
Sobrecubierta de El amor es mucho más que el amor en Cristal, una colección de corta vida que se presentaba en la publicidad del siguiente modo: “Una colección de novelas especialmente seleccionadas para un público femenino. La originalidad y riqueza de la presentación va unida a la calidad excepcional de sus textos. Todos los volúmenes están impresos a dos tintas y decorados con orlas especiales para cada uno de ellos”. Se trata de elegantes volúmenes de 16,2 x 11,6 cm., encuadernados en tapa dura y con sobrecubierta, e ilustrados muchos de ellos por artistas con los que Janés venía trabajando desde antes de la guerra (Mallol Suazo, Miquel Planas i Bach, Narro, Francesc Domingo…).
En la inmediata postguerra, José Janés publicó en muy breve espacio de tiempo tres obras de Jacques Chardonne (Jacques Boutelleau, 1884-1968): Menos que un sueño (1942) fue el sexto número de la colección Aretusa, El amor es mucho más que el amor (1942) apareció en la colección Cristal y Canto nupcial (1943) se publicó en las Ediciones de la Gacela.
Además, en la solapa de La última alegría, de Knut Hamsun, cuyo colofón lleva fecha de marzo de 1942, se anuncia como en preparación la novela de Chardonne Eva, y en mayo del mismo año sigue figurando como pendiente de publicar en la solapa de Las Quintaesencias, de Bernard Shaw. La solicitud de publicación de esta obra remitida a la Vicesecretaría de Educación Popular está fechada en marzo de 1942. Jacqueline Hurtley, que es quien ha analizado mejor el expediente de esta edición (expediente 2-548 [1942]) reproduce, además de dos juicios contradictorios acerca de la calidad literaria de esta obra, pasajes de una carta de Janés dirigida al por entonces delegado nacional de Prensa, Patricio González de Canales, en que se subraya la importancia de esta novela en las letras francesas, y propone hacer «una edición de pocos ejemplares, en papel de hilo, numerados y a un precio elevado, de suerte que el libro no pudiese ir a parar a todas las manos, lo que parece que surtió efecto, porque la obra se autorizó con fecha del 6 de abril, indicando sin embargo que debía «constar visiblemente en la edición su calidad de Gran Premio de Novela de la Academia Francesa». Constituye éste otro ejemplo ilustrativo de cómo, mediante un engorroso juego de prueba-error, los editores que se enfrentaban al capricho de la censura franquista tenían que ingeniárselas para atisbar brechas por las que colar sus obras. Abundan los casos en que el precio elevado (y/o la tirada reducida) posibilita la edición de una obra, y, además del prestigio literario y los premios, esta parece ser la baza que jugó Janés en esta ocasión. Pero, de todos modos, la exigencia de la censura le ponía en un brete, pues, al fin y al cabo, Eva nunca había sido galardonada con el Gran Premio de la Academia (sí lo había sido su anterior novela Claire, en 1931, que en 1945 publicaría Luis de Caralt).

Jacques Chardonne
En aquella época, y pese a ser el mundo de la pareja su tema dilecto, Jacques Chardonne, autor hoy casi olvidado por completo, no parecía un escritor susceptible de chocar con la censura franquista. Perteneciente al llamado «Grupo de Barbezieux», del que también en esos años publicaría Janés a Geneviève Fauconnier (Claudia en Aretusa y Las Lagunas de la Double en Ánfora, ambas en 1942) y su hermano Henri (Malasia en Rosa de los Vientos en 1944), Jacques Chardonne era tenido por un notorio colaboracionista. De hecho, ese mismo año 1942 había aceptado presidir un viaje de escritores franceses a la Alemania nazi, que por si fuera poco venía a sumarse al que el octubre anterior había realizado con Jouhandeau, Drieu La Rochelle, Brasillach, Ramon Fernandez, André Fraigneau y Abel Bonnard, invitados por el Instituto Alemán, que les llevó a Viena y Berlín para participar en el Congreso de Escritores Europeos de Weimar y durante el que fueron recibidos por el ministro de la Propaganda nazi, Joseph Goebbels. Es de suponer que la deportación de su hijo Gérard al campo de Oranienburg-Sach-Senhausen en marzo de 1943 enfriaría el ardor filonazi de Chardonne, pero al parecer no demasiado, acaso porque fue precisamente gracias a las gestiones del teniente de la Propaganda Staffel y encargado de la censura de libros Gerhard Heller que Gérard Boutelleau recuperó finalmente la libertad (relativa, claro está, pues regresó a la Francia ocupada).

Jacques Chardonne
A la altura de 1942 había transcurrido ya mucho tiempo desde que Chardonne había entrado en el mundo editorial, y lo había hecho de la mano de Stock, una empresa legendaria que guarda ciertos puntos de contacto con las de José Janés (atención preferente a la literatura traducida y en particular a la escandinava, por ejemplo, o publicación de antologías poéticas).
La asombrosa historia de Stock se remonta al 8 de mayo de 1708, cuando André Caillou se estableció como librero-editor en París, y tal vez el célebre hecho de que el sucesor de Caillou, Nicholas Bonaventure Duchesne (¿!711?-1765), tuviera un final tan libresco como es morir aplastado por una pila de publicaciones periódicas cayendo en avalancha haya relegado a lo anecdótico el hecho de que esta germinal Stock fue la casa que publicó las primeras ediciones de libros de autores tan importantes como Voltaire, Rousseau, Diderot, Paul de Kock, Maupassat o traducciones de Goldoni y Tolstoi.

Sede de la legendaria librería Stock.
Con apenas veintidós años, Jacques Chardonne (por entonces aún sólo Boutelleau) se había iniciado en el mundo de los libros como secretario del editor que dio nombre definitivo a la empresa, Pierre-Victor Stock (1861-1943). Y cuando Stock se ve acuciado por las deudas (era un habitual de las soirées de póquer en el Cercle de la Presse), Chardonne se postula para entrar como socio en la empresa aportando 300.000 francos, que no tardan en perderse por el mismo azaroso método. El nuevo socio solicita entonces a los tribunales la disolución de la sociedad, y con el tiempo Stock acabaría arruinado (y empleado en el casino). En 1921 nacía, pues, la Societé Stock, Delamain, Boutelleau et Compagnie, en la que entraba el cuñado de Chardonne, Maurice Delamain, y algunos otros amigos, para dedicarse principalmente a la edición en su sede de la parisina rue du Vieux-Colombier. Mientras que Delamain se ocupó de la parte administrativa y financiera, Chardonne estuvo al frente de las cuestiones literarias en el extenso período que va de 1921 a 1961 (si bien desde 1941 figuraba el hijo de su segunda esposa, André Bay, como director literario), en el que surgieron colecciones como Les Contemporains, La Culture Moderne o los Cent Romans Français, donde, además de Romain Rolland, Jean Cocteau o François Mauriac, aparece en 1930 el gran éxito de Henri Fauconnier Malaisie, que Janés incorporaría a Rosa de los Vientos. La importancia de Malaisie para el prestigio de Stock fue enorme, pues contra todo pronóstico esta primera novela del amigo de la infancia de Chardonne Henri Fauconnier (1879-1973) se llevó el codiciado Premio Goncourt y al poco tiempo, en 1933, la editorial se llevaría el Premio Fémina con otra obra también publicada luego por Janés, Claude, escrita nada más y nada menos que por la hermana de Henri, Geneviève Fauconnier (1886-1969), en lo que es un caso bastante singular de familia galardonada.

Jacques Chardonne
Si embargo, lo que caracterizó esa etapa de Stock con Chardonne al frente fue la promoción en Francia de la mejor novela contemporánea extranjera, y ahí sus pasos vuelven a cruzarse con los de Janés, pues el tándem Chardonne-Delamain publica a Virginia Woolf (Mrs Dalloway en 1927 y La promenade [Al faro] en 1928), Katherine Mansfield (La Garden party en 1926, Felicité y Journal en 1928 y Cahier de notes en 1940), Kenneth Roberts (Le grand passage en 1926), Charles Morgan, Stefan Zweig, Hans Carossa, Kipling o Pearl S. Buck. Otra coincidencia entre las empresas de Janés y la de Chardonne reside en el convencimiento con que apuestan por la literatura escandinava. Bajo el consejo de la traductora Lucien Maury se creó dentro de Cosmpolite una Bibliothèque Scandinave en la que figuran autoras importantes también en el catálogo de Janés, como las premio Nobel Selma Lagerlöf y Sigrid Undset. Hasta tal punto es importante en Stock la edición de literatura extranjera que Chardonne explica en carta a Michel Décon que de la cuarentena de novelas extranjeras que publican cada año dos o tres llegan a los 200.000 o 300.000 ejemplares y que la editorial vive de estos tres o cuatro libros, mientras que el resto no significan económicamente nada.

Henri Fauconnier
Otra afinidad curiosa la constituye la serie de antologías de poesía italiana, española, griega, rusa, etc. de Chardonne, que puede recordar alguna de las iniciativas janesianas. En el caso de Stock, sin embargo, el nacimiento de esta serie de antologías puede interpretarse también como un gesto de ingenio, pues se desarrolló a partir de una Anthologie de la poesie allemande bilingüe con la que pretendían dar respuesta a las exigencias de la propaganda nazi establecida en París de publicar en francés a los autores alemanes bienquistos por Berlín (y después de la guerra se sacó a relucir como una de las pruebas del colaboracionismo de Stock).
Portada de la polémica antología publicada en Stock por presión de (o para complacer a) la censura alemana.
Pero todavía puede añadirse un paralelismo más entre la editorial Stock y las de Janés, pues ambas acabaron en manos de un gran grupo, en el caso de Stock en las de Hachette en 1961.
La paradoja estriba en el hecho de que, después de ser (con Bernard Grasset) uno de los editores considerados más abiertamente colaboracionistas (de hecho, Chardonne figuraba ya en la lista de autores colaboracionistas que en su número del 24 de agosto publicaba en Estados Unidos la revista Life) Jacques Chardonne fue detenido en Jarnac y permaneció varias semanas en la prisión de Cognac hasta que pasó a un régimen de libertad vigilada. Pero estaba en la lista de los escritores a los que «se negaría todo contacto en el plano profesional». Se prohibió vender e imprimir sus libros en Francia hasta 1946, cuando obtuvo un veredicto absolutorio.

Portada de la biografía de Jacques Chardonne, subtitulada «l´ incandescence sous le givre», publicada en 2000 por Albin Michel y escrita por Ginette Guitard-Auviste, quien en 1953 ya había publicado en Grasset La Vie de Jacques Chardonne et son Art.
No habrá muchos autores cuya obra haya debido enfrentarse, por un lado, a la censura franquista tras la guerra civil y, por otro, al Consejo Nacional de Escritores y a la Comisión de Depuración de la Edición franceses al término de la guerra mundial. La gran diferencia es que en la Francia liberada lo que pesó sobre Chardonne fue el talante filogermano y petainista de su Chronique privée de l´an 40 (Stock, 1940), que colaborara en la colección del mismo signo de Grasset Á la Recherche de la France (con Voir la figure. Reflexions sûr le temps, 1941) y que se contara entre los participantes o colaboradores de iniciativas como la revista alemana Deutschland Frankreich o en Nouvelle Revue Française en la etapa en que la dirigía Drieu La Rochelle, además de los ya mencionados viajes.
Fuentes:
Una sintética caracterización videográfica del estilo literario de Chardonne, aquí
Pierre Assouline, Gaston Gallimard, València, Edicions Alfons el Magnàmim, 1987, traducción de Anna Montero Bosch, 1987. Hay una edición en Península, 2003, que recupera el subtítulo, Medio siglo de edición en Francia, y mantiene el prólogo de Rafael Conte.
Pierre Assouline, L´Épuration des intellectuells, Bruselas, Complexe, 1985.
Pascal Fouché, L´Édition Française sous l´Occupation 1940-1944, Bibliothèque de Littérature Française Contemporaine (Université de París-7),vol. I, 1987.
Jacqueline Hurtley, La literatura inglesa del siglo xx en la España de la posguerra: la aportación de José Janés, tesis de doctorado, Universitat de Barcelona, 1983.
Pascal d´Ory, Les collaborateurs. 1940-1945, París, Seuil, 1976.
Pascal d´Or y Jean François Sirinelli, Los intelectuales en Francia: del caso Dreyfus a nuestros días, Universitat de València, 2007.
Winock, Michel, Le siècle des intellectuels, París, Éditions du Seuil (Points, Série Histoire), 1999. Existe una muy pulcra traducción al español, de Ana Herrera (El siglo de los intelectuales, Barcelona, Edhasa, 2010).
Pingback: Los libros de Cristal | negritasycursivas
Pingback: Más áncoras y más delfines (en la Editorial Tartessos) | negritasycursivas
Pingback: Shum, ilustrador antifascista | negritasycursivas