A Javier Quiñones, autor de Max Aub, novela.
Parece haber un acuerdo bastante amplio en que Jusep Torres Campalans (1958) es, si no la mejor, una de las mejores obras de Max Aub y de las que mejor han resistido el paso del tiempo. Se han esgrimido muy diversas razones, con razón, para defender esta tesis. Esta espléndida y elaboradísima broma literaria consistente en biografiar a un pintor catalán amigo de Picasso, creando toda la parafernalia propia de este tipo de textos (cronología, relato fragmentario y con lagunas de la vida, retazos de testimonios de primera mano, de textos alusivos, catálogo minucioso y detallado de las obras pictóricas, reproducción de algunas de las mismas, notas bibliográficas, etc.) constituye, por lo que yo sé, uno de los juegos más asombrosos, divertidos, ingeniosos y geniales que habrá dado la cultura española, y exponer la obra pictórica en algunas de las ciudades más importantes del planeta (México, Nueva York, París…) fue ya la guinda.

El editor Albert Skira fotografiado hacia 1938 o 1939 por el gran Gyula Halász (1899-1984), más conocido como Brasaï, a quien Henry Miller describió como «El Ojo de París» y que es autor además de unas interesantes Conversations avec Picasso publicadas en 1964 por Gallimard (en español, coeditadas por el Fondo de Cultura Económica y Turner en 2002).
Pese a la abundante bibliografía que ha generado el Jusep Torres Campalans, sin embargo, creo que no se ha resaltado lo suficiente que Max Aub, aparte de una novela que es una biografía ficticia con voluntad de invadir el espacio no ficcional, lo que concibió sobre todo es un libro, un libro que, si bien se pueden alegar otros modelos (Dolores Fernández menciona L´art abstrait de Michel Seuphor publicado en París por Maeght en 1950), toma como base los célebres volúmenes de la colección Le Goût de Notre Temps que publicaba primero en Lausana y luego en Génova Albert Skira (Albert Schira, 1904-1973) , quien en los años treinta había publicado a Picasso (las Métamorphoses de Ovidio), Matisse (Poèsies de Mallarmé) o Dalí (Les chants de Maldoror de Lautréamont) y en los cuarenta varias obras con textos de André Malraux (detalle no menor en relación al contexto de Campalans). Si Skira podía hacer libros tan magníficos a unos precios tan ajustados, ¿por qué no iba a poder hacer lo mismo el Fondo de Cultura Económica en la colección Tezontle?
Portada del Picasso de la colección Le Goût de Notre Temps (conocidos popularmente como «los pequeños Skira»). Son volúmenes encuadernados en tapa dura con sobrecubiertas, de unos 17 x 18 cm, y por tanto más manejables que los libros de arte al uso (eso contribuye a explicar su éxito) y que rondan las 150 páginas. A finales de los sesenta Carrogio los empezó a publicar en español.
La primera mención del libro quizá sea la que aparece con fecha del 9 de agosto de 1955 en los diarios personales de Max Aub, donde tras la rotunda afirmación «Nace Jusep Torres Campalans» y lo que podría ser un índice sintético de la biografía, se añade:
Escribirlo todo como una biografía «acerca de…»
Entrevista. Vida (falsa).
Estética (falsa), y -sólo Cugh- la historia.
Publicarlo como una monografía, con reproducciones.
Casi exactamente dos años después (el 20 de septiembre de 1957), escribe en carta a Ignacio Soldevila: «Ayer le puse punto final a mi Jusep Torres Campalans y hoy le escribo». Probablemente, a la vista de la fecha de publicación de la obra (junio de 1958), lo más acertado sea suponer que en esta carta Max Aub se refiere a la conclusión de la escritura del texto, no a la corrección de pruebas, porque además en carta a Vicente Aleixandre del 8 de abril de 1958, escribe:
Dentro de un mes, o dos, saldrá otra [obra] que supongo que te divertirá: he inventado un pintor, compañero de Picasso, la he escrito como una de esas monografías de Skira -hice todos los dibujos. Los pintores van a pegar un respingo. Se lo merecen: hablo de los que imitan, de los que se copian unos a otros. Cada día odio más lo falso. Y tenemos tanto que contar todavía (ojalá fuese en todos los sentidos).
Este texto, añadido a la coincidencia de la encuadernación en tela con sobrecubierta en papel satinado o detalles como la situación del folio al pie, deja muy claro cuál es el modelo, por lo menos consciente, y la diferencia en el formato es probable que tenga una explicación en la dificultad para encontrar en México un formato de papel adecuado a un precio razonable. Antes, sin embargo, Aub había hecho el 29 de abril una anotación en su diario que tiene que ver mucho con este libro: «Definición del arte: hacer de la mentira verdad».

Max Aub, su esposa Peua Barjau e Ignacio Soldevila en Québec.
Harto de ver cómo la censura franquista venía poniendo impedimentos a su obra, en este libro tiene puestas sus ilusiones, como explica a Francisco Fernández Santos: «Tengo la esperanza de que el libro pueda venderse, sin obstáculos, en España. Ha de armar, sin duda, cierto revuelo». De hecho, al poco de salir la edición mexicana, que en palabras de Dolores Fernández «sale al mercado acompañado de un gran aparato publicitario protagonizado sobre todo por el [periódico] Excélsior, que comienza anunciándolo el día antes (1 de junio), subrayando el descubrimiento de Max Aub (28 de junio). El 2 de julio anuncia la exposición que tendrá lugar por la tarde», en agosto de 1958 se presenta por primera vez un fragmento de esta obra en las páginas de la revista de Camilo José Cela Papeles de Son Armadans, en diciembre de ese año se publica una interesante reseña de Eusebio García Luengo en Índice, así como una carta de Vicente Aleixandre referente al Campalans en la prestigiosa revista Ínsula, entre otros comentarios. Sin embargo, quizá fuese la salida de Joaquín Díez Canedo del FCE y la creación en 1962 de la editorial Joaquín Mortiz lo que contribuyó a retrasar la distribución no clandestina de este libro en España, de la que se hizo cargo Seix Barral y que en 1965 editó un folleto alusivo a la obra, además de ocuparse de que se reactivara la presencia de alusiones al Jusep Torres Campalans en la prensa.

El diseñador gráfico Robert Massin ante su mesa de trabajo en Gallimard cubierta de diseños de la celebérrima colección Folio.
Antes de la llegada más o menos normal del libro a España, sin embargo, había aparecido ya la versión francesa en la influyente Gallimard (en traducción de Alice y Pierre Gaspar), por imposición del amigo de Aub (y desde julio de 1959 ministro de Asuntos Culturales con De Gaulle) André Malraux. Según contaba en abril de 1998 el artista gráfico y tipógrafo Massin (Robert Massin, n. 1925) a Gérard Malgat:
Fue Malraux quien impuso a Gallimard el libro de Max, no cabe duda. Pues a Gaston Gallimard no le gustaban para nada los libros ilustrados: solo le interesaban la literatura y los textos […] De hecho, la colección L´Univers de les Formes estuvo a punto de no publicarse en Gallimard ya que Gaston arrastraba los pies y Claude también: no querían. Aplazaban lo más posible su decisión.
Para el lanzamiento del libro, Aub pasa varios meses en París, y el año siguiente, coincidiendo con la publicación en Doubleday de la traducción estadounidense (de Herbert Weinstock), se dedica a pintar nuevos cuadros y organiza una nueva exposición, en la neoyorquina Badley Gallery de Jusep Torres Campalans que permanece abierta desde el 29 de octubre hasta el 19 de noviembre. Del 28 de mayo de 1963 es el colofón de la edición italiana, publicada por de nuevo por otra editorial importante, Mondadori, en traducción de Giuseppe Ciontioli, quien añade un prólogo sobre la traducción. En este caso, el señuelo es la prepublicación de un fragmento en La Nazione del 30 de abril acompañada de un comentario del traductor. (La edición alemana se hizo esperar mucho, pero de nuevo corrió a cargo de una empresa influyente, Eichborn, que publicó la traducción de Albrecht Buschmann y Eugene Helmé en 1995, precedida de una presentación de Mercedes Figueras.)

Portada de las Novelas escogidas de Max Aub en la colección Tolle, Lege de Aguilar.
Entre la salida de la edición italiana y la publicación de la española, Max Aub había pasado a ser representado por Carmen Balcells (por un contrato de diciembre de 1964), que fue la responsable de la contratación por parte de Lumen, que la publicó en la colección Palabra en el Tiempo que dirigía Antonio Vilanova. El mismo año se incluía en las Novelas escogidas de Max Aub que publicaba la Aguilar mexicana (en pp. 635-929). Y a estas seguirían las de Alianza en bolsillo en 1975, Plaza & Janés en Letras del Exilio en 1985 (en rústica) o la de Destino de 1999, que, con muy buen tino, recupera las características de la de Tezontle y restituía por tanto los pasajes censurados en las ediciones españolas publicadas hasta entonces.
Max Aub no sólo bromeaba. Su pasión por las artes del libro venía de muy lejos, de los años viente y treinta, y uno de los valores de su Jusep Torres Campalans es su belleza como libro, como obra artística, en la que Aub tuvo una participación indudable como creador, pues tenía muy claro qué libro pretendía hacer y cómo. De ahí que pueda considerarse que publicarlo con las imágenes en blanco y negro, en formato de bolsillo o con un papel que transparenta los dibujos, con márgenes estéticamente inaceptables, etc., sea desvirtuar la obra de Max Aub. Aspectos (no pocos) como el hecho de que la portada de la edición de Lumen reproduzca mal (invertido) un cuadro de Campalans merecen comentario aparte.

Placa conmemorativa del nacimiento en París de Max Aub (en cité de Trevise, 3). «En este inmueble nació el 2 de junio de 1903 Max Aub, escritor español, novelista, dramaturgo, ensayista. En 1942, después de haber estado varias veces en campos de internamiento en Vernet d´Ariège y Djelfa, se exilió en México, donde murió el 22 de julio de 1972». Wikipedia Commons / Mu
Fuentes:
Max Aub, Epistolario del exilio (1940-1972), Ayuntamiento de Segorbe, 1992.
Carmen Balcells, «Testimonio personal», en El Correo de Euclides, núm. 6 (2011), p. 96.
Ana Calvo Revilla, «Ficción y realidad en Jusep Torres Campalans, de Max Aub«, Entresiglos.
Dolores Fernández, La imagen literaria del artista de vanguardia en el siglo XX: Jusep Torres Campalans, tesis doctoral dirigida por Francisco Calvo Serraller, Universidad Complutense de Madrid, diciembre de 1993.
Dolores Fernández, La leyenda de Jusep Torres Campalans», en Cecilio Alonso, ed., Max Aub y el Laberinto español, Valencia, 1996, vol. II, pp. 825-858.
Dolores Fernández, «Arte y literatura en Max Aub», Turia, núm. 43-44 (marzo de 1998), pp. 146-159.
Dolores Fernández, «Imagen visual y literaria de la mujer vanguardista«, El Correo de Euclides, núm. 1 (2006), pp. 255-267.
Estelle Irizarry, La broma literaria en nuestros días. Max Aub, Francisco Ayala, Ricardo Gullón, Carlos Ripoll, César Tiempo, Nueva York, Eliseo Torres and Sons (Torres Library of Literary Studies 31), 1979.
«Max Aub» en Manuel Aznar Soler, dir., Diccionario bio-bibliográfico de los escritores del exilio republicano de 1939.
Gérard Malgat, «Max Aub y André Malraux: retrato de una amistad en el espejo de la historia», El Correo de Euclides, núm. 1 (2006), pp. 176-187.
Javier Quiñones, De ahora en adelante.
Jesús Sánchez Zapatero, «Lo que importa es España: proyectos para la recuperación editorial en el epistolario entre Max Aub y Carmen Balcells (1964-1972)», El Correo de Euclides, núm. 6 (2011), pp- 33-48.
Antonio Saura, «El pintor imaginario», en Ignacio Soldevila y Dolores Fernandez, Max Aub, veinticinco años después, Madrid, Editorial Complutense, 1999, pp. 91-110.
Ignacio Soldevila Durante, La obra narrativa de Max Aub, Madrid, Gredos (Biblioteca Románica Hispánica 189), 1973.
María de los Ángeles Valls Vicente, «Las versiones ilustradas de la obra de Max Aub», El Correo de Euclides, núm. 4 (2009), pp. 88-99.
Muy interesante, Josep. Gracias…
Por la dedicatoria, gracias; también por la parte que me toca, gracias igualmente; por el compañerismo y la amistad de tantos años, dadas sean igualmente las gracias; por resistir con la dignidad por delante y con la cabeza bien alta en los tiempos duros, gracias, Jusep. ¡Qué buen rumbo llevan estas jóvenes «Negritas y cursivas» y cuánto le hubieran gustado a Aub.
Un abrazo, Javier.
A disposar, Javier, un placer y un modo modesto de agradecer que me contagiaras o agravaras el maxaubismo crónico. La verdad, no sé si a Aub le hubiera gustado, pero que te guste a ti me vale tanto o más (o «más aún»).
Con mucho retraso me entero de este escrito. Enhorabuena y gracias por lo que me toca.
Dolores
¡Nunca es tarde si la dicha es buena! Gracias a ti por los numerosos y buenos estudios que has dedicado a la que, en mi modesta opinión y midiendo las palabras, es una de las obras más singulares de la historia literaria universal.
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