De la fundación de la Editorial Juventud a la creación de Molino

A Marta Graupera Sanz, agradecido

 

La creación en 1933 de la Editorial Molino por iniciativa de Pablo del Molino Mateus (1900-1968) es el desenlace de un desencuentro larvado a lo largo de varios años en el seno de la editorial Juventud y para desentrañarlo hay que remontarse, como hizo con particular acierto Mònica Baró en su tesis sobre ediciones de literatura infantil y juvenil, a la relación entre los miembros de su consejo de administración.

La fundación de la Editorial Juventud como sociedad anónima puede fecharse con precisión el 5 de octubre de 1923, cuando se constituye con la participación de la Sociedad General de Publicaciones, Concepció Mateus Massana y su hijo Pablo del Molino (que acababa de heredar de su tío abuelo Agustí Massana, creador de la Escola Massana) y, actuando además como director gerente, Josep Zendrera Fecha (1894-1969). Al formarse el consejo de administración, hay un nuevo reparto de acciones, en el que entran el editor e impresor y primo de Concepció Mateu Juli Gibert Massana (1880-1956), el impresor Joan Pijoan i Claramunt, Josep M. Borràs de Quadras—que ya habían coincidido en la fundación de la Sociedad General de Publicaciones e Hymsa—, quien fuera colaborador de Barcelona Cómica (1898) y director de La Semana Cómica (1888-1894) José Fernández de la Reguera y el abogado Raimon Duran i Ventosa (1858-1933).

Obra de Enric Ricard.

 

Pablo del Molino, pues, entró con veintitrés años a bordo de la nave que pilotaba Josep Zendrera, quien a su vez contaba con la experiencia en la revista Hogar y Moda de la Sociedad General de Publicaciones, donde trabajaba desde los catorce años y donde creó además diversas colecciones (la más popular de las cuales destinada a novela rosa).

Apenas tres años después de su fundación, estrechamente vinculado a este grupo se crea un sello editorial, Mentora, destinado a obras infantiles en catalán y en cuyo consejo de administración figuraba Julio del Molino, así como Edita, que publica libros ilustrados más lujosos, tanto orientados al público infantil como al adulto, y en cuyo consejo de administración de nuevo Julio del Molino aparecía como vocal.

Sin embargo, la ruptura que desembocará en la salida de la familia Molino y la creación  de su propia editorial empieza a gestarse iniciada ya la década de los treinta y Manuel Llanas la atribuye, básicamente, a «desacuerdos en la línea de las publicaciones».

Además de esos desacuerdos, ya en 1930 creó tensión en el consejo de administración la compra de un nuevo edificio más amplio (en la calle Provença 101), así como la absorción de la editorial Mentora y muy poco después la de Edita. En el seno del consejo de administración, estas iniciativas de Zendrera se advertían como audaces asunciones de riesgos, por lo que se le impuso como contrapartida el nombramiento de Pablo del Molino, que por entonces contaba veintitrés años, como subdirector de la empresa, entre otras condiciones sobre las cuales escribe Mònica Baró:

Además, se le obliga de recortar los gastos de funcionamiento —lo cual acaba conllevando finalmente el despido de cuatro trabajadores en 1931—, impone un control más riguroso —mensual— de los planes editoriales e, incluso, llegan a desestimar algunas de las propuestas de Zendrera que, no se olvide, se había ido convirtiendo en un socio importante. Forzosamente, estas decisiones no debieron de gustar a Zendrera —que, no obstante, las acata— y debían de producir disensiones importantes entre los miembros del Consejo, aunque no se manifiesten explícitamente en las actas.

En cuanto a la línea editorial, era muy evidente desde sus primeros pasos la voluntad de Juventud de cubrir el ámbito de las ediciones populares, en muchos casos mediante la explotación de los derechos de edición de la Sociedad General de Publicaciones, y dando incluso continuidad a la ya mencionada colección La Novela Rosa, por ejemplo, y con colecciones como la mensual La Aventura (1925) o la más lujosa Obras Maestras, dándose el caso de que un mismo autor u obra aparecía en más de una de estas colecciones. De nuevo es Baró quien ofrece cifras contundentes acerca del éxito de estas ediciones: «en cinco años, la editorial ha vendido 300.000 ejemplares de diversos títulos y, de la obra El rosario, de Florence L. Barclay, se han vendido más de 120.000 ejemplares».

A medida que fueron ampliándose los ámbitos de edición debieron de empezar a surgir los problemas, pero es evidente, tanto por los autores (Salgari, Sabatini, Victor Hugo, Zane Grey) como por la periodicidad y las características de los libros, el tipo de público popular y del lector infantil y juvenil al que se dirigían. Cuando finalmente Pablo del Molino presenta su renuncia para crear su propia editorial, no choca con una oposición en el seno del consejo de administración de Juventud, pero sí se le impone como condición que, en caso de crear una nueva empresa editorial, el catálogo de esta no entre en competencia directa con el de Juventud, cosa que es muy discutible que no sucediera ya desde el primer momento (y que, por lo menos en España, ha venido siendo una cláusula habitual en este tipo de casos).

Algunos de los autores de la inicial y muy célebre Biblioteca Oro (1933-1970) no hubieran desentonado en absoluto en Juventud, cuando no se daba el caso de que ya habían figurado en su catálogo: Julio Verne, Alejandro Dumas, Rex Stout, Emilio Salgari…, novelas de aventuras y del Oeste de carácter popular destinadas a un público muy amplio, en cualquier caso insertadas en series debidamente marcadas: Serie Azul (piratas y westerns), Serie Roja (novelas de capa y espada) y Serie Amarilla (novela detectivesca), a las que en 1935 se añadiría el espectacular éxito de la versión española de revista de Walt Disney Mickey (1935-1936), dirigida por Josep Maria Huertas Ventosa (1907-1967), padre de un periodista que se haría célebre y quien ya contaba con experiencia como colaborador de la revista infantil Alegría (1925-1934) y redactor jefe de Pocholo (1931-1951), de la editorial Santiago Vives.

El mismo acuerdo tomado en relación a la salida de Pablo del Molino de Juventud establecía que, en caso de incumplir con la condición de no competir con Juventud, saldría del consejo de esta empresa, pero al parecer, aun con las evidencias en la mano, esto no llegó a cumplirse. Como consecuencia de la guerra civil, en 1938 Pablo del Molino se trasladó a Buenos Aires, donde creó Molino Argentina (desmantelada con motivo de su regreso a Barcelona en 1952), mientras que su hermano Luis (1907-1990) se hacía cargo de la casa matriz barcelonesa, que tuvo continuidad en la posguerra con una línea editorial sin grandes variaciones, en la que siguió compitiendo con la de Juventud.

Fuentes:

Mònica Baró, Les edicions infantils i juvenils de l’editorial Juventut (1923-1969), tesis doctoral Departament de Biblioteconomia i Documentació, Universitat de Barcelona, 2005.

Raquel García Fuentes, «Semblanza de Editorial Molino (Barcelona, 1933- )». En Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes – Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) – EDI-RED: http://www.cervantesvirtual.com/obra/editorial-molino-barcelona-1933– semblanza-928709/

Jaime García Padrino, «Libros infantiles y juveniles», en Jesús A. Martínez Martín, dir., Historia de la edición en España (1939-1975), Madrid, Marcial Pons, 2015, pp.699-721.

Manuel Llanas, L’edició a Catalunya: el segle XX (fins a 1939), Barcelona, Gremi d’Editors de Catalunya, 2005.

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