisco Pérez Gutiérrez en El problema religioso en la Generación de 1868:

En los años cuarenta Clarín no se hallaba al alcance de los pobres estudiantes que habíamos contraído el vicio de leer. Su edición de La Regenta, publicada por Emecé, en Buenos Aires en 1946, era caso imposible encontrar; sus Obras Escogidas de Biblioteca Nueva resultaba inasequible por su precio.

Sin embargo, bien pudiera suceder al lector de nuestros días que el saber que La Regenta fue prohibida por la censura franquista actuase como estímulo para leer una de las grandes novelas europeas del siglo XIX.

Folio autógrafo de La Regenta.

 

Fuentes:

Leopoldo Alas, Clarín, La Regenta (edición de Gonzalo Sobejano), Madrid, Castalia (Clásicos Castalia 110 y 111), 1980 (5ª ed.).

Sergio Beser, ed., Clarín y “La Regenta”, Barcelona, Ariel (Letars e Ideas), 1982.

Clarín y La Regenta en su tiempo. Actas del coloquio internacional, Oviedo, Universidad de Oviedo-Ayuntamiento de Oviedo, Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1987.

La Regenta en Libro de Bolsillo (Alianza Editorial).

José Ruiz-Castillo Basala, El apasionante mundo del libro. Memorias de un editor, Madrid, Agrupación Nacional del Comercio del Libro, 1972.

Alberto Lázaro, “El misterio del primer Ulysses catalán: la odisea de Joan Francesc Vidal Jové”, en Santiago José Henríquez Jiménez y Carmen Martín Santana, eds., Estudios Joyceanos en Gran Canaria. Joyce in his Palms, Madrid Huerga & Fierro (Ensayo 51), 2007.

Carmen Servén Díez, “La Regenta frente a la censura franquista”, en María del Pilar García Pinacho e Isabel Pérez Cuenca, eds., Clarín, espejo de una época. Actas del Congreso Internacional celebrado en 2001 en la Universidad San Pablo-CEU.

Carmen Servén Díez, “Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas frente a la censura franquista”, Actas del Séptimo Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular, 2001, pp. 7434-756.

María José Tintoré, “La Regenta” de Clarín y la crítica de su tiempo (prólogo de Antonio Vilanova), Barcelona, Lumen (Palabra Crítica 1), 1987.