A la memoria de Félix Grande (1937-2014)
En 1963, el escritor y editor Guillermo de Torre (1900-1971) pudo por fin poner en marcha un proyecto largamente elaborado y que sufrió una enorme transformación desde sus planteamientos iniciales en Madrid hasta convertirse en una mítica colección bajo los auspicios de la bonaerense Editorial Sudamericana, la colección El Puente.

De izquierda a derecha, Jorge Luis Borges, Virgilio Piñero, Carlos Mastronardi y Guillermo de Torre.
La enorme trascendencia que tuvo esta colección como vínculo entre la intelectualidad republicana en el exilio y los lectores peninsulares explica que haya sido objeto de varios y muy valiosos estudios, entre los que quizá destaque el que en 2011 le dedicó Federico Gerhardt (“Todos los puentes. El Puente. Una colección en tres épocas”), que ofrece una panorámica de los antecedentes, una reconstrucción histórica del proyecto y una relación completa y fiable de los títulos publicados, no sólo en la primera etapa (cuestión esta objeto de una cierta confusión o controversia), sino también en la segunda (dirigida en Madrid por el poeta Félix Grande entre 1970 y 1971 y cuyos libros maquetaba José María Guelbenzu) y la tercera (ya en Barcelona, entre 2000 y 2004).

Félix Grande (1937-2014) y Paco de Lucía (1947-2014).
Hay acuerdo en remontar el origen de la colección a una interesante polémica que echó a andar el hispanista estadounidense Robert G. Mead Jr. (1913-1995) en la prestigiosa revista Books Abroad cuando en el verano de 1951, al hilo de un retrato de la cultura española (“Dictatorship and Literature in the Spanish World”), señalaba como sus rasgos más característicos el peso de la censura en la literatura, la debilidad y escaso peso específico de la creación intelectual en España y el desconocimiento y desencuentro entre la producción que venían desarrollando los intelectuales republicanos exiliados y la sociedad española.

Robert G. Mead, Jr.
Años más tarde, en 1954, Mead sintetizó las intenciones de aquel polémico artículo en “Meditación sobre la libertad intelectual en el mundo hispánico (Cuadernos Americanos, marzo-abril de 1954, pp. 48-49):
Mis alegatos capitales, y me limito aquí a esbozarlos, eran que el régimen de Franco, mediante la censura y otros recursos represivos, había deformado el normal desenvolvimiento intelectual del país, dejándolo trunco o poco desarrollado en varios sentidos. Señalé la magna pérdida en todas las ramas del arte y del pensamiento que había sufrido España como resultado de la emigración forzada o voluntaria de tantos de sus hijos […] Recordé la complicidad de muchas casas editoras e la campaña oficial de eliminar de los libros los nombres de aquellos escritores y críticos que fueron republicanos.
Esto dio pie a una intensa polémica en la que abrió fuego Julián Marías (también en Books Abroad), y en la que intervinieron José Luis Aranguren, Arturo Barea, Dwight L. Bolinger, Ramón J. Sender, Elías L. Rivers, un colectivo de exiliados republicanos en Buenos Aires (Sánchez Albornoz, Eduardo Blanco-Amor, Francisco Vera, Alejandro Casona…) y Guillermo de Torre.
Guillermo de Torre.
Los trabajos de Manuel Aznar Soler y José Carlos Mainer que se mencionan más adelante permiten seguir los pormenores de este debate, cuyo principal intirás quizá sea que plantea la posibilidad de establecer puentes de comunicación entre la cultura española en el exilio, que a su vez había ido creando plataformas de interrelación, y los intelectuales que al término de la guerra habían permanecido en España (o inlcuso con las nuevas promociones que por entonces etaban surgiendo). Sin embargo, vale la pena añadir en este contexto que Guillermo de Torre intervino ya en el llamado “Pleito del Meridiano”, en el que, desde las páginas de La Gaceta Literaria, ya en abril de 1927 abogó por una hermandad de los escritores españoles y americanos.

José Luis Aranguren.
Con este objetivo en mente, hacia 1958 Guillermo de Torre había intentado poner en pie una revista a instancias del filósofo José Luis Aranguren (desde Madrid), a los que no tardaron en sumarse el poeta catalán Carles Riba (por aquel entonces en Barcelona, tras un breve exilio) y Juan Marichal (profesor de estudios hispánicos en la Universidad de Harvard, Massachussetts, y en estrecho contacto con los exiliados en México). El objetivo era establecer un diálogo «las diversas orillas ideológicas a que fueron a parar los españoles después de su dramática contienda», como recoge Francisca Montiel Rayo en su análisis de este proyecto que no llegó a cuajar (entre otras razones, por razones económicas).
Finalmente, y en forma de excelente colección culturalmente ambiciosa, el proyecto pudo llevarse a cabo gracias al apoyo del editor catalán exiliado en Buenos Aires Antoni López Llausàs (1988-1979), quien probablemente vio en él un excelente complemento a sus propias iniciativas para reintroducir la cultura republicana en España mediante la creación de la editorial Edhasa. Declaraba Guillermo de Torre a la revista Ínsula en 1962:
La nueva colección que publicarán la Sudamericana de Buenos Aires y la Edhasa de Barcelona asumirá un título simbólico […] El Puente, y tenderá a agrupar bajo sus arcos a escritores españoles de las dos orillas, españoles de dentro y de fuera de España, unificados por un común espíritu de exigencia y rigor, además de algunos afines hispanoamericanos y extranjeros. Se tratará principalmente de ensayos y de estudios literarios e historia.
Ciertamente, la colección que salió finalmente se mantuvo en esencia fiel a estos planteamientos en los 28 títulos de su primera etapa, si bien la presencia de autores latinoamericanos se limitó al escritor colombiano Germán Arciniegas (1900-1999) y la hispanochilena Concha Zardoya (1914-2004). E incluso los títulos y autores que allí anuncia el editor (En torno al Poema del Cid, de Menéndez Pidal, y obras de Ferrater Mora, Gaziel (Agustí Calvet), Corpus Barga, Gómez de la Serna o Francisco Ayala, entre otros), se publicaron realmente.
De octubre de 1961 es la primera versión de lo que podría considerarse el manifiesto fundacional de la colección, obra de Guillermo de Torre, describiendo la colección, así que en el momento de publicarse la entrevista en Ínsula era un proyecto más que sobradamente madurado. Pero la entrevista es también interesante además para ver qué libros no llegaron a publicarse.
En la relación de autores a los que se ha solicitado y han prometido su contribución para los volúmenes sucesivos figuran nombres como los de Claudio Sánchez Albornoz, Salvador de Madariaga, Mariano Picón Salas, Padro Laín Entralgo, Germán Arciniegas, Dionisio Ridruejo, Francisco Ayala…
Ni el venezolano Mariano Picón Salas (1901-965) ni los españoles Claudio Sánchez Albornoz y Dionisio Ridruejo llegaron a publicarse en El Puente, cuya nómina de autores constituye una pléyade sobradamente ilustrativa: Max Aub, Arciniegas, Francisco Ayala, Azorín, Carmen Bravo Villasante, Corpus Barga, Fernando Chueca Goitia, Guillermo Díaz-Plaja, Ferrater Mora, Paulino Garagorri, Juan Antonio Gaya Nuño, Gaziel, Gómez de la Serna, Pedro Laín Entralgo, Salvador de Madariaga, Julián Marías, Menéndez Pidal, Pérez de Ayala, Mercè Rodoreda, Salazar Chapela, Rafael Santos Torrella, Guillermo de Torre y María Zambrano.

Max Aub (1903-1972).
Sin embargo, presentado a la censura española, esa primera versión del prospecto fue rechazada y aún tuvo que escribir dos más Guillermo de Torre (ambas sin fecha), antes de que la colección pudiera echar a andar. Tampoco los propios libros escaparon al abrumador e irritante torpedeo de la censura, y por ejemplo en el caso del libro de relatos El zopilote y otros cuentos mexicanos, de nuevo Federico Gerhardt ha sido quien ha reconstruido con minucia los pasos previos que tuvo que dar antes de ver la luz el primer volumen de Max Aub que aparecía en la España franquista o, como escribió el propio Aub en carta a Ignacio Soldevila, “mi primer libro republicado en España”. Propuesto en carta del 14 de septiembre de 1963 con el título La excepción y la regla (que reunía los de Cuentos mexicanos con el añadido de “El zopilote”, “La vejez” y “El hombre de paja”), al gerente de Edhasa, Ricardo Campos, le llegó con cuatro posibles títulos, pero el definitivo fue decisión de Guillermo de Torre (como ya hiciera, por otra parte, con algún que otro título de la colección, como El tiempo que ni vuelve ni tropieza, de Marías): El zopilote y otros cuentos mexicanos. De nuevo Gerhardt reproduce un interesante pasaje en que Guillermo de Torre da cuenta del resultado del paso de la obra por censura:
La censura ha sido más benévola de lo que, a pesar de la recaída última, era presumible. Únicamente, en el cuento del impresor [“De cómo Julián Calvo se arruinó por segunda vez”] ha tachado algunas líneas sueltas: una alusión a Franco, otra a los curas, otra al Papa y un párrafo de siete líneas donde se habla de las “nalgas de Virginia”. Como todo lo demás está intacto y ninguna de las tachaduras impide la comprensión del texto, ni cambia el sentido del conjunto, hemos resuelto aceptarlas; lo contrario hubiera supuesto no obtener la autorización y retrasar la salida del libro, que es inminente. Presumiendo su “fatal” conformidad a esta levísima poda, así se lo comunicamos al Sr. Campos, gerente de Edhasa en Barcelona.
Es interesante también advertir que esta iniciativa corría paralela a la introducción en España de otras editoriales, como Ediciones Guadarrama y a la intensiva publicación que llevó a cabo pocos años más tarde la Editorial Andorra, más centrada en la narrativa (Aub, Andújar, Ayala, Rosa Chacel, Otaola, Serrano Poncela, Sender…), así como advertir la presencia en El Puente de unas cuantas traducciones del catalán: Tres mundos: Cataluña, España, Europa, de Ferrater Mora, había aparecido en Selecta de Josep Maria Cruzet (1903-1962) como Les formes de la vida catalana; Castilla adentro y Portugal lejano, de Gaziel, son traducciones de María Teresa López de libros también publicados en Selecta (Castella endins y Portugal enfora), y valdrá la pena recordar que Cruzet se inició en el mundo del libro en la imprenta de López Llausàs y que se asociaron para crear en 1924 la Llibreria Catalònia. Sin embargo, más importante sería la traducción que Enrique Sordo hizo de La plaza del Diamant, de Mercè Rodoreda, que en Barcelona y en catalán había publicado Joan Sales (1912-1983) en su Club Editor. Con el tiempo, esta traducción provocó un indignado revuelo cuando en 1983 la reeditó Editorial Sudamericana no sólo sin mencionar al traductor, sino incluso que se trataba de una traducción (el prestigioso traductor Jordi Arbonés, en calidad de miembro de Obra Cultural Catalana en Buenos Aires, publicó sobre ello un vitriólico texto en el Diario de Barcelona del 8 de noviembre de 1983).
El marcado diseño de la colección El Puente, con su característico logo, el fondo monocronático pero siempre llamativo y la fotografía de un puente español célebre pero siempre distinto reforzaron la identidad de una colección sobre la que vale la pena volver, no sólo por lo bien planteada y oportuna que fue en su momento, para reivindicar la figura del Guillermo de Torre editor, por el interés de los títulos que publicó, e incluso por sus dos efímeras secuelas, sino sobre todo por la extraordinaria potencia del simbolismo como propuesta de diálogo cultural.
Fuentes:
Manuel Aznar Soler, “Exilio republicano de 1939 y patrimonio literario. De la colección Patria y Ausencia (1952) a la Biblioteca del Exilio (2000)”, en Los laberintos del exilio. Diecisiete estudios sobre la obra literaria de Max Aub, Sevilla, Renacimiento (Biblioteca del Exilio), 2003, pp. 93-126.
Manuel Aznar Soler. «“El puente imposible”: el lugar de Sender en la polémica sobre el exilio español de 1939», en Juan Carlos Ara Torralba y Fermín Gil Encabo, eds., El lugar de Sender. Actas del I Congreso sobre Ramón J, Sender (Huesca, 3-7 de abril de 1995), Huesca-Zaragoza, Instituto de Estudios Altoaragoneses- Institución Fernando el Católico, 1997, pp. 279-294.
Federico Gerhardt, «Acerca de la edición de El zopilote y otros cuentos mexicanos de Max Aub», El Correo de Euclides , 4 (2009), pp. 30-47.
Federico Gerhardt,“Todos los puentes El puente. Una Colección en tres épocas”, Olivar, vol. 12, núm.16 (julio-diciembre de 2011).
Fernando Larraz, El monopolio de la palabra. El exilio intelectual en la España franquista , Madrid, Biblioteca Nueva, 2009.
José Carlos Mainer, «El lento regreso. Textos y contextos de la colección ‘El Puente’ (1963-1968)«, en Manuel Aznar Soler, ed., El exilio literario español de 1939, Barcelona, Gexel, 1999, pp. 395-415.
Josep Mengual Català, 2005. «El puente que tendió Rafael Conte. Narraciones de la España desterrada«, Quimera , 252 (enero de 2005; numero monográfico sobre la narrativa breve en el exilio, coordinado por Javier Quiñones), pp. 56-60.
Francisca Montiel Rayo , 2003. «La revista El Puente , un frustrado proyecto de cooperación intelectual entre las dos Españas», Alicia Alted Vigil y Manuel Llusia (eds.), La cultura del exilio republicano de 1939 , Madrid, UNED, 2003, pp. 199-218.
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