Josep Maria Camps (1915-1975) y Antonio Buero Vallejo (1916-2000) son dos dramaturgos con algunas coincidencias biográficas y editoriales, que sin embargo tardaron muchos años en cruzarse. Además de ser represaliados ambos al término de la guerra civil, a los dos les publicó su primera obra en la postguerra el editor José Janés: la novela Yo, pronombre (1944) a Camps en la colección Gacela, e Historia de una escalera (1950) a Buero en El Manantial que no Cesa, obra esta última de cuyo éxito fue testigo Camps antes de iniciar un periplo que le llevaría a residir, publicar y estrenar sus obras en México (Dos Farsas, Tres obras dramáticas, Cacería de un hombre, Víznar o Muerte de un poeta) y Rostock (Víznar, De un mundo muy distinto, El brillo de la podredumbre, Cacería de un hombre…). Ambos se casaron además el mismo año, 1959.

La comuna de la celda 142 del penal de El Dueso en abril de 1942. De izquierda a derecha: Antonio Buero, Matías Pérez Batanero, Luis Guerra, Isidoro Martínez Pérez
Si Buero se estrenó en el teatro tras unos inicios como artista plástico (dibujo y pintura), Camps, tras haber publicado dos novelas (Yo, pronombre y El corrector de pruebas) y dedicarse a las tareas editoriales en los años cuarenta con José Luis Ros y José Janés, inició en la década siguiente una trayectoria marcada por unos éxitos paradójicamente frustrantes. Habitual del Ateneu Barcelonès, entre sus amistades se contaba el que sería primer ganador del Premio Planeta, Juan José Mira (Juan José Moreno), con quien al parecer llegó a estrenar una obra policíaca escrita en catalán a cuatro manos titulada El Full esquinçat (hoy perdida).

«Esperando el rancho en El Dueso», dibujo de Buero Vallejo.
En 1950 presentó dos obras al Premio Ciudad de Barcelona, Kampong y La etapa imprevista, pero el jurado, formado por Josep Maria de Sagarra, Eugenio Carballo, Joaquín Montaner, Luis Marsillach, Enric Borràs y Humberto Pérez de la Ossa, decidió premiar, en séptima votación, La Cortesana, de Claudio de la Torre. En enero de 1951, en Solidaridad Nacional aparecía ya un anónimo artículo en el que se ponía de manifiesto las divergencias en el seno del jurado:
Se lamentó el jurado de que algunos autores hubieran presentado más de una obra y consideró que ello les perjudicó en la votación. Los señores Sagarra y Montaner mostraron su disconformidad de que [sic] en la primera votación no obtuvieran sufragios algunas de las obras que optaban al premio y que ellos creían con mayores méritos que los conseguidos.
Tres eran los autores que situaron más de una obra en la primera votación: Juan Germán Schroeder (con La ciudad sumergida y Estrictamente familiar), Pablo Puche (Laseríngnias y Cristo libertador) y Camps, que obtuvo tres votos para La etapa imprevista y uno para Kampong. Ese mimso año 1951 el nombre de José M. Camps aparece entre los intérpretes del estreno de Quasi un paradís. Allò que a Tossa s´esdevingué, de Joan Oliver y Joan Guarro, en la Sala Rovira de Tossa el 18 de agosto.
Más conocidos son los años iniciales del Buero dramaturgo, a quien la obtención del Premio Lope de Vega en 1948 (con Historia de una escalera), su estreno en el Español (14 de octubre de 1949) y la posterior edición de la obra, así como la adaptación al cine (Ignacio F. Iquino, 1950) confirmaron como uno de los autores más exitosos de su tiempo.

Buero recibiendo los aplausos tras el estreno de Historia de una escalera .
El encuentro entre Buero y Camps no se produjo hasta finales de la década de los sesenta, mientras el escritor catalán se encontraba trabajando en el Volkstheater de Rostock, donde se convirtió en uno de los más importantes introductores del teatro español en Europa del Este (etapa de la trayectoria de Camps a la que Mario Martín Gijón ha dedicado interesantísimos artículos: véase Fuentes).
Buero ha descrito al Camps de ese primer encuentro, en la rotonda del madrileño Hotel Palace: “cabeza noble, ya casi blanca; palabra suave, atenta mirada, sonrisa permanente. Un leve acento catalán sigue confirmando su origen barcelonés”. La entrevista respondía a la voluntad de Camps de montar Historia de una escalera en Rostock, proyecto que se trocó por el de El sueño de la razón, obra de la que el Teatro de Arte de Moscí estaba preparando también el estreno (se produciría en diciembre de 1973).

Espectacular imagen del estreno de El sueño de la razón por el Teatro de Arte de Moscú (25 de diciembre de 1973), en dirección de Oleg Efremov.
Explica Buero en el mismo texto antes citado:
Cuando volé hasta Berlín para asistir al estreno alemán en Rostock de mi obra El sueño de la razón, José María me estaba esperando en el aeropuerto. El Generalintendant y el director del Volstheater, el cordial y competentísimo Hanns Anselm Perten, había contratado sus servicios como ayudante de dirección. Camps aclaró y corrigió con exquisito cuidado las dudas y lunares que siempre comporta un texto traducido. Y, con aquella desprendida camaradería ante el colega que me había demostrado desde nuestra primera cita, se alegró conmigo del éxito como si fuera suyo.
Según lo juzga José Rodríguez Richard, Camps «contribuyó decisivamente a promover el conocimiento de Buero en Alemania». Buero, por su parte, alentó y guió a Camps cuando éste, después de ganar en 1973 el Premio Lope de Vega con El edicto de gracia, vio como se retrasaba una y otra vez el preceptivo estreno, compartieron charlas de camerino durante el éxito de La Fundación en el teatro Victoria y finalmente en el del estreno de la obra de Camps premiada con el galardón más importante de la época.
Veinticuatro años después de que yo ganase el mismo premio con el que fue distinguido –prosigue más adelante Buero–, Camps emprendía, con el cabello ya plateado, el regreso cultural a la Península y recibía de ella sus primeras compensaciones, con la esperanza puesta acaso en su creciente afirmación literaria, pero asimismo en el porvenir liberador de nuestros sueños más lúcidos. En este tiempo nuestro, imborrable y terrible, José María dejó no obstante bien patentes su estatura y su tesón.

Primera edición de un texto de Camps en España desde 1946: El Edicto de Gracia, en la revista Primer Acto.
Fallecido Camps el 21 de noviembre de 1975, su obra menos desconocida sigue siendo sin duda El Edicto de Gracia, que, después de aparecer en la revista Primer Acto, vio la luz en forma de volumen en la colección que dirigieron en Linosa Víctor Pozanco y José Santamarina (Ámbito), y posteriormente, sin informar siquiera a la familia del dramaturgo, se publicó en 2006 en la editorial Fundamentos (en Historia y antología de teatro español de postguerra, a cargo de Gregorio Torres Nebrera) y 2008 (como número 12 de la Serie Premios Lope de Vega de la Asociación de Directores de Escena de España, a cargo de Alberto Fernández Torres, donde también se publicó en 2005 Historia de una escalera). Hasta el 27 de abril de 1998 no se estrenó en España su obra sobre el asesinato de Federico García Lorca, Víznar, que Mariano de Paco y César Oliva tuvieron el acierto de hacer coincidir con la publicación en volumen en su espléndida colección Antología Teatral Española del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia (es el número 36), en la que en 1979 habían publicado a Buero Vallejo El terror inmóvil.

Primera edición española de Víznar (1999)
Leyendo obras como Historia de una escalera, El Gran Tianguis, Un soñador para un pueblo, Víznar o Muerte de un poeta, El sueño de la razón y El Edicto de Gracia se hace casi inevitable preguntarse qué habría sucedido –y qué efectos hubiera tenido en la historia teatral española– si Camps no hubiera muerto prematuramente y su obra hubiera tenido tiempo de asentarse en España en forma de ediciones y estrenos. Como dirían en México, “está pensativo”.
Para ver un breve fragmento del estreno de Víznar en España, aquí.
Mariano de Paco y César Oliva hablando de sus colecciones sobre teatro ATE (donde han publicado a Buero y a Camps) y Editum, aquí.
Antonio Buero Vallejo, «Recuerdo de José María Camps», en José María Camps, El Edicto de Gracia, Barcelona, Linosa (Ámbito Teatro 1), 1976. pp. 9-23. Recogido en Obras Completas, vol. II, ed. de Luis Iglesias Feijóo y Mariano de Paco, Madrid, Espasa Calpe, 1994, pp. 1020-1032.
Fernando Lara, «Entrevista con el autor de El Edicto de Gracia«, Tiempo de Historia (Barcelona) núm. 1 (diciembre de 1974), pp. 107-111.
Mario Martín Gijón, “El estreno alemán de Víznar o Muerte de un poeta”, ADE Teatro. Revista de la Asociación de Directores de Escena de España, núm. 138 (diciembre de 2011), pp. 165-169.
Mario Martín Gijón, “El asesinato de John F. Kennedy visto por un exiliado republicano español. Sobre el estreno de El brillo de la podredumbre, de José María Camps”, Estreno. Cuadernos de Teatro Español Contemporáneo, núm. 2 (2012), pp. 87-100.
Mario Martín Gijón, «José María Camps, un dramaturgo español en la RDA», Clarín. Revista de nueva literatura, núm. 101 (2012), pp. 45-54.
José Monleón, «Entrevista en dos tiempos con José María Camps», Primer Acto, núm. 175 (diciembre de 1974), pp. 6-10.
José Rodríguez Richard, «Recepción del teatro de Antonio Buero Vallejo en Alemania», en Mariano de Paco y F.J. Díez de Revenga, Antonio Buero Vallejo, dramaturgo universal, Murcia, Cajamurcia, 2001, pp. 187-224.