En Coto vedado (1985), con el que abre su interesantísimo volumen de Memorias (2002), Juan Goytisolo refiere la visita, en compañía de Enrique Boada, a un «poeta y crítico de arte de origen santanderino […], un hombre de una cuarentena de años, sencillo, caluroso y franco» que tuvo una intervención decisiva en el arranque de su personalísima carrera literaria: Fernando Gutiérrez González (1911-1985).
Con el pretexto de que Fernando Guitérrez le ayudaba a repasar las asignaturas de Derecho que por entonces cursaba sin ninguna gana, Goytisolo «le asistía a revisar sus traducciones, solicitaba su consejo en las dificultades y escollos» de la novela que tenía en marcha, la hasta hoy inédita El mundo de los espejos. En sus palabras, «Fernando Gutiérrez había advertido muy pronto las carencias y defectos de mi castellano y me alentaba a superarlos. Aunque no pudo comunicarme entonces, por culpa mía, su amor a la poesía de nuestros clásicos, contribuyó a extender y mejorar el contenido de mis lecturas». (Cualquier lector de Juan Goytisolo sabe bien que finalmente ese amor a los clásicos españoles cuajó, y de manera muy fecunda).
En aquellos tiempos (primeros años cincuenta), Fernando Gutiérrez trabajaba muy intensamente con José Janés, quien estaba llevando a cabo una política de premios literarios en busca de jóvenes nuevos valores de la literatura española (galardonó a González Ledesma, Ildefonso-Manuel Gil o Antonio Rabinad, entre otros) que pudieran competir con la excelente cantera en que se había convertido enseguida el Premio Nadal. Fernando Gutiérrez, secretario de esos premios, animó a Goytisolo a presentar su novela, que según el propio autor, «pese a las correcciones sucesivas […], pecaba a todas luces de torpe e inmadura: la sombra de Gide y Hermann Hesse se proyectaba ostensiblemente en ella y situaciones y personajes adolecían de melodramatismo e inverosimilitud». Goytisolo, sin embargo, se llevó el premio, pero con la franqueza que le caracterizaba, Janés le dejó claro que, pese al cheque de diez mil pesetas, «el premio sólo era un estímulo a continuar mi camino y llegar a ser algún día un escritor de verdad».
Diversas circunstancias, entre ellas el traslado de Goytisolo a Madrid, hicieron que se interrumpiera esta relación, pero cuando años después, con Juego de Manos, el joven novelista se dio de bruces con la censura de libros franquista, pese a la buena disposición de Destino a publicársela, fue de nuevo Fernando Gutiérrez quien intervino decisivamente. Buen conocedor de los entresijos del mundo editorial barcelonés de la época, Fernando Gutiérrez le recomendó que intentara la intervención de José Manuel Lara Hernández (1914-2003), y el asunto se desencalló rápidamente a cambio de publicar en Planeta el siguiente libro de Juan Goytisolo (Duelo en el paraíso).

Portada de las Páginas escogidas del Marqués de Santillana seleccionadas y anotadas por Fernando Gutiérrez y publicadas en 1939 en la Colección Merges de Luis Miracle.
En los años cincuenta, ciertamente, Fernando Gutiérrez había llegado a ocupar en la sombra una situación estratégicamente importante y de relativo prestigio en el mundillo editorial. Ya en los años treinta había abandonado estudios de ingeniería para lanzarse de lleno a una incierta carrera literaria que se desdoblaba en su obra sobre todo poética, el periodismo cultural y la crítica de arte (en Las Noticias) y la traducción, así como las más diversas labores editoriales (revisor, corrector, prologuista). Al concluir la guerra, ya en 1939 publica unas Páginas escogidas del Marqués de Santillana para la editorial de Luis Miracle, ejerce episódicamente de censor en la Delegación Territorial de Propaganda de Barcelona, reanuda su actividad como crítico de arte y, con Juan Ramón Masoliver y Diego Navarro, pone en marcha la que quizá sea la mejor revista literaria de la inmediata postguerra, Entregas de poesía, que aparecía en dos versiones: la corriente y la de bibliófilo. Además, poco a poco va dando a conocer Fernando Gutiérrez su obra poética (de raíz postsimbolista y clasicista), obtiene importantes premios tanto en su vertiente de poeta como en la de crítico de arte y luego, progresivamente, va cayendo en el olvido.

Sobrecubierta de la antología de poesía catalana preparada por el poeta y editor Josep Pedreira y firmada por Fernando Gutiérrez, publicada por Josep (con P) Janés, Editor.
Sin embargo, deja a sus espaldas una ingente obra como traductor literario sobre todo en las editoriales de Janés (Somerset Maugham, Boris Pastenak, François Mauriac, Lampedusa, André Maurois, Homero…), pero también en Ediciones G.P. [Germán Plaza] (Kipling, Zweig) y como prologuista de colecciones janesianas tan exitosas como Los Premios Goncourt de Novela, Los Premios Nobel de Literatura o Los Premios Pulitzer de Novela, entre otras.
No es extraño que, dada la intensa y fructífera relación con el gran editor de la época, sea precisamente Fernando Gutiérrez quien nos legara uno de los textos más útiles e interseantes para conocer y comprender la obra editorial de José Janés, la conferencia «Recuerdo de José Janés». Fallecido en 1959 José Janés, Fernando Gutiérrez siguió a partir de entonces con un ritmo de trabajo asombroso, pero en algunos casos muy por debajo de su talento, y quizá varios factores contribuyan a explicar el casi completo olvido en el que ha quedado su figura y su obra. Por un lado, su parentesco con el falangista de primerísima hora Luys Santa Marina (1898-980), su tío, añadido a su inicial militancia falangista y su episódica dedicación a la censura de libros. Por otro lado, el hecho de que a menudo tradujera a partir de lenguas puente y no de la lengua original, a lo que se suma el hecho de que firmara obras o antologías, y en particular la célebre antología La poesía catalana. Els contemporanis (Josep Janés Editor, 1947), que es bien sabido que elaboró Josep Pedreira pero que, probablemente para facilitar su paso por censura, firmó Fernando Gutiérrez.

Portada (almibarada sin motivo) de la edición en Ediciones B (2011) de la traducción firmada por Fernando Gutiérrez de «Un extraño en París» («Christmas Holiday»), de William Somerset Maugham. Esta misma traducción la había publicado en 1952 Janés en la colección Grandes Novelas de Grandes Autores y en 1956 en Club de Lectores con el título, no menos infiel, de «Luz en el alma».
Fuentes:
Daniel Giralt-Miracle, «Fernando Gutiérrez. Poeta y crítico«, La Vanguardia, 2 de marzo de 1984, p. 18.
Juan Goytisolo, Memorias, Barcelona, Península (Atalaya 85), 2002.
Fernando Gutiérrez, «Recuerdo de José Janés», conferencia pronunciada en la Biblioteca Central de Barcelona con motivo de la Exposición de la Fiesta del Libro de 1960 y publicada como anexo al Catálogo de la Producción Editorial Barcelonesa comprendida entre el 23 de abril de 1959 y el de 1960, Barcelona, Diputación de Barcelona, 1960.
Jacqueline Hurtley, La literatura inglesa del siglo xx en la España de la posguerra: la aportación de José Janés, tesis de doctorado, Universitat de Barcelona, 1983.
-, “La obra editorial de José Janés: 1940-1959”, Anuario de Filología (Universitat de Barcelona), n. 11-12 (1985-1986), pp. 293-329.
Fantástico relato de las relaciones de Fernando Gutierrez para los que como yo, lo desconocía. Gracias por aportar datos imprescindibles para la historia de la edición.
Me interesa mucho lo que quizás Unamuno llamaría «la intrahistoria» de la edición, más que la historia hecha a partir de las memorias de los editores o la historia de las grandes editoriales. Quizá sea un poco más difícil de documentar la labor de correctores, traductores o grabadores (como bien sabes), pero espigando información aquí y allá pueden acabar reconstruyéndose momentos importantes, curiosos o interesantes de esa «intrahistoria». Gracias Galderich, por tus amables palabras. I aportar-vos informació que vos, precissament vos, desconeixieu, em sembla que paga amb escreix l´esforç. Gràcies altra vegada.
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Si me permites una pregunta, quizás absurda y fuera de tono y de tiempo. ¿Fernando Gutiérrez tradujo a Pessoa? Gracias y perdona la intromisión.
Pues, la verdad es que no sé decirle, pero quizás algún lector pueda ayudarle.