Es lógico que una empresa de vida efímera como fue la editorial vasca establecida en México Pizkunde no haya dejado en su estela una profusión de datos, pero poco a poco se han ido conociendo algunos detalles acerca de su historia.
José Ramon Zabala Aguirre, en su enjundioso «La lengua desterrada. Literatura del exilio en euskara» (1995), subraya con énfasis el carácter pionero de la edición de libros en euskara en el exilio republicano del poemario de Telesforo de Monzón (1904-1981) Urrundik. Bake oroi (Desde lejos. Recuerdos de paz), publicado por Pizkunde en 1945, y añade en una nota que la publicación de lo que podría ser considerada la segunda parte de este libro, Gudarien egiñak (Hechos de los soldados vascos), había sido anunciada inicialmente por la misma editorial mexicana con el título Urrundik. Guda Oroi (Desde lejos. Recuerdos de guerra), si bien finalmente apareció en Biarritz en 1947 con pie de la Imprimerie Moderne (lo que permite suponer que quizá se tratara de una edición a cargo del autor).
La entrada de esta editorial euskomexicana en el grandioso Diccionario biobliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939 (volumen 4) presenta cierta desunificación en cuanto a la escritura del nombre de la empresa (Pizkunda/Piskunde/Pizkunde), pero quizá ofrezca la información más completa al respecto, y añade datos acerca de lo que parece haber sido el segundo título, Goldaketan (1946), de Jokin Zaitegi (1906-1979), que combina traducciones de Baudelaire, Horacio, Maragall, Musset o Jacint Verdaguer con obra propia de Zaitegi.
Cazando al vuelo una alusión en este blog a la tercera obra publicada por Pizkunde, el primer volumen de la traducción que Zaitegi hizo de las tragedias de Sófocles, Lluis Agustí se lanzó en su exhaustiva tesis sobre la edición española en el exilio en México a una investigación que le permitió sistematizar y poner orden a una serie de datos dispersos y plantear como hipótesis la responsabilidad que tanto Monzón como Zaitegi pudieron tener en la creación de Pizkunde, pero aun así quedaron algunos huecos por rellenar acerca de esta insólita iniciativa de publicar en euskara en México.
Son muchas las dudas pendientes antes de poder reconstruir la creación y recorrido de Pizkunde, pero alguna certeza queda también a partir de los tres títulos hasta ahora identificados, y ofrecen además algún que otro hilo del que tirar o caminos posibles por los que proseguir la investigación.
Urrundik se publicó como volumen de doscientas páginas con cuatro hojas de partituras musicales, con once láminas fuera de texto obra del pintor, ilustrador y muralista vizcaíno Juan Aranoa (1901-1973), fallecido en Argentina tras un exilio iniciado en 1937 que le llevó por muy diversos países americanos. Se acompaña el texto de su traducción al español, de la que fue responsable Germán Maria de Iñurrategui (1908-1979), quien al iniciarse la guerra civil española había sido fiscal del Tribunal Popular de Euzkadi y luego lo fue del Tribunal de Alta Traición en Cataluña; entre su obra destaca el texto memorialístico Al servicio de la justicia en tiempo de guerra, recuperado en 2005, además de numerosas colaboraciones en la prensa mexicana. Según indica el pie editorial, Urrundik se imprimió en los talleres de la conocida editorial Cultura (durante mucho tiempo escrita significativamente Cvltvra).
En cuanto a Goldaketan, se trata también de un volumen encuadernado en rústica e igualmente de unas doscientas páginas, pero en este caso, al igual que en el caso del siguiente (y en aparente último) libro de Pizkunde, se indica como impreso en Bolibar Irarkolan, es decir, en la imprenta Bolívar, que —a la espera de un estudio más a fondo— casi con toda seguridad se refiere a los Talleres de la Editorial Bolívar, que si bien no es muy conocida tiene algún que otro superéxito de ventas, en esos mismos años trabajó para otras editoriales y, además, tuvo vínculos con una de las editoriales más importantes del exilio republicano español en México, la Sénéca de José Bergamín (1995-1983), para la que imprimió La enormidad de España, de Miguel de Unamuno, el 31 de enero de 1945, y La agonía del mundo, de José María Gallegos Rocafull, el 24 de marzo de 1947. Este tipo de vínculos con los exiliados republicanos podría ser acaso esclarecedor.
En la época de sus trabajos para Pizkunde, quedaban lejos los días en que los talleres de la Editorial Bolívar (domiciliada en Revillagigedo 37), habían publicado con notable éxito las obras de Alfonso Taracena (1896-1995) En el vértigo de la Revolución Mexicana (1930), Mexicanas modernas (1930), Diez personajes extravagantes (1930), La tragedia zapatista (1931) y Carranza contra madero (1934), lo cual podría hacer pensar que la editorial nació con el propósito de publicar la obra de este autor, pero hacía menos tiempo de una obra quizá significativa para ver los vínculos entre esta estos talleres y el exilio republicano, España unida contra Franco (1944), de la Federación de Organismos de Ayuda a la República Española en México (FOARE), si bien por esa misma época se ocuparon también de las Tendencias actuales del Estado (1944), de Jesús Reyes Heroles, de El estudio dirigido (fundamentos pedagógicos) (1945), de Jesús Román Mastache, de las Semblanzas tabasqueñas (1946), de Francisco J. Santamaría, de Veracruz en el ensueño y el recuerdo. Apuntes de la vida de un jarocho (1946), de Rafael Domínguez, o de Semblanza mexicana (1948), de Alfredo Ramos Espinosa, todos ellos con sello de la Bolívar.
Además, los mismos talleres de la Editorial Bolívar venían por aquel entonces de preparar, para la Editorial Polis, la obra colectiva El gran despojo nacional (1945) y la novela de María Boettiger de Álvarez Alma y ensueño, por ejemplo, y para el Fondo de Cultura Popular (Editorial Popular), la novela En la tormenta, de Alfonso Fabila, con portada de Marichal y de la que, por el colofón, podemos saber que corrigió un personaje insigne, Camilo Cámara. A Cámara lo describía Andrés Molina Enríquez en una carta a Vicente Lombardo Toledano fechada el 3 de abril de 1937, cuando trabajaba para las publicaciones del Museo Nacional de Historia, como «un corrector de pruebas como yo creo que no hay otro en la República, por su práctica y sus conocimientos de lenguaje», y en 1947 se ocupó de la corrección que Ediciones Fuente Cultural publicó de la monumental Biblioteca Hispano Americana Septentrional. Y hete aquí que de 1946 es una edición de la obra de Gonzalo Aguirre Beltrán La población negra de México, 1519-1810: Estudio etno-histórico, que también se publicó bajo el sello de Ediciones Fuente Cultural y cuya impresión, según consta en su colofón, se llevó a cabo en los Talleres de Editorial Bolívar.
Acaso se trate de simples coincidencias, porque también es cierto que desde la primera mitad de los años treinta más o menos venía produciéndose una progresiva concentración de los trabajos editoriales en unos pocos grandes talleres, según documenta Sebastián Rivera Mir, y quizá estos talleres, simplemente, fueron uno de los beneficiarios de este proceso. Por otra parte, además, como subraya Agustí, sigue sin estar claro quién fundó y de quién era propiedad Pizkunde y con qué apoyos contó, más allá de que algunas coincidencias en las trayectorias biográficas de Monzón y Zaitegi permitan aventurar alguna hipótesis.
Aun así, otro hilo del que tal vez convendría tirar es el de esa acaso no bien identificada Editorial Bolívar, pues cabe la posibilidad de que, en el peor de los casos, alguna relación tuviera con la Editorial Bolívar colombiana de la que era dueño el todavía poco conocido periodista español exiliado Fernando Martínez Dorrien, a quien se tiene por el introductor en Colombia, procedente de México, de la técnica del rotograbado (o huecograbado), que en 1939 le permitió ya estrenar con todos los honores la revista cultural Estampa (de la que se sabe que intentó exportar a México) y la humorística Guau Guau. En definitiva, queda mucho trabajo por hacer y muchas piezas por encajar, pero parece que pistas que seguir algunas hay.
Fuentes:
Lluís Agustí, L’edició espanyola a l’exili a Mèxic: 1936-1956. Inventari i propostes de significat, Facultat de Biblioteconomia i Documentació, Universitat de Barcelona, 2018.
Gorka Aulestia, Estigmatizados por la guerra, Bilbao, Euskaltzaindia (Euskaltzainak 8), 2008.
Manuel Aznar Soler y José-Ramón López García, eds., Diccionario biobliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, Sevilla, Gexel-Renacimiento, 2016.
Antonio Cajero Vázquez, «Gilberto Owen en la revista Estampa (1938-1942): Textos desconocidos», Literatura Mexicana vol. XXII, núm 2 (2011), pp. 101-119.
José Ramón Zabala, «”La lengua desterrada” Literatura del exilio en euskara», en Manuel Aznar Soler, Las literaturas exiliadas en 1939, Sant Cugat del Vallès, Cop d’Idees-Gexel (Sinaia 1), 1995, pp. 51-58.
José Ramón Zabala Agirre, «Contra el silencio impuesto. Las publicaciones en lengua vasca del exilio de 1936», en Iker González-Allende, ed., El exilio vasco: Estudios en homenaje al profesor José Ángel Ascunce Arrieta, Bilbao, Universidad de Deusto, 2016, pp. 99-116.
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