Ediciones Peisa: Luchar contra la piratería en Perú

En el longevo e histórico catálogo de Ediciones Peisa —en 2018 cumple cincuenta años—pueden encontrarse a algunos de los nombres más famosos de la literatura de ese país, de  José Maria Arguedas (1911-1969) a Mario Vargas Llosa (n. 1936), de Ciro Alegría (1909-1967) a  Alonso Cueto (n. 1954) o de Julio Ramón Ribeyro (1929-1994) a Antonio Cisneros (1942-2012) y Alfredo Bryce Echenique (n. 1939). Sin embargo, la iniciativa de fundar la editorial partió de un hombre bregado previamente en el mundo del libro en su Ecuador natal, José Muñoz Rodríguez (1910-2013).

José Muñoz Rodríguez.

José Muñoz Rodríguez había creado en 1940 en Guayaquil, con sus hermanos Agustín, Julio y Alonso (este último como director), la librería Selecciones, y poco después una distribuidora de libros y revistas, Muñoz Hermanos. Sin embargo, en 1949 José se trasladó a Lima para iniciar una andadura por cuenta y riesgo, que no tardó en dar un primer paso importante con la creación en 1951 de la Distribuidora Inca, y dos años después  con la fundación de lo que acabaría por convertirse en una de las más importantes y populares cadenas de librerías de Perú, La Familia.

Con esta experiencia, y el conocimiento que sobre el panorama libresco peruano le habían dado por entonces sus numerosos viajes por el país, el 9 de diciembre de 1968 José Muñoz Rodríguez dio el paso a la publicación de libros con la creación de Ediciones Peisa, con la voluntad explícita de dar sobre todo a conocer a los autores peruanos y con unos primeros títulos que daban ya la medida de sus intenciones y orientación: Horas de lucha (1969), del poeta y ensayista anarquista Manuel González Prada (1844-1918), cuya primera edición era de 1908 y subsumía su importante ensayo previo Nuestros indios (publicado originalmente en 1904); el Manual de arqueología peruana (1969) del eminente historiador, antropólogo y arqueólogo Federico Kauffmann Doig (n. 1928), padre de la teoría aloctonista sobre el origen de la cultura andina; el Diccionario kechwa-castellano/ castellano-kechwa, del profesor represaliado César A. Guardia Mayorga (1906-1983), que defiende en el prólogo a este libro «el principio reconocido al derecho que tienen los pueblos a expresarse y desarrollar su cultura en su propio idioma», y la antología de Ensayos revolucionarios de Perú, preparada por Alfonso Molina (quien en 1934 ya había publicado en Chile Poesía revolucionaria de Perú y en 1967 Cuentos revolucionarios de Perú) y que incluye textos del ya mencionado González Prada y del pedagogo y político José Antonio Encinas (1888-1958), el historiador y antropólogo indigenista Luis Eduardo Valcárcel (1891-1987), el periodista y escritor marxista José Carlos Mariátegui (1895-1930), conocido también como El Ayamauta (del quechua hamawt’a [maestro]) y el historiador, diplomático y ensayista político Raúl Porras Barrenechea (1897-1960).

El gran éxito le llegó a Peisa en 1973 con la Biblioteca Peruana, de cuyo primer número, Crónica del Perú, de Pedro Cieza de León (1520-1554), vendieron ya 120.000 ejemplares, y al que siguieron otros de César Vallejo, Ciro Alegría, Vargas Llosa, el Inca Garcilaso de la Vega, Clorinda Matto de Turner, Flora Tristán, hasta un total de sesenta y cinco títulos que cerraba Cuentos turbios del faulkneriano Carlos E. Zavaleta (1928-2011). Sin embargo, también empezó a ser importante la edición de literatura infantil y juvenil, en un catálogo que crecía diversificándose.

Por otra parte, los tiempos más duros para Peisa llegaron a finales de los años noventa, cuando se encontraba ya al frente de la editorial Germán Coronado (quien en 1983 había sustituido en el puesto a su esposa, Martha Muñoz, hija de José Muñoz Rodríguez), quien, en unas jugosas declaraciones a Virginia Vílchez, atribuye esas dificultades a las turbulencias del Fujimorato:

…entramos en una profunda crisis económica por causa de la piratería orientada contra Peisa durante una década por Montesinos que, estoy seguro, quería quebrar la empresa. Estoy persuadido de que Vladimiro Montesinos enfiló el ataque de la piratería contra PEISA, porque nosotros éramos, en aquel entonces, los editores exclusivos en el Perú de Mario Vargas Llosa, quien se había convertido en el principal crítico del régimen corrupto. Hay que recordar que el 6 de abril de 1992, al día siguiente del autogolpe de Fujimori […], Vargas Llosa pidió a la comunidad internacional organizar un bloqueo económico contra el Perú para expulsar a la que él llamó «dictadura cívico-militar». Desde ese momento Vargas Llosa fue vilipendiado por el fujimontesinismo, a través de la prensa adicta al régimen, y hasta se le inició un proceso penal por presuntamente haber cometido un acto de traición a la patria. En un artículo publicado en un diario de circulación nacional, un conocido escritor y catedrático universitario pidió a sus lectores que no compraran los libros de Vargas Llosa en edición original. El absurdo argumento que esgrimía este personaje es que «un traidor a la patria» no merecía que le compraran libros originales y si alguien quería leer alguna de sus obras, debía comprarlas en edición pirata. Ese fue el inició de una campaña de demolición contra Vargas Llosa, y de carambola, ¡contra Peisa! Cada vez que Peisa sacaba algún libro de interés nacional, como, por ejemplo, Ciudadano Fujimori de Luis Jochamowitz, o Desafíos a la libertad, del propio Vargas Llosa, inmediatamente se me lanzaban los piratas encima, me despedazaban. Esto fue así a lo largo de diez años, del 92 al 2001 más o menos.

Conociendo estos antecedentes, no es de extrañar que cuando en 2014 Germán Coronado accedió a la presidencia de la Cámara Peruana del Libro subrayara la lucha contra la piratería como uno de sus objetivos prioritarios.

Sin embargo, no se amilanó, y al lado de vivir amenazado de muerte, una deuda de un millón y medio de dólares debió de parecerle un problema secundario; así pues, logró salir del mal paso mediante una política de edición de grandes obras en colaboración con periódicos, primero (en 2001) con El Comercio y los diecisiete tomos de la Enciclopedia Ilustrada de Perú, de Alberto Tauro del Pino, al año siguiente, con el mismo periódico, los veinticinco volúmenes de la Gran Biblioteca de la Literatura Peruana, ambas obras de tiradas estratosféricas, luego, en 2003, la también exitosa Gran Biblioteca de la Literatura Latinoamericana, que engalanaba en su primer número la mítica novela de García Márquez Cien años de soledad y que llegó a vender unos 900.000 ejemplares de algunos de sus títulos. Posteriormente llegarían los seis volúmenes de Historia y Arte del Perú Antiguo, de Kauffmann Doig, en colaboración con La República, o los veinticuatro del Atlas Regional de Perú, con el mismo periódico, entre otras iniciativas similares.

Miembro desde su fundación en 2007, con Borrador Editores, Matalamanga, Círculo Abierto, Estruendomudo y Jaime Campodónico, entre otros, a la ALPE (Asociación Peruana de Editores Independientes, Universitarias y Autónomas), integrada a su vez en la Alianza Internacional de Editores Independientes, Peisa lanzaba en esos mismos años una ambiciosa colección de veinte títulos destinada al lector infantil, Los Bichitos Curiosos, de la que se tiraron cerca de un millón de ejemplares, y cuenta en el momento de cumplir medio siglo con un catálogo tan amplio como diversificado, si bien centrado muy predominantemente en autores y temas peruanos.

Fuentes:

Anónimo, «Murió fundador de Ediciones Peisa, Distribuidora Inca y Librerías La Familia», Serperuano, 5 de abril de 2013.

Anónimo, «¿Libreros libres?», IDL-Reporteros, 24 de enero de 2014.

Black Arrow, «Colección Biblioteca Peruana», La Flecha Negra- Siglo XV, 24 de septiembre de 2011.

Edwin Cabello, «FIL de Lima, el salvador de Peisa», Lima Gris, 18 de julio de 2018.

César Ferrerira, ed., Edgardo Rivera Martínez: Nuevas lecturas, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2006.

Virginia Vilchez, «Peisa y el florecimiento de sus proyectos editoriales enmedio de la crisis», Librospruanos.com, julio de 2008.

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