A Carmen Jiménez, entre otras cosas,
por mencionar a Faulkner en el momento oportuno
Durante el Bookcamp celebrado en marzo de 2011 en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, en el contexto del Festival Kosmópolis, María Serrano (editora de la Editorial Gustavo Gili) y el diseñador gráfico Alberto Hernández (quien ha trabajado para las editoriales Thames & Hudson, Gustavo Gili, Unit Editions y Laurence King entre otras) coordinaron una memorable sesión de trabajo con el título “Ediciones híbridas. Diseño editorial y experiencia lectora”, cuya intención explícita era rebatir la tesis expuesta por Beatrice Warde en la conferencia “Printing should be invisible” (1930), recogida luego en La copa de cristal: el diseño debe ponerse al servicio del texto y resultar “invisible”.
La contrapropuesta audaz y radical de Serrano y Hernández era situar en igualdad al escritor y al diseñador gráfico e invitar a un proceso de descodificación de la obra en el que el texto y el componente gráfico son indisociables o, en sus propias palabras, defendían libros en que “los mecanismos gráficos están fuertemente arraigados en el texto, las palabras y las imágenes se combinan para crear un híbrido que no es completamente textual ni visual y que no puede ser desgajado en estos dos elementos sin que el texto pierda sentido”. Nada que ver, pues, ni con el libro ilustrado ni con el cómic. De hecho, identificaban toda una corriente más o menos subterránea (que va de la poesía visual de las vanguardias históricas a ciertas obras de autores como Graham Rawle, Jonathan Safran Foer, Steven Hall o Dave Eggers) como cierta tradición de ediciones híbridas.
Consecuente con el desarrollo de la comunicación visual y otorgando al grafismo un valor como fuente de conocimiento, las ediciones híbridas son interpretadas, pues, como “un desafío a la tradición filosófica que iguala cognición y lenguaje y proponen (quizás inadvertidamente) un marco más amplio en el que entender las formas humanas de conocer y de crear sentido”.
Estos planteamientos, sin duda seductores y además muy bien fundamentados en una bibliografía que no ha dejado de crecer, no tardaron en desembocar en un laboratorio experimental de edición y en un punto de encuentro, The Publishing Lab, que alberga textos, fotografías y videos acerca de libros muy bellos y muy interesantes –así como acerca del proceso creativo de los mismos– de algunos artistas con mucho talento creativo a los que vale la pena seguir.
Si a veces hablamos de La Regenta de Gonzalo Sobejano o de Juan Oleza o de la Fortunata y Jacinta de Germán Gullón o de Francisco Caudet debido al enriquecimiento que estos editores literarios llevaron a cabo respecto a esas obras, con mayor motivo puede hablarse del The picture of Dorian Gray y el Drácula de John Morgan o del Strange case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde de Alberto Hernández.
Fuentes y material adicional:
Las citas proceden del material ofrecido a los asistentes a la sesión, que puede leerse también clicando aquí, e incluso más desarrolladas también en la web de The Publishing Lab o en The Publishing Lab en facebook, aquí.
Pueden verse además imágenes de la mencionada sesión en Bookcamp, en la que los asistentes pudieron tocar y manejar algunas ediciones paradigmáticas, clicando aquí.
Los debates previos y posteriores a la sesión en Bookcamp siguen consultables, en PBWORKS, aquí
Material adicional recomendado en las sesión por M. Serrano y A. Hernández (que en The Publishing Lab se ha ido actualizando):
Hybrid Novels: A new Way of Reading Narrative Fiction, por Alberto Hernández.
Visual Writing: A critique of graphic devices in hybrid novels, from a Visual Communication Design perspective, por Zoë Sadokierski.
Me habían dedicado algunas cosas insólitas, pero nunca una entrada en un blog tan interesante. Mil gracias, Mengual, y felicidades por esta bitácora.
Según se contó en la sesión en el Bookcamp y reflejan los documentos que de allí salieron, «Cuando escribió El ruido y la furia, Faulkner quiso emplear tintas de colores para identificar a distintos personajes; dado lo poco factible del empleo de este recurso en 1929, tuvo que emplear cursivas.» De ahí la asociación de ideas (Faulkner-negritasycursivas-.PublishingLab)
Qué interesante… No tenía idea.
Una idea similar es la de Max Aub en Campo Francés (con páginas en azul) y en Jusep Torres Campalans (el Cuaderno Verde), o la diferenciación de tintas en La historia interminable de Michael Ende. En mi opinión, la forma y el diseño de los libros debe por lo menos intentar dar respuesta a la creatividad de los autores, y está claro que los libros híbridos surgen del empuje de los autores tanto como de la creatividad de los diseñadores para dar respuesta a esa creatividad. Tiene mucho sentido la idea expuesta en esa sesión de que en la novela realista el diseño pasara desapercibido, que el contacto entre el lector y la realidad (mediatizada por el autor) fuera lo más directo posible. Pero ya nos queda un poco lejos ese realismo decimonónico y es evidente que la literatura ha seguido otros caminos…
Hola Josep y Carmen, llego un poco tarde a la conversación pero ¿sabéis que la Folio Society publicó el año pasado una edición de El ruido y la furia en 14 colores? Es una preciosidad bastante asombrosa (aunque cuesta 225 libras, es decir, tampoco se corresponde exactamente con el libro de consumo masivo que pretendía hacer Faulkner).
Aquí tenéis la historia contada por Los Angeles Times: http://latimesblogs.latimes.com/jacketcopy/2012/07/the-sound-and-the-fury-as-william-faulkner-imagined-in-color.html
Y aquí la página del libro dentro de la web de Folio Society por si queréis daros el capricho (cubiertas y caja es-pan-to-sas): http://www.foliosociety.com/book/SAF
Y, Josep, de nuevo muchas gracias por dedicar esta entrada en tu blog a TPL y por decir cosas tan bonitas!
María, gracias a ti por, como no podía ser de otra manera, enriquecer la entrada, y con una auténtica aportación de datos que desconocía y que te agradezco de veras.