En una entrevista al magnate de las librerías chilenas Juan Aldea Vallejos, creador de la Feria Chilena del Libro (que en los dieciséis locales que en 2015 tenía por todo el país, concentraba el 40% las ventas en Chile), se cuenta que, tras hacer sus pintos como poeta, su entrada en el negocio de los libros se produjo «apadrinado por los refugiados españoles Joaquín Almendros y Aristeo Andrés [Cercós]», propietario y gerente, respectivamente, de la librería Séneca. Allí, en un primer momento como contador y más adelante como librero, aprendió Aldea Vallejos «los trucos del oficio», hasta que decidió establecerse por su cuenta y riesgo.
De la trayectoria en el mundo del libro del editor, librero y distribuidor Joaquín Almendros (1904-¿?) son conocidos unos cuantos datos que permiten trazar una imagen de la misma, aunque sea incompleta, pero menos conocida es la enigmática historia de su socio en la librería Séneca, al igual que Almendros llegado a Chile como exiliado a bordo del legendario buque Winnipeg (que atracó en Valparaíso la noche del 2 de septiembre de 1939).
Algunos datos acerca de la actividad de Andrés Cercós durante la guerra civil española de 1936-1939 pueden recabarse de los ejemplares del Diario Oficial del Ministerio de Defensa republicano. De ellos se extrae que en junio de 1937 servía en el Batallón Montaña número 4, y el 17 de ese mismo mes fue ascendido a teniente de Infantería y destinado a la recién creada 97 Brigada Mixta del Ejército Popular de la República (constituida en las inmediaciones de Cartagena con mozos de los remplazos de 1932 a 1935), que partió de Almería con destino al frente de Teruel como unidad de refuerzo. Durante el verano de ese mismo año intervino en el fallido intento de recuperar las localidades de Villastar y Fuente Artesa y posteriormente sufrió muchas bajas por enfermedad y congelación como consecuencia del rigor de la batalla de Teruel (diciembre 1937-febrero 1938). Sin embargo, el 28 de diciembre de 1937 Aristeo Andrés Cercós había sido destinado al CRIM número 18 de Tarragona, y el 31 de mayo seguía en ese destino, pues según dice una circular con esa fecha firmada por el subsecretario de Defensa Antonio Cordón (1895-1969/1971): «He resuelto dejar sin efecto el destino adjudicado por orden circular de 16 de abril pasado (D. O. núm. 94) al teniente de INFANTERÍA profesional D. Aristeo Andrés Cercos, quedando subsistente el asignado al Centro de Reclutamiento, Instrucción y Movilización núm. 18 (Tarragona), por circular de 24 de diciembre anterior (D. O. núm. 311)».
En ese mismo periodo, Joaquín Almendros estaba también en Cataluña, donde fue el único representante de la Federación catalana del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) en el primer Comité Ejecutivo del PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya), partido creado el 24 de julio de 1936 y en cuyo comité estaban representados también la Unió Socialista de Catalunya (por Joan Comorera, como secretario general, y Pau Sirera), el Partit Comunista de Catalunya (por Miquel Valdés, Feilp Garcia y Pera Arcadia) y el Partit Català Proletari (Artur Cussó y Lluis Álvarez). Almendros fue durante la guerra secretario militar del PSUC y comisario de guerra del Ejército del Este —en los años setenta publicó unas memorias sobre esta época, Situaciones españolas, 1936-1939: el PSUC en la guerra civil (Dopesa, 1976), que en general no cuenta con mucho crédito por parte de los historiadores—, y no es demasiado arriesgado suponer que, si no fue ya a bordo del Winnipeg, por aquel entonces coincidiera con Aristeo Andrés Cercós.
Al poco tiempo de llegar a Santiago de Chile, Almendros empezó a trabajar como comercial y distribuidor para la revista y editorial Ercilla (jefe de circulación y propaganda), cuya revista homónima dirigía de facto el escritor peruano y político del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) Manuel Seoane (1900-1963) —aunque por ley un extranjero no podía figurar como director de un medio de comunicación—, que también se encontraba exiliado en Chile. Así lo contó el periodista Hernán Millás (1921-2016) ya a principios de los años noventa:
Tenía treinta y siete años cuando se embarcó [en el Winnipeg]. Era técnico en perforaciones mineras. Pero a los pocos días de llegar a Chile tropezó con Manuel Seoane (un peruano, otro exiliado), que era director de la revista Ercilla, y cambió la prospección por los libros. Tanto le apasionaron, que después se instaló con la librería Séneca, y más tarde fundó la editorial Orbe. […] Aún recuerdo con simpatía a este conversador andaluz [había nacido en Linares, Jaén] en el altillo gerencia de un local de la Galería Imperio, desapareciendo entre rumas de libros.
Por su parte, en un artículo de Liballe publicado en 1972 en el periódico chileno La Nación y dedicado a Joaquín Almendros, se cuenta del siguiente modo la relación entre ambos exiliados:«El periodista peruano había conocido al padre de Joaquln en Buenos Aires, cuando la familia Almendros estuvo exiliada en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera. Seoane sufría, a su vez, el exilio por Ia dictadura de Sánchez Cerro en Perú».
No está del todo clara la cronología de los acontecimientos, pues ya en 1941 aparecían libros de Ediciones Orbe. De ese año son, por ejemplo, Quince poetas de Chile, de Carlos Réné Correa (1912-1999), Cabo de Hornos, de Francisco Coloane (1910-2002) y con prólogo de Mariano Latorre (1856-1955), Ahumada 75, del boliviano Luis Toro Ramallo (1899-1950) e Historia de una derrota (25 de octubre de 1938), del escritor y por entonces diputado Ricardo Boizard (1903-1983), que dan buena muestra de la variedad de géneros que desde un principio acogió Orbe. Sin embargo, al parecer Almendros no adquirió la editorial hasta 1945 (de manos de Vega y Kamisnky). Y unos pocos años antes, por lo menos antes del verano de 1944, estaba ya activa la Librería Orbe (en San Antonio 212), que se anunciaba como especializada en «ediciones chilenas, figurines y novedades extranjeras».
Al parecer, antes incluso de tomar los mandos de Orbe había fundado Almendros una librería llamada Mundi, pero en 1944 la vendió y creó la Séneca, domiciliada en Huérfanos, 836, a cuyo frente puso como gerente al eximilitar profesional Aristeo Andrés Cercós.
Según cuenta Aldea Vallejos en la entrevista mencionada, entre los clientes más o menos habituales de la Séneca se encontraban los escritores Mariano Latorre, Manuel Rojas, María Luisa Bombal (de quien Almendros se convirtió más adelante en editor), Benjamín Subercasseaux y Pablo Neruda (que, al parecer, casi nunca compraba nada en esa librería pero la frecuentaba).
Sin embargo, mediada la década Joaquín Almendros pasó a México, y ya en el año 1944 está fechada la edición mexicana en Orbe de la novela Caravana nazarena. El sudor de sangre del antifascismo español, del anarcosindicalista y escritor Ángel Samblancat (1885-1963). Al parecer, según el ya mencionado artículo en La Nación:
El editor tuvo que huir de nuestra tierra durante el gobierno de Gabriel González Videla, antes de ser detenido acusado de actividades extremistas Eran los tiempos de la Ley de Defensa de la Democracia y de la ofensiva anticomunista y Almendros, como muchos otros intelectuales de avanzada, traspasó las fronteras en forma clandestina, fue detenido en Bolivia, remitido a Perú y asilado en México.
De la actividad posterior del gestor de la librería Séneca, la única pista hallada hasta el momento es el registro de una edición del Libro de Buen Amor, en una versión modernizada y versificada por Clemente Canales y con un estudio preliminar de María Cristina Vergara, que publicó en Santiago de Chile la Editorial Renacimiento en su colección Delfín en 1980 (según indica José Jurado en Bibliografía sobre Juan Ruiz y su Libro de Buen Amor [CSIC, 1993]), que al parecer incluye en sus páginas 23 a 25 un breve prólogo de Aristeo Andrés Cercós.
Fuentes:
Manuel Aznar Soler y José-Ramón López García, Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, vol. 1 (Abad-Casalduero), Sevilla, Renacimiento (biblioteca del Exilio 30), 2016.
Diario Oficial del Ministerio de Defensa, 1936-1939.
Fernando Larraz, Editores y editoriales del exilio republicano de 1939, Sevilla, Renacimiento (Biblioteca del Exilio 36), 2018.
Liballe, «Joaquín Almendros: «Soy mucho más que un editor»», La Nación, 8 de octubre de 1972, p. 4.
Hernán Millás, Habráse visto, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1993.
Juan Carlos Ramírez, «Juan Aldea, dueño de la Feria Chilena del Libro: Las batallas del librero más antiguo de Chile», La Segunda, 23 de enero de 2015.
Agradezcotus artículos de los que siempre aprendo!!!!
Yo, por mi parte, me siento muy gratificado por que este blog tenga lectores tan agradecidos.