Jules Verne, el escritor que hizo caso a su editor

Puede llegar a comprenderse la decisión de los escritores (o aspirantes a tales) de prescindir de un editor cuando su única expectativa respecto a éstos es que se ocupen de convertir su obra en un libro y de distribuirlo, con más o menos promoción adicional. Resulta también lógico que las agencias literarias estén asumiendo las funciones que tradicionalmente correspondieron a los editores (la edición de textos y el asesoramiento en la carrera literaria) si lo que habitualmente conocíamos como editores han hecho dejación de estas funciones para centrarse en otras acaso no menos importantes. Aun así, son legión los aspirantes a escritores que presuponen que no necesitan ni a uno ni a otros porque lo único que pretenden es vender muchos ejemplares, o bien tener muchos lectores (o para ser más precisos: a veces, sólo muchas descargas).

Verne23años

Verne a los veintitrés años.

Sin embargo, un autor de situación tan variante e inestable en el canon occidental como lo fue Jules Verne (1828-1905) tal vez hubiera caído en el olvido más absoluto de no ser por un editor que conocía muy bien el negocio y que asumió con todos sus riesgos esa función, Pierre-Jules Hetzel (1814-1886), cuyos antecedentes explican muchas cosas.

Hertzel se había formado en Chartres y en el reputado Collège Stanislas de París, antes de matricularse para cursar Derecho en Estrasbugo, estudios que abandonó en 1836 para incorporarse como empleado en la librería de un destacado traductor, librero y editor: Alexandre Paulin (1742-1859). Asociado desde septiembre de 1830 a Jacques-Julien Dubochet, fue célebre la librería que Paulin estableció en la rue du Seine, 33, sede también desde 1833 de sus primeras tentativas como editor. Si Paulin se ha ganado un nombre destacado en la historia de la edición francesa no es sólo por haber dado continuidad a la edición de las memorias de Saint-Simon que había iniciado Auguste Sautelet (1800-1830), sino por haber experimentado con nuevas formas de libro inexistentes en su época, acercándose a lo que eran los estándares de la prensa de su tiempo. De la confluencia de su pasión por el libro bien hecho, de un cierto lujo y empaque incluso, y el interés por las formas periodísticas nació lo que le convertiría en el antecedente de la edición ilustrada barata, después del intento fallido de Nicolas Delangle (1792-1866) con la Histoire du roi de Bohème et de ses sept châteaux, escrita por Charles Nodier (1780-1844) e ilustrada por Tony Johannot (1803-1852), que se estaba haciendo muy famoso en la Revue des Deux Mondes. Revista, por cierto, que desde enero de 1830 había adquirido como subtítulo una descripción que a los buenos lectores de Verne quizá les resulte un tanto familiar: Revue des deux mondes. Journal des voyages, de l’administration et des mœurs, etc., chez les différens peuples du globe ou archives géographiques et historiques du XIXe siècle; rédigée par une société de savants, de voyageurs et de littérateurs français et étrangers.

AlexandrePaulin

Alexandre Paulin.

En mayo de 1834, Paulin y Dubochet se asocian con el director de la revista L´Artiste, Auguste Ricourt, y pronto ponen en marcha un nuevo sistema de edición de grandes obras por entregas que se estrena con la Histoire parlamentaire de la Révolution française, de Philippe Buchez y Prosper-Charles Roux, y el Atlas historique des guerres de la révolution, pero junto a las obras de carácter histórico, de las que hasta entonces las clases acomodadas eran las únicas lectoras, empiezan también muy pronto a publicar libros de actualidad política. Cuando el joven Hetzel entra en la librería de Paulin, éste acababa de asociarse con el celebérrimo escritor, editor y librero Louis Hachette (1800-1864) y no tardan en abrir una nueva línea de publicación escolar y pedagógica con la Histoire des progrés de la civilisation en Europe de Hippolyte Roux-Ferrand (1798-1887).

LouisHachette

Louis Hachette.

No era pues un mal sitio donde formarse como editor, y a Hetzel le bastaron un par de años entre esos emprendedores audaces para atreverse a crear su propia editorial, no sin antes publicar en asociación con Paulin (con quien mantendrá siempre una amistad y colaborarán en diversas publicaciones) la Histoire des Français depuis le temps des Gaulois jusqu´en 1830, del historiador y geógrafo Théophile-Sébastien Lavallée (1804-1866).

Con estos antecedentes, no extrañará que Hetzel obtuviera su primer gran éxito comercial como editor con la Vie publique et privée des animaux, donde reúne textos de los grandes nombres del momento, como Balzac, Nodier, Georges Sand o Louis Viardot, entre otros, e ilustraciones de Grandville (Jean Ignace Isidore Gérard, 1803-1847), quien se había hecho famoso en 1829 con las Métamorphoses du jour, una serie de 70 ilustraciones protagonizadas por animales con cabeza humana intensivamente plagiada y copiada de inmediato por otros ilustradores. Hetzel, que había incluido en el libro colectivo mencionado la narración «Peines de coeur d´une chatte française» bajo el seudónimo P.J. Stahl, tuvo aún tiempo de escribir Voyage où il vous plaira, y publicarlo con ilustraciones de Johannot, así como de fundar la revista destinada a los niños Nouveau magasin des enfants, donde vuelven a coincidir las plumas de Nodier y Georges Sand con las de Alexandre Dumas, Alfred de Musset, así como con ilustraciones de Johannot, Bertall y Paul Gavarni.

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Gerard de Nerval, Victor Hugo y Charles Perrault (para quien prologa una célebre edición de sus cuentos, ilustrados por Gustave Dorée) son algunos de los nombres célebres que publicará en los años sucesivos Hetzel, sometidos a la convulsa política francesa (que le llevó al exilio en Bélgica), antes de que en 1862 cayera en sus manos la obra de un perfecto desconocido, Voyage en Anglaterre et en Escoce, de Jules Verne, que rechazó y sólo se publicaría en 1989 en las Éditions du Cherche Midi de Philippe Heracles. Sin embargo, ese mismo año 1862 Verne sometió de nuevo al juicio de Hetzel su Cinq semaines en ballon, que sí contó son su aprobación y publicó dos tiradas de mil ejemplares en 1863 con el subtítulo «Voyage de découvertes en Afrique par trois Anglais rédigé sur les notes du docteur Fergusson». El éxito inmediato de esta novela hizo concebir a Hetzel una intensiva explotación de las obras siguientes de Verne, que solían publicarse primero seriadas en revistas, posteriormente en edición comercial, a continuación en ediciones ilustradas e incluso en algunas ocasiones en ediciones de lujo. Por indicación de Hetzel, la obra de Verne pasaba además a estructurarse, un poco a la manera de los grandes ciclos novelescos de la gran novela francesa (La Comédie Humaine, Les Rougon-Macquart), en la serie de 62 títulos Voyages extraordinaires.

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Grandville hizo poco menos que una Comedia Humana mediante sus ilustraciones.

Gracias a este sistema, que no dejaba de tener sus riesgos, en 1866 pudieron firmar un contrato por el que Verne se comprometía a escribir tres novelas anuales a cambio de un sueldo mensual de unos 750 francos (aproximadamente, unos 2.300 euros del año 2000), lo que le permitía profesionalizarse en lo que sin duda era su vocación, la escritura de novelas.

Sin embargo, tan importante como en la difusión de su obra lo fue Hetzel al convencerle, en términos sumamente duros, de no dar a la imprenta otra obra que le sometió en 1863, Paris au XXème siècle, rechazo que Juan Tallón cita en los siguientes términos:

«Es folletinismo barato… No veo nada que elogiar en su trabajo, nada que elogiar con franqueza. Lamento tener que escribirle esto, pero consideraría una catástrofe para su reputación la publicación de este trabajo… Es casi lo que escribiría un niño, un principiante, alguien que va a estrellarse como una mariposa contra vidrio… Usted se hunde en lo mediocre hasta la cabeza», subraya la carta [de Hetzel a Verne], fechada en 1863.

Aun así, incluso este texto se publicó, póstumamente, en una iniciativa en la que se asociaron Hachette y Cherche Midi para seguir explotando el filón Verne en 1994, con ilustraciones del dibujante belga  François Schuiten (n. 1956). Lo más probable es que, si no hubiera sido por Hetzel, nadie hubiera tenido interés en leer esa obra que Verne nunca volvió a interesarse en publicar. Y tampoco debe de ser casual que los estudiosos más conspicuos de Verne adviertan en su obra un punto de inflexión, hacia una visión del mundo menos optimista, coincidiendo en el tiempo con la muerte de Hetzel.

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Pierre-Jules Hetzel

Fuentes:

Renoir Bachelier, dir., Hetzel, éditeur par excellence, número monográfico de la Revue Jules Verne, núm. 37 (verano 2013).

Volker Dehs, Jules Verne, traducción de Alicia Valero Martín, Madrid, Edaf, 2005.

Jesús Navarro Faus, Sueños de ciencia: Un viaje al centro de Jules Verne, Universitat de València, 2011.

Juan Tallón, «Esto lo escribe un niño», El Progreso, 18 de abril de 2016.

Michel Winock, Las voces de la libertad. Intelectuales y compromiso en la Francia del siglo XIX, traducción de Ana Herrera, Barcelona, Edhasa (Ensayo), 2004.

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