Nona Fernández: la internacionalización de una trayectoria editorial

El año 2012, tras ser señalada en la Feria de Guadalajara como uno de los mayores secretos por descubrir, Nona Fernández da a conocer en la multinacional Mondadori su tercera novela, Fuenzalida —que en un perspicaz artículo Gustavo Carvajal pondría luego en diálogo con «El lugar del otro», de Pía Barros—, y por otra parte ve como en abril se estrena por primera vez una obra teatral suya, El taller, que al año siguiente se publica junto con Medusa, de Ximena Carrera, y Grita, de Marcelo Leonart, con el título Bestiario freakshow para conformar número inicial de la efímera colección de Dramaturgia creada por Ceibo Ediciones (pero la muy premiada El taller la recuperará en 2019 la editorial de Paula Gaete e Ismael y Jaime Rivera, Oxímoron —no confundir con la argentina Oxymoron—, para su colección Escena, donde comparte catálogo con Carla Zúñiga, Gerardo Oettinger, Bosco Cayo y María José Pizarro).

De esa multinacional por entonces en pleno crecimiento, la obra de Nona Fernández pasa en 2013 a engrosar el catálogo de Alquimia, una editorial nacida en 2006 vinculada a un taller y refundada en 2012 con Filial, de Matías Celedón, que se define como una editorial «autónoma» cuyo catálogo «se caracteriza por publicar obras experimentales que problematizan los géneros literarios, procurando una cuidada edición y agregando detalles gráficos a los libros». En este sentido, son interesantes unas declaraciones de la autora a Pedro Pablo Guerrero: «cuando empecé a escribir Space Invaders pensé que era un cuento. Pero justo ahí comenzó mi sociedad con Alquimia, y su editor, Guido Arroyo, me dijo que le parecía una novela cortita».

Distribuidos por Big Sur tanto en Chile como en Argentina, los libros de Alquimia los distribuye en España Canoa Libros, en cuyo catálogo figuran editoriales como Catalonia, LOM, La Pollera, Overol, Beatriz Viterbo, Colihué y algunas universitarias (Universidad de Valparaíso, Ediciones UDP o la Universidad de Talca, etc.), pero su presencia tanto en medios de comunicación como en librerías es relativamente modesta, por lo que en buena medida aún entonces la obra de Nona Fernández seguía estando por descubrir en el mercado peninsular.

En cambio, al año siguiente aparecen las traducciones de Anna Gentz al alemán de El Cielo para Septime (una editorial pequeña pero en cuyo catálogo figuran Arreola, Cabrera Infante y Cortázar, así como Shusaku Endo y James Tiptree), y de Anne-Claire de Fuenzalida para Zinnia Éditons (creada en 2013 en Lyon y centrada exclusivamente en literatura latinoamericana: Ángel Rama, Alejandro Zambra, Ricardo Strafacce…). Ese mismo año 2014, Carolina Andrea Parra Rojas presenta en la Universidad de Chile la tesis de licenciatura La reconstrucción de la memoria familiar y la construcción de la identidad en «Mapocho», de Nona Fernández, a la que el año siguiente se añadiría la de Carolina Ester Castillo Barrahona, en la misma universidad, Alegorías de la derrota y trabajo de memoria en tres novelas de Nona Fernández, que se centraba en Av. 10 de julio Huamachuco, Mapocho y Fuenzalida y tenía el acierto de proponer situar el análisis de estas novelas no sólo en paralelo con el de otras cuyos autores pertenecían su misma generación, como Zambra, Costamagna o Jeftanovic, sino también con  la de otros escritores latinoamericanos afines, y mencionaba concretamente a la escritora, traductora y editora francesa de origen argentino Laura Alcoba (sobre todo por Manèges, traducido por Leopoldo Brizuela como La casa de los conejos).

También en 2015 aparece la novela Chilean electric, de nuevo en Alquimia, lo que hace pensar que quizás por fin la autora había encontrado su editorial idónea. Retrospectivamente, Nona Fernández evocó para Esther Lázaro la recepción de ese libro en los siguientes términos:

Fue muy buena. Yo tenía este miedo […]. Ahora ya estamos más acostumbrados, yo diría, por lo menos en mi país, a este tipo de libro. Pero, en ese momento, no. Y yo tenía un poco de miedo porque yo misma no sabía cómo iba a presentarlo, de qué iba a hablar, qué era lo que había escrito. Pero fue muy bien recibido, se ganó un premio [del Consejo Nacional del Libro y la Lectura], incluso, en Chile.

Ese mismo año aparecen las ediciones italiana (en Edicola, traducida por Rocco D’Alessandro) y argentina de Space Invaders, esta última publicada por Eterna Cadencia, la editorial por entonces todavía relativamente joven creada por el librero Pablo Brown y la editora Leonora Djament (con experiencia previa en Alfaguara y Norma) y que José Enrique Navarro caracteriza del siguiente modo:

Cabe encuadrar a Eterna Cadencia dentro de la tercera hornada de editoriales independientes que —siguiendo la estela de sellos como Beatriz Viterbo o Adriana Hidalgo— surgió tras el proceso de compra en la última década del siglo pasado de editoriales históricas argentinas —Sudamericana, Emecé, Javier Vergara, etc.— por grandes grupos mediáticos europeos.

Acerca de la acogida que tuvo su novela breve Space invaders, explicaba entonces la autora a la prensa argentina:

Hasta ahora sólo he recibido buenos comentarios tanto de la crítica como de los lectores, despierta un entusiasmo que nunca pensé que despertaría. De hecho, es el más reseñado de mis libros. […]. Cuando decidí trabajar este material no pensé que dialogaría tan fluidamente con los lectores y sobre todo con los lectores de generaciones más jóvenes.

También en 2015, además de estrenarse en octubre la obra teatral Liceo de niñas (que el año siguiente publica Oxímoron), aparece la edición alemana de Mapocho, de nuevo en traducción de Anna Gentz y publicada por Septime.

En noviembre del año siguiente está fechada la primera edición de La dimensión desconocida, que publica Penguin Random House, y será la primera obra de la autora que circula con fluidez por la península Ibérica y por el resto de Europa, coincidiendo con la presentación de la que quizá sea la primera tesis doctoral en España sobre Nona Fernández: Memoria y desmemoria en Chile: Diamela Eltit y Nona Fernández, presentada en la Universidad de Salamanca por la camerunesa Hortense Sime Sime.

De marzo de ese 2017 es la versión italiana de Stefania Marinoni de Mapocho, publicada por Gran Via, una editorial de Narni (Umbria) nacida en 2006 pero que vivió una profunda transformación en 2011 y que por entonces se centraba sobre todo en literatura latinoamericana y peninsular (ha reunido en su catálogo a los mexicanos Sergio Pitol y Juan Villoro, los catalanes Ferran Torrent y Jesús Moncada, los argentinos Marcelo Cohen y Patricio Pron o la chilena Daniela Eltit, entre otros). En diciembre aún aparecería en la colección de Gran Vía Dédalos Tintas. Tredici Raconti de Cile, una antología preparada por María Cristina Secci que recogía un cuento de Fernández junto a otros de Costamagna, Jeftanovic, Meruane, Zambra, Leonart, etc.

El premio Sor Juana Inés de la Cruz, entregado en México durante la Feria del Libro de Guadalajara en 2017, supuso un nuevo espaldarazo a la internacionalización de la obra de Nona Fernández, este ya definitivo: Space invaders se publica traducida al francés por Anne-Claire Huby en la ya mencionada Zinnia Éditions, pero La dimensión desconocida, traducida por Anne Plantagenet como La quatrième dimension, se publica en una editorial de más solera perteneciente a Hachette, Stock (con una veintena de premios Nobel en su catálogo). También en 2018 la editorial de Córdoba (Argentina) Caballo Negro, que entonces estaba a punto de cumplir diez años desde su fundación (2009) y a cuyo frente se encuentra Alejo Carbonell, publica El Cielo, y aún de ese mismo año es la edición de Space Invaders en la colombiana Laguna Libros, que se autodefine como «una editorial que presenta voces latinoamericanas destacadas en literatura de ficción y de no ficción: autores que amplían la concepción del mundo mediante su mirada y su narrativa»; a estas se añaden la traducciones al alemán de Avenida 10 de Julio y Space invaders (en Septime), la primera al sueco (de La dimensión desconocida en Palabra Forlag),  así como la inclusión de Nona Fernández en SCL La nueva Extremadura. Guía literaria de Santiago, compilada por Guido Arroyo González para Alquimia.

Cuando también en 2018 apareció en España Chilean Electric en Minúscula (en la impresionante colección Paisajes Narrados) su editora Valeria Bergalli anunció—en la ya mencionada entrevista con Esther Lázaro— la publicación de Mapocho describiéndola, no sin razón aunque eso pudiera asombrar al lector español, como «un clásico de las letras chilenas».

Antes de que la barcelonesa Minúscula publicara en septiembre de 2020 Mapocho en la exquisita colección Tour de Force (donde ha reunido a Shirley Jackson, Jocelyn Saucier y Leonor de Recondo entre otros nombres), en 2019 se sucedieron las ediciones de Voyager en Penguin Random House, la mexicana de Space invaders (en el Fondo de Cultura Económica) y las traducciones de ese mismo libro al alemán (en Septime) y al inglés (en Graywolf Press y de la mano de Natasha Wimmer, traductora habitual de Álvaro Enrigue y Bolaño, entre otros), la italiana de Fuenzalida (en Gran Via), la edición boliviana de Mapocho (en El Cuervo de Fernando Barrientos, que ha publicado a Gabriela Alemán, Andrés Izaguirre y el Trucha panza arriba de Rodrigo Hasbún, entre otros), y a eso hay que añadir aún las edición en Primento Digital Publishing de Fuenzalida y de Chilean Electric y Mapocho en el mal llamado audiolibro (en Audible). La internacionalización, pues, avanzaba en ese momento muy deprisa, y ya no pararía.

Sin embargo, como se ha visto en esta y la entrada anterior, cada país ha tenido acceso a la obra de Nona Fernández en un orden cronológico diferente, la ha conocido en un grado de madurez distinto, cosa que quizás en parte podría atribuirse en última instancia y entre otros factores, a las dificultades para las editoriales independientes para internacionalizar su distribución y un grado de trabazón entre las pequeñas editoriales de diferentes países aún insuficiente —pese a iniciativas muy loables— para conseguir lanzamientos simultáneos por lo menos en los países que comparten una misma lengua.

Fuentes:

Lorena Amaro Castro, «Parquecitos  de  la  memoria:  diez  años  de  narrativa  chilena (2004-2014)». Revista Dossier, n.° 26 (2014), pp.35-41.

—, «Formas de salir de casa o cómo escapar del Ogro: relatos de filiació en la literatura chilena reciente», Escritura y Lingüística, núm. 29 (2013), pp. 109-129.

Gustavo Carvajal, «Postmemoria y género: Hijas reescribiendo legados en “El lugar del otro”, de Pía Barros, y Fuenzalida, de Nona Fernández», Hispanic Research Journal, núm. 21 (2020), pp. 423-442.

Ricardo Ferrada, «La recursividad de la historia en Mapocho de Nona Fernández», Literatura y lingüística, n.° 33 (2016), pp. 149-168.

Javier García, «Crónica de un torturador la nueva novela de Nona Fernández» La Tercera, 30 de noviembre de 2016.

Pedro Pablo Guerrero, «Nona Fernández (entrevista)», Cuadernos Hispanoamericanos, noviembre 2022.

Esther Lázaro, «“La memoria es una especie de palimpsesto”. Entrevista con Nona Fernández (y Valeria Bergalli)», La Huella Digital, 21 de diciembre de 2018.

Gonzalo Maier, «Bruce  Lee  en  Chile:  ironía  y  parodia  en Fuenzalida de   Nona   Fernández», Symposium:   A Quarterly   Journal   in   Modern Literatures, vol.71, n.° 1 (2017),pp.38-49.

Cristián Opazo, «Mapocho de Nona Fernández: La inversión del romance nacional», Revista Chilena de Literatura, núm. 64 (2004), pp. 29-45.

Demian Paredes, «Nona Fernández (entrevista)», Izquierda Diario.es, 28 de febrero de 2015.

Macarena Urzúa, «Cartografía   de   una   memoria: Space   Invaders de   Nona Fernández   o   el   pasado   narrado   en   clave   de   juego», Cuadernos   de Literatura, vol. 21 n.° 42 (2017), pp. 302-318.

Luis Valenzuela Pardo, «Formas residuales en la narrativa de Nona Fernández», Mitologías Hoy. Revista de pensamiento, crítica y estudios literarios americanos, vol.º 17 (junio de 2018), pp. 181-197.