
Sobrecubierta de la antología de poesía catalana preparada por el poeta y editor Josep Pedreira y firmada por Fernando Gutiérrez, publicada por Josep (con P) Janés, Editor.
Que La poesía catalana. Antologia històrica. Els contemporanis que publicó Josep Janés en 1947 la había elaborado en realidad el editor Josep Pedreira (1917-2003) –pese a que la firmara Fernando Gutiérrez (1911-1985)– era cosa bastante sabida desde hace ya algunos años. Joan Samsó, por ejemplo, en su brillante estudio sobre La cultura catalana: entre la clandestinitat i la represa pública insiste en ello y lo menciona tanto en el primer volumen (p. 120) como en el segundo (p. 41), y ya antes, en otro libro muy útil sobre la materia (L´edició catalana i la censura franquista, 1939-1951), Maria Josepa Gallofré i Virgili había explicado que, ante la petición de una tirada de 2750 ejemplares de esta antología, a cien pesetas el volumen, el correspondiente informe de censura consideró que era una «obra de valor literario en el idioma original» y no encontró en ella «nada censurable», por lo que en septiembre de 1947 se autorizó a Janés su publicación.

Premiado con el Carles Rahola de ensayo en 2011 y publicado por Proa como número 87 de la colección La Mirada ese mismo año.
Lo que probablemente era casi por completo desconocido es que en su momento Pedreira ni siquiera se cuestionara firmar el libro: «Yo ya me daba por pagado con mi trabajo y, además, me había incluido como uno de los [poetas antologados] novísimos» (la traducción es mía). Pedreira no era precisamente un «bienquisto del régimen», mientras que Fernando Gutiérrez era poco sospechoso y había firmado algunas peticiones a censura para Janés. Aun así, la declaración de Pedreira resulta bastante asombrosa, pero es sólo una de las muchas sorpresas que contiene el excelente estudio que sobre la obra editorial de Pedreira publicó Mireia Sopena (Barcelona, 1975), quien entre otras cosas encomiables ha hecho un uso muy fructífero del impresionante fondo Pedreira (del que se ha hecho cargo la Universitat Autònoma de Barcelona), que contiene varios textos memorialísticos y autobiográfcos inéditos de enorme interés. Escribe Mireia Sopena que a Pedreira le disgustó que Janés «le confirmara que los poemas de tres simpatizantes del régimen (Ignasi Agustí, Sebastià Sánchez Juan y Joan Prats) tenían que aparecer en la antología», a lo que se añadía el hecho de que firmara el libro Fernando Gutiérrez, sobrino del conocido escritor y falangista Luys Santa Marina. De ello se desprendería quizá que Pedreira sintió algún resquemor hacia Janés y Gutiérrez, pero no parece que así fuera.
Recoge también este suculento libro sobre Pedreira el despectivo epíteto que en carta a Xavier Benguerel dedicó Joan Oliver a quien por entonces pensaba que realmente era el autor de la antología, «un esbirro de Janés». Pedreira, en cambio, reconocía a Gutiérrez el mérito de, al concluir la guerra y mientras era lector de censura en la Jefatura de Propaganda y se ocupaba de evaluar los fondos antiguos, haberse opuesto «(y lo consiguió) a la pira que las autoridades que nos impusieron en los primeros años de la Victoria querían hacer con los fondos editoriales de la Fundació Bernat Metge», célebre por sus esmeradísimas traducciones de los clásicos grecolatinos.
El episodio de la antología janesiana no sólo no enturbió las relaciones entre Pedreira y Gutiérrez, que siguieron siendo compañeros en la editorial de Janés, sino que, según registra también Mireia Sopena, por lo menos en dos ocasiones Gutiérrez tuvo una intervención decisiva ante las autoridades para que los ambiciosos proyectos editoriales de su compañero llegaran a buen puerto. Uno de los muchos problemas a que se enfrenta Pedreira cuando en 1949 crea la legendaria colección de poesía en catalán Els Llibres de l´Óssa Menor (proyecto en el que inicialmente debía participar también Janés) es sin duda la censura. Galderich dedicó una espléndida entrada en Piscoabis Librorum al delirante caso de Les Elegies de Bierville, de Carles Riba, a sus sucesivas ediciones y a los obstáculos censorios con que topó ese libro antes de que Pedreira lo publicara en 1951. Las intervenciones de Fernando Gutiérrez para ayudar a Pedreira se concretan en cambio ya en el primer título que programa, Les cançons d´Ariadna, de Salvador Espriu, con prólogo de Joan Perucho e ilustración de Francesc Espriu, que Fernando Gutiérrez avaló mediante una carta dirigida a Juan Beneyto (director general de Inspección de Libros) que Mireia Sopena reproduce íntegra antes de relatar también los avatares que pasó tanto el texto poético (objeto de un informe denegatorio de Miguel Piernavieja), como el prólogo (que mandó a censura el propio Fernando Gutiérrez meses más tarde).

Portada del libro con que Pedreira pudo, gracias a la colaboración de Fernando Gutiérrez, iniciar legalmente Els Llibres de l´Óssa Menor.
Pocos años más tarde, en 1953, la intervención de Fernando Gutiérrez evitó que Pedreira, que no nadaba precisamente en la abundancia, se viera en la necesidad de pagar una dura multa (6.000 ptas.) por haber publicado Cant espiritual, de Blai Bonet. Al margen del interés intrínseco de la casi heroica obra de Pedreira que este libro de Mireia Sopena pone de relieve, al sacar a la luz aspectos de las relaciones y la colaboración entre estos dos editores de ideologías tan radicalmente opuestas suscita además una cuestión bastante sugerente acerca de la convivencia en el mundo editorial barcelonés en los años cuarenta y cincuenta. Y no es este sin embargo el mayor valor de Josep Pedreira, un editor en terra de naufragis, que ofrece una espléndida y muy completa imagen tanto de la trayectoria de Els Llibres de l´Óssa Menor como de las circunstancias que rodearon cada uno de sus títulos.
Fuentes:
El vídeo del homenaje que se tributó a Josep Pedreira en el Ateneu Barcelonès el 10 de julio de 2012 (en catalán) puede verse completo aquí. Intervienen en él Joana y Ricard Pedreira Font (hijos de Josep Pedreira), Mireia Sopena, Josep Lluch y Alfred Sargatal, y le sigue una lectura de poesía a cargo de David Castillo, Manuel Forcano, Francesc Garriga, Susanna Rafart y Màrius Sampere.
Galderich, «La també rara segona edició de les Elegies de Bierville, de Carles Riba«, en Piscolabis Librorum (12 de julio de 2009).
Maria Josepa Gallofré i Virgili, L´edició catalana i la censura franquista (1939-1951), Publicacions de l´Abadia de Montserrat (Biblioteca Abat Oliva, 99), 1991.
Joan Samsó, La cultura catalana: entre la clandestinitat i la represa pública, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, dos vols. (Biblioteca Abat Oliva 141 y 147), 1994 y 1995.
Mireia Sopena, Josep Pedreira, un editor en terra de naufragis. Els Llibres de l´Óssa Menor (1949-1963), Barcelona, Proa (La Mirada 87), 2011.
Excelente post. Una historia muy curiosa dentro del contexto de ese sonrojante y arbitrario capítulo de la historia de España que fue la censura franquista.
Gracias, José Luis, me parece que tanto Fernando Gutiérrez como Josep Pedreira fueron profesionales dignos de ser más conocidos y apreciados en lo que valían, y el libro de Mireia Sopena es muy útil en el segundo caso. Lo recomiendo sin reservas.
Por otra parte, lo más grave de la censura me parece que son aquellos casos en que permitió la publicación de libros alterados que luego han tenido éxito comercial y han sido reiteradamente reimpresos sin subsanar esas mutilaciones (a veces incluso en ediciones presuntamente críticas).
Estoy de acuerdo contigo, Josep. Lo que planteas encaja muy bien, y aunque pudiera deberse a otras causas, con el olvido general y el miedo a ‘desenterrar’ los vestigios de eso que llaman memoria histórica. En general ha faltado voluntad e interés por remendar los antiguos rotos y descosidos. Supongo que eso hace más necesarios estudios como el que citas de Mireia Sopena.
Saludos.
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